sábado, 4 de marzo de 2017

LAS HUELGAS DE LOS GRINGOS EN LA 4C

LAS HUELGAS DE LOS GRINGOS EN LA 4C
Gustavo A. Moreno Martínez moremar@prodigy.net.mx
 
Introducción
La Cananea Consolidated Copper Company (4C) fue constituida en 1899 y prácticamente desde el inicio de operaciones tuvo problemas laborales por las condiciones de riesgo y salud en que trabajaban y las jornadas tan largas impuestas a los obreros que no correspondían con el salario recibido. Contra lo que la mayoría cree, no fueron los obreros mexicanos los primeros en declararse en huelga, sino los trabajadores americanos (gringos) a pesar de que laboraban en condiciones salariales y áreas de trabajo mucho más favorables que la mayoría de los mexicanos, también se quejaban de malos tratos y exigían jornadas de trabajo más cortas y de acuerdo a la percepción salarial. La inmensa mayoría de estos trabajadores era una mezcla de obreros pertenecientes a uniones proletarias de los Estados Unidos como la Western Federation of Miners (WFM) y la Industrial Workers of the World (IWW), todos ellos de ideas anarcosindicalistas que actuaban rápidamente cuando las condiciones de trabajo no les eran favorables.
En este documento narraremos las fechas, causas y desarrollo de las huelgas donde se involucran casi exclusivamente trabajadores gringos de la 4C durante los primeros años de operación (1902-1903), unas intrascendentes desde el punto de vista de los efectos en la empresa, pero importantes por que reflejaban el ambiente laboral en que trabajaban los obreros en la 4C. Otras llegaron a impactar la economía de la empresa y los tiempos de construcción de los trabajos que en esos tiempos se estaban llevando a cabo para ampliar y/o modernizar de la infraestructura de la compañía.
Huelga del 15 de enero de 1902
Aunque casi desde el inicio de operaciones de la 4C algunos sectores de los trabajadores habían estado manifestando pública y soterradamente su inconformidad respecto a las condiciones en que se laboraba en esta empresa, fue hasta el 15 de enero de 1902, aunque por pocas horas, que un grupo de trabajadores liderados por americanos se lanzan a la huelga por primera vez en la historia de la 4C.
Los primeros en lanzarse a la huelga fueron los obreros del sector de los “madereros” (timbermen) quienes trabajaban la madera y se encargaban de colocarla como ademe o soporte de los túneles y tiros de las minas para evitar derrumbes. El motivo de esta huelga fueron los maltratos y despidos constantes que hacían los hermanos Reed quienes eran capataces de turno en la Mina El Capote.
“Madereros” o ademadores trabajando para evitar derrumbes, 1900 (Foto: J. Sosa B.).

William “Billy” Reed había estado trabajando en la empresa desde hacía varios meses como capataz del turno nocturno de la mina El Capote y a finales de 1901, procedente de Montana, había llegado a Cananea su hermano quien también fue empleado en la empresa con el mismo puesto. El hermano de “Billy” desde su llegada empezó a tener problemas con los empleados bajo sus órdenes y en los primeros cinco días, dicen, había despedido a más obreros que cualquier otro jefe en un año.
El problema se agudizó el martes 14 de enero por la noche, cuando Reed entró en la mina y despidió a varios de los “madereros” sin comentar primero con "Doc" Lambert quien era el jefe de la cuadrilla. Esta acción fue resentida por el turno de esa noche y puso su queja con McHenry, asistente del Superintendente, quien se negó a interferir y cuando este turno salió por la mañana, se encontraron con el turno matutino, a quienes informaron de lo sucedido durante la noche, estos se negaron a entrar a trabajar y pronto se formó un grupo de unos 400 obreros en paro, quienes exigían la reinstalación de sus compañeros y el despido de los hermanos Reed como jefes de turno.
