LAS
HUELGAS DE LOS GRINGOS EN LA 4C
Introducción
La Cananea Consolidated Copper Company
(4C) fue constituida en 1899 y prácticamente desde el inicio de operaciones
tuvo problemas laborales por las condiciones de riesgo y salud en que
trabajaban y las jornadas tan largas impuestas a los obreros que no
correspondían con el salario recibido. Contra lo que la mayoría cree, no fueron
los obreros mexicanos los primeros en declararse en huelga, sino los
trabajadores americanos (gringos) a pesar de que laboraban en condiciones
salariales y áreas de trabajo mucho más favorables que la mayoría de los
mexicanos, también se quejaban de malos tratos y exigían jornadas de trabajo
más cortas y de acuerdo a la percepción salarial. La inmensa mayoría de estos
trabajadores era una mezcla de obreros pertenecientes a uniones proletarias de
los Estados Unidos como la Western Federation of Miners (WFM) y la Industrial
Workers of the World (IWW), todos ellos de ideas anarcosindicalistas que
actuaban rápidamente cuando las condiciones de trabajo no les eran favorables.
En este documento narraremos las
fechas, causas y desarrollo de las huelgas donde se involucran casi
exclusivamente trabajadores gringos de la 4C durante los primeros años de
operación (1902-1903), unas intrascendentes desde el punto de vista de los
efectos en la empresa, pero importantes por que reflejaban el ambiente laboral
en que trabajaban los obreros en la 4C. Otras llegaron a impactar la economía
de la empresa y los tiempos de construcción de los trabajos que en esos tiempos
se estaban llevando a cabo para ampliar y/o modernizar de la infraestructura de
la compañía.
Huelga del 15 de enero de 1902
Aunque casi desde el inicio de
operaciones de la 4C algunos sectores de los trabajadores habían estado
manifestando pública y soterradamente su inconformidad respecto a las
condiciones en que se laboraba en esta empresa, fue hasta el 15 de enero de
1902, aunque por pocas horas, que un grupo de trabajadores liderados por
americanos se lanzan a la huelga por primera vez en la historia de la 4C.
Los primeros en lanzarse a la huelga
fueron los obreros del sector de los “madereros” (timbermen) quienes trabajaban
la madera y se encargaban de colocarla como ademe o soporte de los túneles y
tiros de las minas para evitar derrumbes. El motivo de esta huelga fueron los
maltratos y despidos constantes que hacían los hermanos Reed quienes eran capataces
de turno en la Mina El Capote.
“Madereros” o ademadores trabajando para evitar derrumbes, 1900 (Foto: J. Sosa B.). |
William “Billy” Reed había estado trabajando en la empresa desde hacía varios meses como capataz del turno nocturno de la mina El Capote y a finales de 1901, procedente de Montana, había llegado a Cananea su hermano quien también fue empleado en la empresa con el mismo puesto. El hermano de “Billy” desde su llegada empezó a tener problemas con los empleados bajo sus órdenes y en los primeros cinco días, dicen, había despedido a más obreros que cualquier otro jefe en un año.
El problema se agudizó el martes 14 de
enero por la noche, cuando Reed entró en la mina y despidió a varios de los “madereros”
sin comentar primero con "Doc" Lambert quien era el jefe de la
cuadrilla. Esta acción fue resentida por el turno de esa noche y puso su queja con
McHenry, asistente del Superintendente, quien se negó a interferir y cuando este
turno salió por la mañana, se encontraron con el turno matutino, a quienes
informaron de lo sucedido durante la noche, estos se negaron a entrar a trabajar
y pronto se formó un grupo de unos 400 obreros en paro, quienes exigían la
reinstalación de sus compañeros y el despido de los hermanos Reed como jefes de
turno.
Un comité esperó al Superintendente
James Kirk y al Gerente General George Mitchell, quienes dijeron a los mineros
que un jefe de turno tenía tanta autoridad como otro y se negaron a intervenir
en el asunto, estableciendo las 4:00 p.m. de ese día como límite para que los obreros
reanudaran sus labores o serían despedidos.
