MANUEL M. DIÉGUEZ: Un
incansable luchador casi olvidado en Cananea. Parte II.
Gustavo A. Moreno Martínez moremar@prodigy.net.mx
INTRODUCCIÓN
En esta segunda parte de la
vida de Manuel M. Diéguez se describirá su andar en la revolución a partir de
que deja el sitio de Guaymas y abandona el estado de Sonora, después de una
breve estancia en Cananea donde es comisionado junto con B. Hill para formar
parte de la organización de la visita de Carranza a esa ciudad a mediados de
octubre. Después es enviado a Sinaloa para iniciar el desplazamiento de los
huertistas del noroeste y occidente del país, convirtiéndose, prácticamente, en
el general favorito de Obregón. Después de la toma de Guadalajara sería
nombrado Gobernador y Comandante Militar de Jalisco, para posteriormente, dada
la necesidad, es llamado a defender el centro del país de los ataques de Villa,
después que éste rompe con Carranza. Finalmente, esta segunda parte trata la
parte en que Diéguez es enviado a Sonora, ya que se vaticinaba la invasión de
ese estado por Villa para reunirse con el gobernador Maytorena.
LA
TOMA DE CULIACAN
Después que el Jefe del
Ejército Constitucionalista, nombró al General Álvaro Obregón Jefe del Ejército
del Noroeste, con el objetivo de derrocar al usurpador Huerta, fijaron su
camino hacia Sinaloa. La campaña de ese estado estaba encaminada a tomar la ciudad
de Culiacán, ya que por ella pasaba el ferrocarril sud-pacífico, vía importante
por la utilización en el desplazamiento de tropas revolucionarias o federales,
por lo que se convirtió en el principal objetivo militar de los constitucionalistas
de Sinaloa y Sonora.
Las fuerzas que Obregón movilizó
de Sonora para dar empuje a las operaciones de Sinaloa, fueron las de Diéguez,
quien ya había sido ascendido a general, y 100 hombres del 4.º Batallón de
Sonora, con las que marchó, habiéndose incorporado a Bamoa el 24 de octubre;
pasando en seguida a Sinaloa (de Leyva), donde se encontraban los generales
Iturbe y Hill. Al asumir el mando de las operaciones de Sinaloa, Obregón nombró
segundo en jefe al general Iturbe, luego continuaron el avance hasta Guamúchil,
donde los federales habían destruido por completo un gran puente sobre el río
Mocorito.[1]
En aquella estación, recibió
un telegrama de la Primera Jefatura comunicándole que había sido designado el
general Felipe Ángeles para el puesto de secretario de Guerra, en el gabinete
del señor Carranza. El concepto que Obregón se había formado del Gral. Ángeles,
durante el poco tiempo que lo trató, era tan malo, que creía honradamente que
su nombramiento sería de consecuencias lamentables para la Revolución, y así se
lo hizo saber a Carranza con toda sinceridad. También le dijo que todos los
demás jefes participaban de la misma impresión, como lo demostraba el hecho de
que los generales Hill y Diéguez llegaron hasta a presentar solicitud para
obtener su baja en el ejército. Con ese motivo, previa anuencia permiso del Primer
Jefe, se trasladó a Hermosillo para tratar verbalmente el asunto, mientras se
reparaban las vías para continuar el avance a Culiacán. Después de la
entrevista con Carranza, Obregón consideró conveniente la postura del Primer
Jefe y así se lo planteó a Diéguez y Hill, quienes desistieron de su baja del
ejército.[2]
El día 29 de octubre quedó
terminado el puente sobre el río Mocorito y esa misma noche cruzó el tren con
la columna del Gral. Diéguez acampando en Guamúchil. Después se incorporarían
las columnas del Gral. Hill y las fuerzas sinaloenses que se encontraban en
Sinaloa (de Leyva), de esta manera se fue avanzando poco a poco hasta colocar
todas las fuerzas de Sinaloa y Sonora alrededor de Culiacán, previamente se
había tomado posesión de todos los pueblos desde Altata hasta la capital del
Estado.
El día 7 de noviembre, acompañado
de los generales Iturbe y Diéguez, de los miembros de su Estado Mayor, de los
mayores Mérigo y Breceda y de la escolta del Cuartel General, el Gral. Obregón hizo
un reconocimiento por la loma que queda frente a Culiacán y entre esta plaza y
Palmito, estableciendo una cadena de tiradores sobre ella, de Norte a Sur, con
fuerzas del general Diéguez. Continuamos nuestro reconocimiento, buscando el
sitio más apropiado para emplazar nuestras piezas de artillería, y fue
designado un lugar dominante a la vez sobre la población y sobre la capilla de
Guadalupe, en cuya loma los federales tenían sus principales posiciones. Di
órdenes al general Diéguez para que se abriera una brecha por donde conducir
las piezas, sin que el enemigo se apercibiera de ello, trabajo que se emprendió
desde luego y regresé al Cuartel General sin que los federales nos hicieran más
fuego que una descarga cuando estábamos al descubierto, en observación, sobre
la casa de la sección ferrocarrilera de Palmito.[3]
En la tarde del mismo día 7,
acompañado de las mismas personas, Obregón marchó por las lomas que son continuación de
las que habían sido exploradas por la mañana y que quedan al sureste del sitio
en que estaba establecido el Cuartel General, hasta ponernos a la vista de las
fortificaciones federales de la capilla de Guadalupe, pudiendo notar en este
reconocimiento que los federales tenían algunos fortines en lo alto de cada una
de las lomas que circundan la de la capilla.
Volvió en la mañana del 8,
acompañado de los mismos jefes y del teniente coronel Manzo, a practicar un
nuevo reconocimiento sobre las lomas recorridas en la tarde anterior, hasta
fijar con precisión las posiciones enemigas. En este reconocimiento fuimos
acompañados por el señor gobernador Riveros.[4]
Teniendo ya conocimiento
exacto de las posiciones que ocupaban los federales, Obregón armó un plan
general de ataque sobre la plaza, reunió a todos los jefes por la tarde del
mismo día 8 a fin de dárselos a conocer; y todos estuvieron conformes con él
con pequeñas modificaciones. Los jefes que estuvieron presentes, fueron: el
Gobernador, general Felipe Riveros; los generales Ramón F. Iturbe, Manuel M.
Diéguez y Benjamín Hill; coroneles Claro Molina, Manuel Meztas y Macario
Gaxiola; tenientes coroneles Miguel M. Antúnez, Francisco R. Manzo, Gustavo
Garmendia, Carlos Félix, Antonio A. Guerrero y Antonio Norzagaray y mayores
Emilio Ceceña, Alfredo Breceda, Juan José Ríos, Esteban B. Calderón, Camilo
Gastélum, Juan Mérigo y Pablo Quiroga. Quedando la ciudad sitiada por cinco
columnas, tres por el sur, otra por oriente y una por el poniente.[5]
Plano de la toma de Culiacán el 12-14 de noviembre de 1913 (Imagen: SEDENA). |
En la mañana del 9, el Gral.
Diéguez comenzó a movilizar sus fuerzas con objeto de tomar las posiciones que
prevenían el plan de ataque, También, las fuerzas a cargo del Gral. Hill
formaron una larga cadena de tiradores desde las orillas del río hasta frente a
la casa de la Sección. Ese día y los siguientes se tuvieron algunos
enfrentamientos aislados, hasta que el día 12 de noviembre se ordena el avance
y ataque sobre las defensas huertistas que defendieron fuertemente hasta que al
amanecer del día 14 abandonan sus posiciones, quedando la ciudad en posesión de
los constitucionalistas.
Como siempre lo hacía en sus
informes sobre los eventos al Primer Jefe Constitucionalista, el Gral. Obregón,
además de narrar planes y hechos, gustaba mucho hablar sobre el comportamiento
de sus jefes y oficiales durante el desarrollo de los combates y en la toma de
Culiacán, del Gral. Diéguez comenta lo siguiente:
“Mientras
se desarrollaban estos acontecimientos por el frente e izquierda, el general
Diéguez había emprendido también el avance por la derecha, destacando al 4.º
Batallón a apoderarse de uno de los fortines que quedaban frente a la capilla,
y al 5.º Batallón al asalto de otro fortín, que era el principal de los que
tenía al frente la capilla.”
“El
mismo general Diéguez destacó una compañía del Cuerpo de Voluntarios de Cananea
a reforzar al 4.º Batallón, que desde la mañana siguiente se batía bizarramente,
disputando al enemigo el magnífico fortín de que estaba apoderado, sufriendo la
herida del capitán primero Cenobio Ochoa y uno de tropa.”
“En
la misma noche, el general Diéguez, con fuerzas de Cananea y otras fracciones
de su columna, usando especialmente bombas de dinamita, logró desalojar al
enemigo del fortín que por la mañana le disputaba el 4.º Batallón, y se apoderó
de él, resistiendo el nutrido fuego, tanto de artillería como de fusilería, que
desde la capilla y otros lugares hacíanle los federales.”
“Al
amanecer del 14, el general Diéguez, con sus tropas, tomó posesión de la
capilla, acampándose allí, y en la mañana del mismo día todas las fuerzas
hicieron su entrada a la ciudad….”