Un comité esperó al Superintendente James Kirk y al Gerente General George Mitchell, quienes dijeron a los mineros que un jefe de turno tenía tanta autoridad como otro y se negaron a intervenir en el asunto, estableciendo las 4:00 p.m. de ese día como límite para que los obreros reanudaran sus labores o serían despedidos.
Los obreros no tenían queja del salario pues ganaban $3.50 y $4.00 dólares por ocho horas de trabajo, tampoco tenían problemas con la empresa, el asunto se reducía al trato que recibían de los hermanos Reed, quienes finalmente no fueron despedidos, por el contrario, fueron cesados los líderes de la huelga y más tarde, de los 400 hombres en paro, dos terceras partes regresaron a sus labores y el resto renunció y en su gran mayoría regresaron a los Estados Unidos, concluyendo de esta manera la primera huelga del largo historial laboral en las operaciones de esta empresa.
Huelga del 10 de marzo de 1902
Menos de dos meses después, el lunes 10 de marzo la empresa se vería afectada por otra pequeña huelga en el taller mecánico de máquinas. Los maquinistas, todos americanos, iniciaron una huelga porque el mayordomo despidió a uno de sus compañeros. Dos de los maquinista fueron a la fundición y trataron de inducir a los que trabajaban construyendo las calderas (caldereros), pero su esfuerzo fue en vano.
Estos dos maquinistas fueron arrestados por policías mexicanos y encarcelados bajo los cargos de agitación, pero fueron liberados al día siguiente. Unos pocos maquinistas regresaron a trabajar, pero otros ocho o diez se negaron a regresar al trabajo y abandonaron Cananea. Sin embargo, no todo estaba en calma y se mencionaba que los caldereros no estaban totalmente satisfechos con las condiciones de trabajo y era un problema latente que podía aflorar de un momento a otro.
Taller mecánico de máquinas a principios del Siglo XX (Foto: D. P.).

Huelga del 23 de abril de 1902
Pero el inicio de 1902 seguiría siendo complicado en las relaciones obrero-patronales de la 4C, ya que poco más de un mes después, el día 22 de abril fueron informados que debería trabajar jornadas de 10 horas sin aumentar el salario, en lugar de la jornada de 9 horas que venían laborando con el pago de $4.50 dólares diarios. Al mediodía del miércoles 23 de abril cerca de 170 obreros especializados (genéricamente les llamaban mecánicos) que incluían maquinistas, caldereros, herreros y tuberos, todos americanos, se declaran en huelga ante la respuesta de la empresa.
 
Aspecto de los talleres a principios del Siglo XX donde laboraban solamente americanos (Foto: D. P.).
El mismo día 22 de abril, los obreros se habían reunido y conformado un comité para redactar un pliego petitorio dirigido a la 4C mismo que fue entregado al jefe de mecánicos y decía lo siguiente:
“Señor:
Nosotros los maquinistas, caldereros, herreros y tuberos en reunión conjunta de hoy, aprobamos las siguientes resoluciones, a saber:
1.- Se resuelve que consideramos abrogados de inmediato todos los acuerdos existentes entre la C. C. C. Co. y los empleados anteriormente mencionados.
2.-Que exigimos $5.00 dólares al día, nueve horas constituirán un día de trabajo, excepto los sábados, domingos y fiestas oficiales, cuando ocho horas constituirán un día de trabajo, por lo que recibiremos nueve horas de pago, $5.00 dólares.
3.- Que cualquiera de los técnicos antes mencionados que se empleen en el trabajo nocturno regular, ocho horas constituirá un turno, por el cual recibirán $5.00 dólares.
4.- Todo el tiempo extra se pagará a tarifa doble.
5.- Nos negamos a pagar más honorarios hospitalarios a la actual administración médica.
La comisión: B. J. Zabriskie, Mike HanIon, George Bates, J. P. Cullen, J. C. Joy y Harry Cody.”