Los obreros no tenían queja del
salario pues ganaban $3.50 y $4.00 dólares por ocho horas de trabajo, tampoco
tenían problemas con la empresa, el asunto se reducía al trato que recibían de
los hermanos Reed, quienes finalmente no fueron despedidos, por el contrario,
fueron cesados los líderes de la huelga y más tarde, de los 400 hombres en
paro, dos terceras partes regresaron a sus labores y el resto renunció y en su
gran mayoría regresaron a los Estados Unidos, concluyendo de esta manera la
primera huelga del largo historial laboral en las operaciones de esta empresa.
Huelga del 10 de marzo de 1902
Menos de dos meses después, el lunes
10 de marzo la empresa se vería afectada por otra pequeña huelga en el taller
mecánico de máquinas. Los maquinistas, todos americanos, iniciaron una huelga porque
el mayordomo despidió a uno de sus compañeros. Dos de los maquinista fueron a
la fundición y trataron de inducir a los que trabajaban construyendo las
calderas (caldereros), pero su esfuerzo fue en vano.
Estos dos maquinistas fueron
arrestados por policías mexicanos y encarcelados bajo los cargos de agitación,
pero fueron liberados al día siguiente. Unos pocos maquinistas regresaron a
trabajar, pero otros ocho o diez se negaron a regresar al trabajo y abandonaron
Cananea. Sin embargo, no todo estaba en calma y se mencionaba que los caldereros
no estaban totalmente satisfechos con las condiciones de trabajo y era un
problema latente que podía aflorar de un momento a otro.
Taller mecánico de máquinas a principios del Siglo XX (Foto: D. P.). |
Huelga del 23 de abril de 1902
Pero el inicio de 1902 seguiría siendo
complicado en las relaciones obrero-patronales de la 4C, ya que poco más de un
mes después, el día 22 de abril fueron informados que debería trabajar jornadas
de 10 horas sin aumentar el salario, en lugar de la jornada de 9 horas que
venían laborando con el pago de $4.50 dólares diarios. Al mediodía del
miércoles 23 de abril cerca de 170 obreros especializados (genéricamente les
llamaban mecánicos) que incluían maquinistas, caldereros, herreros y tuberos,
todos americanos, se declaran en huelga ante la respuesta de la empresa.
Aspecto de los talleres a principios del Siglo XX donde laboraban solamente americanos (Foto: D. P.). |
El mismo día 22 de abril, los obreros
se habían reunido y conformado un comité para redactar un pliego petitorio
dirigido a la 4C mismo que fue entregado al jefe de mecánicos y decía lo
siguiente:
“Señor:
Nosotros los maquinistas, caldereros,
herreros y tuberos en reunión conjunta de hoy, aprobamos las siguientes
resoluciones, a saber:
1.- Se resuelve que consideramos
abrogados de inmediato todos los acuerdos existentes entre la C. C. C. Co. y
los empleados anteriormente mencionados.
2.-Que exigimos $5.00 dólares al día,
nueve horas constituirán un día de trabajo, excepto los sábados, domingos y
fiestas oficiales, cuando ocho horas constituirán un día de trabajo, por lo que
recibiremos nueve horas de pago, $5.00 dólares.
3.- Que cualquiera de los técnicos
antes mencionados que se empleen en el trabajo nocturno regular, ocho horas
constituirá un turno, por el cual recibirán $5.00 dólares.
4.- Todo el tiempo extra se pagará a
tarifa doble.
5.- Nos negamos a pagar más honorarios
hospitalarios a la actual administración médica.
La comisión: B. J. Zabriskie, Mike
HanIon, George Bates, J. P. Cullen, J. C. Joy y Harry Cody.”