“Merece
también muy especial recomendación el general Diéguez que estuvo activo y
bizarro como siempre….”[6]
Esa misma mañana, por
disposición del general Iturbe, el coronel Laveaga con sus fuerzas inició la
persecución del enemigo, a fin de que tuviera contacto con él e informara con
precisión la ruta de huida, para ordenar la salida de una fuerza mayor. A las
11 a. m. del mismo día 14, por escrito comunicó orden al general Iturbe a fin
de que dispusiera que el general Blanco marchara inmediatamente con sus tropas
a Limoncito, donde tenía su caballada, y allí emprendiera la marcha, trazando
una diagonal por el Robalar, con objeto de evitar que los federales se
embarcaran en aquella playa, si llevaban intento de hacerlo. En la misma orden
dispuso que el general Arrieta marchara con sus fuerzas de caballería por el camino
carretero rumbo a Mazatlán, paralelo a la vía del ferrocarril, y el general
Diéguez, con mil hombres de infantería, marcharía por el centro, por la vía del
ferrocarril, esa misma tarde.[7]
El general Diéguez marchó en
un tren, con sus fuerzas, compuestas de las siguientes fracciones: 4.º Batallón
de Sonora, Batallón Libres de Sonora, 1.er Batallón de Sonora y una fracción
del 2.º Regimiento de Sinaloa, bajo las órdenes directas del teniente coronel
Francisco R. Manzo, y 5.º Batallón de Sonora y 1.º y 2.º cuerpos de Cananea, a
las inmediatas órdenes de los mayores Juan José Ríos y Pablo Quiroga. Este tren
militar llegó en la mañana del 15 al kilómetro 597 de la vía del ferrocarril,
donde encontró un puente recientemente quemado, y habiendo ordenado el general
Diéguez echar pie a tierra, se continuó la marcha para Quilá, distante 4
kilómetros, y donde se suponía que se encontraba el enemigo.[8]
El día 15 de noviembre el
general Diéguez, da alcance a los federales en Quilá, donde tiene un
enfrentamiento y los hace emprender de nuevo la fuga, marchó sobre él y lo
obligó a presentar resistencia en los bordes del río, en cuyo lugar lo batía
desde mediodía. El fuego cesó ya entrada la noche, y a esa hora Obregón habla
con Diéguez, ordenándole que dé descanso a la tropa y aprovisionamiento en lo
posible, se reconcentrara a Quilá; pues el enemigo había proseguido su fuga
hacia el Sur, según le fue informado por quienes hicieron el reconocimiento.[9]
Dado que no se podía seguir
por ferrocarril hacia el sur, Obregón dispuso que Diéguez permaneciera en Quilá
con parte de su fuerza para hicieran la reparación del puente quemado y, una
vez que estuviera reparado, siguieran al sur.
Para el día 21 el general
Diéguez había dado fin a la reparación del puente quemado en el kilómetro 597 y
había continuado por ferrocarril hacia el Sur con los cuerpos de Voluntarios de
Cananea, una fracción del 5.º Batallón y las fuerzas del teniente coronel De la
Rocha, teniendo que reparar algunos puentes pequeños en el trayecto, hasta
llegar el día 21 a La Cruz, donde lo detuvo la destrucción que hicieron los
federales del puente sobre el río de Elota.[10]
A finales de noviembre,
Obregón se traslada a Hermosillo con la finalidad de adquirir pertrechos que
necesitaría para continuar con su campaña hacia el sur, además de recibir
instrucciones de Carranza y después acompañarlo en su viaje hacia Chihuahua, lo
que hizo que su estancia en Sonora se prolongara hasta el 14 de abril de 1914,
día en que ordenó la salida, con destino a Culiacán, de todas las fuerzas que
deberían emprender la campaña por el Occidente y el centro de la República,
inclusive la artillería, que la formaban 10 cañones de grueso calibre, al mando
del mayor Juan Mérigo y 10 ametralladoras al mando del mayor Maximiliano Kloss.
La columna llevaba también, para los servicios de campaña, el biplano Sonora
que era tripulado por el capitán Gustavo Salinas y su ayudante Teodoro
Madariaga.[11]
Manuel M. Diéguez al volante en Culiacán, 1914 (Foto: Fototeca Nacional, INAH). |
SITIO
DE MAZATLAN
Mientras tanto, durante todo
ese tiempo, el Gral. Diéguez había permanecido entre Sinaloa y Tepic a cargo de
su columna, pero el día 17 de abril, desde estación Modesto inicia movimientos
hacia el sur con su brigada para posicionarse al sur de Mazatlán con la finalidad
de evitar que vinieran refuerzos de Tepic a este puerto, y para que su fuerza
quedara a la vanguardia de la marcha más al sur. Después, Obregón ordena la
salida del resto de las fuerzas, siendo inmediata la marcha de la brigada de
caballería del general Blanco, con instrucciones de avanzar adelante de las
posiciones del Gral. Diéguez y quedar como extrema vanguardia sobre la vía a
Tepic.[12]
Estando Obregón en su
cuartel de Culiacán, recibe de parte del Gral. Alvarado, quien estaba a cargo
del sitio de Guaymas, una nota donde le informa que los federales le informaron
que los norteamericanos habían desembarcado en Veracruz y estaban atacando el
puerto y le solicitaban unirse a ellos para defender al país a lo que el Gral.
Obregón les contesta que no se unirán a ellos y llegado el momento defenderán a
la patria hasta agotar todos los elementos cuando lo ordene Carranza, ya que la
invasión habría sido provocada por Huerta.[13]
El Gral. Diéguez, desde su
campamento al sur de Mazatlán, le dio también parte de que los federales
sitiados en aquel puerto, lo invitaban a unirse a ellos, con motivo de los
acontecimientos registrados en Veracruz, a quien dio instrucciones para enviar
al jefe de la guarnición de Mazatlán una respuesta idéntica a la que envió
Obregón a Guaymas por conducto de Alvarado.[14]
Mientras Obregón se hacía
cargo del sitio de Mazatlán, Diéguez había recibido la orden de avanzar hacia
el sur, con el objetivo de ir atacando todos los sitios en posesión de los
huertistas.
TOMA
DE ACAPONETA Y TEPIC
En su avance hacia el sur,
los generales Diéguez, Blanco y Buelna recibieron la orden de atacar Acaponeta,
cuya defensa federal estaba constituida por 1,600 hombres al mando del Gral.
Solares y contaba con tres cañones, varias ametralladoras y una considerable reserva
de parque. Esta plaza sería sitiada y después atacada habiéndose rendido a las 11:30
a.m. del 5 de mayo quedando prisionera toda la guarnición, se recogieron más de
dos mil rifles, tres cañones y un millón de cartuchos.[15]
Además que todos los pertrechos
de la guarnición pasaron a manos de los constitucionalistas encabezados por
Diéguez, también una buena parte de las fuerzas huertistas pasaron
voluntariamente a engrosar las filas constitucionalistas, siendo enviados a
Hermosillo solo los jefes y oficiales.
Después de la rendición de
Acaponeta, Obregón ordenó a los generales Diéguez y Blanco que avanzaran con
sus tropas sobre la plaza de Tepic. A Blanco le dio instrucciones que con su
caballería atacara por el Sur de Tepic, tanto para evitar que la guarnición de
dicha plaza recibiera refuerzo, como para impedir el paso a la misma, en caso
de que intentara huir rumbo a Guadalajara. Por otra parte, el general Diéguez
con su infantería y artillería debería atacar por el Norte. Al mismo tiempo les
recomendaba hacer todo esfuerzo por impedir que los federales destruyeran el
puente del ferrocarril que está sobre el río de Santiago, considerando que su
destrucción dificultaría mucho la marcha hacia Guadalajara.
Para el día 15, el general
Diéguez, comunica al general Obregón que la plaza de Tepic había sido tomada, y
de esta batalla Obregón enviaría el siguiente parte telegráfico a la Primera
Jefatura:
“…..Tepic
lo defendían dos mil federales, perfectamente ‘afortinado’, y el combate duró
veinticuatro horas, habiendo estado muy reñido. Una parte de la guarnición
desertó en la madrugada de hoy y se le persigue con tenacidad. Con esta
victoria queda controlado por nuestro ejército el Territorio de Tepic, y en
nuestro poder toda la línea del Ferrocarril Sud-Pacífico, desde Nogales hasta
Tepic. Hoy mismo destaco una columna a cortar las comunicaciones entre Colima y
Manzanillo, con lo cual las guarniciones huertistas de Guaymas y Mazatlán
quedarán abandonadas a su propia suerte. Respetuosamente. General en Jefe. Álvaro
Obregón.”[16]
En Tepic se infligió al
enemigo una completa derrota, haciéndole más de ciento cincuenta muertos y un
gran número de prisioneros, y capturándole un importante botín de guerra; y si
la mitad de la guarnición logró escapar, fue debido a que el general Blanco no
cumplió con la eficacia con que se hubiera deseado las órdenes recibidas del Cuartel
General, en el sentido de que se colocara al Sur de Tepic y no emprendiera
ningún ataque a la plaza, hasta que lo iniciara el general Diéguez por el
Norte, con la infantería y la artillería. Por parte de los constitucionalistas
se tuvo que lamentar unas cien bajas, entre muertos y heridos. Además, como se
temía, en su huida Los federales quemaron el puente del ferrocarril sobre el
río de Santiago lo que retrasaría el avance hacia el sur.[17]
Concluido el combate
surgieron algunos desacuerdos entre los generales Diéguez y Blanco debido a que
este último no ejecutó fielmente las órdenes que se le habían dado para el
ataque a Tepic, situación que fue del conocimiento de Obregón y, a sabiendas de
que podían surgir serias dificultades, éste se traslada a Tepic en un armón a
gasolina para hablar con ambos y evitar que el conflicto escalara a otro nivel.
TOMA
DE GUADALAJARA (BATALLAS DE ORENDAIN Y EL CASTILLO)
Después de concluir que
mantener el sitio de Mazatlán del mismo modo que se dejó el de Guaymas era lo
mejor, y tomada la plaza de Tepic, Obregón dedujo que el camino revolucionario
a la plaza de Guadalajara estaba allanado, por lo que se apresto a realizar los
preparativos para marchar al sur dejando al general brigadier Ramón F. Iturbe a
cargo del sitio de Mazatlán, y el día 18 de mayo de 1914 acompañado de su
Estado Mayor se traslada a Tepic para dar alcance al general Diéguez y demás
parte de la vanguardia, donde después de recluir en la cárcel al obispo Andrés
Segura y expulsar a los demás clérigos que conspiraban contra los
constitucionalistas, ordena seguir adelante.[18]
Concluidos los trabajos de
reparación del puente sobre el río Santiago, el día 22 de mayo manda al general
Diéguez la orden siguiente:
“Sírvase
usted destacar, a la mayor brevedad posible, al coronel Jesús Trujillo, con
trescientos hombres de caballería, para que corte la vía que une a Manzanillo
con la ciudad de México, entre estación Quemado y el límite con el Estado de
Colima, proporcionándole la dinamita necesaria para que lleve a cabo esa obra.