La escala de salarios establecida por la comisión en el pliego petitorio fue presentada al jefe de mecánicos el mismo día 22 y al siguiente día recibieron respuesta en una carta firmada por William C. Greene comunicando lo siguiente:
“Señores:
Una comunicación firmada por ustedes, fechada el 22 de abril, dirigida al Sr. Otto Rosenthal, jefe de mecánicos de la Cananea Consolidated Copper Co., se ha enviado a mí. En respuesta se podría afirmar que la C. C. C. Co. emplea a un gran número de hombres en sus diversas ramas. La empresa en el futuro como lo ha hecho en el pasado, decidirá los salarios que pagará a los empleados en sus diversas ramas de la empresa y sigue siendo en conjunto con los empleados en cuanto a si trabajan para los salarios de la empresa o no. La empresa reconoce que no hay ninguna obligación por parte de cualquier empleado de trabajar para la empresa por los salarios ofrecidos, a menos que lo considere oportuno. La empresa se reserva el mismo derecho que en el pasado, para pagar los salarios que considere mejores. La política de la compañía siempre ha sido muy liberal, y los salarios pagados por ella son superiores a cualquier otro campo minero en los Estados Unidos o México.
En lo que respecta a los honorarios hospitalarios, consideramos que, como cuestión de protección a los empleados de la empresa, debe estar disponible el servicio médico para los hombres enfermos y lesionados y que pueden estar temporalmente sin fondos para pagar individualmente por los mismos, como una cuestión de protección, tanto para los empleados como para la empresa, las tasas hospitalarias se cobrarán en el futuro como se ha hecho en el pasado.
En conclusión, la empresa afirma que aunque tiene una gran cantidad de obras de construcción en este momento y naturalmente está interesada en su finalización en la fecha más temprana posible, sin embargo, sería mucho mejor ver a toda la planta cerrada indefinidamente que reconocer la arbitraria demanda presentada por ustedes.
Todas las personas que deseen volver a trabajar sobre la base de los salarios hasta ahora pagados por la compañía, pueden reanudar, reservándose la compañía en el futuro, como lo ha hecho en el pasado, el derecho a incrementar o reducir los salarios según su criterio.
Confía en que los empleados de la empresa tendrán en cuenta el hecho de que, si bien el alojamiento personal del campamento no es todo lo que se podría pedir, sin embargo, la empresa está constantemente tratando de mejorar las condiciones. Es imposible que un nuevo campamento, como Cananea, de apenas doce meses de edad, proporcione los mismos alojamientos que en las comunidades más antiguas, confiamos en que los empleados tomarán en cuenta este hecho.
A todas las personas que no deseen retomar el trabajo también se les pide que abandonen inmediatamente el campamento, ya que los alojamientos proporcionados por la empresa son necesarios para los trabajadores, y no puede ser utilizado por agitadores.
Atentamente.
W. C. Greene, presidente.”
El día 23 los obreros se declaran en huelga en un grupo que incluía nueve maquinistas, cuatro tuberos (instaladores de tubos) y diecisiete ayudantes, ochenta caldereros y treinta ayudantes, ocho herreros y dieciséis ayudantes, lo que sumaba un total de 164 obreros especializados. Cinco de los capataces estaban incluidos entre los huelguistas: C. C. Jones, capataz de la casa de fuerza (power house); Harry Jelfs, taller de máquinas; David O'Neill, taller de herrería; Harry Matamoore, taller de calderas; y John Ujaak, capataz de trabajos exteriores (construcción).
Interior de la casa de fuerza a principios del Siglo XX (Foto: D. P.).