La escala de salarios establecida por
la comisión en el pliego petitorio fue presentada al jefe de mecánicos el mismo
día 22 y al siguiente día recibieron respuesta en una carta firmada por William
C. Greene comunicando lo siguiente:
“Señores:
Una comunicación firmada por ustedes,
fechada el 22 de abril, dirigida al Sr. Otto Rosenthal, jefe de mecánicos de la
Cananea Consolidated Copper Co., se ha enviado a mí. En respuesta se podría
afirmar que la C. C. C. Co. emplea a un gran número de hombres en sus diversas
ramas. La empresa en el futuro como lo ha hecho en el pasado, decidirá los
salarios que pagará a los empleados en sus diversas ramas de la empresa y sigue
siendo en conjunto con los empleados en cuanto a si trabajan para los salarios
de la empresa o no. La empresa reconoce que no hay ninguna obligación por parte
de cualquier empleado de trabajar para la empresa por los salarios ofrecidos, a
menos que lo considere oportuno. La empresa se reserva el mismo derecho que en
el pasado, para pagar los salarios que considere mejores. La política de la
compañía siempre ha sido muy liberal, y los salarios pagados por ella son
superiores a cualquier otro campo minero en los Estados Unidos o México.
En lo que respecta a los honorarios
hospitalarios, consideramos que, como cuestión de protección a los empleados de
la empresa, debe estar disponible el servicio médico para los hombres enfermos
y lesionados y que pueden estar temporalmente sin fondos para pagar
individualmente por los mismos, como una cuestión de protección, tanto para los
empleados como para la empresa, las tasas hospitalarias se cobrarán en el
futuro como se ha hecho en el pasado.
En conclusión, la empresa afirma que
aunque tiene una gran cantidad de obras de construcción en este momento y
naturalmente está interesada en su finalización en la fecha más temprana
posible, sin embargo, sería mucho mejor ver a toda la planta cerrada
indefinidamente que reconocer la arbitraria demanda presentada por ustedes.
Todas las personas que deseen volver a
trabajar sobre la base de los salarios hasta ahora pagados por la compañía,
pueden reanudar, reservándose la compañía en el futuro, como lo ha hecho en el
pasado, el derecho a incrementar o reducir los salarios según su criterio.
Confía en que los empleados de la
empresa tendrán en cuenta el hecho de que, si bien el alojamiento personal del
campamento no es todo lo que se podría pedir, sin embargo, la empresa está constantemente
tratando de mejorar las condiciones. Es imposible que un nuevo campamento, como
Cananea, de apenas doce meses de edad, proporcione los mismos alojamientos que
en las comunidades más antiguas, confiamos en que los empleados tomarán en
cuenta este hecho.
A todas las personas que no deseen
retomar el trabajo también se les pide que abandonen inmediatamente el
campamento, ya que los alojamientos proporcionados por la empresa son
necesarios para los trabajadores, y no puede ser utilizado por agitadores.
Atentamente.
W. C. Greene, presidente.”
El día 23 los obreros se declaran en
huelga en un grupo que incluía nueve maquinistas, cuatro tuberos (instaladores
de tubos) y diecisiete ayudantes, ochenta caldereros y treinta ayudantes, ocho
herreros y dieciséis ayudantes, lo que sumaba un total de 164 obreros
especializados. Cinco de los capataces estaban incluidos entre los huelguistas:
C. C. Jones, capataz de la casa de fuerza (power house); Harry Jelfs, taller de
máquinas; David O'Neill, taller de herrería; Harry Matamoore, taller de
calderas; y John Ujaak, capataz de trabajos exteriores (construcción).
Interior de la casa de fuerza a principios del Siglo XX (Foto: D. P.). |
Al siguiente día la mayoría de los hombres deambulaban por las calles de Cananea y siempre que se hacía referencia a la huelga intentaban aclarar que la empresa era totalmente culpable. Con pocas excepciones, los huelguistas declaraban que pronto dejarían la ciudad y partirían hacia otros campos mineros de la región en busca de trabajo. El capataz Ujaak declaró que desde hacía tres meses había hablado con la empresa respecto a que los empleados que estaban trabajando entre el polvo y la ceniza, no debían ser obligados a trabajar jornadas de 9 horas, pero que hacía dos días George Mitchell lo había buscado para decirle que todos los hombres debían trabajar 10 horas. Los hombres afectados por esta orden se reunieron y decidieron que preferirían abandonar el empleo que trabajar esa jornada tan larga. La compañía no cambió su orden y los hombres se declararon en huelga. Otra razón por la que estaban en huelga, decían, era por la forma en que se manejaba el servicio de hospital.