Después deberá marchar dicho coronel Trujillo a Zacoalco, cortando todas las
vías de comunicación con Guadalajara, y siguiendo de allí la ruta más conveniente
hasta incorporarse al grueso de las fuerzas de esta División. Constitución y
Reformas. Tepic, mayo 22 de 1914. El General en Jefe. Álvaro Obregón. Al C.
General M. M. Diéguez, Jefe de la Vanguardia. Presente.”[19]
La tarea confiada al coronel
Trujillo era evitar que por la vía de Manzanillo siguieran haciéndose envíos de
víveres y pertrechos para las guarniciones sitiadas en Guaymas y Mazatlán y,
con esto, obligarlas a evacuar aquellos puertos o rendirse a las fuerzas constitucionalistas.
También, tenía por objeto llamar la atención de la guarnición huertista de
Guadalajara, mientras los constitucionalistas hacían la travesía de la sierra
para internarse en Jalisco.
Antes de partir había que
resolver otro problema, ya que en Tepic de nuevo se terminaron los fondos para
los suministros de las fuerzas, y como estaban por internarse en una región
donde no había medios rápidos de comunicación para hacerse llegar los fondos
necesarios, el general Obregón, con previa autorización de la Primera Jefatura,
hizo una nueva emisión de vales provisionales por valor de $60,000.00.
Igualmente, antes de partir, se entera que Francisco Villa se quejaba del trato
que le daba Carranza y amenazaba con abandonar el constitucionalismo.
Todos los preparativos para
la marcha hasta San Marcos, Jalisco, quedaron listos el día 10 de junio, habiendo
logrado concentrar más de doscientos carros y como dos mil mulas, ya que a
partir de Tepic no existía ferrocarril para transportar los pertrechos. Estos
transportes fueron equitativamente distribuidos entre las brigadas y
batallones, para que en ellos condujeran sus provisiones, pertrechos e
impedimentas. También, Obregón, había ordenado al general Diéguez que hiciera
salir parte de sus fuerzas para Ixtlán del Río, para que quedaran allí como
puesto avanzado. En cumplimiento de esa orden, el general Diéguez destacó el
5.º Batallón de Infantería de Sonora, al mando del teniente coronel Esteban B.
Calderón y después continuaron el movimiento el resto de las fuerzas del
general Blanco.[20]
Posteriormente, el día 14, Obregón
parte de Tepic con el resto de la infantería al mando de los generales Juan G. Cabral,
Benjamín Hill y del mayor Juan Mérigo, éste último al mando de la artillería. El
día 16 llega a la población de Ixtlán del Río, después de haber atravesado las
estribaciones del Ceboruco.
Por otra parte, el general
Diéguez continuaba su avance hasta entrar a Jalisco, estado del cual había sido
nombrado Gobernador y Comandante Militar en Tepic el 12 de junio por acuerdo de
la Primera Jefatura, estableciendo su cuartel general y el asiento de su
Gobierno en Etzatlán.[21][22]
Ya como gobernador de
Jalisco, Diéguez antes de llegar a Guadalajara expediría los decretos
siguientes:
“Decreto número 1.
Expedido
en San Marcos, Jalisco, el 18 de junio de 1914, por el General Manuel M.
Diéguez. Firma como secretario el Licenciado Manuel Aguirre Berlanga.
Ordena
solo sean de circulación forzosa el papel moneda emitido por el C. Primer Jefe
del Ejército Constitucionalista, el expedido por el C General en Jefe del Cuerpo
del Ejército del Noroeste y el que emitiere el Gobierno del Estado.
Decreto número 2.
Expedido
en San Marcos, Jalisco, el 18 de junio de 1914, por el General Manuel M.
Diéguez. Firma como secretario el Licenciado Manuel Aguirre Berlanga.
Ordena
la emisión de papel moneda fraccionaria, por valor de cien mil pesos, para
facilitar las transacciones mercantiles al menudeo.”[23]
Mientras Obregón se
encontraba en Ixtlán del Río, con preocupación, había recibido información del
deterioro progresivo de la relación de Carranza con el Centauro del Norte lo
que significaba problemas para, dado el momento, avanzar a la capital de la
República.
Allí mismo, recibiría
Obregón noticias de parte de Diéguez de que el coronel Trujillo había cortado
las comunicaciones cerca de Zacoalco, entre Guadalajara y Colima, atacando y
derrotando a una guarnición de 300 hombres en la plaza de Teocuitatlán de
Corona, y que, después, había sido obligado a replegarse, al ser derrotado en
un desventajoso combate que sostuvo contra la columna federal al mando del
general Zozaya, en Zacoalco, en cuya acción perdió una gran parte de los
pertrechos quitados al enemigo en el primer combate, habiendo resultado herido
el general Zozaya, que mandaba la columna federal.[24]
Con fecha 23 de junio siguió
Obregón con su avance desde Ixtlán, acampando en Arroyo del Agua, y al día
siguiente siguió hasta San Marcos. Allí se dio un ligero descanso a la tropa y,
por la tarde del mismo día se continuó la marcha hasta Etzatlán, donde se
encontraba el general Diéguez.
En ese lugar, Obregón supo
que una enorme columna federal había salido de Guadalajara al encuentro de los
constitucionalistas, para contener su avance y presentar batalla; por lo que
ordena que al día siguiente se continuara la marcha hasta Ahualulco, para hacer
un reconocimiento del terreno en que se debería librar la batalla. Como estaba
ordenado, el día 25 se continuó la marcha, incorporándome ese mismo día a
Ahualulco, donde se encontraba acampada ya una parte de la división de
caballería. Al día siguiente, terminaron de concentrarse en ese sitio el resto
de las fuerzas de la columna, y tomó el contacto nuestra vanguardia con la del
enemigo en la hacienda El Refugio, a veinte kilómetros de nuestro campamento. Estando
en Ahualulco, el día primero de julio Obregón recibió un telegrama de la
Primera Jefatura comunicándole el acuerdo de su ascenso a General de División
con fecha 29 de junio.[25]
Ya estando en Ahualulco,
Diéguez emitiría un decreto más que literalmente decía:
“Decreto número 3.
MANUEL M. DIÉGUEZ, Gobernador y
Comandante Militar del Estado Libre y Soberano de Jalisco, a sus habitantes
hago saber:
Que
en uso de las amplias facultades de que me hallo investido y
CONSIDERANDO:
Que los Jefes Políticos en la República han sido la encarnación nata del
cacique y los incondicionales de los Gobiernos dictatoriales que la Nación muy
a su pesar ha sufrido;
Que
la mayoría de dichos Jefes Políticos, amparados por la impunidad que siempre
les han dispensado sus favorecedores, a cambio de eficaz cooperación en pro de
la tiranía, hanse enriquecido a costa del pueblo cometiendo usurpaciones de
propia autoridad o usando amenazas para adquirir títulos de dominio sobre
bienes ajenos;
Que
confiados en aquella impunidad y en las casi omnímodas facultades que se les
otorgan, con frecuencia han sido los detractores del individuo, ladrones de
honras y atentadores de la libertad;
Que
este precedente ha hecho odiosa y repulsiva la institución de las Jefaturas y
Directorías Políticas en el Estado, donde sus moradores no han quedado libres
de funestos atentados, estimándolas como fuentes inagotables de violaciones y
como causas perennes de la intranquilidad de las personas;
Que
como toda función necesita de órganos, la democrática ha de menester
esencialmente de los Municipios que forman la base fundamental del sistema
adoptado por la constitución; y teniendo fines que llenar y exigencias que
satisfacer, sonles indispensables los medios, por lo cual se impone como
primera providencia la supresión de los obstáculos, entre los que figuran en
primera línea las Jefaturas y Directorías Políticas que han absorbido en su
mayor parte, las facultades de los Ayuntamientos;
Que
consecuente con los principios adoptados por la Constitución Política, debe de
existir una racional independencia de los Ayuntamientos para que, de la manera
y forma que les compete según su índole, llenen su cometido de instituciones
gubernamentales;
En
atención a lo anterior, he tenido a bien decretar lo siguiente:
PRIMERO.
Quedan derogadas todas las leyes y reglamentos relativos a las Jefaturas y
Directorías Políticas del Estado.
SEGUNDO.
En lo sucesivo, la Primera Autoridad Política de cada Municipio será el
Presidente Municipal del Ayuntamiento respectivo.
TERCERO.
Una ley posterior fijará las nuevas facltades y obligaciones de los
ayuntamientos.
CUARTO.
Habrá en el Estado tres Visitadores de Municipios, nombrados por el Ejecutivo,
y que tendrán su residencia en la Ciudad de Guadalajara.
QUINTO.
Una Ley reglamentaria prevenida por el artículo anterior, el Gobierno del
Estado dará instrucciones a los Visitadores de Municipios, relativas a la
manera de desempeñar sus cargos.
Imprímase,
publíquese, circúlese y désele el debido cumplimiento.
Dado
en el Palacio Provisional de Gobierno de Ahualulco, a los dos días del mes de
julio de 1914.
M.M. DIEGUEZ
M.
