martes, 11 de octubre de 2022

JUAN G. CABRAL: Un revolucionario olvidado en Cananea. Parte IV.

JUAN G. CABRAL: Un revolucionario olvidado en Cananea. Parte IV.

Gustavo A. Moreno Martínez moremar@prodigy.net.mx

INTRODUCCIÓN

Con motivo de la invasión del territorio mexicano por el ejército americano por el tema del ataque a Columbus por el general Villa, Cabral y otros convencionistas auto-exiliados en Estados Unidos, se presentan en Ciudad Juárez, Chihuahua y solicitan unirse a los constitucionalistas para defender al país y expulsar a los gringos de nuestro territorio. Carranza no acepta la propuesta y, por el contrario, los manda encarcelar y los expulsa de México y les prohíbe volver a entrar, bajo la amenaza de ser ejecutados. Después de ser aprehendido y expulsado del país en julio de 1916, Cabral regresa a Tucson, pero para finales de ese mes se encontraba en la Baja California donde, se decía, gozaba de la protección del Gobernador Esteban Cantú Jiménez. Que fue a hacer y cuanto duró Cabral en la Baja California fue un misterio, pero para junio de 1917 se encontraba de nuevo en Tucson donde seguía dedicándose a sus actividades mineras.

LA REBELION CONTRA CARRANZA EN SONORA

Cabral seguía dedicándose a las actividades mineras en Arizona radicando en Tucson y para principios de septiembre de 1917, se publicaba que viajaría al mineral de Jerome donde pensaba radicar.[1] Todo parece indicar que no duró mucho en ese mineral, ya que para finales de enero de 1918 se encontraba, como padrino, bautizando a un niño en Tucson, festejo al que asistieron varios de los exmilitares exiliados en Arizona.[2]

Todo parecía indicar que Cabral y algunos de los exiliados en Arizona estaban planeando algo y Cabral utilizaba la minería como un escudo, ya que para el día 13 de febrero, viaja al sur de Tucson a visitar unas propiedades mineras cerca de Twin Buttes, un sitio muy cercano a la frontera con Sonora.[3] Se cree que desde principios de 1918 habían estado pasando armas de contrabando a Sonora, ya que a finales de junio fueron aprehendidos varios hombres con un contrabando de armas por agentes del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Estaban tratando de cruzar las armas justo al occidente de Nogales cuando fueron sorprendidos. Derivado de esto, después fueron aprehendidas otras personas en Nogales, Az.[4] De las ocho personas detenidas, seis fueron culpados de conspiración para violar las leyes de neutralidad de Estados mediante el fomento de una revolución en México fueron enjuiciadas en la corte de distrito de los Estados Unidos. Testigos nombraron a Juan Cabral como líder del presunto complot. M. A. Collins, un ex-comerciante de Nogales, Az, fue incluido entre los retenidos. Los otros eran mexicanos.[5] Además, se decía, que al menos 20 personas estaban involucradas en el tráfico de armas hacia Sonora.

Durante el juicio a las personas detenidas, una de las revelaciones más importantes que se hicieron, fue el hecho de que, además de Cabral, surge el nombre de Felipe Ángeles, también como líder de un movimiento en contra del carrancismo. Al principio se pensaba que quienes fomentaban el movimiento revolucionario en Sonora eran elementos "reaccionarios" o partidarios del felicismo, y después se pensó que estaba siendo fomentado por alemanes con el propósito de crear dificultades en la frontera. Después, quedaría en claro que este movimiento formaba parte de un amplio plan que se estaba fraguando desde hacía tres o cuatro meses, por ex-convencionistas que estaban, tanto en contra de Carranza, como de Villa. [6]

Días después se sabe que los generales Juan G. Cabral y Julián C. Medina habían cruzado la frontera y se habían internado en Sonora para iniciar un movimiento en contra de Carranza con el objetivo de restablecer la Constitución de 1857.[7] Julían C. Medina era un villista que había sido gobernador de Jalisco, su estado natal, impuesto por Villa en dos periodos muy cortos entre finales de 1914 y principios de 1915.

Cabral y Medina habían cruzado la frontera desde hacía un mes, durante los arrestos por el contrabando de armas en Sásabe, al poniente de Nogales. Se supo después que habían sido ellos junto con otros pocos, quienes habían logrado escapar cuando los sorprendieron las autoridades cruzando armas a Sonora. Después al surgir el nombre de Cabral en el complot, las autoridades estadounidenses habían ordenado su aprehensión, pero ya no fue localizado, ya no se encontraba en territorio americano.

Unos quince días después, se supo que el campamento y cuartel general de Cabral y Medina se encontraba en la Sierra Azul, al suroeste de Cananea, sitio desde donde publican un manifiesto fechado el 14 de julio de 1918, mismo que se transcribe literalmente y decía:

“A LOS CIUDADANOS QUE FORMAN EL EJERCITO CONSTITUCIONALISTA”

“No me dirijo a aquellos que ocupan altos puestos, que ostentan lujosos automóviles y que disfrutan de riquezas obtenidas a la sombra de la Revolución. Están satisfechos y contentos, y para ellos la revolución ha triunfado al crearles nuevas comodidades y nueva vida. Los humildes de ayer son los soberbios de hoy, y natural es esperar que deseen conservarse para seguir explotando y enriqueciéndose.

Hablo, pues, con la clase media, el pueblo, la tropa, los oficiales y jefes que aún conserven su dignidad y sus principios.

Seré claro, corto y preciso en manifestarles el engaño de que han sido objeto.

A la tropa se le engañó, porque se le dijo que iba a la lucha en defensa de la Constitución del 57, y se hizo una nueva dictada por Carranza.

La tropa sirve de sostén a generales y jefes que están ricos, habiendo sido pobres; que tienen concesiones especiales de garbanzo y ganado; que tienen ranchos y hacienda, y que disfrutan de riquezas, mientras la tropa no alcanza ni a percibir sus haberes con regularidad, a pesar de que hay entradas suficientes, pero que se reparten sus Jefes.

La hacen pelear con los yaquis en lugar de ver como arreglan con ellos, con toda justicia. Calles quiere matarlos a todos. La tropa, por orden de sus Jefes, fusila gente del pueblo, es decir, de su misma gente, por razón de que se pronunció por el descontento que reina, motivado por la falta de trabajo que trae como consecuencia, el hambre y la miseria, mientras ellos, sus jefes, todo tienen. Y la tropa, en vista de estas razones, no debe seguirse permitiendo ser sostén de jefes que explotan su buena fe y la hacen pelear con gente que está descontenta porque  no tienen trabajo que dé la vida, ni garantías para pensar y decir lo que les dé gana. Ni sean apoyo de esa clase de jefes, ni fusilen gente por antojo, v no se permitan ser el espanto de los pueblos, en lugar de ser su sostén. Deserten y únanse a nuestro movimiento, que es tiempo que vean claro y no se se dejen engañar.

Se tratará a todos por igual, y se darán amplias garantías; seremos el sostén y no el espanto de los pueblos; habrá completa libertad para todo mundo y se abrirán las puertas al trabajo.

Al pueblo entero se invita a que se una a este movimiento, a fin de poner a la mayor brevedad posible término al despótico Gobierno de Calles y Carranza, que han traicionado a la revolución. Mientras más se levanten, más pronto se terminará y tendrán que rendirse a la fuerza de la opinión pública.

Campamento de la Sierra Azul, Sonora, México,

Julio, catorce de mil novecientos dieciocho.

JUAN G. CABRAL.”[8]

Este manifiesto era pegado en las paredes de todos los pueblos y ciudades, además se envió a la prensa para que tuviera un mayor alcance, aunque solo fue publicado en los periódicos de Arizona.

 

Localización de la Sierra Azul donde los generales Cabral y Medina tenían su campamento y cuartel general del movimiento contra Carranza (Imagen: Google Earth).

Por esa mismas fechas, firmada en el campamento de Sierra Azul, demostrando su calidad humana y la firmeza de sus convicciones, Cabral envía una carta abierta al general Arnulfo R. Gómez, jefe de la guarnición militar de Nogales, conminándolo a respetar la vida de los prisioneros, misiva que literalmente decía lo siguiente:

“UNA CARTA ABIERTA”

“Campamento en la Sierra Azul, Sonora, Julio de 1918.

Sr. Gral. Arnulfo R. Gómez.

Nogales, Sonora.

Estimado Señor General:

Al dirigirme a Ud., no lo hago con el propósito de invitarlo a que se una a nuestro movimiento, porque demasiado sé que no lo hará Ud., a pesar de la alta justicia que nos asiste. Se sorprenderá usted de esta afirmación, porque hasta esta fecha su criterio se ha inspirado en una política exclusivista y personalista. Es decir, ha defraudado todas las aspiraciones de la Revolución, limitando la libertad a un solo grupo, sin tomar en cuenta el resto de la Nación.

No es posible el ejercicio dé la Democracia donde una facción se impone por la fuerza y no respeta ni el derecho de vivir que tienen los demás, pues públicas y notorias son las ejecuciones que hacen frecuentemente, de personas que no cometen más crímenes que pensar diferente; y ya qué no es posible ejercer libremente el derecho de ciudadano, se protesta con las armas en la mano.

Bien se comprende que a raíz de su triunfo hayan querido dominar en los puestos públicos Pero también esperaba que después de terminada la contienda con el transcurso de tanto tiempo, dejarían a los demás ejercer sus derechos y abrirían las puertas a los desterrados, que tienen tanto derecho como ustedes a disfrutar del suelo que los vió nacer. Pero no han experimentado ustedes la nobleza natural del vencedor con el vencido.

Largo sería enumerar los errores que han cometido Ustedes, y ya la opinión pública se ha percatado del ellos, y se apresura a rechazarlos con las armas, ya que no es posible por otros medios.

En vano Se ha esperado por largo tiempo a que se experimente un cambio favorable en los procedimientos exclusivistas de ustedes, y al perder la esperanza, nos lanzamos de lleno a la lucha armada, llevando como escudo la justicia de nuestra causa, que es la causa de la verdadera Revolución, basada en los más altos principios de Igualdad, Justicia y Ley para todos y por todos.

Tengo el derecho a que se me oiga, ya que mis principios de antiguo revolucionario están muy por encima de todo prejuicio; y para afirmarlo, apelo a la opinión de todos mis conciudadanos. Pero la transigencia de Udes., no lo permitido; y ya que el Destino, con su dedo inexorable, nos ha colocado a Udes., y a nosotros frente a frente, por una triste ironía, propongo a Udes., de la manera más solemne, respetar la vida de los prisioneros.

Notoria es la tendencia de Ud., a los fusilamientos, y lo invito a que inspirado, siquiera una vez, en los más altos principios de humanitarismo, se abstenga de hacerlos. Ningún beneficio se acarrea una causa con segar vidas de ciudadanos que mañana quizá pudieran ofrendar su vida en defensa de la Soberanía Nacional.

Si Ud., no está dispuesto a aceptar este compromiso, desoyendo la voz de la razón, nosotros corresponderemos a sus procedimientos con el más amplio perdón para todos y la Historia, más tarde, con su fallo inexorable, sabrá juzgarnos.