Instalación de uno de los 5 convertidores tipo Great Falls de 12 pulg de diámetro con capacidad de proceso de 30 ton/dia, instalado por trabajadores americanos, 1903 (Foto:CMC). |
El Gerente General, George Mitchell informó que iría a Los Ángeles donde haría un esfuerzo para conseguir obreros especializados que tomaran el lugar de los que abandonaron sus trabajos, pero hasta que los nuevos obreros llegaran el trabajo sería realizado por los hombres que estaban empleados en la fundición.
Ese mismo 24 de abril, algunos de los
huelguistas estuvieron enviando telegramas a todos los lugares posibles en el
oeste de Estados Unidos, advirtiendo a los potenciales obreros especializados
que se abstuvieran de ir a Cananea, ante la posibilidad de que pudieran ser
contratados por Mitchell en su viaje a Los Angeles.
Para el día 25 de abril muchos de los
huelguistas habían abandonado Cananea y se encontraban en Bisbee, pero el día
26, Johnny Cullen, uno de los maquinista que había abandonado la ciudad el día 24,
a petición de Otto Rosenthal, regresó con el propósito de realizar una
entrevista final con los funcionarios de la empresa respecto al regreso de los
obreros a su trabajo. Cullen llevaba el acuerdo de negociar con la compañía de
que los hombres volvieran a trabajar con el salario de $4.50 con la jornada de
nueve horas, sin embargo, no se llegó a un acuerdo permaneciendo los obreros en
huelga y seguían en su mayoría concentrados en Bisbee.
Por otra parte, el viaje de Mitchell a
Los Angeles había rendido frutos y el 28 de abril arribó a Benson el tren de
pasajeros conocido como el No. 10 de la Southern Pacific, con 32 obreros
especializados, contratados en California, que debían tomar el lugar de los
huelguistas. Cuando estos obreros descendieron del tren, fueron recibidos por
una delegación conformada por un grupo de maquinistas y caldereros encabezados Harry
Cody quien actuó como portavoz del comité. A estos 32 hombres les trasmitieron
sus quejas y las condiciones de trabajo que prevalecían en la 4C, de tal manera
que después de la conferencia 16 permanecieron en Benson y tomaron el siguiente
tren de regreso a California. Los 16 restantes tomaron el tren a Bisbee y de
allí a Naco, sin embargo, 10 regresarían de nuevo a Bisbee y solo seis
decidieron seguir hasta Cananea.
Se sabía que otro tren con una
cantidad similar de obreros llegaría al día siguiente y una comisión de
huelguistas se trasladó hasta Tucson para platicar con el grupo en tránsito y evitar
que llegaran a Cananea, logrando que algunos desistieran, pero no pudieron
evitar que otros llegaran atraídos por los salarios y la necesidad de trabajar.
Mientras tanto en Cananea los trabajos
en las demás áreas seguían adelante, incluso la fundición seguía trabajando,
aunque a un ritmo bajo, ya que 4 de los 6 hornos de la fundición habían parado.
Para estas fechas en Cananea la construcción de edificios y casas estaba en
auge, por lo que la problemática se centraba en áreas muy específicas y todas
eran ampliaciones o adecuaciones de lo que ya existía, por lo que el impacto
era a futuro.
La empresa había tratado de conseguir
que más hombres tomaran el lugar de los huelguistas, pero no tenía éxito,
aunque estaban ofreciendo cincuenta centavos por hora, misma cantidad ofrecida
a los huelguistas. Para el 7 de mayo se decía que ya era cerca de 200 maquinistas,
caldereros y herreros habían abandonado su empleo en la empresa.