AGUIRRE BERLANGA
SECRETARIO”[26]
Después de varios días de
observar el lento avance de los huertistas y su inacción, Obregón decide
preparar un ataque en Orendain e inicia su preparación de la siguiente manera:
al general Blanco lo dejaría entre Ameca y La Vega; la Brigada del general
Buelna y el Regimiento del coronel Trujillo fueron enviados, sigilosamente para
colocarse al amanecer del día 6 de julio sobre la vía del ferrocarril entre
Castillo y La Capilla, al sur de Guadalajara; mientras que al general Diéguez con
los Batallones 1.º, 5.º, 13.º, 14.º, 15.º, 16.º y 17.º de Sonora y el 2.º
Regimiento de Sonora, al mando respectivamente de los tenientes coroneles
Eugenio Martínez, Esteban B. Calderón, Pablo Quiroga, Juan José Ríos, Severiano
A. Talamante, Fermín Carpio, Alfredo Murillo y del coronel Jesús Trujillo, y 4
ametralladoras al mando del capitán J. M. Aguirre, emprendiera su marcha al
siguiente día, y al amanecer del día 6 ocuparía los cerros de La Venta, al sur
de Orendáin, y atacando en seguida a la guarnición de La Venta, para cortar de
su base a la columna federal que permanecía acampada en Orendáin.
El día 4 de julio Obregón ordena
al general Buelna que avanzara con sus caballerías, hasta ocupar la hacienda El
Refugio. Al día siguiente, él se mueve a la misma hacienda y continúa por los
cerros de la izquierda hasta tener contacto visual con el enemigo,
reconocimiento en el que Obregón pudo observar que los federales permanecían
inactivos y, al parecer, sin darse cuenta de ninguno de los movimientos que se
estaban ejecutando por sus tropas.[27]
Este mismo día 5 recibe un reporte
del general Diéguez, fechado el día anterior, en que le comunicaba haber
llegado a Amatitlán y tomado contacto con el general Julián Medina, quien se le
había incorporado con sus fuerzas por la tarde del mismo día 4.
Al amanecer del día 6, los
generales Blanco y Diéguez habían cumplido con las órdenes que recibieron, y el
enemigo, que estaba en Orendáin, al sentir cortada su retaguardia con el movimiento
efectuado por el general Diéguez, hizo un desplazamiento hasta tener contacto y
empezar combate con las fuerzas de éste, que se habían posesionado de los
cerros de La Venta, mientras tanto una parte de las fuerzas del mismo Diéguez
combatían desde la madrugada con la guarnición federal de La Venta que se
defendía desesperadamente.[28]
Obregón ordena un rápido
avance de las tropas a su mando para emprender el ataque por la retaguardia, mientras
una fuerte lluvia entorpecía marcha. Con su escolta logra llegar antes de
obscurecer a La Puerta del Garbanzo, desde donde estuvo reconociendo las
posiciones del enemigo, mismo que seguía sosteniendo combate desesperado con el
general Diéguez, y allí permaneció hasta que se incorporaron las demás fuerzas
y la artillería. A media noche Obregón, por asalto, inicia el ataque sobre la
retaguardia del enemigo y el combate se hizo muy reñido, mientras empezaba a
funcionar la artillería con muy buen éxito.
Cuando amaneció el día 7, los
constitucionalistas se habían posesionado ya de los principales cerros que el
enemigo había defendido desesperadamente durante la noche, cuyas posiciones
permitían batir ventajosamente los trenes del enemigo, los que, en su mayor
parte, tenían ya apagadas sus máquinas por falta de agua.
Esa misma mañana Obregón se
traslada a las posiciones conquistadas por sus soldados durante la noche y emplaza
dos cañones de montaña, con los que abre fuego sobre los trenes, que a poco
empezaron a ser abandonados los convoyes por el enemigo ya que había permanecido
en ellos hasta entonces. Poco a poco los esfuerzos del enemigo empezaron a ser
inútiles, ya que no podía contener nuestro avance ni desalojar a las tropas del
general Diéguez, para abrirse paso rumbo a Guadalajara; y como a las 10 a. m.,
tocaron dispersión huyendo en desbandada sobre las sierras de los flancos.[29]
Inmediatamente se da la orden
de que todas las columnas se formaran sobre el camino real y emprendieran la
marcha sin levantar el campo; considerando que era inútil hacer la persecución
en un terreno tan quebrado y desconocido, cuando se estaba en condiciones de,
forzando la marcha, llegar hasta Guadalajara, adonde seguramente se dirigían
las fuerzas federales dispersas, y allí se podría hacer su captura fácilmente.
A La Venta arribaron a marcha
forzada después de mediodía, de allí siguieron hasta cerca de Zapopan, adonde
llegaron cuando al oscurecer; de allí, Obregón ordenó la contramarcha hasta los
Pueblitos, donde acamparon las tropas colocándose sobre los caminos principales
que convergen a Guadalajara, para no permitir que se incorporara a esta plaza
ninguno de los grupos dispersos que, seguramente, intentarían penetrar en ella
durante la noche. La ubicación de las tropas en los caminos tuvo un excelente
resultado, pues durante toda la noche estuvieron batiendo en los contornos de
Guadalajara a los dispersos que intentaban incorporarse a la plaza, haciéndoles
muchas bajas entre prisioneros y muertos.[30] El principal grupo
disperso que intentó incorporarse a aquella plaza fue atacado por el 5.º
Batallón a las órdenes del teniente coronel Calderón, cerca de Zapopan, donde
se logró dispersarlos.[31]
Al aclarar el día 8 de
julio, Obregón ordenó a sus tropas que se dirigieran a Guadalajara para evitar
que los federales se pudieran reunir con las tropas acuarteladas en la ciudad,
en donde el pánico se había apoderado de los soldados huertistas que buscaban
huir a toda costa. Antes de abandonar Guadalajara, el general Mier ordenó
asaltar el Banco de Jalisco, de donde sacó más de un millón de pesos en billetes
y barras de oro y plata que repartió entre jefes y soldados huertistas,
conservando la mayor parte para sí mismo. En medio de un total desorden, en la
madrugada del 8 de julio, la columna huertista abandonó Guadalajara buscando
llegar a la ciudad de México, pero Lucio Blanco y Enrique Estrada los esperaban
en los alrededores de El Castillo y los derrotaron de manera definitiva.
Al tener conocimiento de la
evacuación por parte de los federales, Obregón ordena que se activara la marcha
de sus tropas y empezaron a entrar por las primeras calles de Guadalajara, en
medio del más desbordante entusiasmo de las clases populares. Después, dispuso
tropas para reforzar al general Blanco que se encontraba en El Castillo, sin
embargo, al mismo tiempo que Obregón y Diéguez hacían su entrada a Guadalajara,
Blanco derrotaba a los huertistas en ese lugar, muriendo el general federal
José María Mier, capturando ocho cañones, muchos pertrechos de todo tipo y
cofres con dinero.
[32]
A las once de la mañana
Obregón ya había tomado el Palacio de Gobierno y desde allí envía a Carranza el
telegrama siguiente:
“En
estos momentos, 11 a. m., telegrafío a usted desde el Palacio de Gobierno de
esta capital. Con desastre causado a la columna que salió a encontrarnos, y
derrota infligida por fuerzas al mando del general Blanco, que destaqué desde
Ameca a cortar las comunicaciones con México, los federales han tocado a
dispersión, y son tenazmente perseguidos en su vergonzosa fuga. Creo que en
tres días más tendremos cinco mil prisioneros, a juzgar por el número recogido
hasta hoy. El número de muertos es incalculable, porque se ha luchado en una
zona de 100 kilómetros, contra una enemigo mayor de 12 000 hombres. Todavía en
estos momentos están siendo batidas las fracciones dispersas sobre la sierra.
Toda su artillería y demás pertrechos se encuentran diseminados en los
distintos campos de combate. No puedo estimar aún el número de nuestras bajas;
pero puedo asegurar a usted que es muy reducido y sin que entre ellas figure
ningún jefe. Nuestro Ejército, como siempre, supo ponerse a la altura de
nuestra causa. Desbordante entusiasmo reina en esta ciudad. Felicito a usted
respetuosamente. El General en Jefe. Álvaro Obregón.”[33]
Así pues, de esa manera cayó
Guadalajara en manos de los constitucionalistas, después, como acostumbraba
Obregón, al dar parte a Carranza y describir la batalla y el comportamiento de
cada uno de los jefes y oficiales, del general Diéguez diría lo siguiente
“La
marcha efectuada por las tropas del general Diéguez fue verdaderamente atrevida
y eficaz, y el avance de nuestras caballerías fue sujeto también a las órdenes
recibidas.”[34]
Después de los triunfos en
Orendáin y El Castillo, el General Huerta perdía el control del occidente del
país al quedar aislada la guarnición de Colima y cortadas las vías de
suministro a los puertos sitiados de Guaymas y Mazatlán, también, se cerraba
cada vez más el cerco militar alrededor del gobierno del general Huerta.
GOBERNADOR
DE JALISCO
Cuando los generales Obregón
y Diéguez, y el teniente coronel Manuel Aguirre Berlanga, entraron a
Guadalajara, desde el balcón de Palacio de Gobierno hablaron a la multitud que
se había congregado y en el primer discurso, ya como gobernador de Jalisco,
Diéguez, entre otras muchas cosas, dijo:
“Nuestro
ejército Constitucionalista avanza para reestablecer el orden y la libertad. La
tiranía no podrá detener a nuestros ejércitos ni con el apoyo de las potencias
europeas, los jaliscienses tenemos grandes hombres como Ogazón, Mercado, Cruz
Aedo, Herrera y Cairo, Vallarta y Corona, que han llenado brillantes páginas de
nuestra historia.”
Dos días después de la toma
de Guadalajara, Venustiano Carranza, tomando en cuenta la hoja de servicios del
general Diéguez y su origen jalisciense, consideró que él sería el indicado
para regir los destinos de su estado natal y ratificó el nombramiento de
Gobernador y Comandante Militar de Jalisco que le había sido otorgado el 12 de
junio en Tepic por Obregón.
Cuando Diéguez se hizo cargo
de la gubernatura de Jalisco, encontró una sociedad muy influenciada por la
iglesia, debido en parte al gran poder que tenía el Partido Católico Nacional
en esta entidad, influencia que ejercía monseñor Francisco Orozco y Jiménez
quien desde 1913 era el arzobispo de Guadalajara y era un personaje muy importante
con influencia a nivel nacional.