De Ud., affmo.

JUAN G. CABRAL”[9]

Para fines de julio, informes confirmaban que Cabral realizó una serie de conferencias con los jefes yaquis levantados en armas y como resultado de esas reuniones asumió el mando general de los alzados, proveyendo a éstos de las municiones que logró pasar consigo hacía un mes y de las que en diferentes ocasiones habían sido pasadas a territorio mexicano y guardadas en un lugar inmediato a la frontera. Los reportes indicaban que en Guaymas había alarma entre los habitantes, porque se sabía que los yaquis habían comenzado a moverse hacia Empalme, y uno de los objetivos de Cabral era poner sitio al puerto de Guaymas y atacarlo. [10] Para entonces poco se hablaba de cuantos combatientes tenía Cabral para apoyar su movimiento anticarrancista. La prensa, sobretodo la extranjera, manejaba cifras que variaban desde 200 hasta 1,000 hombres. La realidad nadie sabía, pues con frecuencia se publicaban cifras diferentes y Cabral no hablaba al respecto.

Muchos eran los que creían en la honestidad y en la fortaleza de los ideales de Cabral, incluso había constitucionalistas que pensaban que sus intenciones eran sinceras. Como ejemplo de esto, se transcribe una de tantas columnas que se publicó el 31 de julio de 1918 en el periódico El Tucsonense.

“El General Sonorense, conocido más que todo por su reconocido valor moral, don Juan G. Cabral, se ha lanzada una vez a nueva aventura en busca de la reivindicación de la Libertad del pueblo obrero; acompaña al General Cabral, el prestigiado jalisciense Sr. Gral Julián C. Medina, éx-gobernador de Jalisco y al frente una gruesa partida de simpatizadores de la nueva causa, han entrado a Sonora, en donde cuentan con una simpatía inmensa.

Más de un año vimos, día a día, al General Cabral meditar sobre la triste situación de México, lo vimos abatido, compartimos con él las tristezas del exilo, fuimos, sin modestia, en muchos casos, lenitivo a sus pesares, y cuando levantando la cabeza se resolvió a jugar el todo por el todo, no pudimos menos que aplaudir la resuelta actitud del valiente soldado del pueblo, del que sólo busca el bienestar general, sin importarle nada de lo relativo a su persona. El Gral. Cabral sabrá encausar la marcha de los acontecimientos, por un camino de principios razonados, evitando los excesos y los desmanes tan comunes en movimientos armados.

Allá, a las campiñas de Sonora, allá, a esos lares en donde recibimos el primer beso de la aurora, allá, en donde hemos dejado los huesos de nuestros padres y girones de nuestra vida en los zarzales del camino, allá, en donde las montañas, las cañadas, las ciudades y las chozas han sido testigos de nuestros afanes y nuestros desvelos como revolucionarios, van, en estas líneas, nuestro saludo a los bravos que han sabido ir en busca de la muerte o de la felicidad del pueblo.”[11]

Para finales de julio se publicaba, también, que un barco cargado municiones, ametralladoras y artillería de montaña había sido descargado en las costas de Sonora. Se decía que ese cargamento era para el movimiento de Felix Díaz, pero que había sido revendido por éstos a los agentes de Cabral y Medina.[12]

Aunque ya había otras evidencias de la presencia de Cabral y Medina en Sonora, como la publicación de un manifiesto en contra de Carranza, el día 2 de agosto una partida de 50 hombres quema un puente del ferrocarril, unos 30 kilómetros al sur de Nogales, con la intención de no permitir la salida de tropas de esa frontera y aislarla.[13] A pesar de esto, tanto Cesar G. Soriano, exgobernador interino, como el general Arnulfo R. Gómez, jefe de la plaza militar de Nogales, se obstinaban en negar que Cabral se encontraba activando un movimiento en contra de Carranza en Sonora.[14]

Aunque la negación de la presencia de Cabral persistía, a principios de agosto los federales atacaron a una partida de 50 cabralistas al suroeste de Cananea y al oriente de la Sierra Azul, en el rancho Tepetates, muy cerca del actual ejido 16 de Septiembre, donde la partida anticarrancista que estaba al mando de Francisco Casanova llevó la peor parte con al menos 10 muertos.[15]

Después que las ciudades de Hermosillo, Guaymas y Nogales quedaron aisladas por la destrucción de puentes del ferrocarril, y que algunas de las guarniciones carrancistas se unieron a la los rebeldes de Cabral, Calles empezó a militarizar a los empleados de gobierno para evitar que se unieran a los rebeldes. Los presidentes eran declarados coroneles y los jefes de oficinas públicas mayores. En Guaymas, los generales Calles y Gómez, a los civiles que se negaban a ser militarizados los apodaban los “Polkos”.[16] Esto sucedía porque el manifiesto a los constitucionalistas y la carta de Cabral al general Arnulfo R. Gómez, se habían estado pegando en las paredes de las ciudades en forma de proclamas y más tardaban las autoridades carrancistas en quitarlas, que en volver a ser colocadas.[17]

Aunque hasta entonces los enfrentamientos entre ambos bandos solo se podían considerar escaramuzas, pues eran encuentros de pocas fuerzas y de poco tiempo. Un ejemplo de ello es encuentro que se llevó a cabo en un sitio denominado “Nogalitos” y que fue relatado por el Corresponsal de Guerra del campamento de Sierra Azul y decía:

“CAMPAMENTO REBELDE DE SONORA, AGOSTO DE 1918”

“Un triunfo más acaban de obtener las fuerzas de los Generales Cabral y Medina en el punto denominado “Nogalitos”: los carrancistas que se encuentran en Naco y “La Morita” supieron que el gruesa de los rebeldes estaban en “Nogalitos”, razón por la que de las guarniciones de Agua Prieta, y los dos últimos puntos que cito, se logró reunir una fuerza de 50 gendarmes de los que comanda Carlos Plank.

La fuerza de gendarmes anteriormente citada salió a batir a los rebeldes pero con tan con tan mala suerte, que cuando ellos quisieron hacer la ofensiva, los revolucionarios los envolvieron simultáneamente por los cuatro puntos, ocasionándoles una derrota  espantosa y dejando en poder de fuerzas del Gral. Cabral, toda su caballada y algún equipo.

Como el número de partidarios que diariamente llegan al Campamento es numerosa, el Cuartel General se ha visto en la necesidad de retirar del servicio de avanzada a uno de los jefes para ocuparlo, en unión de algunos oficiales, en la organización del Detalle que ya tienen, como debe suponerse, muchos asuntos que arreglar. Se han expedido nombramientos provisionales, que pasaran a la consideración de las autoridades respectivas en su oportunidad, a varios de los partidnos y se han reconocido los despachos legales de los jefes y oficiales que se han presentado a campaña.

Acaba de recibir aviso el Cuartel General de que de mañana a pasado llega al Campamento una Comisión de indios que viene en representación de la tribu yaqui con objeto de conferenciar con los Grals. Cabral y Medina sobre la campaña en el sur del Estado en donde la actividad carrancista ha dejado de existir por tener que atender al norte.

Se preparan grandes acontecimientos par los días 8 y 16 del próximo mes de septiembre, aunque no se ha dado a conocer lo que en tal fecha se haga.

Ya comunicaré, con toda oportunidad, los principales acontecimientos de la campaña, terminando por manifestar que hecho mucho de menos la vida placentera y patriarcal de Tucson, en vista de que en sierra llevo la vida ruda pero libre del rebelde. —El Corresponsal de Guerra.”[18]

Quizás por miedo para evitar que el pueblo en general y las tropas carrancista se siguieran uniendo a Cabral por el enorme arraigo que éste tenía en Sonora, todas las autoridades estatales, federales y diplomáticos seguían negando pública y sistemáticamente que Cabral se encontraba en campaña en Sonora; sin embrago, las evidencias eran contundentes: había firmado cartas, proclamas, se había entrevistado con los jefes yaquis y las tropas constitucionalistas desertaban para unírsele. Ante esta reiterativa negación, el periódico El Tucsonense, periódico donde Cabral era muy apreciado, publicaría una sarcástica columna en contra de los carrancista que decía:

“Como una prueba de la supina ignorancia del carrancismo, queremos citar un detalle si no curioso, al menos interesante:

El elemento carrancista de toda la frontera de Arizona con Sonora, está haciendo lo posible por negar el hecho absolutamente cierto de que el prestigiado General don Juan G. Cabral, se encuentra en suelo sonorense al frente de una muy regular partida  de revolucionarios que día a día aumenta considerablemente.

Dicen los diplomáticos en cuestión, que el Gral. Cabral está escondido en Tucson y que ya se dieron orden de aprehensión en su contra.

O son muy brutos o son muy cobardes, por qué no de otro modo se puede juzgar a quien de tal modo dan declaraciones que en lugar de prestigiar a la “Causa del carrancismo”, la pone de nuevo en un muy espantable ridículo.

El Gral. Cabral está en la Sierra Azul, con su Cuartel General y como a los carrancistas de Sonora les han temblado las corvas para llegar a dicho punto, los carrancistas de Tucson se andan haciendo tontos buscando a dicho jefe en algunas de las casas de esta ciudad.

Pueden, los que gusten, venir a nuestros Talleres y registrar las teclas de nuestro linotipo, de nuestras máquinas de escribir, los cilindros de nuestras prensas, las bolsas de nuestros redactores, y todo lo que gusten para ver si en alguna parte está el referido General, que si es verdad que por su tamaño en cualesquiera caja de fósforos lo podíamos esconder, por su corazón, por su valor, por su honradez y sobre todo, por sus…………, es de tal tamaño que en donde quiera que esté se ha de hacer visible.

Cabral está, pésele a quien le pese, en Sonora, y dentro de muy poco tiempo entrará en efectiva ofensiva, pues es lógico y natural suponer que hasta ahora, por estrategia, se ha mantenido a la defensiva.

Sres. carrancistas: no pierdan su tiempo, y si alguno de sus espías, que ha de ser algún bandido de siete suelas les ha dicho que Cabral está en Tucson, comprendan que lo ha hecho por tomarles el pelo y por sacarles dinero.