Al siguiente día la mayoría de los hombres deambulaban por las calles de Cananea y siempre que se hacía referencia a la huelga intentaban aclarar que la empresa era totalmente culpable. Con pocas excepciones, los huelguistas declaraban que pronto dejarían la ciudad y partirían hacia otros campos mineros de la región en busca de trabajo. El capataz Ujaak declaró que desde hacía tres meses había hablado con la empresa respecto a que los empleados que estaban trabajando entre el polvo y la ceniza, no debían ser obligados a trabajar jornadas de 9 horas, pero que hacía dos días George Mitchell lo había buscado para decirle que todos los hombres debían trabajar 10 horas. Los hombres afectados por esta orden se reunieron y decidieron que preferirían abandonar el empleo que trabajar esa jornada tan larga. La compañía no cambió su orden y los hombres se declararon en huelga. Otra razón por la que estaban en huelga, decían, era por la forma en que se manejaba el servicio de hospital.
Instalación de uno de los 5 convertidores tipo Great Falls de 12 pulg de diámetro con capacidad de proceso de 30 ton/dia, instalado por trabajadores americanos, 1903 (Foto:CMC).

El Gerente General, George Mitchell informó que iría a Los Ángeles donde haría un esfuerzo para conseguir obreros especializados que tomaran el lugar de los que abandonaron sus trabajos, pero hasta que los nuevos obreros llegaran el trabajo sería realizado por los hombres que estaban empleados en la fundición.
Ese mismo 24 de abril, algunos de los huelguistas estuvieron enviando telegramas a todos los lugares posibles en el oeste de Estados Unidos, advirtiendo a los potenciales obreros especializados que se abstuvieran de ir a Cananea, ante la posibilidad de que pudieran ser contratados por Mitchell en su viaje a Los Angeles.
Para el día 25 de abril muchos de los huelguistas habían abandonado Cananea y se encontraban en Bisbee, pero el día 26, Johnny Cullen, uno de los maquinista que había abandonado la ciudad el día 24, a petición de Otto Rosenthal, regresó con el propósito de realizar una entrevista final con los funcionarios de la empresa respecto al regreso de los obreros a su trabajo. Cullen llevaba el acuerdo de negociar con la compañía de que los hombres volvieran a trabajar con el salario de $4.50 con la jornada de nueve horas, sin embargo, no se llegó a un acuerdo permaneciendo los obreros en huelga y seguían en su mayoría concentrados en Bisbee.
Por otra parte, el viaje de Mitchell a Los Angeles había rendido frutos y el 28 de abril arribó a Benson el tren de pasajeros conocido como el No. 10 de la Southern Pacific, con 32 obreros especializados, contratados en California, que debían tomar el lugar de los huelguistas. Cuando estos obreros descendieron del tren, fueron recibidos por una delegación conformada por un grupo de maquinistas y caldereros encabezados Harry Cody quien actuó como portavoz del comité. A estos 32 hombres les trasmitieron sus quejas y las condiciones de trabajo que prevalecían en la 4C, de tal manera que después de la conferencia 16 permanecieron en Benson y tomaron el siguiente tren de regreso a California. Los 16 restantes tomaron el tren a Bisbee y de allí a Naco, sin embargo, 10 regresarían de nuevo a Bisbee y solo seis decidieron seguir hasta Cananea.
Se sabía que otro tren con una cantidad similar de obreros llegaría al día siguiente y una comisión de huelguistas se trasladó hasta Tucson para platicar con el grupo en tránsito y evitar que llegaran a Cananea, logrando que algunos desistieran, pero no pudieron evitar que otros llegaran atraídos por los salarios y la necesidad de trabajar.
Mientras tanto en Cananea los trabajos en las demás áreas seguían adelante, incluso la fundición seguía trabajando, aunque a un ritmo bajo, ya que 4 de los 6 hornos de la fundición habían parado. Para estas fechas en Cananea la construcción de edificios y casas estaba en auge, por lo que la problemática se centraba en áreas muy específicas y todas eran ampliaciones o adecuaciones de lo que ya existía, por lo que el impacto era a futuro.
 
Se observan 6 de los 8 hornos de la fundición tipo cubilete, principios del Siglo XX (Foto: D. P.).