Otro día, el 8 de mayo, George
Mitchell en entrevista con el Bisbee Daily Review al respecto de la huelga
comentaba:
"No fue una huelga, despedí a
toda la pandilla por emborracharse y no volví a contratar a ninguno de ellos,
si tuviéramos que pagar a los mexicanos 10 dólares al día para tomar su lugar,
lo haríamos."
Por supuesto, esto solo mostraba el
enojo y la indignación que tenían Mitchell y Greene al ser desafiados por un
grupo de obreros quienes hasta el momento habían tenido éxito en frenar, aunque
no del todo, el avance de la modernización y adecuación de las instalaciones
mineras en Cananea. Pero siguió comentando:
"Si los hombres hubieran dicho en
primer lugar que tenían un agravio y hubieran venido a hablar con nosotros,
habríamos estado dispuestos a escucharlos, pero en vez de eso, inventaron una
queja después de ser despedidos.”
"Tenemos ahora cincuenta hombres
trabajando que fueron traídos de Denver y puedo obtener 200 más si quisiera. Todos
los empleados ahora pertenecen al sindicato y todos los lugares están ocupados.
En poco tiempo vamos a incrementar la fuerza de trabajo, para pasar, tan pronto
como sea posible, con los detalles.”
"Todos los hombres que
renunciaron están dispuestos a regresar por $4.50 al día por 10 horas en alguna
parte de la planta y nueve horas en el techo de la fundición. En este momento ninguno
de ellos está en Cananea y queremos que se mantengan alejados de ahí.”
"No tengo problemas con los sindicatos,
pero no queremos sindicatos del tipo que se mezclaron en este problema. Si los
hombres hubieran actuado igual que el pasado noviembre cuando tuvieron una
queja, todo estaría bien.”
"Los hombres que envié desde Los
Ángeles fueron informados con mentiras en Benson, se les informó que si
llegaban a Cananea se enfermarían o serían metidos a la cárcel. Los hombres que
murieron en Cananea, son los que no se cuidan así mismos, igual que los de
Bisbee.”
"La reunión informal de
directores que se celebró recientemente en Cananea, tenía por objeto revisar la
planta y ver lo que se había hecho. Los directores están todos perfectamente
satisfechos y se sorprendieron por la gran cantidad de desarrollo."
Mitchell argumentaba que después de
haber sido despedidos inicia el problema, sin embargo, estaba documentada la
problemática desde hacía meses y solo era cuestión de tiempo para que el descontento
de los obreros aflorara totalmente, las condiciones de trabajo en algunas áreas
eran poco saludables y riesgosas, ya habían fallecido obreros y todavía querían
aumentar la jornada sin incrementar el salario.
Ese mismo día, contrario a lo que
declaraba Mitchell, Scott White el tesorero de la 4C declaraba al periódico
Arizona Republican que la empresa seguía trabajando, pero que hacía falta
personal en todos los departamentos afectados por los huelguistas y que seguían
en pláticas para tratar de resolver el problema lo antes posible.
Días después, Greene quien había
estado varios días fuera de Cananea, después de viajar a San Francisco y Nueva
York, el día 14 de mayo había llegado a Prescott, Az, donde fue entrevistado
declarando lo mismo que había expresado Mitchell, fingiendo ignorancia de lo
que ocurría en sus propiedades.
La huelga seguía enmarcada en
declaraciones de ambos bando y para finales de ese mes de mayo, probablemente
queriendo causar confusión entre los huelguistas, aparecen despachos y declaraciones
firmados por W. W. Barbarick, quien se autonombraba presidente de la Unión de
caldereros (Brotherhood of Boilermakers) de Kansas City, declaraciones que
decían que en Cananea no había ningún problema, sin embargo, pronto surgieron
voces calificándolo de impostor y asegurando que el presidente era John McNeill.