Los constitucionalistas no
fueron bien recibidos en Guadalajara, no solo los ricos fanáticos religiosos y
el clero se opusieron al nuevo gobierno, también el rechazo se hizo más patente
y amplio conforme se fueron implementándose nuevas reformas y decretos
expedidos por el gobierno de Diéguez. Además que se había encarcelado a muchos
de los sacerdotes de Jalisco que después fueron expulsados del país[35].
Solo un día después de ser
ratificado como Gobernador, Diéguez empezaría a emitir decretos de todo tipo:
ley de ingresos y egresos, registro civil, código civil, educación, salud,
papel moneda, justicia, religión, hacienda, salarios, comercio, impuestos,
beneficencia pública, laboral, descansos y días festivos, energía, testamentos,
poder judicial, predial, cambio de sede de la capital, gobernador interino;
emitiendo un total de 61 decretos desde que fue nombrado Gobernador hasta el 23
de abril de 1915, fecha en que emite el Decreto número 61 donde nombra
Gobernador Interino al Lic. Manuel Aguirre Berlanga para iniciar campaña contra
el general Villa.[36]
Como se puede observar, desde
el primer día de su mandato, teniendo como Secretario General de Gobierno al
Lic. Manuel Aguirre Berlanga, Diéguez emprendió una gestión administrativa y
revolucionaria admirable; así mismo, fue el iniciador de una tarea legislativa
que permitió poner a Jalisco en ruta a su transformación política y social,
siendo los campesinos y obreros el principal objetivo de sus transformaciones
sociales y laborales. Una de sus acciones fue la de la promulgación, con fecha 7
de octubre de 1914, de un decreto que establecía los derechos de los
trabajadores,[37]
precepto que es considerado como uno de los precursores del Artículo 123 de la
Constitución de 1917.
Manuel M. Diéguez Lara, Gobernador y Comandante Militar de Jalisco (Foto: D.P.). |
Obregón después de dejar
Guadalajara y seguir cosechando triunfos contra los huertistas, luego que Huerta
abandonara el país y dejara el gobierno en manos del Lic. Francisco Carbajal,
llega hasta el estado de México, donde pacta la entrega del gobierno con
Carbajal mediante los Tratados de Teoloyucan firmados el 13 de agosto de 1914
en los que se acordaba la rendición y desarme del ejército federal, con lo que
se daba por terminada la guerra entre constitucionalistas y huertistas.
Sin embargo, los vientos de
guerra volvían a recorrer el país. Por una parte, Francisco Villa desconocía a
Carranza como Primer Jefe Constitucionalista y Presidente Provisional de
México, mientras por otra, Maytorena hacía lo mismo en Sonora. Con quienes nada
se pudo hacer para conocer las causas y negociar para que hubiera un
reconocimiento de Carranza como Presidente Provisional, en tanto había
elecciones.
El día 1 de octubre de 1914,
Carranza cita a todos los jefes militares y gobernadores afines, para tratar lo
conducente a la estrategia y las reformas constitucionales que deberían
proponer en la Convención de Aguascalientes que se llevaría a cabo del 10 de
ese mes al 9 de noviembre y, por supuesto, se trataría lo referente a la
ruptura de Francisco Villa y de José María Maytorena en Sonora. El general
Diéguez arribaría a la capital del país dos días antes.[38] Diéguez mandaría como su
representante a la convención al coronel Juan José Ríos.[39] Quien para el 27
abandonaría la Convención y sería sustituido por el coronel Gregorio Osuna.[40]
Desde los inicios de la
Convención, la asamblea estuvo dominada por los elementos villistas, que
impusieron sus puntos de vista sobre los demás delegados. Se declaró Soberana,
eligió al general Eulalio Gutiérrez Ortiz como Presidente de la República y
nombró a Francisco Villa jefe del Ejército convencionista. Como no se
cumplieron las condiciones que había impuesto Carranza para abandonar la
Presidencia Provisional y la Primer Jefatura Costitucionalista y varios de los
gobernadores lo respaldaron para que siguiera como Primer Jefe del Ejército
Constitucionalista y al frente del Ejecutivo. El día 3 de noviembre estuvieron
con Carranza, para mostrarle su adhesión, los generales Pablo de la Garza,
Francisco Coss, Manuel M. Diéguez, Cándido Aguilar, Nicolás Flores y el coronel
Federico Montes, gobernadores de Guanajuato, Puebla, Jalisco, Veracruz, Hidalgo
y Querétaro, respectivamente.[41] Mismos gobernadores que ya habían enviado un mensaje de protesta a
la Convención de Aguascalientes por la designación de Presidente Provisional,
por lo que el rompimiento con Carranza de parte de Villa finalmente se dio de
manera oficial, por lo que inició otra etapa de la revolución y se enfrentaron los
constitucionalistas y convencionistas por el poder. Obviamente los generales
constitucionalistas como Obregón, Pablo González, Jesús Carranza, Benjamín
Hill, Hay, Treviño, Ávila y muchos otros; también conservaron su adhesión a
Carranza.[42]
Después de algunas
negociaciones para que Carranza entregara el poder, quien, al final, ponía como única condición que Villa dejara
de ser el Jefe de la División del Norte, algo que no haría el Centauro del
Norte, entonces Obregón toma la decisión final de reconocer al Primer Jefe
Constitucionalista, quien recibe de parte de Diéguez el mensaje siguiente:
“Guadalajara,
Jal. 12 de noviembre de 1914. Gral. Álvaro Obregón, México, D.F..- Su mensaje
de ayer. Felicítolo muy cordialmente en nombre de mis fuerzas por su patriótica
actitud. Salúdolo respetuosamente. El Gobernador y C. M. del Estado.
General
Manuel M. Diéguez.”[43]
Así mismo, al no estar de
acuerdo con las decisiones de la Convención de Aguascalientes, ya que siempre
estuvo amaga por las fuerzas de Villa, incluso se habla de delegados
secuestrados y amenazados, el general Diéguez envía a la Convención el mensaje
siguiente:
“Si
esa Convención no lo sabe, voy a decirlo claramente: los huertistas,
clericales, exfederales y demás traidores a la patria, ya sonríen satisfechos, porque
ven con gusto que la división del constitucionalismo puede producir otra
dictadura infame como la de Huerta, queriendo aprovechar la rebeldía del
general Villa y la insumisión de Zapata, como bandera para conseguir sus nefastos
propósitos y arrojar nuevamente al pueblo
mexicano. Como esa Convención no ha estado a la altura de sus deberes,
solucionando el conflicto en forma patriótica, desinteresada y sin cuidarse más
que del bien de los quince millones de habitantes que esperaban más de los
abnegados jefes del Ejército Constitucionalista que así como supieron destruir
la dictadura corrompida que ensangrentó al país por cerca de dos años, no supieron
al obtener el triunfo, corresponder a las esperanzas del pueblo mexicano.”[44]
Al rebelarse Villa con su
División del Norte contra el Primer Jefe Constitucionalista, amenaza con atacar
la capital jalisciense teniendo al frente al general Felipe Ángeles, quien es
rechazado en esa ciudad por Diéguez el día 4 de diciembre. Ante su triunfo,
Diéguez emite el manifiesto que literalmente dice lo siguiente:
“Valiente
y digno Ejército Constitucionalista en estos momentos supremos en que tu bella
e inimitable obra amenaza ser destruida por la insubordinación y estupidez de
quien nunca ha un patriota de verdad, sino un héroe de ocasión, notable solo
por el esfuerzo colectivo de los humildes y patriotas soldados
constitucionalistas: en estos momentos, repito, no quisiera, para hablarte al corazón,
emplear muchas palabras. ni menos llenas de oropel. para decirte al oído: ¡Carga
tu arma, apuntala al pecho de los nuevos traidores, y dispárala con el mismo
odio sublime con ayer la disparaste contra los bandidos de uniforme!
¿Necesitaste
acaso de elocuentes discursos para hacerte comprender que, asesinar a quienes
tu elegiste para regir los destinos de la Patria, era un crimen que debían
castigar con la muerte, los mismos que primero fueron soldados v votantes después
del Presidente Mártir?
¿No
fueron los obreros mismos los que como un solo hombre abandonaron el arado y la
barrena, diciendo con palabras que fueron truenos, que fueron maldición para e!
traidor ejército. A las armas compañeros, y maldito sea el que vuelva al
trabajo, antes de castigar hasta el último canalla, ha destruido nuestra obra
matando a quienes nosotros dijimos que vivieran para felicidad nuestra y para
orgullo del mundo los contempló asombrados?
Noble
Ejercito. que debes sentirte indignado ante el acto criminal del bandolero
Villa: repite esas hermosas palabras que ayer hicieron temblar a los asesinos de tus apóstoles y, como ayer, jura por tu
honor no dejar enfriar las armas que para su defensa pone en tus manos la
Patria, sino hasta que los nuevos traidores, ¡más odiosos que los ex-federales
mismos, hechos trizas por la furia, no pueden burlarse de la bella obra que
hará grande a la Nación Mexicana!
No
es el ignorante y áspero Vila el único que se rebela contra el
constitucionalismo, desconociendo a quien él mismo llamó su jefe y le juró fidelidad es… ¡sábelo
y asómbrate!...tu viejo enemigo que no ha muerto todavía…. ¡es la reacción! ..Son
los científicos negreros, son los mismos que con cruel alevosía asesinaron al
hombre por ti elevado a la Primera
Magistratura de la Nación; son ellos los que usando a Francisco Villa
como ciego instrumento de sus ambiciones, yérguense de nuevo amenazando borrar
del cielo de la Patria, la dorada palabra LIBERTAD que con tu sangre y con tus
sacrificios sin cuento escribiste heroico.