La empresa había tratado de conseguir que más hombres tomaran el lugar de los huelguistas, pero no tenía éxito, aunque estaban ofreciendo cincuenta centavos por hora, misma cantidad ofrecida a los huelguistas. Para el 7 de mayo se decía que ya era cerca de 200 maquinistas, caldereros y herreros habían abandonado su empleo en la empresa.
Otro día, el 8 de mayo, George Mitchell en entrevista con el Bisbee Daily Review al respecto de la huelga comentaba:
"No fue una huelga, despedí a toda la pandilla por emborracharse y no volví a contratar a ninguno de ellos, si tuviéramos que pagar a los mexicanos 10 dólares al día para tomar su lugar, lo haríamos."
Por supuesto, esto solo mostraba el enojo y la indignación que tenían Mitchell y Greene al ser desafiados por un grupo de obreros quienes hasta el momento habían tenido éxito en frenar, aunque no del todo, el avance de la modernización y adecuación de las instalaciones mineras en Cananea. Pero siguió comentando:
"Si los hombres hubieran dicho en primer lugar que tenían un agravio y hubieran venido a hablar con nosotros, habríamos estado dispuestos a escucharlos, pero en vez de eso, inventaron una queja después de ser despedidos.”
"Tenemos ahora cincuenta hombres trabajando que fueron traídos de Denver y puedo obtener 200 más si quisiera. Todos los empleados ahora pertenecen al sindicato y todos los lugares están ocupados. En poco tiempo vamos a incrementar la fuerza de trabajo, para pasar, tan pronto como sea posible, con los detalles.”
"Todos los hombres que renunciaron están dispuestos a regresar por $4.50 al día por 10 horas en alguna parte de la planta y nueve horas en el techo de la fundición. En este momento ninguno de ellos está en Cananea y queremos que se mantengan alejados de ahí.”
"No tengo problemas con los sindicatos, pero no queremos sindicatos del tipo que se mezclaron en este problema. Si los hombres hubieran actuado igual que el pasado noviembre cuando tuvieron una queja, todo estaría bien.”
"Los hombres que envié desde Los Ángeles fueron informados con mentiras en Benson, se les informó que si llegaban a Cananea se enfermarían o serían metidos a la cárcel. Los hombres que murieron en Cananea, son los que no se cuidan así mismos, igual que los de Bisbee.”
"La reunión informal de directores que se celebró recientemente en Cananea, tenía por objeto revisar la planta y ver lo que se había hecho. Los directores están todos perfectamente satisfechos y se sorprendieron por la gran cantidad de desarrollo."
Mitchell argumentaba que después de haber sido despedidos inicia el problema, sin embargo, estaba documentada la problemática desde hacía meses y solo era cuestión de tiempo para que el descontento de los obreros aflorara totalmente, las condiciones de trabajo en algunas áreas eran poco saludables y riesgosas, ya habían fallecido obreros y todavía querían aumentar la jornada sin incrementar el salario.
Ese mismo día, contrario a lo que declaraba Mitchell, Scott White el tesorero de la 4C declaraba al periódico Arizona Republican que la empresa seguía trabajando, pero que hacía falta personal en todos los departamentos afectados por los huelguistas y que seguían en pláticas para tratar de resolver el problema lo antes posible.
Días después, Greene quien había estado varios días fuera de Cananea, después de viajar a San Francisco y Nueva York, el día 14 de mayo había llegado a Prescott, Az, donde fue entrevistado declarando lo mismo que había expresado Mitchell, fingiendo ignorancia de lo que ocurría en sus propiedades.
La huelga seguía enmarcada en declaraciones de ambos bando y para finales de ese mes de mayo, probablemente queriendo causar confusión entre los huelguistas, aparecen despachos y declaraciones firmados por W. W. Barbarick, quien se autonombraba presidente de la Unión de caldereros (Brotherhood of Boilermakers) de Kansas City, declaraciones que decían que en Cananea no había ningún problema, sin embargo, pronto surgieron voces calificándolo de impostor y asegurando que el presidente era John McNeill. Probablemente era gente pagada por la empresa para que la problemática que se vivía en la empresa no se extendiera y poder atraer trabajadores para satisfacer sus necesidades de mano de obra calificada a menor costo.