Probablemente era gente pagada por la empresa para que la problemática que se
vivía en la empresa no se extendiera y poder atraer trabajadores para
satisfacer sus necesidades de mano de obra calificada a menor costo.
Junio sorprendería a la 4C todavía con
la huelga y la guerra de declaraciones. El 4 de junio se publica el testimonio
de William J. Gilthorpe, secretario y tesorero de la Unión de Caldereros y de Constructores
Navales de Hierro de América, desmintiendo las declaraciones de Barbarick, en
el sentido de que era el presidente de la Unión de los Caldereros y de que no
había problemas laborales en Cananea.
En carta escrita en Kansas City el 31
de mayo, Gilthorpe declara que W. W. Barbarick es un impostor y que es
desconocido para la gran logia. Afirma además, que existen problemas laborales
en Cananea, Needles y San Bernardino; y que el motivo de las huelgas es por
mejores salarios para hacer frente al aumento del costo de vida y para pagar
las tarifas exorbitantes requeridas por los honorarios del hospital y otras
necesidades reales.
Aunque en Cananea se seguía declarando
por parte de la empresa que no había problemas, hacia mediados de junio la
compañía tuvo que mandar hasta Tucson maquinas del ferrocarril para su
reparación, ya que no había suficientes maquinistas y mecánicos para ocuparse
de todas las necesidades de la 4C en este departamento.
Después de poco más de dos meses de
huelga, a finales de junio G. R. Tracy, superintendente de construcción de la
4C, recién contratado por la empresa, fue a Tucson y celebró una reunión con el
comité del sindicato de mecánicos. Esta reunión finalizó con un acuerdo firmado
por Tracy por parte de la 4C y Harry Cody por parte del comité de mecánicos,
acuerdo que decía lo siguiente:
“Tucson, Ariz. 27 de junio de 1902.”
“Sr.
Harry Cody, Presidente del Comité de Mecánicos:”
“Estimado señor: Respondiendo a su solicitud
del 26 de junio en cuanto a las condiciones bajo las cuales usted desea que los
Mecánicos vuelvan al trabajo, digo en nombre de la Cananea Consolidated Copper
Company: Por el presente consiento en reintegrar a los mecánicos involucrados
en el último desacuerdo, a los cargos que anteriormente ocupaban previo a dicho
acuerdo - salarios y horas permanecerán igual que antes del desacuerdo- y que
nuestro trato a dichos hombres será el mismo que si no hubiera habido desacuerdo,
siempre y cuando los hombres soliciten dichos puestos con dos semanas de
anticipación a partir de la fecha de este documento.”
“T. H. Tracy, Superintendente de
Construcción.”
“En nombre de los mecánicos
mencionados por el presente acuerdo arriba convenido, declaro que el desacuerdo
que existió en Cananea se resuelve amistosamente.”
“Harry Cody, Presidente del Comité de
Mecánicos.”
Después de la firma del acuerdo, los
huelguistas fueron notificados y se presentaron en Cananea. Henry Matamore
reanudó su antiguo cargo como capataz general. Conforme los anteriores
empleados llegaron Cananea fueron puestos a trabajar desplazando a los hombres
que habían ocupado sus lugares durante la huelga. Todo iba bien hasta que
Matamore decidió reemplazar a un hombre llamado W. H. Bailey, quien era el
capataz interior del taller de calderas y había llegado de Albuquerque durante
la huelga. Bailey objetó y no permitía su desplazamiento del puesto. El señor
Matamore dijo entonces si no podía poner a los antiguos empleados a trabajar
bajo el acuerdo que habían firmado, dejarían la empresa.
Matamore fue a ver a George Mitchell
quien declaró que no sabía nada de ningún acuerdo y que no podía interferir con
las acciones del maestro mecánico. Al no encontrar respuesta, Matamore acudió
con Greene, pero tampoco hizo nada para apoyarlo en su determinación de
reemplazar a Bailey. Debido a esto, los mecánicos se declararon en huelga de
nuevo, argumentando que la empresa no cumplió con el acuerdo suscrito hacía una
semana. Los mecánicos habían trabajado una semana con la esperanza de que la
empresa aceptara los términos del acuerdo y después abandonaron en silencio la
empresa.