Los
más prestigiados jefes de nuestro inmaculado ejército: generales Pablo González,
Álvaro Obregón, Antonio I. Villarreal y tantos otros denodados jefes militares,
al frente de sus victoriosas huestes, castigan ya severamente la infidelidad
del despreciable bandolero del Norte. El General Benjamín Hill, tomando la
plaza de Cananea y avanzando hacia el centro del Estado, asesta un golpe de
muerte al maytorenismo, porque las turbas yaquis, luchando hoy en contra de la
causa que ayer defendieron, han perdido su arrojo y muéstrense impotentes para
contener el poderoso avance de los libertadores. En Sinaloa, los generales
Iturbe y Carrasco, solo esperan órdenes para marchar sobre Chihuahua a través
de las escabrosas serranías de Durango; en tanto que Maclovio Herrera, el
estratégico y temerario General que llenara de prestigio a Villa en cien
gloriosos combates, invade airado con sus bravos el suelo villista tomando las
importantes plazas de Parral y Santa Rosalía de Camargo, con notables pérdidas
para el traidor enemigo que espantado huye ante el coloso.
¿Habremos
de permanecer impasibles nosotros los que primero hicimos retumbar el espacio
con el estallido de nuestros fusiles, para emprender después la gloriosa
jornada que registran los anales de la historia?
Los
soldados que rieron ante la aparatosa acometividad del ejército huertista, ¿podrían
hoy acaso permanecer indiferentes, ante las chusmas inconscientes del traidor y
jicotesco Villa?
¡A
las armas, valiente y leal ejército! ¡Vamos a enseñarle a ese general rebelde
como se cumple con los compromisos contraídos con el Primer Jefe y con la
dolorida Patria! ¡Vamos a enseñarle a ese traidor estúpido que un soldado
humilde, pero de corazón bien puesto, tiene más alma que un jefe sin palabra y
sin vergüenza!
Si
no es grande quien arrojando el guante al usurpador, sin medir las fuerzas,
supo conducir con un ejemplo y su acción a la victoria a un ejército que al
principio fue tan solo grupo de ilusos: ¿cuándo es entonces cuando debemos
aplicar el calificativo a un hombre?
Si
no es patriota el que llegando a las cumbres de la gloria y que lejos de
disfrutar de ella, como en su caso hubiéralo hecho el más desinteresado, dice a
la Convención estas palabras que recogerá la historia: ‘Dejaré de ser e! Jefe
de ese Ejército que juro seguirme hasta ver la patria limpia de malvados; abandonaré
el puesto de .Jefe del Ejecutivo que el pueblo armado me confió; me alejaré a
otra Patria que no es la mía…que no tiene un cielo tan puro y tan bello….a una
patria que yo no puedo amarla, pero noe la que me acarició con sus himnos
inmortales cuando aun era niño….. Todo esto haré, partido el alma de dolor, con
tal de que un Villa y un Zapata no arranquen más lágrimas a esa Patria por
quien gustoso expuse mi vida, para a la postre solo recoger ofensas por mi
desinteresada obra….’
Si
no es patriota quien siendo tan grande se nivela a dos bandoleros vulgares y
ambiciosos, cediendo el encumbrado puesto que su cerebro y su alma de patriota
supieron conquistar, y con la grandeza de un Arístides se condena al ostracismo
por ver feliz a la Patria que tanto ama ¡decidme con la mano el corazón! ¿Cuándo
debemos llamar patriota a un hombre?
¡Oh!
qué bien sabes ahora por que el disgusto vuelve a arrugar mi ceño. Cuan bien
debes comprender ahora porque te digo: ¡A las armas! mientras que yo como tú,
desenvaino la vieja espada que te condujo por el camino de la honra y de la
victoria….!
¡Que
mi grito de guerra haga palpitar al unísono vuestros nobles corazones, y
mientras vuestras lenguas arrojen maldiciones para los nuevos traidores de la
Patria hagan nuestros fusiles libertarios retumbar el espacio con el fuego que
castigue implacable a los malvados!
¡Valiente
y noble Ejército ante cuya bravura el enemigo retrocedió espantado: ¡Tu Jefe y
compañero te habla: ¡¡A LAS ARMAS!!
El
Jefe del Cuerpo del Ejército del Occidente.
General
de Brigada
MANUEL
M. DIEGUEZ.”[45]
Después, Diéguez, al frente
de la Primera División de Occidente evacuó Guadalajara el 14 de diciembre y
trasladó los poderes del Estado a Ciudad Guzmán después de emitir el decreto
correspondiente dos días antes (Decreto No. 54, 12/12/1914)[46], "para el mejor desarrollo de las operaciones
militares en esa región". De acuerdo al periódico “La Prensa”, cuando
Diéguez evacuó la capital se llevó, entre otras cosas, una pintura de Murillo
que se encontraba en la catedral que había costado $60 mil pesos, según el
diario esta maravillosa pintura era la de mayor valor que había en la catedral.[47]
Pero al abandonar
Guadalajara, Diéguez tenía el propósito de recuperarla en breve tiempo, cosa
que en compañía del general Murguía, que comandaba la Segunda División del
Noreste, llevó a efecto el 8 de enero de 1915, después de haber sostenido una
serie de sangrientos combates y de haber causado una tremenda derrota a más de
10 mil soldados villistas comandados por los generales Julián Medina y Calixto
Contreras.[48]
Al respecto de la recuperación de la capital, Diéguez rendiría a Obregón el
parte siguiente:
“Guadalajara,
20 de enero de 1915. Señor General en Jefe Álvaro Obregón. Hónrome en comunicar
a usted que ayer tomé posesión de esta capital, después de librar batalla unido
a la División del General don Francisco Murguía, que se me incorporó en la
región del Sur del Estado, contra fuerzas comandadas por los generales Melitón
F. Ortega, muerto en el campo de batalla; Calixto Contreras, quien sé que también
murió; Julián Medina, Margarito Salinas, muerto en un combate preliminar, y
Gustavo Bazán, infligiéndoles la más completa derrota, huyendo en dispersión y
por rumbos opuestos; Medina, al Poniente y Noroeste, y los demás al Oriente,
habiéndoles matado diversos jefes y haciéndoles de 400 a 500 bajas. Se les
recogieron doce cañones de 75 y 80 mm, con todos sus pertrechos y parque,
ametralladoras, armamento, caballos y todos sus trenes, con más de 300 carros y
10 máquinas. Nuestras pérdidas no llegan a 200 hombres, entre muertos y
heridos, sin lamentar más bajas entre nuestros jefes que un teniente coronel y
un mayor de la Segunda División del Noroeste. Tengo el honor de felicitar a
usted, muy sinceramente, por este importante triunfo alcanzado por nuestras fuerzas.
Salúdolo afectuosamente. El Jefe de la 2.ª División del Cuerpo del Ejército del
Noroeste.
General
M. M. Diéguez.”[49]
Para esto, como lo menciona
Diéguez, el general Francisco Murguía con 10 mil hombres a su mando, se había
unido a las tropas de Diéguez el 15 de enero de 1915, cuando dispusieron de un
plan de ataque contra los villistas.
Después de recuperar la
capital, solo permanecerían un mes en Guadalajara, ya que al tener conocimiento
de que el general Villa al frente de una columna de 20 mil hombres, avanzaba de
nuevo sobre Guadalajara[50] y al no contar con suficientes
pertrechos para hacerle frente, otra vez cambia la capital a Cd. Guzmán
(Decreto No. 60, 11/02/1915),[51] evacua la ciudad y lo
espera en la Cuesta de Sayula, donde el propio Villa, quien sentía un profundo odio
contra Diéguez por las derrotas que infligía a su huestes y a quien llamaba
"el bandido Diéguez", el 18
de febrero lo derrota en ese lugar esencialmente por falta de parque, por lo
que Diéguez fue obligado a replegarse hasta Colima en espera de los suministros
que el Primer Jefe quedó de enviarle para que reanudara la ofensiva.[52] Una vez recibidos los
suministros prometidos por Carranza, prosiguieron en la lucha venciendo a las
huestes villistas en las Barrancas de Atentique, en Teocatitlán, en las riberas
del río de Tepalcatepec y principalmente en la Cuesta de Sayula, donde vengaron
la derrota anterior causando a los villistas fuertes pérdidas y obligándolos a
huir en vergonzosa desbandada de Guadalajara, solo dos meses después de haber
dejado la capital por segunda vez.[53]
CON
OBREGÓN EN EL BAJÍO
Después de vencer
contundentemente a Villa en Jalisco, Diéguez, con fecha 23 de abril de 1915,
emite el Decreto No. 61 donde nombra Gobernador Interino a Lic. Manuel Aguirre
Berlanga para ir a combatir a Villa en la zona del Bajío y en Chihuahua.[54] Después de dejar la
gubernatura en manos del Lic. Aguirre, los generales Diéguez y Murguía, se
reunieron en La Piedad con el general Obregón el 24 de abril y otro día
marcharon por tren hasta Irapuato.