¡Hasta cuando se harán hombres los carrancistas!”[19]

Como parte de la estrategia de Cabral para no afectar a la población y ganar adeptos distribuía manifiestos en los que conminaba a los habitantes de las principales ciudades, además de unirse a su movimiento, también le pedía que no viajaran en trenes que llevaran escoltas militares porque invariablemente estos serían atacados y quería evitar cualquier daño colateral a civiles. También invitaba a los campesinos a no abandonar sus labores agropecuarias, porque al no haber producción de alimentos muchos quedarían en la miseria, para esto Cabral les garantizaba que no serían molestados por ninguno de los jefes rebeldes, siempre y cuando no se involucraran con ninguno de los bandos.[20]

Todo esto hacía que aumentaran las simpatías por el movimiento, lo que permitía que la cantidad de adeptos aumentara día a día. Para el día 20 de agosto habían desertado cerca de 200 hombres de la guarnición de Nogales a cargo de Arnulfo R. Gómez; así mismo, la guarnición de Imuris constituida de 40 hombres también deserta para unirse a Cabral. La situación no paraba allí, pues de Cananea, Nacozari, Agua Prieta, Nogales, Hermosillo, Guaymas y de la zona yaqui, continuamente salían partidas de civiles que buscaban unirse a las fuerzas de Cabral y Medina.[21]

Para entonces Álvaro Obregón había renunciado como Ministro de Guerra y Marina del gobierno de Carranza y se encontraba viajando a Estados Unidos buscando mercancía para sus nuevos negocios en Sonora. Por otra parte, P. E. Calles, gobernador del Estado, temiendo que la capital fuera atacada, cambia la sede de su administración a Nogales y ya habían empezado a llegar a esa frontera los archivos más importantes.[22]

Por esos días se reporta que una partida de cabralistas había sido atacada en estación Llano saliendo victoriosos los federales, donde además de los muertos, los rebeldes perdieron armas, monturas, equipos y un archivo con documentos importantes. También se informa que en Cananea los federales capturaron a cuatro rebeldes, donde tres de ellos fueron inmediatamente ejecutados mientras que a Antonio García se le perdonó la vida a cambio de información sobre los planes y operaciones de Cabral.[23]

Después de mediados de agosto los sucesos se estaban acelerando, de repente en ambos Nogales hubo movimiento de tropas, en Arizona para resguardar la frontera y en Sonora porque supuestamente Cabral a través de Casanova había pedido la rendición de esa Frontera. Al mismo tiempo, el general Reyna, había destruido puentes sobre las vía del ferrocarril Agua Prieta-Nacozari, además de robar ganado que estaba listo para embarcarse hacía las guarniciones carrancista, con lo que además de dejarlos incomunicados, disminuida las posibilidades de alimentar adecuadamente a las tropas.[24]

Para el día 24 se publicaba que el general Medina se había enfrentado en Estación Llano con los federales derrotándolo, después dirige sus tropas a Magdalena donde tenían grandes simpatía. Después, a Nogales llega un correo en motocicleta proveniente del sur, solicitando ayuda a Gómez, misma que es negada argumentando que las tropas eran necesarias en esa frontera. Así mismo, se informaba que a Cananea habían estado llegando carros con heridos de un enfrentamiento entre los dos bandos cerca de la Sierra Azul, donde Cabral sale victorioso y los carrancistas en su huida abandonan a los heridos en el camino de donde eran recogidos por voluntarios que salían de Cananea. Con frecuencia había escaramuzas entre cabralistas y carrancistas en los alrededores de Cananea, pues al estar el cuartel general de Cabral al suroeste de esta ciudad, era paso obligado para moverse hacia la frontera y donde se tenía una guarnición de federales que patrullaban los alrededores.[25] También se había llevado a cabo otro enfrentamiento entre carrancistas y yaquis cabralistas donde los primeros salieron derrotados abandonando armas, municiones y caballos ensillados.[26] Por otra parte seguían las deserciones de las tropas carrancistas, ya que además se sumaban las guarniciones de La Colorada y Estación Ortiz que el 26 de agosto toman rumbo a la Sierra Azul para unirse a Cabral, dejando con esto, incomunicado el sur con el norte al no funcionar los telégrafos.[27] Al mismo tiempo que Calles tenía fuertes problemas con las tropas conformadas por yaquis, mayos y pimas, y quería enviarlas hacía el sur para evitar que se unieran a Cabral; el movimiento cabralista progresaba rápidamente, ya que dominaban amplios sectores del estado, sobre todo en el norte, aunque todavía sin ocupar ciudades importantes, aunque un ataque a Nogales permanecía latente desde hacía, al menos, una semana.

Apenas había iniciado septiembre y el ambiente era muy contradictorio, ya que Ignacio L. Pesqueira quien era el Presidente del Supremo Tribunal Militar y había estado en Sonora, de regreso a la capital del país informaba a Carranza que el estado estaba tranquilo, que era mentira que Cabral y Medina se encontraban levantados en armas. Por otro lado P. E. Calles había solicitado apoyo a Carranza para combatir el movimiento iniciado por los cabralistas. Esta contradicción exhibía las viejas rencillas que había entre estos jefes constitucionalistas y podía interpretarse como una obstrucción para que Calles no pudiera defenderse y obligarlo a renunciar, pues ya había abandonado la capital del estado y se encontraba en Nogales. [28] También, por esos días, los yaquis liderados por Matus se habían amotinado por no recibir sus pagos y ayudas que les correspondían como parte del ejército federal en Sonora y se hablaba de que al menos unos 300 de ellos se unirían a Cabral. Para terminar de enrarecer el ambiente del estado, J. M. Maytorena quien había abandonado Sonora en 1915, desde San Diego, Ca., declaraba a los periódicos que Cabral podía reunir al menos unos 2,000 yaquis en muy poco tiempo, a esto se agregaban las noticias de que Cabral había adquirido un millón de cartuchos.[29] Cierto o no, esto inquietaba mucho al gobierno del estado y a las guarniciones militares de las principales ciudades.

Debido a que el gobierno estatal había propagado la versión de que Cabral pretendía crear problemas en la frontera aliándose con espías alemanes, con el objetivo de que éstos afectaran al país del norte y que se internacionalizaran y a su vez, los Estados Unidos entraran en conflicto con México. Ante esto, Cabral se vio precisado a publicar una proclama que en resumen decía:

“Nuestra actitud es patriótica y tendente a evitar, hasta donde sea posible, fricciones con los Estados Unidos, a quienes por su situación y demás, debemos considerar como amigos, dentro del respeto y dignidad internacional.

Los carrancistas han propalado la especie de que la gente a mi mando trata de poner dificultades en la frontera, lo que me apresuro a desmentir de una manera enérgica, pues ni yo ni ninguno de mis amigos, subordinados o simpatizadores hará en estos momentos nada que ponga o sirva para poner dificultades internacionales.

Y en tal cosa, he dado órdenes de no atacar, por ahora, ninguna plaza de la frontera, procurando activar nuestros trabajos en el centro y sur del Estado, en la seguridad de que las plazas situadas sobre la línea han de caer por sí solas”.[30]

También a principios de septiembre, a manera de una colaboración especial, el periódico El Tucsonense publica una columna denominada: “Alla……en La Sierra Azul” que alguien firma con el nombre de Pences, fechada en Los Angeles, Cal. el 25 de agosto de 1918. Dicha columna enaltecía el actuar de Cabral durante toda su participación en la revolución y lo trataba como un hombre honrado, justo y modesto, capaz de salvar a la patria del carrancismo. La columna literalmente decía:

“El Gral Juan G. Cabral fue en Sonora y en todas partes de la adorada Patria mía, el único honrado, el único justo, el único modesto, durante los últimos tiempos revolucionarios; y él, el hombre honrado, modesto y justo ha vuelto a la lucha, en  busca del Ideal de 1910.

El Gr. Cabral fue la única estrella que lució, con verdadero y legítimo resplandor dentro de mi conciencia soñadora y de mi mente idealista, sin que menguara su mérito en todo el lapso revolucionario en que él tomó parte activa, hasta su digna separación de la contienda que ya era indigna de gente honrada y de orden; al palpar que ambos partidos: “Villistas y Carrancistas” eran como dos canes enfurecidos en lucha sanguinaria, destrozando rabiosos la presa que cada uno quería devorar.

En esa segunda etapa que empezó para derrocar a Victoriano Huerta, y la cual todos creímos con fe que hubiese sido honrosa, arrojaron la careta los solapados ambiciosos que a la sombra del bueno de Madero tuvieron cuidado de conservar.

Así fue que al desengañarse Cabral de que ambos partidos no eran más que dos consorcios de criminales ciegos de ambición, arrojó su espada a los piratas de la Patria, y con frente en alto y corazón lacerado por la maldad y la intriga, se retiró al extranjero en donde ha vivido pobre, pero con HONOR.

Aplaudí su retiro con todas las veras de mi alma, y hoy, aplaudo su vuelta a la lucha en tiempo tan oportuno.

Así fue que hoy el nombre de Cabral que dormía en mi mente como duermen las joyas en el fondo de bien guardado joyel, sonó en mi alma con las claras y alegres vibraciones de bronce con que la Campana Mayor del Templo llama, tocando Gloria

De Cabral puede decirse que en él se personificó el sublime pensamiento poético del inmortal Díaz Mirón: “Hay plumajes que cruzan el pantano, y no se manchan, mi plumaje es de esos”.

La chusma que como bichos y reptiles ponzoñosos y hambrientos, que al soplo del vendaval salen de las malezas que los criaron, y esparciéndose voraces en la campaña, agostan el sembrado y con su pestilente ser envenenan el ambiente, así la chusma degenerada, ebria de ambición, de sangre, de mando, de oro y de libertinaje vil envenenó la atmósfera de mi amada Patria, de la bella México, manchó su suelo con sangre hermana en viles cuanto innecesarios asesinatos, y troncharon sin piedad las más aromáticas y fragantes flores del pensil nacional.

Destruyó templos, arruinó industrias, atropelló leyes y derechos, violó el hogar y profanó, con su baba asquerosa y con su planta homicida, todo cuanto había sin tener respeto para nada ni para nadie.

Y hoy, cual los bichos y reptiles asquerosos al despertar aurora inundando de luz bienhechora todos los senderos, huyen medrosos a poner en resguardo sus corrompidas y dañadas existencias; huyen chorreando la sangre que como bestias sin nombre hicieron correr; huyen los Caínes al ver agruparse en torno de un Caudillo que por ser honrado arrojó su espada por no mancharla, a todos los que, por la misma razón que Cabral han sido apartados del vergonzoso camino.

Cabral, pues, se ha levantado como antorcha de luz redentora para mi Patria querida.

Allá, en la enhiesta cumbre de la Sierra Azul ondea orgullosa de sus hijos predilectos, la querida Enseña que los malvados llenaron de oprobio; un brazo viril la levanta, una mano que no está manchada la sostiene en alto, y cual nuevo Apóstol, cual sol que alumbra dentro de las almas abatidas y ya sin fe, el nombre de Cabral llevó a los mismos mucha luz, mucha esperanza y mucho amor, como la trajo a esta voluntaria expatriada la reanimadora luz de la esperanza.

Pences.