Ante esta situación los mecánicos
optaron por parar definitivamente sus labores y el sábado 12 de julio empezaron
a abandonar la ciudad, incluyendo una gran cantidad de carpinteros que había
sido traídos de Denver, quienes dijeron que tenían problemas con la empresa y
no estaban satisfechos con la condiciones de hacinamiento y la falta de alojamiento
en el campamento, concluyendo definitivamente la huelga de poco más de dos
meses y medio, sin obtener los trabajadores el aumento de salario solicitado,
ni la compañía pudo instaurar las jornada de 10 horas con salario de $4.50
dólares, perdiendo una gran cantidad de mano de obra calificada, ya que solo
unos 15 de los huelguistas siguieron laborando en la empresa. Para terminar la
fundición fue necesario traer mecánicos de Colorado con lo que se produjo un
retraso de 60 días.
Huelga del 1 de enero de 1903
Los días de plácemes por la
construcción y operación del tren de vía angosta, durarían muy poco, ya que el
26 de diciembre de 1902, a través de A. W. Burchard, Gerente de la 4C, había
informado a los trabajadores, quienes eran miembros de la Hermandad de
Maquinistas, que a partir del 1 de enero de 1903, sus salarios serían reducidos
en cincuenta centavos de dólar por día en el caso de maquinistas, bomberos,
cargadores y guardagujas; y veinticinco
centavos a los conductores, Esta situación no les gusto a los operarios y ese
día se lanzaron a huelga. Unos 100 hombres dejaron de trabajar y algunos de
ellos abandonaron Cananea, denunciando que no regresarían a trabajar hasta que
les pagaran el salario que recibían en 1902, ya que argumentaban que el trabajo
en el tren era particularmente difícil. Uno de los resultados inmediatos de
esto fue que la fundición fue cerrada debido a la falta de carbón.
Aunque el tren no dejó de trabajar, ya
que estaba siendo operado con personal de Greene, pero no pudo conseguir
suficientes hombres para operarlo al cien por ciento y solo estaban operando
dos de los seis trenes con los que contaba este sistema ferroviario en esa
fecha, uno de ellos era operado por Carl Kinney, el jefe de mecánicos.
Como muchas de las áreas estratégicas
de la empresa, este ferrocarril también estaba operado totalmente por empleados
americanos, por lo tanto, ganaban en dólares y la escala de salarios, antes de
la huelga, era la siguiente:
Tipo
de empleado
|
Salario
(dlls)
|
Jornada
|
Maquinista (Enginers)
|
$5.00
|
10 horas
|
Conductores (Conductors)
|
$4.00
|
10 horas
|
Bombero (Firemen)
|
$3.50
|
10 horas
|
Cargadores (Brakesmen)
|
$3.50
|
10 horas
|
Guardagujas (Switchmen)
|
$3.00
|
12 horas
|
Maquinistas de la 4C a principios del Siglo XX (Foto: D. P.). |
La huelga se prolongó solo hasta el 12 de enero, día en que operarios y empresa, llegaron a un acuerdo en que se les seguiría pagando el salario anterior, pero solo hasta el 1 de febrero; sin embargo, se esperaba que si la empresa reducía sus salarios en esa fecha, los operarios del ferrocarril renunciarían en masa. Por su parte la empresa explicaba que la reducción de salarios se debía a que cuando se les contrató durante la construcción de la vía, se les ofreció un salario alto para evitar que se fueran a otras empresas, ya que había una gran oferta laboral, pero que la oferta había bajado notablemente y era imposible seguir manteniendo esa escala de salarios.
Como se esperaba, al mantener la 4C la
reducción de salarios a partir del 1 de febrero, de nuevo los operarios
abandonan sus labores y la fundición tiene que cerrar todos sus hornos y
suspender toda actividad.