Junio sorprendería a la 4C todavía con la huelga y la guerra de declaraciones. El 4 de junio se publica el testimonio de William J. Gilthorpe, secretario y tesorero de la Unión de Caldereros y de Constructores Navales de Hierro de América, desmintiendo las declaraciones de Barbarick, en el sentido de que era el presidente de la Unión de los Caldereros y de que no había problemas laborales en Cananea.
En carta escrita en Kansas City el 31 de mayo, Gilthorpe declara que W. W. Barbarick es un impostor y que es desconocido para la gran logia. Afirma además, que existen problemas laborales en Cananea, Needles y San Bernardino; y que el motivo de las huelgas es por mejores salarios para hacer frente al aumento del costo de vida y para pagar las tarifas exorbitantes requeridas por los honorarios del hospital y otras necesidades reales.
Aunque en Cananea se seguía declarando por parte de la empresa que no había problemas, hacia mediados de junio la compañía tuvo que mandar hasta Tucson maquinas del ferrocarril para su reparación, ya que no había suficientes maquinistas y mecánicos para ocuparse de todas las necesidades de la 4C en este departamento.
Después de poco más de dos meses de huelga, a finales de junio G. R. Tracy, superintendente de construcción de la 4C, recién contratado por la empresa, fue a Tucson y celebró una reunión con el comité del sindicato de mecánicos. Esta reunión finalizó con un acuerdo firmado por Tracy por parte de la 4C y Harry Cody por parte del comité de mecánicos, acuerdo que decía lo siguiente:
“Tucson, Ariz. 27 de junio de 1902.”
“Sr. Harry Cody, Presidente del Comité de Mecánicos:”
“Estimado señor: Respondiendo a su solicitud del 26 de junio en cuanto a las condiciones bajo las cuales usted desea que los Mecánicos vuelvan al trabajo, digo en nombre de la Cananea Consolidated Copper Company: Por el presente consiento en reintegrar a los mecánicos involucrados en el último desacuerdo, a los cargos que anteriormente ocupaban previo a dicho acuerdo - salarios y horas permanecerán igual que antes del desacuerdo- y que nuestro trato a dichos hombres será el mismo que si no hubiera habido desacuerdo, siempre y cuando los hombres soliciten dichos puestos con dos semanas de anticipación a partir de la fecha de este documento.”
“T. H. Tracy, Superintendente de Construcción.”
“En nombre de los mecánicos mencionados por el presente acuerdo arriba convenido, declaro que el desacuerdo que existió en Cananea se resuelve amistosamente.”
“Harry Cody, Presidente del Comité de Mecánicos.”
Después de la firma del acuerdo, los huelguistas fueron notificados y se presentaron en Cananea. Henry Matamore reanudó su antiguo cargo como capataz general. Conforme los anteriores empleados llegaron Cananea fueron puestos a trabajar desplazando a los hombres que habían ocupado sus lugares durante la huelga. Todo iba bien hasta que Matamore decidió reemplazar a un hombre llamado W. H. Bailey, quien era el capataz interior del taller de calderas y había llegado de Albuquerque durante la huelga. Bailey objetó y no permitía su desplazamiento del puesto. El señor Matamore dijo entonces si no podía poner a los antiguos empleados a trabajar bajo el acuerdo que habían firmado, dejarían la empresa.