Los Angeles, Cal., Agosto 25 de 1918.”[31] 

Para entonces, las guarniciones de Ortiz y La Colorada que habían desertado del carrancismo, ya se le habían unido a Cabral en la Sierra Azul. Con estas deserciones y la concentración de tropas que hizo en Nogales el gobernador Calles al mover la capital hacia esa frontera, el sur del estado quedo desprotegido, incluyendo parte de Sinaloa donde ya empezaban a rebelarse las tropas carrancistas y otros grupos de civiles.[32]

El día 5 de septiembre el capitán Antonio Ceceña salió de Nogales rumbo al sur acompañado de 50 hombres custodiando tres mil pesos oro nacional, apenas habían salido de esa frontera cuando los 50 hombres se rebelaron fusilando al capitán Ceceña y tomando el dinero que era para pagar a jefes federales en Magdalena y Altar.[33] Entre estos 50 hombre iba un cabo que siempre se había distinguido entre sus compañeros por su partidarismo por Villa a cuyas órdenes había estado combatido, y fue quien inició la rebelión dirigiéndose al capitán Ceceña y proponiéndole que desertaran todos para unirse a las fuerzas del general Cabral, lejos de acceder a las proposiciones del cabo, quiso sacar su pistola, pero el subalterno, más rápido que su jefe, le apuntó con el mausser y a quemarropa le dió tres tiros que lo dejaron muerto en el sitio.[34] Estos hombres después se dirigen al cuartel general de Cabral para unírsele

Calles, después de que los yaquis se sublevaron en Ortiz, en represalia, mandó aprehender a todas aquellas mujeres y niños que tuvieran algún parentesco con los yaquis alzados y los concentró en la estación por cientos, en unas condiciones deplorables donde a diario morían por falta de comida y atención médica. Durante una visita que realizó, Calles declara que ninguna de las mujeres o niños concentrados en la estación saldría viva si los yaquis que se unieron a Cabral no deponen las armas.[35]

Por otra parte, al grito de “Viva Cabral” los federales, a quienes les debían sus haberes desde hacía tiempo, se rebelaron en Culiacán contra el gobernador Ramón Iturbe quien al enterarse sale huyendo hacía Mazatlán desde donde pretende retomar la capital sinaloense, pues los amotinados antes de dejar la ciudad se dieron a la tarea de saquear comercios y casas de propietarios ligados al carrancismo, para después enfilar hacia el norte unos, al monte otros, para tratar de unirse a las fuerzas de Cabral.[36] Esto vino constituir un gran triunfo moral para la causa del movimiento cabralista, ya que esto confirmaba que Cabral seguía teniendo muchos seguidores en todos los lugares por donde pasó durante la lucha revolucionaria entre 1911 y 1914.

En Sonora y Sinaloa, sin pelear, Cabral seguía teniendo triunfos sobre los federales, ya que las guarniciones carrancistas seguían desertando para unirse a su movimiento, como sucedió el 13 de septiembre en que la guarnición compuesta de 25 miembros de la Gendarmería Fiscal estacionada en un rancho llamado La Destilería, se amotinan llevándose unos cuatro mil pesos y todo su equipamiento.[37] Sucedía lo mismo en una guarnición situado entre los estados de Sinaloa y Tepic donde cientos de carrancistas desertan para unirse al Partido Liberal que encabezaba Cabral y era punta de lanza de su movimiento.[38]

El 16 de septiembre en un lugar llamado Ojo de Agua, cerca de La Colorada y Tecoripa los yaquis que se habían unido a Cabral, sorprenden en la madrugada a la guarnición carrancista de Tecoripa causándoles una gran derrota, dejando en su desordenada huida más de cincuenta muertos en el campo y una buena cantidad de parque y armas.[39]

Ese mismo día, Luis Cabral, el hermano menor de Juan, quien desde que inició se había unido al movimiento, al frente de un importante grupo había tomado Cananea y donde permaneció varias horas y después se retira al campamento de la Sierra de los Ajos, donde se supune, se habría reunido con el general Cabral, lo que implica que el movimiento ya había crecido y estaban dominando o planeaban dominar el estratégico noreste de Sonora, donde Agua Prieta y Naco jugaban un importante papel.[40]

Apenas iniciando octubre los cabralistas capturan la ciudad de Ures al frente del propio Cabral, quien nombra una Junta de Gobierno y declaran que desde ese momento Ures es la nueva Capital del Estado donde se establecerían los poderes provisionales de la Revolución Nacionalista en el norte de la república. Por supuesto, esto no le gustó al gobernador P. E. Calles y declara que una fuerte columna saldrá para recuperar la plaza, aunque nadie pensaba que pudiera hacerlo, ya que no contaba con los elementos suficientes para combatir la revuelta en todos los lugares del estado donde día a día crecía el movimiento cabralista. [41] Mientras esto sucedía en el centro del estado, más al sur los cabralistas atacaban los suburbios de Guaymas donde se hicieron de algunos caballos y provisiones, al salir los carrancistas a combatirlos, en San José de Guaymas fueron atacados y derrotados teniendo unas 30 bajas, perdiendo además caballada y armas.[42]

Para mediados de octubre se hablaba de que Hipólito Villa, hermano del general Villa, viajaría a Sonora para entrevistarse con Cabral, tratando de establecer un acuerdo entre la rebelión de Chihuahua y la de Sonora. Algunos eran escépticos de que el acuerdo se pudiera dar, ya que Cabral no deseaba hacerse solidario de los actos de Villa, mucho de los cuales no concordaban con las tendencias humanitarias de Cabral, como tampoco estaba de acuerdo con las ideas caudillistas del propio Villa y de muchos otros involucrados en el villismo. Sin embargo, si Cabral quería que su movimiento progresara, se decía que aceptaría el acuerdo, ya que Cabral tenía muchos hombres pero pocas armas, por el contrario, Villa carecía de hombres suficientes pero tenía muchas armas.[43]

Para finales de octubre circulaba fuertemente el rumor de que Cabral y Medina habían abandonado la lucha decepcionados por la poca respuesta, tanto de los hombres en Sonora, como del supuesto apoyo económico que recibirían de algunos simpatizantes en Estados Unidos. Se decía que habían cruzado la frontera hacía Arizona, aunque la mayoría de sus seguidores lo negaban y decían que se encontraba en su campamento de Sierra Azul preparando su siguiente movimiento, los menos decían que si había cruzado pero para que Cabral se atendiera una herida que había sufrido en su último enfrentamiento con los carrancistas.[44]

Noviembre y diciembre pasaron sin noticias importantes de la rebelión cabralista, salvo las acciones de algunas bandas pequeñas que estaban refugiadas en la Sierra Azul, lo único que se publicaba de importancia, pero ahora con mayor insistencia, era que Cabral y Medina habían abandonado el movimiento y habían regresado a los Estados Unidos decepcionados de la respuesta de sus patrocinadores.

Iniciado el año de 1919, el 9 de enero, varias personas fueron arrestadas en Douglas, entre ellos el mayor Federico Platt, expresidente de Cananea y el capitán Rafael Flores, ex oficial de rurales en el estado de Sonora durante el régimen de Maytorena; además de otras cinco personas que fueron acusados con cargos de conspirar para contrabandear armas y municiones a México. Los otros cinco imputados eran Mikie Wehby, un comerciante sirio de Tucson; Guillermo Vásquez, socio del Capitán Flores en un negocio mercantil en Tucson; Ignacio Monge de Douglas, Rosario López de Tucson y Ángel Félix, cuya dirección anterior se desconoce. Las municiones que se transportaban a México en automóvil, cuando fueron arrestados, consistían en ocho rifles de calibre 30-30 y mil trescientas rondas de municiones. Se cree que las armas y municiones estaban destinadas al movimiento cabralista, ya que algunos de los imputados eran partidarios del general Cabral, cuyo paradero se desconocía.[45]

Días después, en una entrevista que tuvo J. M. Maytorena en Los Angeles con algunos mexicanos preocupados por la situación de México, el exgobernador declara que Cabral estaba por reiniciar sus actividades en Sonora en contra de Carranza, ya que había podido reunir armas y algo de dinero, además, que sería apoyado por el general Felipe Ángeles, quien, según Maytorena, tenía en muy buena estima a Cabral.[46]

Todo parecía que el movimiento de Cabral estaba infiltrado, ya que en enero le habían hecho un decomiso de armas y encarcelado a un grupo de sus operadores en Estados Unidos; por otra parte, el día 1 de febrero sufre otro golpe cuando tres alemanes son detenidos en Cananea por estar en comunicación con el líder revolucionario, ya que entre sus papeles se encontraron cartas firmadas por Cabral.[47] El contrabando de armas y la violación de las leyes de neutralidad en Estados Unidos ya era un problema para el movimiento cabralista, el involucrar a ciudadanos alemanes era un problema aun mayor, pues la Primera Guerra Mundial recientemente había finalizado y la frontera norte de México estaba plagada de espías alemanes y podía desencadenar un problema internacional, sí se descubría que había mexicanos involucrados con ellos.

Sin embargo, poco después, todo parecía que mejoraba para Cabral ya que sus gestiones con los yaquis empezaban  a tener éxito en sus gestiones de sublevarlos. Se decía que, probablemente Ángeles, había enviado suministros y dinero a Cabral, pues ha coincidido un periodo de actividad cabralista con la entrada de Ángeles a territorio mexicano. Cabral aprovecharía la excitación política para acrecentar sus fuerzas y para formar un núcleo más grande que pueda hostilizar a las pequeñas guarniciones carrancistas-callistas y batirlas. Los asaltos a los trenes por bandas de yaquis, ya estaban nuevamente a la orden del día, y no tardaría mucho en que se registrasen matanzas de centenares de personas. De los dos últimos asaltos registrados, uno en las inmediaciones de Guaymas sobre el ferrocarril a Nogales, y en otro cerca de Hermosillo se levantaron treinta y siete personas muertas y más de cincuenta heridas. Ya para entonces los trenes de pasajeros viajaban con fuertes escoltas y probablemente, dentro de pocos días, llevarían trenes exploradores para impedir las voladuras de los trenes pues se sabía que Cabral había pasado fuerte cantidad de dinamita a territorio mexicano. Esto coincidía con la agitación política en el estado, ya que pronto habría elecciones y había descontento porque sería una farsa electoral en la que saldría triunfante Adolfo de la Huerta, el candidato de Calles y Obregón, lo que habría creado descontento entre la población.[48]

A mediados de febrero una numerosa partida de yaquis, supuestamente cabralista, hizo una incursión en el Distrito de Arizpe, y un día después, lo hizo en el Distrito de Magdalena, incursiones donde se reportaron algunas muertes y muchos robos. Esta partida fue alcanzada y batida al sureste de Nogales, cerca del rancho Arizona, donde al parecer los yaquis salieron victoriosos, ya que los yaquis llevaban buen armamento y suficiente parque, supuestamente proporcionado por Cabral, sin embargo, a ciencia cierta no se sabía la procedencia, aunque se seguía especulando que el general Ángeles era el que suministraba equipo y dinero a Cabral.[49] Dos días después, comenzaron a llegar a Nogales los carrancistas heridos, llegaban en todo tipo de transporte. Uno de los oficiales carrancista comentó que los yaquis tenían un ametralladora con la que fueron sorprendidos ya que no contaban con ello, comentando también, que ellos creían que esa ametralladora se las había regalado Cabral el año anterior, cuando se reunieron por primera vez.[50]

A LA CÁRCEL

Sorprendentemente el día 18 de marzo el general Cabral es arrestado junto con otros dos acompañantes: Louis M. Cabler y Adolfo Duhagon. Este último es buscado en México.[51] Fueron aprehendidos cerca de Vail, Az cuando se trasladaban rumbo a la frontera en un automóvil y llevados a la cárcel de Tucson. Otro día se iniciaron las gestiones para conseguir su libertad. El general Cabral, fue acusado recientemente por el gran jurado de distrito de los Estados Unidos en Tucson por conspiración para exportar armas y municiones de guerra desde Arizona a México. Cabral fue acusado cuando fue arrestado Federico Platt y otros. Platt ahora está esperando sentencia, ya que fue condenado por el tribunal de distrito de los Estados Unidos. La fianza de Cabral fue fijada en $10,000 dólares por el juez Sawtelle.[52] Se supone que Cabral se trasladaba en automóvil hacia Nuevo Mexico para cruzar la frontera e internarse en Chihuahua para reunirse con alguno de los grupos de villistas que operaban cerca de la frontera.[53]

El 21 de marzo, el general Cabral, se declaró culpable en la corte de distrito del cargo de conspirar con otros para exportar armas y municiones de guerra a México, y fue sentenciado a cumplir dos años en la prisión de Leavenworth, Kansas, y pagar una multa de $10,000 dólares. Federico Platt, ex prefecto de Cananea, Sonora, co-conspirador con Cabral y otros, fue sentenciado a cumplir un año y un día en la misma prisión; con él la corte mostró clemencia debido a que cuando era funcionario mexicano (Prefecto por el Distrito de Arizpe), era muy considerado en su trato con los estadounidenses.[54]

 

Gral. Juan G. Cabral (Foto: El Tucsonense 22/03/1919).