James King, uno de los hombres que
trabajaban en el ferrocarril, al ser entrevistado en Bisbee comenta que los
operarios de los trenes no van a volver al trabajo a menos que se les pague los
salarios anteriores. Dice que el trabajo realizado durante el mes pasado ha
sido en el entendimiento de que los salarios no se reducirían y seguía
comentando:
"No podemos trabajar en Cananea
por ningún salario menor que el que la
compañía nos han estado pagando y no van a ser capaces de conseguir
ningún hombre para tomar nuestros lugares que haya tenido alguna experiencia en
ferrocarriles. La empresa puede ser capaz de cubrir los puestos vacantes con
hombres de Greene, pero nunca conseguirán los hombres competentes para hacer el
trabajo con el precio que desea pagar. Hemos tratado de resolver el asunto por
medio de arbitraje, pero la empresa se niega a pagar más de los salarios
ofrecidos con la reducción y nosotros nos negamos a trabajar con ese
salario."
La huelga provocó grandes daños a los
intereses de la empresa. El cierre parcial de los hornos de la fundición y de
los trenes, ocasionó pérdidas por más de 15 mil dólares por día que duró la
huelga de los operarios del ferrocarril de vía angosta. Los huelguistas
afirmaban que la empresa tendría grandes dificultades para hacer que los
hombres con experiencia volvieran a ocupar sus lugares. Sin embargo, desde hace
algún tiempo la compañía había estado aplicando una política destinada a
sustituir mano de obra americana con mexicana, para lograr reducir los gastos
de la empresa, y aunque al principio tuvieron una gran cantidad de problemas
con esta mano de obra barata por la falta de experiencia, finalmente
resolverían los problemas, ya que además, al resolverse la huelga el 10 de
febrero de 1903 con una reducción de 25 centavos de dólar por día, algunos de
los principales operarios de los ferrocarriles regresaron a trabajar de nuevo.
Pero lo problemas no terminaban, el 17
de febrero de nuevo se van a la huelga por otra rebaja en el sueldo de bomberos
y cargadores, a quienes le habían reducido el salario a $2.50 dólares por día,
recibiendo un duro golpe en sus percepciones salariales; sin embargo, la
empresa resolvió el problema sustituyéndolos por mexicanos y gente de confianza
de Greene, por lo que a corto plazo los trenes y la fundición operaban sin
mayores problemas.
Comentarios finales
Durante agosto de 1904 se presenta un
nuevo conato de huelga en la 4C, otra vez impulsado por obreros estadounidenses
por el despido de 200 trabajadores al terminar el octavo horno de la fundición,
aunque esta vez no parece haber tenido mayores consecuencias. No es extraño que
estos primeros movimientos de protesta, aunque reducidos, fueran protagonizados
por obreros estadounidenses, ya que estos querían ser pagados y tratados como
en Estados Unidos. La inmensa mayoría de estos trabajadores era una mezcla de
obreros pertenecientes a uniones o sindicatos proletarios de los Estados Unidos
como la Western Federation of Miners (WFM) y la Industrial Workers of the World
(IWW), todos ellos de ideas socialistas y sindicalistas que actuaban
rápidamente cuando las condiciones de trabajo no les eran favorables, y serían
primero ellos, después el Magonismo, quienes darían al incipiente proletariado
cananense las bases para la construcción de una conciencia de clase, una
organización y una forma de luchar por sus derechos laborales y humanos que
veríamos en acción el 1 de junio de 1906, donde estarían involucrados casi
exclusivamente obreros mexicanos que pertenecían a los últimos peldaños de la
escala salarial que manejaba la empresa, empleados que al igual que los obreros
americanos involucrados en las huelgas aquí mencionadas, pedían mayor respeto a
sus derechos humanos y laborales, además de mejoras salariales, pero a
diferencia de los obreros americanos, en este caso los obreros mexicanos fueron
reprimidos a golpes, balas y con cárcel.
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