El día 7 de mayo, los
generales Diéguez y González fueron
llamados por Obregón, a quienes les dió instrucciones de que juntos se posesionaran del cerro de La Capilla, de la
hacienda de Otates y de otras posiciones que ocupaba el enemigo, sobre el flanco
derecho, por el valle, hasta la vía del ferrocarril; debiendo llevarse a cabo
ese movimiento a primeras horas del día siguiente. Durante la noche, el enemigo
atacó algunos puntos de nuestra línea, siendo rechazado en todos sus intentos.[55]
Al clarear el día 8, los
generales Diéguez y González iniciaron su movimiento sobre el cerro de La
Capilla, la hacienda de Otates y otras posiciones de aquel rumbo, y para las
nueve de la mañana, después de haber librado fuertes combates, habían
desalojado a los villistas que tenían en su frente. El general Diéguez ordenó
que avanzaran las infanterías, a ocupar las posiciones arrebatadas a los
villistas; pero en aquel momento cargaron furiosamente, en mayor número sobre su
caballería, obligándola a realizar una desesperada retirada y dejar abandonado
un cañón que pasó a manos del enemigo., Afortunadamente la línea de infantería
rechazó a la columna que venía cargando
sobre las fuerzas del general Diéguez, causándole grandes pérdidas, mientras
que el resto de la caballería del general Castro, que se batía en retirada fue
auxiliada por el general Alejo González, logrando rechazar a los villistas
hasta la hacienda de Otates. En los combates librados durante ese día, se tuvo que
lamentar más de doscientas cincuenta bajas, contándose en ellas 1 oficial y 8
soldados artilleros, habiendo perdido el cañón de montaña, algunos caballos y
fusiles.[56]
Durante los tres días
siguientes solo se presentaron algunas escaramuzas entre ambas fuerzas. El día
11 Diéguez recibe órdenes para que en combinación con los movimientos que
emprendería el general Contreras, movilizara parte de las fuerzas de su
División, y las tendiera al pie de las lomas de la hacienda La Loza, para
evitar que el enemigo pudiera copar a Contreras; debiendo esta línea ser
prolongada por el valle hasta la hacienda de Duarte, para cubrir el flanco
izquierdo de las tropas del general Contreras, reforzadas por la tropas del
general Hill; asimismo, Obregón, también dio instrucciones a este último para
que emplazara ametralladoras en los puntos de esa línea que pudieran parecer
vulnerables al enemigo. El general Diéguez, quien personalmente había instalado
a sus tropas en la forma ordenada, permanecía en la línea esperando el
resultado de aquel plan preparado contra el enemigo.[57]
Así pasaría el resto de mayo,
con retrocesos y avances, con fuertes enfrentamientos, moviendo columnas de
ataque como piezas de ajedrez para contrarrestar al enemigo, donde ambos bandos
tuvieron muchas pérdidas de hombres, aunque la mayor parte de éstas le
correspondían a los villistas. Ya para fines de este mes, de acuerdo a los
movimientos de las fuerzas villistas, Obregón esperaba que se diera un
enfrentamiento generalizado de un momento a otro.
Ya iniciado el mes de junio,
la situación seguía igual, pero los constitucionalistas ya habían decidido ser
ellos los que realizaran una embestida generalizada contra los villistas. A
primera hora del 3 de junio, con la intención de revisar las trincheras de esa
zona, Obregón llega a la hacienda de Santa Ana del Conde acompañado de Diéguez
y algunos jefes y oficiales de sus respectivos estados mayores, suben al
torreón de la hacienda en donde ya se encontraban los generales Murguía, Castro
y Alejo González, debido a que este sitio funcionaba como mirador porque ofrecía
una excelente vista del valle, de donde con toda claridad, podían observar la
ubicación y movimientos del enemigo.
Los villista habían
suspendido los asaltos a la hacienda y se concretaban a hacer fuego por el
frente y por el poniente de la hacienda; sin embargo, la situación allí se
hacía cada vez más crítica por falta de agua, pues aunque la bomba que la
enviaba a la hacienda estaba funcionando, el líquido no llegaba a la finca,
porque un tramo de la tubería estaba en superficie y había sufrido muchas
perforaciones por los proyectiles y por ellas escapaba el agua.
Después de permanecer al
menos un par de horas en el torreón, descubren una columna que se aproximaba rápidamente
y pudieron distinguir claramente que era artillería la que con tanta precipitación
hacían avanzar los villistas rumbo a la hacienda. Como en esa hacienda no se tenía
artillería, Obregón ordenó a los generales Murguía y Castro que hicieran salir rápidamente
toda la caballería que pasaba de mil dragones. Descendieron del torreón, para buscar
protección, pues era inminente la proximidad de una fuerte batalla.
Benjamín Hill, Manuel M. Diéguez y Álvaro Obregón en el campo de batalla de León, Guanajuato, mayo de 1915 (Foto: A. Ruiz V.). |
La caballería con sus
suministros empezaron a retirarse, marchando el general Castro hacia donde se
encontraban sus tropas y el general Murguía hacia la línea de fuego, al Oeste
de la hacienda, que estaba cubierta por el 20.º Batallón de Sonora; mientras
que el general Diéguez se dirigía a Trinidad, y Obregón mandaba retirar los
caballos a la retaguardia de las casas de la hacienda; después se dirigió con algunos
jefes, oficiales y su Estado Mayor a buscar protección en las trincheras, pero
el fuego enemigo no se hizo esperar, pues cuando faltaban menos de cien metros
para llegar a las trincheras, explotó cerca de ellos la primera granada y a
ésta siguieron otras que eran dirigidas sobre el grupo, mientras tanto seguían
avanzando. Faltaba poco para llegar a las trincheras, cuando en los momentos en
que corrían por un pequeño patio situado entre ellas y el casco de la hacienda,
explotó una granada que los derribó, cuando Obregón se incorpora pudo ver que le
faltaba el brazo derecho, pensando que moriría intento suicidarse, pero la
pistola no tenía bala en la recamara y alcanzaron a quitársela.[58]
Mientras Obregón estaba
convaleciente, después de reunirse, los generales Diéguez, Hill, Murguía y
Castro, de común acuerdo ordenaron que, de acuerdo al plan general elaborado
por Obregón, se atacara a la División del Norte que con Villa al frente estaba
fortificada en León, quedando como Jefe Provisional del Ejército de Operaciones
el general Benjamín Hill por orden directa de Carranza. Después de una
encarnizada batalla, durante el día 5, los villistas fueron desalojados de
León, huyendo por todos rumbos, quedando grupos dispersos que intentaban
ataques desarticulados sobre las vías del tren, pero para el 10 de junio, Villa
y su División del Norte ya había sido replegados rumbo a Aguascalientes,
teniendo una enorme cantidad de bajas, ya que entre muertos, heridos y
dispersos sumaban más de cinco mil hombres; así mismo, se les capturó muchos
armamento de todo tipo, parque, medicamentos y alimentos. Por esta importante batalla,
Diéguez y Murguía, fueron ascendidos a generales de división por la destacada
intervención de sus fuerzas.
Posteriormente, Obregón
tiene noticias de que Guadalajara será atacada y el día 14 comisiona al general
Diéguez para que acuda a reforzar esa ciudad, movilizándose al día siguiente; sin
embargo, cuando Diéguez arriba a la capital de Jalisco, los villista ya habían
sido rechazados por el general Enrique Estrada encargado de la guarnición de
esa capital. [59]
No siendo necesaria ya la presencia de las fuerzas del general Diéguez en
Guadalajara, se le ordenó que contramarcharan a Celaya y permanecieran allí en
espera de nuevas instrucciones, aunque después se le comunicó que se
estableciera en Irapuato y el 22 de junio se le ordenó que avanzara hasta León.[60]
Con las fuerzas del general
Diéguez quedaría asegurada la retaguardia contra cualquier intento de avance
del enemigo, que se encontraba por el rumbo de Dolores Hidalgo, por lo que se
dispuso, con el general Hill al frente, el avance de los constitucionalistas hasta
Encarnación.
Como las fuerzas enemigas,
que se encontraban entre San Miguel Allende y Dolores Hidalgo, tenía preocupado
a Obregón, por los constantes amagos a la retaguardia, especialmente esos días,
ya que estaban a la espera de un tren con pertrechos que estaba por llegar de
Veracruz, juzgó conveniente hacer un amago sobre la retaguardia de aquellos
villistas y, el día 24, se le ordenó a Diéguez que destacara de León una fuerza
ligera con instrucciones de destruir la vía del ferrocarril al norte de Dolores
Hidalgo y, de ser posible, destrozar la guarnición de San Felipe, con objeto de
dejar cortados de su base a los reaccionarios que se encontraban por San Miguel
de Allende y obligarlos a que retrocedieran alejándose más de la vía del Ferrocarril
Central, habiendo logrado el objetivo de hacerlos retroceder rumbo a San Luis
Potosí. [61]
El día 29 Obregón recibió un
comunicado del general Castro, informando que sus exploradores habían recibido
noticias de que una columna villista se encontraba en marcha de Aguascalientes rumbo
al Sur, por los llanos de Tecuán; y como extrema precaución ordenó al general
Diéguez que se movilizara con sus fuerzas a Lagos de Moreno, por ser éste el
único punto donde el convoy de pertrechos podía correr peligro, dado que allí
había una guarnición muy reducida y poco armada. En la tarde, el general
Diéguez, hizo su movilización a Lagos de Moreno para esperar allí el paso del tren
con pertrechos, que ya había llegado a Irapuato y continuaba su marcha hacia
Encarnación; y como los informes del movimiento de una columna enemiga se
confirmó, se le comunicó al general Diéguez la probabilidad de que fuera
atacado, a fin de que tomara toda clase de precauciones.[62]
Al amanecer del día 30, el
oficial de guardia en el Cuartel General me informó que la comunicación
telegráfica con Lagos estaba interrumpida. Otro día, como a las 8 de la mañana,
se reanudó la comunicación telegráfica y Obregón recibe un telegrama donde se
le informaba que en la madrugada habían sido atacadas por sorpresa las fuerzas
en Lagos de Moreno, por una columna enemiga de unos tres mil hombres, que habían
logrado rechazarlos con pérdidas de importantes
de ambas partes. El mismo telegrama daba cuenta de que el general Diéguez había
resultado herido de gravedad en el combate en el antebrazo izquierdo, causada
por una bala expansiva 30-40. Solo un rato después, Obregón recibiría otro
telegrama informándole que acababa de llegar el tren a Lagos de Moreno con el parque
que tan ansiosamente esperaba.