El día 25 de marzo, unos días después de la condena de Cabral, fueron conducidos a la Penitenciaria federal de Leavenowrth, Kansas, 19 prisioneros recién sentenciados en ese lugar por el Sr. Juez Sawtelle. Entre los presos estaban algunos sentenciados por la importación de armas a México o por alguna responsabilidad que les resultara con motivo de la revuelta en Sonora. Entre los prisioneros iban: General Juan G. Cabral, sentenciado a dos años de prisión y diez mil pesos de multa; Federico A. Platt, sentenciado a un año y un día de prisión; Rosario López, sentenciado seis meses que pagará en la prisión de Prescott, Arizona; Enrique Woolfolk, hijo, sentenciado a 2 años de prisión y diez mil pesos de multa.[55]

Así terminaría esta rebelión anti-carrancista en Sonora, liderada por los generales Cabral y Medina, de la que poco se sabe en México y de la que prácticamente nada se escribió en la prensa mexicana, mientras los periódicos de Estados Unidos, sobre todo los más cercanos a la frontera, prácticamente todos los días publicaban noticias sobre la situación en Sonora durante ese periodo de 6 meses que duró Cabral al frente del movimiento.

El día que Cabral sería trasladado a la prisión se publican dos columnas en el que se exaltan sus cualidades morales y humanas. Una de ellas fue escrita por Col. Tomás O. Belada y la otra por Cayetano Gómez Peña. Como un homenaje al general Cabral las reproducimos íntegramente:

“Joven, ilustrado, en la vigorosa plenitud de la vida, rodeado de comodidades y de aprecios, sin haber tenido que soportar nunca los oprobiosos grilletes del pueblo pobre y sufrido, sintió las palpitaciones de este, conoció sus nobles deseos, vislumbró días mejores para el elemento sufrido, y haciendo a un lado sus propias comodidades se lanzó a una lucha por más honrosa en contra de la Dictadura del Gral. Porfirio Díaz llevando como divisa la redención del obrero, como armas su infinita justicia y como rodela su brazo pujante y su corazón entero y lleno de amor, de cariño, de valor y de entusiasmo.

Juan G. Cabral que tal era el joven bueno y patriota de que nos ocupamos, vio realizado su primer sueño: la caída la Dictadura, y cuando ya el triunfo se había consolidado, gustoso se retiró sin pedir ni aceptar gaje alguno en premio de triunfo.

Más tarde los derechos del pueblo son villanamente pisoteados por los usurpadores y el Gral. Juan G. Cabral; con aquella bondad y aquella entereza innatas en él y más que todo con aquella firmeza de principios que siempre le han guiado, ofreció su espada al pueblo y a la cabeza de este, formando un ejército invencible y bello, supo, desde Cananea hasta el Distrito Federal y por toda la costa del Pacífico, obtener millares de triunfos en contra de las armas de la Usurpación.

Cabral vio desfilar, desde el antiguo e histórico Palacio de los Virreyes, las huestes cubiertas de polvos y de harapos que él había capitaneado y que a su entrada a la Capital de la República, sellarían definitivamente el triunfo de la Ley y la Justicia.

Y cuando parecía que la Victoria era del Pueblo, Cabral notó vacilaciones y falta de pundonor entre sus compañeros y jefes; protestó en contra de ellas, pidió el cumplimiento de los principios revolucionarios, exigió a todos y a cada uno la honradez política más pura y la justicia administrativa más completa, y esa línea de conducta, que no cuadraba con los que a la revuelta se habían lanzado por lucrar, labró para Cabral ruina, y las coronas de laureles de la víspera se tronaron bien pronto en las lancetadas de las persecuciones y vejámenes por parte de aquellos militares que todo se lo debían a Cabral.

Y decepcionado y triste este jefe pundonoroso y noble, conociendo ya la debilidad humana, buscó en el destierro un pedazo de suelo en donde llorar la desventura nacional.

Pero ese llanto no debió ser eterno, y así lo comprendió el Gral. Cabral: el pueblo, ese pueblo por quien él había arrostrado todos los peligros y sacrificado todas las humanas glorias, pedía pan y pedía justicia, y él, de nuevo, con una fuerza de voluntad inmensa, se lanza por tercera vez en busca de la felicidad de los que sufren.

Pero esta ocasión el Destino le fue adverso: su pueblo no le supo comprender con toda la rapidez del momento y Cabral de nuevo tuvo que Volver al destierro, encontrando, en esta ocasión, las puertas de una prisión federal.

Tenemos la convicción íntima, profunda y sincera de que el Gral. mexicano don Juan G. cabal, es un patriota a carta cabal de que es de los que en verdad aman a su pueblo, de los que no buscan glorias, sino de los que luchan (bien pocos), por la redención de los que sufren sin esperanzas de premios ni galardones, y al conocer la noticia de su prisión y su salida para la Penitenciaria de Leavenworth, Kansas, en donde permanecerá dos años, no podemos menos de decirle: Fortaleced, en vuestra prisión, el amor al pueblo mexicano, y la fé en que el Triunfo ha de venir en no lejano día. Con Ud. Gral. Cabral, están los hombres honrados y los que no aceptan, por ningún motivo, a los trasgresores de la ley. La Historia Nacional, implacable y fría, os sabrá colocar en el lugar a que con justicia tenéis derecho. Id tranquilo y con la frente levantada en alto y el corazón entero: el Honor y la Justicia son vuestros.”

“Col. Tomás O. Belada.”[56]

“La prisión del Sr. don Juan G. Cabral, llevado a cabo en Tucson, Arizona, nos trae muchas y muy serias consideraciones.

Cabral, un hombre bien intencionado, cual el más, limpio, a quien el crimen no ha manchado nunca, un revolucionario entero en el noble sentido de la palabra, remontándose siempre al cielo de la idealidad, Quijote que se lanzó a una lucha, la más desigual que puede verse, ha encontrado como coronación una prisión de los Estados Unidos.

Cabral vió que en su Patria había miseria y había crímenes; que lo primero era inmotivado y lo segundo abominable. Sintió a su pueblo, y a pesar de llevar una vida tranquila en los Estados Unidos, en una población como la de Tucson, donde se le conocía y por lo mismo se le apreciaba y SE LE APRECIA, no midiendo distancias, ni abismos, con fe ciega heroica se trasladó con un puñado de hombres, faltos de todos elementos a las montañas de Sonora, empuñando la Bandera de la Civilización, creyendo que llevando tan glorioso lábaro iban a ser vencidas las bandas de hombres armados que todo lo destruyen y todo lo aniquilan en nombre de una ley que no existe.

Quién lo seguiría en su empresa? A él, que proclamaba el Derecho; a él que gritaba que se dieran garantías; a él que abogaba por que el País se viera próspero?

EI Pueblo? El Pueblo busca Caudillos. Cabral proclamó la esfumación de estos. La democracia con cimientos macizos, que sólo se construyen con la educación de la inteligencia y la voluntad, para obrar ordenadamente, disciplinadamente, armónicamente.

El pueblo que pide pan, que en torrente desbordado sale su País para el extranjero, no había de írsele a reunir a las montañas, donde en lugar de pan había piedras y mayores peligros.

Cabral no tiene la fuerza magnética de un Villa ni ha tenido la ayuda financiera que ha logrado conseguir Díaz, ni la región petrolera de Peláez, y aunque simpatizaba en principios con estos revolucionarios, aislado como estaba, necesitaba tener una comunicación, un apoyo, para crearse una fuerza efectiva de atracción y obrar en terreno firme.

¿Y bien, la captura de Cabral, la captura de otros más en Estados Unidos, las penitenciarías de México repletas de reos políticos, desde ancianos hasta mujeres y niños, los millares de ahorcados en cada poste y en cada árbol, los millares de hombres sobre las armas en franca rebelión, los millares de desterrados, los millares de habitantes que huyen de su patria, no desterrados por el gobierno sino voluntariamente despatriados por causa de la miseria y de la falta de garantías, que hablan del gobierno actual? La respuesta no se hará esperar.

Cabral, el hombre bueno, honrado, trabajador, instruido, que desea el orden, las garantías, el bienestar del pueblo, está en una Penitenciaria de los Estados Unidos.

He allí como la cárcel no siempre denigra, Cabral, dentro cárcel, se enaltece. Un año meses, días, u horas dentro de esa cárcel, Cabral saldrá a respirar los aires de la libertad, e irá a su Patria a ayudar a la reconstrucción, a dar vida a esa Ave Fénix que se levantará de las cenizas de la tea que hoy empuñan en sus manos los que no quieren ver sus hechos ni ponerse a reflexionar sobre los resultados.”

“Cayetano Gómez Peña.”[57]

Así era como la gente que conocía a Cabral pensaba y se expresaba de su actuar en la vida cotidiana, en la guerra; y no eran pocos los que pensaban igual, ya anteriormente habíamos replicado otras publicaciones que igualmente honraban a Cabral por su calidad moral y humana.

El día 26, cuando Cabral llega a Leavenowrth, se publica que Pedro G. de la Lama, Director General del periódico “Justicia” y uno de los principales líderes de la Liga Protectora Latina en Tucson, buscaría obtener el perdón de las autoridades estadounidenses, dada la calidad moral de Cabral.[58] Como su nombre lo indica, esta liga de carácter civil, se dedicaba a proporcionar ayuda y justicia a los latinos, principalmente mexicanos, en el estado de Arizona.

Ante los hechos, Luis, hermano menor del general Cabral, quien lo había acompañado a Sonora, a principios de abril, haría los preparativos para radicar en Calexico, Cal, partiendo el 11 de abril con ese destino.[59]

A la iniciativa que lanzó el periódico “Justicia” a finales de marzo en Tucson, que inmediatamente fue secundada por “El Tucsonense”, para iniciar una campaña ciudadana para solicitar la libertad de Cabral, a finales de mayo también se adhiere el periódico “La Patria”. Este último periódico también solicitaba la libertad de Federico Cervantes y Socios, quienes estaban presos en la misma cárcel; por supuesto “El Tucsonense” también se adhiere a esta iniciativa y publican un cupón para que la sociedad civil enviara firmado su apoyo a la iniciativa.[60] Este cupón se seguiría publicando por algún tiempo, pero además se podía obtener en algunos otros lugares.