Matamore fue a ver a George Mitchell quien declaró que no sabía nada de ningún acuerdo y que no podía interferir con las acciones del maestro mecánico. Al no encontrar respuesta, Matamore acudió con Greene, pero tampoco hizo nada para apoyarlo en su determinación de reemplazar a Bailey. Debido a esto, los mecánicos se declararon en huelga de nuevo, argumentando que la empresa no cumplió con el acuerdo suscrito hacía una semana. Los mecánicos habían trabajado una semana con la esperanza de que la empresa aceptara los términos del acuerdo y después abandonaron en silencio la empresa.
Ante esta situación los mecánicos optaron por parar definitivamente sus labores y el sábado 12 de julio empezaron a abandonar la ciudad, incluyendo una gran cantidad de carpinteros que había sido traídos de Denver, quienes dijeron que tenían problemas con la empresa y no estaban satisfechos con la condiciones de hacinamiento y la falta de alojamiento en el campamento, concluyendo definitivamente la huelga de poco más de dos meses y medio, sin obtener los trabajadores el aumento de salario solicitado, ni la compañía pudo instaurar las jornada de 10 horas con salario de $4.50 dólares, perdiendo una gran cantidad de mano de obra calificada, ya que solo unos 15 de los huelguistas siguieron laborando en la empresa. Para terminar la fundición fue necesario traer mecánicos de Colorado con lo que se produjo un retraso de 60 días.
Huelga del 1 de enero de 1903
Los días de plácemes por la construcción y operación del tren de vía angosta, durarían muy poco, ya que el 26 de diciembre de 1902, a través de A. W. Burchard, Gerente de la 4C, había informado a los trabajadores, quienes eran miembros de la Hermandad de Maquinistas, que a partir del 1 de enero de 1903, sus salarios serían reducidos en cincuenta centavos de dólar por día en el caso de maquinistas, bomberos, cargadores  y guardagujas; y veinticinco centavos a los conductores, Esta situación no les gusto a los operarios y ese día se lanzaron a huelga. Unos 100 hombres dejaron de trabajar y algunos de ellos abandonaron Cananea, denunciando que no regresarían a trabajar hasta que les pagaran el salario que recibían en 1902, ya que argumentaban que el trabajo en el tren era particularmente difícil. Uno de los resultados inmediatos de esto fue que la fundición fue cerrada debido a la falta de carbón.
Aunque el tren no dejó de trabajar, ya que estaba siendo operado con personal de Greene, pero no pudo conseguir suficientes hombres para operarlo al cien por ciento y solo estaban operando dos de los seis trenes con los que contaba este sistema ferroviario en esa fecha, uno de ellos era operado por Carl Kinney, el jefe de mecánicos.
Como muchas de las áreas estratégicas de la empresa, este ferrocarril también estaba operado totalmente por empleados americanos, por lo tanto, ganaban en dólares y la escala de salarios, antes de la huelga, era la siguiente:
Tipo de empleado
Salario (dlls)
Jornada
Maquinista (Enginers)
$5.00
10 horas
Conductores (Conductors)
$4.00
10 horas
Bombero (Firemen)
$3.50
10 horas
Cargadores (Brakesmen)
$3.50
10 horas
Guardagujas (Switchmen)
$3.00
12 horas

Maquinistas de la 4C a principios del Siglo XX (Foto: D. P.).

La huelga se prolongó solo hasta el 12 de enero, día en que operarios y empresa, llegaron a un acuerdo en que se les seguiría pagando el salario anterior, pero solo hasta el 1 de febrero; sin embargo, se esperaba que si la empresa reducía sus salarios en esa fecha, los operarios del ferrocarril renunciarían en masa. Por su parte la empresa explicaba que la reducción de salarios se debía a que cuando se les contrató durante la construcción de la vía, se les ofreció un salario alto para evitar que se fueran a otras empresas, ya que había una gran oferta laboral, pero que la oferta había bajado notablemente y era imposible seguir manteniendo esa escala de salarios.
Como se esperaba, al mantener la 4C la reducción de salarios a partir del 1 de febrero, de nuevo los operarios abandonan sus labores y la fundición tiene que cerrar todos sus hornos y suspender toda actividad.