 

Cupón de adhesión al indulto de Cabral, Cervantes y otros prisioneros (Imagen: El Tucsonense 27/05/1919).

Para entonces, en varias poblaciones de Arizona, así como en Texas y Nuevo México, se había emprendido una activa campaña para lograr el perdón de Juan C. Cabral, Federico Cervantes y compañeros de ambos que se encontraban presos. Con motivo de esto, la Asociación Unionista Mexicana, domiciliada en la ciudad de El Paso, desplegó una enorme actividad en ese sentido.[61]

Con fecha 11 de junio, “El Tucsonense” recibió una carta del general Cabral donde le solicitaba que no se dieran a conocer públicamente los nombres de quienes firmaran el cupón de adhesión al indulto, dadas las consecuencias que esto podía tener para los simpatizantes de las personas presas.[62]

Luis, el hermano del general Cabral, después de tener problemas para encontrar un trabajo estable durante poco más de un año, para agosto de 1920, procedente de Nogales regresaría a Tucson en busca de trabajo, donde sus amigos le dieron empleo, integrándose de nuevo a la sociedad tucsonense y para el festejo de las fiestas patrias mexicanas en esa ciudad es invitado a dar un discurso.[63]

 

Celebración del inicio de la Independencia de México en Tucson (Imagen: El Tucsonense 16/09/1920).

Días después, el 23 de septiembre, en la sesión de la Cámara de Diputados de la República Mexicana, los legisladores Paz, Felipe Carrillo, Juan de Dios Bojórquez y Antonio Díaz Soto Y Gama; solicitan que la Secretaría de Relaciones Internacionales gestione la libertad del general Cabral y de los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón.[64] La Secretaría de Relaciones Exteriores, con fecha 28 de septiembre, contesta a la comisión enviada para darle seguimiento, que darán todos los pasos necesarios para lograr la libertad de Cabral y los Flores Magón.[65]

Para finales de octubre de 1920 se hablaba que Cabral cumplía su condena el 26 de ese mes, pero que pasaría un mes más como pago de la multa que le fue impuesta y no depositó en efectivo.[66] Finalmente, como se había anunciado un mes antes, el 26 de noviembre sale de prisión, llegando a Tucson el día 28.[67]

El domingo 28, a su regresó procedente de Kansas, fue recibido en la estación del ferrocarril por muchos de sus amigos y condiscípulos que tenía en Tucson. Inmediatamente después de su arribo, que fue por la tarde, se reunieron en el Café Dickerman para agasajarlo con una espléndida cena que de antemano había sido planeada, agasajo al que solo asistieron sus amigos más cercanos.[68]

Para entonces el mapa político de México ya había cambiado, aquellos generales sonorenses que antes defendían a Carranza y habían combatido a Cabral durante su levantamiento, desde el 23 de abril de 1920, mediante el Plan de Agua Prieta, se habían rebelado contra Carranza porque quería imponer su candidato a la presidencia y no era Obregón. Como resultado de la conspiración Carranza es asesinado el 21 de mayo y queda como interino Adolfo de la Huerta. Solo tres meses y medio después, el 5 de septiembre, se llevan a cabo las elecciones presidenciales donde resulta electo Álvaro Obregón para el periodo 1920-1924.

De acuerdo al periódico Hispano América, Cabral solo cumplió 20 meses de su condena de dos años por las negociaciones que realizó el Gobierno Mexicano a través de la Secretaría de Relaciones Internacionales, conmutándole, también, la multa de $10,000 dólares.[69] Esta misma información fue ratificada por el periódico El Demócrata, aunque éste menciona que Cabral salió el día 25.[70] Sin embargo, días después trascendería que el general Obregón fue el que intercedió directamente con el presidente Wilson para que Cabral fuera perdonado, quien vio este acto como una oportunidad de estrechar relaciones con el nuevo presidente de México, quien a su vez, lo veía como un acto de amistad el que Cabral fuera perdonado con la oportunidad necesaria para llegar a México en la fecha en que tomaría posesión del Poder Ejecutivo. El presidente Wilson accedió a indultar a Cabral por el resto de la condena y el pago de la multa, quien finalmente salió de prisión, pero no pudo asistir a la inauguración del periodo presidencial de Obregón en calidad de· huésped de honor.[71]

EMBAJADOR

El 7 de diciembre el general Cabral viaja a Nogales, Az junto con su hermano Luis y su madrastra Eulalia Viuda de Cabral, quien radicaba en esa frontera y había ido a visitarlo cuando llegó a Tucson.[72] A finales de diciembre, ambos hermanos tomarían el tren rumbo Guaymas donde se embarcarían con destino a Mazatlán y de allí a la Cd. de México, ya que el general Cabral había sido llamado por Obregón para ocupar un puesto en su gobierno. Tanto por su capacidad como por su honradez, muchos de sus amigos y conocidos decían que él tenía más merecimiento que muchos otros revolucionarios para ocupar puestos sensibles del gobierno federal.[73]

Iniciado 1921, el general Cabral al parecer es integrado a la Secretaría de Relaciones Exteriores, y su hermano Luis, a la Secretaría de Hacienda. Para principios abril se publicaba que se había creado la embajada en Portugal y el general había sido nombrado representante en ese país, incluso en mayo salían publicaciones en los periódicos felicitándolo por el nombramiento.[74] Aunque al parecer no llegó a presentarse como embajador en Portugal, sin embargo del general Cabral no se tuvieron noticias desde mayo de 1921 hasta junio de 1922, quizás porque ese fue el periodo en que estuvo en ese país lusitano o desempeñaba otras actividades de bajo perfil en el gobierno de Obregón.

Para entonces, el general Cabral tenía de 39 años y vivía en el Edificio Condesa E en el departamento 1, Col Condesa, DF, y con fecha 24 de junio de 1922 contrae matrimonio con Elvira Gómez Rivera de 33 años originaria de San Cosme, D.F. El matrimonio se llevó a cabo en la calle Cedro No. 68 y en esa misma fecha, a escasas cuadras de distancia, también se lleva a cabo el matrimonio eclesiástico en la Parroquia del Espíritu Santo de San Cosme.

 

Fragmento del acta No. 35 donde se registra el matrimonio del General Juan G. Cabral con Elvira Gómez Rivera (Imagen: Registro Civil D.F.).

Después de su boda, vuelve a desaparecer de la vida pública y es hasta enero de 1923 en que se sabe de él, cuando se publica que con fecha retroactiva al 11 de noviembre de 1921, el gobierno mexicano le reconocía el grado de General de Brigada, perteneciente a la Primera Reserva con residencia en la Capital de la República, lo cual denotaba, sin duda, el gran aprecio que tenía Obregón por el oriundo de Minas Prietas.[75] Sigue permaneciendo en las sombras, sin aparecer públicamente, por lo que es probable que tuviera actividades de bajo perfil en el gobierno de Obregón.

El día 1 de agosto de 1923 se le nombra Embajador en Panamá. [76] Con fecha 25 de septiembre, se publicaba que se encontraba en Nueva Orleans con rumbo a Cuba y de allí a Panamá, destino al que llega el 30 de ese mes.[77] Cabral viajaba en el buque gringo “Zacapa” que atraca en el Puerto de Colón, Panamá.[78] Llega a las ocho de la mañana y cuando desciende fue recibido por el Gobernador de la Provincia de Colón, J. Demóstenes Arozamena; el Subsecretario de Relaciones Exteriores, Enrique Gremzier; y el Edecán del presidente de Panamá, quienes le presentaron el saludo oficial. Por parte de México estuvieron el secretario de la Embajada, José Moreno; el Cónsul en Panamá, Edmundo Aragón; el Vice-Cónsul en Colón, Inocencio Galindo Jr. y algunas otras personalidades. Después del recibimiento fue invitado a subir al automóvil particular del gobernador y al término de un corto paseo fue llevado a la estación del ferrocarril donde toma un tren con destino a la Panamá capital. A su llegada le esperaba un lujoso automóvil donde se instaló la comitiva, sumándose la hija del gobernador de la provincia quien los acompañó hasta su destino. [79] Otro día, el lunes 1 de octubre se presenta por primera vez en las oficinas de la representación mexicana en ese país centroamericano.

A la vuelta de casi un año de permanecer como Embajador de México en Panamá, nace la única descendiente que tuvo Cabral. Su hija nació el 15 de septiembre de 1924 a quien puso por nombre Elvira Elena. Con motivo del nacimiento de esta niña, los Cabral dieron una gran recepción en la Legación Mexicana que estuvo muy concurrida.[80]

Habían transcurrido los 4 años del gobierno de Obregón y para diciembre de 1924 Plutarco Elías Calles tomaba posesión del poder del Ejecutivo Federal y Cabral fue llamado para que se presentara en México y a principios de enero de 1925 estaba en tránsito para la Capital Mexicana.[81]

Aunque Cabral había sido ratificado por Calles, el motivo del viaje era llevar a su esposa a la Cd. de México pues el clima de Panamá la afectaba y necesitaba pasar un tiempo en la capital mexicana. Para esto, Cabral solicitó una corta licencia y se esperaba que desembarcara en Nueva Orleans y después dirigirse por tren a la frontera México-USA y de allí a la capital para arribar a mediados de enero.[82]

Tal parece que la licencia solicitada para permanecer en México no resultó tan corta, ya que para marzo todavía se encontraba en la capital mexicana y aprovecharía su estancia para bautizar a su hija el 21 de ese mes y el festejo se lleva a cabo en el Edificio Condesa, lugar de su residencia.[83]

Después de este evento familiar, regresa a Panamá, y para agosto de 1927 Cabral ofrece un banquete a varios de los altos funcionarios del Concilio Panameño, para corresponder por la cortesía al pueblo de México por denominar a una vialidad Calzada México, donde el gobierno panameño donó varios lotes para que la República Mexicana construyera la Embajada.[84]

A principios de junio de 1928 se publica en algunos medios que había sido nombrado Embajador en Ecuador con residencia en Quito, esto resultaría falso.[85] Es hasta mediados de diciembre de ese mismo año en que es cambiado de sede, pero no a Ecuador, sino que es nombrado representante de México en Perú, en sustitución de Flavio Bórquez.[86]

El 30 de noviembre de 1928 termina el mandato de Calles y aunque Obregón había ganado las elecciones de ese año, fue asesinado el 17 de Julio por lo que fue sustituido por Emilio Portes Gil como presidente interino para el periodo 01/12/1928 al 05/02/1930.

Portes Gil ratifica a Cabral como embajador, pero lo envía a Perú donde es recibido por el presidente Augusto B. Leguía en la capital peruana, quien después de cerca de un año, le otorga a Cabral la condecoración de la Gran Cruz de la Orden de "El Sol del Perú". Cuando los funcionarios mexicanos reciben este tipo de condecoraciones tienen que pedir autorización del congreso para aceptarla y utilizarla, con este motivo, la Secretaría de Relaciones Exteriores solicita a la Cámara de Diputados, en oficio de fecha 17 diciembre de 1929, el permiso necesario para que el general Juan G. Cabral, pueda aceptar y usar la condecoración, permiso que se concede sin perder sus derechos de ciudadano mexicano con fecha 23 de diciembre de 1929.[87]

Después de unas elecciones extraordinarias en México, queda electo Pascual Ortiz Rubio quien se hace cargo del Ejecutivo Federal a partir del 5 de febrero de 1930 y ratifica a Cabral como Embajador en Perú.

Ese año de 1930 iniciaría sin mayores problemas para Cabral, sin embargo, estando en Perú muere su hermano Ernesto el 20 de agosto en Hermosillo a la edad de 45 años de tabes dorsal, una degeneración lenta de las neuronas sensoriales.[88] Ernesto, el segundo hijo de la familia, se dedicaba a la minería y siempre guardó un perfil bajo sin inmiscuirse en la lucha revolucionaria, tampoco ocupó puestos públicos ni se involucró en la política como lo hicieron Juan y Luis.

En Perú, la segunda mitad del año de 1930 sería políticamente muy complicado y como resultado de esto, el 22 de agosto se da un golpe de Estado propiciado por el entonces teniente coronel Luis Miguel Sánchez Cerro, quien por un manifiesto a la nación sublevó a la guarnición de Arequipa contra el gobierno de Augusto B. Leguía que fue depuesto por una junta militar presidida por Sánchez Cerro. Con este motivo, varios de los funcionarios del anterior gobierno buscaron refugio en la Embajada Mexicana mientras se calmaba la situación política y social, protección que les fue otorgada por Cabral después de recibir la aprobación del gobierno mexicano.[89]

Para principios de octubre de 1930, Cabral era acusado por el periódico “El Diario del Comercio” publicado en la capital peruana, de que había entregado al gobierno militar a los refugiados que se encontraban en la Legación Mexicana, por lo que tuvo que informar a la Secretaría de Relaciones Exteriores que había enviado una carta al citado periódico negando haber entregado a los funcionarios del anterior gobierno, afirmando que ellos abandonaron la embajada por expresa voluntad y que habían sido aprehendidos en sus propias casas.[90]

Transcurre el resto de 1930, 1931 completo y parte de 1932 sin mayores novedades acerca de Cabral al frente de la Embajada de México en Perú. Sin embargo, para abril de 1932 el gobierno peruano acusaba a Cabral de entrometerse en la política interna. Perú acusaba al embajador de ayudar a los enemigos políticos de la Junta Militar establecida, principalmente a Victor Raúl Haya de la Torre, un político y filósofo fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana y perseguido político por el gobierno, a quien, según Cabral, en marzo se lo encontró cuando visitaba a unos amigos, vecinos de la sede diplomática, y éste le había solicitado asilo en la embajada, mismo que fue negado, asunto, que en su momento, fue informado a la Secretaría de Relaciones Exteriores. Después, el 6 de mayo, durante la aprehensión y el cateo de la casa de Haya de la Torre, supuestamente el gobierno de Sánchez Cerro encontró correspondencia donde se menciona que enviaba y recibía información del extranjero en la valija diplomática mexicana, argumentos que también fueron negados por Cabral. Ante esto el gobierno peruano declara a Cabral persona “non grata” y solicitó su retiro, cuando ya no fue posible reconciliar las relaciones, México rompe y retira a todo el personal diplomático de la representación. Cabral y su personal salieron vía Ecuador donde abordaron un avión a mediados de mayo rumbo a Panamá en espera de instrucciones, mientras tanto la embajada de España se quedaba a cargo de los asuntos de México en ese país. [91]

En Panamá, por instrucciones de la cancillería, aborda un buque cuyo destino era Veracruz, puerto al que arriba el 30 de mayo e inmediatamente aborda el ferrocarril rumbo a la capital de la República Mexicana. A su llegada conferenció ampliamente con el Canciller Manuel C. Téllez.[92] Después de la entrevista con Téllez, Cabral da una entrevista respecto al caso peruano, donde declara:

“Rechazo enérgicamente los cargos que contra mi fueron formulados por el gobierno de Sánchez Cerro, ya que mi actitud al frente de la Misión Diplomática mexicana en Lima se concretó a cumplir con el espíritu de mi cargo y nunca a inmiscuirme en los asuntos de política interna del Perú”.[93]

De esta manera terminaba el capítulo de embajador del general Juan G. Cabral, pero permanecería en la Secretaría de Relaciones Exteriores por unos meses más.

JEFE DEL DEPARTAMENTO CENTRAL DEL DF

Tras la renuncia del Pascual Rubio a la presidencia, el 3 de septiembre de 1932 Abelardo L. Rodríguez se hace cargo del Ejecutivo Federal como presidente sustituto. El día 5 de septiembre citó a los integrantes de su gabinete para que pasaran tomar la protesta correspondiente y dentro de estos miembros acudió Cabral, pues había sido nombrado Jefe del Departamento del Distrito Federal.[94]

 

Gral. Juan G. Cabral (sentado al centro) con funcionarios en 1932 (Foto: Fototeca Nacional).

Media hora después de tomar posesión de su cargo, Cabral tuvo que enfrentar una huelga de panaderos y una protesta de choferes de camiones, quienes realizaron una manifestación por las principales calles de la ciudad e invadieron la Plaza de la Constitución lanzando “mueras” al jefe de tráfico, exigiendo que si no eran abolidas las placas inmediatamente se declararían en huelga, manifestación que derivó en una trifulca con golpes y piedras. Después de ser reprimidos con chorros de agua y encerrados en la cárcel más de 30 manifestantes, Cabral apareció en el balcón del Palacio del Ayuntamiento declarando inexistentes los acuerdos del jefe de tráfico y dio orden de que se liberaran a los manifestantes presos, quedando, con eso, arreglado el conflicto.[95]

Al centro el presidente Abelardo L. Rodríguez, el general Juan G. Cabral en el extremo derecho en la inauguración de la Cámara del Trabajo (Foto: La Opinión 16/09/1932).

Días después, en el mero centro de la ciudad, le toca presidir el cambio de nombre de la antigua Calle de las Capuchinas por el de Venustiano Carranza.[96] Un expresidente a quien en su momento apoyó y luego luchó contra su régimen porque lo consideraba muy soberbio y curiosamente ahora le tocaba homenajearlo poniendo su nombre a una de las principales calles del centro de la Capital.

Por la honestidad y formación moral del general Cabral, pronto todo empezó a cambiar en el Distrito Federal. Emitía acuerdos a favor de los obreros, empezó a cerrar los garitos donde se jugaba, prohibiendo las casas de juegos. Además,  a solo mes y medio del inicio de su administración, renuncia la primera plana de su gabinete cuando empezó a poner candados, pues todos estaban inmiscuidos en la corrupción.

Por supuesto, sus honesto actuar le trajo problemas y pronto surgieron desacuerdos con el Consejo Consultivo de la Ciudad, formado por casi puros líderes obreros, quienes pidieron su renuncia y se quejaron con el Presidente de la República de que el Regente invadía sus funciones, pero éste le da la razón a Cabral y el consejo renuncia en masa. Después se supo que detrás del Consejo estaba Vicente Estrada Cajigal, el ex-regente depuesto por A. L. Rodríguez, sobre quien había algunas acusaciones públicas de corrupción.[97]

Durante su corta gestión al frente del Departamento Central del Distrito Federal, tuvo que resolver huelgas, problemas de corrupción, violaciones a la Ley de Cultos, pagos de impuestos del futbol y muchos otros problemas propios de su administración. Pero principalmente llevó a cabo una campaña de moralización al interior de la dependencia para evitar la corrupción, cesando de sus puestos a quienes les comprobaba dichos actos,  mismos que se arraigaron durante la revuelta revolucionaria y todavía persistían lesionando la economía de los particulares y de la propia dependencia.

SUBSECRETARIO DE GOBERNACIÓN

Con los cambios que se iniciaron a principios de diciembre de ese 1932 en el gabinete el presidente A. L. Rodríguez, a mediados de ese mes Cabral es nombrado subsecretario de Gobernación en la secretaría del mismo nombre, cuyo nuevo titular era el Lic. Eduardo Vasconcelos.[98]

“Pronto se enrolaría en los trabajos de la subsecretaría a su cargo y dentro de sus actividades le tocaría contestar la carta de renuncia del entonces Secretario de Guerra y Marina Lázaro Cárdenas del Río cuando a mediados de mayo de 1933 renuncia para dedicarse a la política como precandidato a la presidencia de la república. La respuesta a la renuncia de Cárdenas decía:

"Di cuenta al señor Presidente de la atenta nota de usted en que manifiesta que en virtud de haberse iniciado en distintos sectores del país un movimiento muy sensible de opinión, tratando de exaltarlo a la categoría de presunto candidato a la Presidencia de la República en los futuros comicios, considera usted que, para poder dedicar toda su atención a dicho movimiento, se ve obligado a presentar su renuncia como Secretario de Guerra y Marina.

El señor Presidente, tomando en consideración las razones que expone usted, en el acuerdo de hoy se sirvió aceptar su dimisión como Secretario de Guerra y Marina, y al comunicarlo a usted, por encargo del propio Primer Magistrado, permítome darle las gracias por los servicios que prestó al Gobierno Constitucional de la República y por su eficaz colaboración al frente de esa Secretaria de Estado.

Firmado, Juan Cabral, por acuerdo del Secretario de Gobernación.”[99]

El año de 1933 pasaría entre los eventos protocolarios, actividades de la política interna y la colaboración con el poder legislativo para impulsar, promulgar y publicar diferentes leyes, entre las que destacaría las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo y el Reglamento de la Ley de Aguas Nacionales.

El siguiente iniciaría de una manera similar, hasta principios de mayo cuando Eduardo Vasconcelos renuncia a esta secretaría y los sustituye Narciso Bassols, quien se haría cargo de su nuevo puesto después de un descanso, mientras, Cabral se hace cargo del despacho, en tanto el titular regresa de sus vacaciones.[100] Sin embargo, Bassols no regresa a la titularidad de la secretaría y es hasta principios de julio cuando renuncia y Cabral sigue como encargado del despacho.[101]

Al mismo tiempo que Bassols renunciaba a Gobernación, se llevaban a cabo las elecciones para la presidencia donde resultó electo Lázaro Cárdenas, cuyo contrincante principal era el general Antonio I. Villarreal, quien no reconoció el resultado de las elecciones. Solo unos días después, Cabral declaraba que se había descubierto un complot de carácter revolucionario y acusaba a Villarreal, Antonio Manrique y Antonio Díaz Soto y Gama de encabezarlo, pero también acusaba al general Pablo González quien desde el exilio en San Antonio, Tx, respaldaba el movimiento rebelde.[102] Al ser descubiertos todos huyen y se internan en los Estados Unidos. Por supuesto, los inculpados negaron los cargos, pero el gobierno seguía afirmando a través de Cabral, que incluso, Manrique y Díaz Soto habían ido a San Antonio a comprar armas.[103] Seguirían negando los cargos de rebelión contra Villarreal y los correligionarios del partido que lanzó su candidatura tachaban de ridículas tales afirmaciones.