James King, uno de los hombres que trabajaban en el ferrocarril, al ser entrevistado en Bisbee comenta que los operarios de los trenes no van a volver al trabajo a menos que se les pague los salarios anteriores. Dice que el trabajo realizado durante el mes pasado ha sido en el entendimiento de que los salarios no se reducirían y seguía comentando:
"No podemos trabajar en Cananea por ningún salario menor que el que la  compañía nos han estado pagando y no van a ser capaces de conseguir ningún hombre para tomar nuestros lugares que haya tenido alguna experiencia en ferrocarriles. La empresa puede ser capaz de cubrir los puestos vacantes con hombres de Greene, pero nunca conseguirán los hombres competentes para hacer el trabajo con el precio que desea pagar. Hemos tratado de resolver el asunto por medio de arbitraje, pero la empresa se niega a pagar más de los salarios ofrecidos con la reducción y nosotros nos negamos a trabajar con ese salario."
La huelga provocó grandes daños a los intereses de la empresa. El cierre parcial de los hornos de la fundición y de los trenes, ocasionó pérdidas por más de 15 mil dólares por día que duró la huelga de los operarios del ferrocarril de vía angosta. Los huelguistas afirmaban que la empresa tendría grandes dificultades para hacer que los hombres con experiencia volvieran a ocupar sus lugares. Sin embargo, desde hace algún tiempo la compañía había estado aplicando una política destinada a sustituir mano de obra americana con mexicana, para lograr reducir los gastos de la empresa, y aunque al principio tuvieron una gran cantidad de problemas con esta mano de obra barata por la falta de experiencia, finalmente resolverían los problemas, ya que además, al resolverse la huelga el 10 de febrero de 1903 con una reducción de 25 centavos de dólar por día, algunos de los principales operarios de los ferrocarriles regresaron a trabajar de nuevo.
Pero lo problemas no terminaban, el 17 de febrero de nuevo se van a la huelga por otra rebaja en el sueldo de bomberos y cargadores, a quienes le habían reducido el salario a $2.50 dólares por día, recibiendo un duro golpe en sus percepciones salariales; sin embargo, la empresa resolvió el problema sustituyéndolos por mexicanos y gente de confianza de Greene, por lo que a corto plazo los trenes y la fundición operaban sin mayores problemas.
Comentarios finales
Durante agosto de 1904 se presenta un nuevo conato de huelga en la 4C, otra vez impulsado por obreros estadounidenses por el despido de 200 trabajadores al terminar el octavo horno de la fundición, aunque esta vez no parece haber tenido mayores consecuencias. No es extraño que estos primeros movimientos de protesta, aunque reducidos, fueran protagonizados por obreros estadounidenses, ya que estos querían ser pagados y tratados como en Estados Unidos. La inmensa mayoría de estos trabajadores era una mezcla de obreros pertenecientes a uniones o sindicatos proletarios de los Estados Unidos como la Western Federation of Miners (WFM) y la Industrial Workers of the World (IWW), todos ellos de ideas socialistas y sindicalistas que actuaban rápidamente cuando las condiciones de trabajo no les eran favorables, y serían primero ellos, después el Magonismo, quienes darían al incipiente proletariado cananense las bases para la construcción de una conciencia de clase, una organización y una forma de luchar por sus derechos laborales y humanos que veríamos en acción el 1 de junio de 1906, donde estarían involucrados casi exclusivamente obreros mexicanos que pertenecían a los últimos peldaños de la escala salarial que manejaba la empresa, empleados que al igual que los obreros americanos involucrados en las huelgas aquí mencionadas, pedían mayor respeto a sus derechos humanos y laborales, además de mejoras salariales, pero a diferencia de los obreros americanos, en este caso los obreros mexicanos fueron reprimidos a golpes, balas y con cárcel.
BIBLIOGRAFIA
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HEMEROGRAFIA
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