Aunque se acercaba el final del Maximato de Calles, a quien acusaban de fraude ya que todo indicaba que detrás de todas estas maniobras estaba su mano, pues se empezaba a gestar la permanencia de los lideres revolucionarios para asegurar, según ellos, el avance del país respaldados por el joven Partido Nacional Revolucionario (PNR), que después cambiaría a Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y finalmente como Partido Revolucionario Institucional (PRI), y como se verá con el tiempo, los fraudes y las acusaciones de fraude son recurrentes en cada elección.

Todo esto que empezaba a surgir dentro de la política nacional indicaba que ya había un oposición capaz de disputarle el poder al grupo postrevolucionario que había quedado al frente del país después de la sangrienta guerra interna, y esto no lo iban a permitir los grupos caciquiles que habían surgido. Todo esto parece indicar que Cabral había cambiado, el acomodo y protección que había recibido de los presidentes postrevolucionarios lo habrían moldeado y tendría que defender esta postura, sobre todo, como encargado del despacho de la Secretaría de Gobernación, donde se planeaba y sancionaba las elecciones y su legalidad, lo que se prestaba, como la historia lo ha demostrado, para todo tipo de manipulaciones de los resultados electorales.

Con la publicación de la Ley de Tolerancia de Cultos (Ley Calles) en 1926 en que entraron en vigor las siguientes condiciones: registro de iglesia; suspensión de funciones para clérigos extranjeros; prohibición de la exteriorización de opiniones políticas para el clero. Esto desencadenaría la primera guerra cristera (1926-1929) en México provocando una gran crisis entre el Gobierno y la Iglesia. Sin embargo, esto le tocó a Cabral vivirlo fuera del país; pero, un severo momento de prueba para el país fue cuando Calles, presionado por los efectos devastadores de la crisis de 1929 que aun prevalecía, pronunció un discurso al que se ha llamado “Grito de Guadalajara”. En ese denominado Grito del 21 de julio de 1934, Calles en su oficiosa condición de "Jefe Máximo de la Revolución Mexicana", acompañado de Lázaro Cárdenas como presidente electo y del gobernador de Jalisco, hacía un llamado para que la Revolución, triunfante en lo militar, se trasladara a partir de ese momento al ámbito de la conciencia, de la educación y, de manera más específica, a la educación de los niños. El Grito de Guadalajara marcaría el inicio de una serie de reformas al sistema educativo mexicano que culminaron con el proyecto de la llamada "educación socialista". Las tensiones creadas por el Grito fueron de tales dimensiones que, una vez más, se organizaron una serie de movilizaciones que, por su magnitud, son conocidas como la Segunda Cristiada, aunque en esta ocasión no hubo fracturas en el seno del episcopado. Además, Desde la Santa Sede, el papa Pío XI, consternado ante lo que parecía el inicio de un nuevo ciclo de violencia en México, publicó una encíclica. Esto trajo como consecuencia, entre otras cosas, persecución religiosa y el cierre de iglesias en algunos de los estados de la república, algunas de las cuales fueron clausuradas por decretos emitidos desde la Secretaría de Gobernación, dependencia de donde Cabral era el encargado del despacho, decretos como el emitido el 20 de septiembre de 1934 donde se clausura la Iglesia de La Merced en la ciudad de Colima.[104]

Cabral no sería ratificado por el presidente Cárdenas cuando toma posesión el 1 de diciembre de 1934, dejando la Secretaría de Gobernación. Solo un mes después, en los primeros días de enero de 1935, la prensa internacional especulaba que Cabral se iba como gobernador de Baja California impulsado por los políticos renovadores del Partido Norte de ese estado, finalmente esto resultaría falso o hubo cambio de planes.[105]

A principios de marzo de 1935, la casa de Cabral es cateada por agentes de la Procuraduría General de la República, misma que estaba bajo vigilancia pues se sospechaba que allí se ocultaba el general Antonio I. Villarreal, aunque esto resultó negativo.[106] Villarreal era su amigo y correligionario, y desde julio pasado era considerado un rebelde y enemigo político de Cárdenas, a quien Cabral desde Gobernación, había acusado de fraguar un complot en contra del gobierno, porque según sus partidarios Cárdenas había ganado las elecciones con fraude. Por lo que el gobierno seguía persiguiéndolo, aunque se suponía se encontraba en San Antonio, Tx. Después de este evento, en una larga entrevista con el presidente Cárdenas, Cabral solicita licencia por tiempo indefinido.[107]

A mediados de julio de ese mismo año, volvía sonar el nombre de Cabral, pero ahora como candidato a gobernador por Sonora, su tierra natal, y aunque se decía que era del agrado del presidente Cárdenas, esto tampoco se llevó a cabo.[108] Debido a la problemática política de Sonora en la se tuvo una serie de gobernadores interinos y no se había realizado lecciones, todavía a finales de diciembre se mencionaba a Cabral entre los posibles candidatos al gobierno de ese estado para las elecciones en julio de 1936.[109]

Todo parece indicar que la licencia que había solicitado a Cárdenas por Cabral no fue concedida y fue convencido de que siguiera en el gobierno federal realizando ciertas tareas y comisiones especiales para el presidente, como la publicada a principios de julio de 1936 en donde se dice que los generales Cabral y Palma llegan a Sonora a cumplir una comisión especial del presidente de la República, sin explicar en qué consiste dicha misión, pero debido a la situación política que prevalecía en el estado, es probable que tuviera que ver con la cuestión electoral de la gubernatura del estado.[110]

Para el anecdotario, en el Periódico Oficial del Estado de Colima de Diciembre 31 de 1936 se publicaba que la Cámara de Diputados de Aguascalientes había extendido una invitación a la legislatura de Colima para asistir con fecha 1 de diciembre a la toma de posesión como Gobernador Constitucional de Juan G. Cabral, cuando quien tomaría posesión era Juan G. Alvarado Lavallade.[111] Este tipo de “lapsus” no indica que Cabral era una persona muy popular y constantemente su nombre estaba en el ámbito nacional.

Cabral seguiría desempeñándose en el gobierno federal sin mayores sobresaltos, hasta que el 2 mayo de 1937 muere su esposa Elvira, después de un tiempo de estar enferma, quedando huérfana su hija Elvira Elena de 13 años.[112] Este sería, sin duda, un fuerte golpe moral para la vida cotidiana del general Cabral.

Sin embargo, todo continuaría y la popularidad de Cabral seguiría en ascenso, pues a principios de 1938 se le mencionaba, junto con Ramón F. Iturbe, como posibles candidatos a la presidencia de la república por el Partido Nacional Antirreeleccionista, institución política que se estaba preparando en elegir candidato para las elecciones de 1940.[113] Solo unos meses después, a principios de junio, de nuevo se rumoraba que Cabral sería nombrado Gobernador Sustituto de Sonora, pero como las veces anteriores, este nombramiento tampoco llega a concretarse.[114]

Sin embargo, Cabral sigue en el ejército y en la política. Iniciado 1939 y con la imposición de Manuel Ávila Camacho por Cárdenas como candidato a la presidencia empiezan a surgir nuevas instituciones políticas formadas esencialmente por generales revolucionarios como la surgida en febrero de 1939 denominada Centro de Unificación Revolucionaria Nacional donde el Presidente es el Lic. Gilberto Valenzuela, Primer Vice-Presidente general Ramón F. Iturbe, Segundo Vice-Presidente general Juan G. Cabral, Tercer Vice-Presidente general Marcelo Caraveo; además de otros generales y profesionistas que completaban la dirigencia como secretario, tesorero y vocales. El objetivo esencial de la organización era la unificación de los elementos revolucionarios.[115]

Cinco meses después, como oposición al gobierno izquierdista de Lázaro Cárdenas y molestos por la imposición de Manuel Ávila Camacho por el presidente, surge el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN) fundado en julio de 1939 por los partidarios del general Juan Andreu Almazán para postular su candidatura a la presidencia de la República. Partido ideológicamente identificado con la derecha política moderada y presidido por el Lic. Gilberto Valenzuela, que tendría como consecuencia que muchos partidarios del PRM (actual PRI) se pasaran al PRUN.

A pesar de todo lo que había surgido sobre Cabral como posible candidato a gobernador y presidente en meses anteriores, a mediados de septiembre de 1939, declara que no se involucrará en política, agregando que no pertenece a ningún partido político y que no pensaba figurar como candidato a la presidencia.[116]

Para enero de 1940, aún seguía en el ejército y a finales de ese mes, el Secretario de la Defensa Nacional, Agustín Castro, dispuso que la Junta Calificadora fuera integrada por los generales divisionarios Juan G. Cabral, Esteban Baca Calderón, Pilar R. Sánchez y los generales de brigada Gustavo A. Salinas y Juan C. Zertuche.[117]

Desempeñó diversas comisiones militares, estuvo adscrito al Estado Mayor de la Defensa Nacional; en la comandancia de la 4ª Zona Militar, con cuartel general en Hermosillo (aunque vivía en el D.F.) y en varias dependencias de la Secretaría del ramo. No se encontró la fecha en qué Cabral se retira de la milicia a la vida privada, pero debe haber sido después de 1940. No se vuelve a saber nada de él hasta el 11 de julio de 1942, ya que en la Ciudad de México su hija Elvira Elena a la edad de 17 años se casa con Francisco Javier Rosete Corte, médico originario de Hermosillo, Sonora.

Para septiembre de 1946 vivía en Cuernavaca, fecha en que es reportado grave y trasladado a la Ciudad de México para su tratamiento, acudiendo a visitarlo su hermano Luis.[118] Un mes después es reportado que había mejorado sustancialmente de su enfermedad, tan bien se sentía que incluso pensaba viajar a Tucson en un futuro cercano.[119] Sin embargo, el destino le tenía preparado otro camino, ya que Cabral muere en la Ciudad de México a las 15 horas del 16 de octubre de ese año de una complicación de sus enfermedades de neuritis y endocarditis, fallece en la calle Orizaba 100 de la Col Roma a poco más de dos cuadras de su domicilio de Jalapa 187 de la misma colonia.

 

Fragmento del acta de defunción del Gral. Juan G. Cabral (Imagen: Registro Civil D.F.).

El General de División Juan G. Cabral, fue enterrado en: Cuartel Ñ Tumba 659 del Panteón Español de la Ciudad de México en una tumba modesta, como lo fue toda su vida. Su hija Elvira Elena, única descendiente, muere en el 2006 y sus cenizas fueron depositadas en una urna anexada a los pies de la tumba de su padre.

 

Tumba del Gral. Juan G. Cabral en el Panteón Español (Foto: G. A. Moreno).


Tumba del Gral. Juan G. Cabral en el Panteón Español con el anexo que contiene las cenizas de su hija Elvira Elena (Foto: G. A. Moreno).

REFERENCIAS

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