Obregón ordenó que el
coronel Enrique C. Osornio, médico de su Estado Mayor, se trasladara a Lagos de
Moreno en un tren especial, llevando suficientes materiales de curación para
que atendiera al general Diéguez y bajo su cuidado personal lo condujera a al
campamento general. Cuando hubo llegado el general Diéguez, con parte de los
miembros de su Estado Mayor a Encarnación, se informó sobre las circunstancias
del combate que acababa de librarse, mismo que había sido cruento y
desesperado.[63]
La resistencia de las tropas
de Diéguez en aquel combate constituyó uno de los hechos de gran trascendencia
para el éxito de las operaciones sobre Aguascalientes, pues éste lo determinó
de una manera muy directa la llegada de los pertrechos esperados que, debido a
esa victoria, no cayeron en poder del enemigo. En la noche llegó a Encarnación
el citado convoy custodiado por el general Abundio Gómez.
Al ser trasladado a
Encarnación el general Diéguez, fue nombrado comandante de la guarnición de
Lagos de Moreno el general Federico Montes, quien se encontraba accidentalmente
en el campamento general conferenciando con Obregón, sobre cómo proteger las
vías de comunicación en la parte de su jurisdicción como Comandante Militar del
Estado de Querétaro.
El día 3 de julio de 1915,
Obregón decide continuar su avance hacia el norte y resuelve atacar
Aguascalientes con los pertrechos que tenía, también, en parte porque los
villistas le había cortado la línea de suministros desde Veracruz, al destruir la
vía del ferrocarril desde su retaguardia hacia el sur; para esto, parte del
plan era regresar todos los trenes a Lagos de Moreno, donde quedarían custodiados,
en la retaguardia, por 1,500 hombres del general Diéguez, quien regresaría
también a esa población, para seguir siendo cuidadosamente atendido en el carro
especial de Obregón por el doctor Zendejas.[64]
Después de varios días de
dramáticos combates, el día 10 de julio, Obregón logra desalojar a los
villistas de Aguascalientes, replegándolos hacia el norte y capturando una gran
cantidad de armas y parque, lo que fue un gran alivio para los
constitucionalistas, ya que habían agotado la reserva que días antes recibieron
de Veracruz. Después de esto, Obregón se dedica a reparar las vías hacia el sur
y darle mantenimiento a las máquinas y trenes con intenciones de seguir hacia
el norte tras las tropas de Villa.
El día 13 el general
Federico Montes recibe instrucciones de Obregón para que hiciera entrega de la
Comandancia Militar de Lagos de Moreno al general Diéguez, quien estaba ya
bastante mejor de su herida, y después saliera con una pequeña escolta por
tierra rumbo al sur, llevando en su compañía un telegrafista y un experimentado
ferrocarrilero, a fin de que comunicara constantemente informes acerca de la
situación en aquella zona, y encargándole hacer todo esfuerzo por llegar hasta
donde se hubiera replegado el general Amaro, a comunicar a éste órdenes para,
movilizar a Celaya el mayor número de tropas de su División y esperar allí
nuevas instrucciones.[65]
Ese mismo día el general
Amaro se había replegado de Celaya a Morelia y otros puntos de Michoacán, al recibir
información del avance de los generales villistas Fierro y Reyes. Después al
tener informes del triunfo en Aguascalientes, llegó por tierra a León y mantuvo
una conferencia telefónica con el general Diéguez, que aún estaba en Lagos de
Moreno, informándole que ya tenía distribuidas sus fuerzas en Guanajuato,
Silao, Irapuato, Celaya, Salvatierra, Acámbaro, Pénjamo, La Piedad y algunos
otros puntos de Guanajuato y Michoacán. El general Diéguez ese mismo día
informó a Obregón de esa conferencia y, por su conducto, ordenó al general
Amaro que pasara a conferenciar personalmente con él, en Aguascalientes.
El día 15, Obregón después
de recibir información de que la plaza de San Luis Potosí había sido evacuada,
ordena al general Gaviria que forzara su marcha sobre San Luis Potosí, dejando
la reparación de la vía del ferrocarril, de la que se encargaría el general
Eugenio Martínez. Para esa fecha las reparaciones de las vías del ferrocarril y
telegráfica, emprendidas por el C. Luis G. Alcalá, desde Lagos de Moreno quedaron
terminadas hasta León. Este mismo día, el general Diéguez se incorporó a
Aguascalientes, con las fuerzas de su división que se encontraban en Lagos de
Moreno. El día 16, Diéguez es nombrado jefe de las fuerzas que estaban tendidas
desde Aguascalientes hasta las cercanías de Querétaro, incluyendo las del
general Amaro. [66] Al mismo tiempo, se comisiona al licenciado Roque Estrada para que
se encargara de la organización del gobierno civil del Estado de
Aguascalientes, así como estructurar los demás ramos y servicios públicos.
Después de haber ocupado San
Luis Potosí y Zacatecas, que también había sido abandonado por los villistas,
el día 19, Obregón movió su campamento general a la capital potosina y, un día
después, ordena a Diéguez que se mueva con sus fuerzas a Irapuato quien llega a
esa ciudad el día 21.[67] Debido a que el villista
general Fierro se había apoderado de Querétaro, Obregón decide movilizar tropas
hacia Celaya para formar una línea de contención y evitar que los villistas
siguieran al norte. Las tropas movilizadas incluían a la fuerzas de infantería
de Diéguez, quien las movilizó hacia esa ciudad el día 23 de julio.
Al mismo tiempo que se
movilizó la infantería a Celaya al mando del general Pablo Quiroga, Diéguez
recibe instrucciones de moverse con el resto de sus fuerzas a Guadalajara para hacerse
cargo de las operaciones militares en aquella región, donde se habían incrementado
las partidas rebeldes.
Luego de ordenar que se
sigan reparando las vías hacia el norte y de desplegar hombres para combatir
algunas pequeñas columnas o bandas dispersas en Zacatecas, Obregón de la
capital potosina se traslada a Celaya para dirigir el ataque a Querétaro,
ciudad que toma el día 28 después de un combate de unas 9 horas en que los
villistas abandonan la ciudad y huyen hacia el sureste.[68] Después de establecer en
la capital queretana su cuartel general, Obregón ordena la persecución del
enemigo por dos frentes, que concluye el 3 de agosto con la desarticulación en
Valle de Santiago, Guanajuato, de las fuerzas comandadas por los generales
Fierro y Reyes, quienes pierden dos terceras partes de sus tres mil hombres con
lo que se inició la persecución. Una vez concluido el evento de la derrota de
los villistas, Obregón traslada de nuevo su cuartel general a la capital
potosina, desde donde viaja a Tampico y Monterrey para coordinar la campaña
contra Villa, regresando a San Luis Potosí el 8 de agosto.
SINALOA
Y SONORA DE NUEVO
El día 9 sale hacia
Guadalajara para reunirse con el general Diéguez, a donde llega el día 11,
después de haber tenido un accidente al descarrilarse el tren entre León y
Silao, en el que hubo 13 muertos y 31 heridos de la escolta, quedando 4 carros
completamente destruidos.[69]
El objetivo del viaje era darle
instrucciones al general Diéguez sobre la campaña que había pensado encomendarle
en Sonora y Sinaloa, al mando de una importante columna que movilizaría sobre
aquellos Estados; previendo que Villa, después de las derrotas que había
sufrido, buscaría refugio en Sonora, para unirse con Maytorena, y con los
elementos de ambos controlar aquel Estado, aprovechándose de las dificultades
que se tendrían para movilizar oportunamente contingentes a ese estado, por la
falta de buenas vías de comunicación con el resto de la República.[70]
Durante la reunión que tuvo con
el general Diéguez, acordaron comenzar la movilización de fuerzas con rumbo a Sonora por
tierra, con las tropas de caballería al mando del general Enrique Estrada, de
la división del general Diéguez, a través del territorio de Tepic y estado de
Sinaloa.[71]
Después de haber conferenciado ampliamente con el general Diéguez y dejar
acordada la movilización de fuerzas a Sonora, bajo el mando del mismo Diéguez,
el día 12 Obregón regresa, dirigiéndose a Zacatecas, para dar instrucciones al
general Hill y al general Murguía, que se encontraban con sus fuerzas en aquel
Estado.
El día 19 de agosto, Obregón
ratifica en favor del general Diéguez el nombramiento como Jefe de Operaciones
Militares en Sonora, Sinaloa y Tepic, expidiendo en nombramiento en los términos
siguientes:
“Este
Cuartel General ha tenido a bien nombrar a usted Jefe de Operaciones en los
Estados de Sonora y Sinaloa y Territorio de Tepic, sin perder su carácter de
Jefe de la 2.ª División de este Cuerpo de Ejército; por lo que, a su llegada a
aquella región, asumirá el mando de las fuerzas que allá operan, procediendo a
activar desde luego y cuanto fuere posible, las operaciones militares, con
objeto de controlar la parte dominada actualmente por los reaccionarios. Queda
usted autorizado para designar, interinamente, todas las autoridades que fueren
necesarias, así como para proceder a la organización de todas las oficinas y
servicios públicos, tanto locales como federales, en la parte que se vaya
controlando. Lo que comunico a usted para su conocimiento, y a fin de que, desde
luego, proceda al desempeño de la comisión que se le ha conferido, emprendiendo
su marcha con las fuerzas y conforme a las instrucciones que verbalmente le
comuniqué en esa ciudad. Renuevo a usted las seguridades de mi distinguida
consideración y particular aprecio. Constitución y Reformas. Cuartel General en
San Luis Potosí, a 19 de agosto de 1915. El General en Jefe. Álvaro Obregón. Al
C. General de División Manuel M. Diéguez, Jefe de la 2.ª División de Infantería
del Noroeste. Guadalajara, Jalisco.”[72]
Con fecha 25 de agosto, el
general Diéguez comenzó su movilización a Sonora, saliendo de Guadalajara a
Manzanillo con su infantería, para embarcarse hacia Mazatlán, previamente había
salido por tierra la caballería. El día 27, la infantería se embarca en el
cañonero “General Guerrero” y en el de
transporte “Jesús Carranza”. Ese
mismo día la plaza de Tepic había sido ocupada por las fuerzas al mando del
general Enrique Estrada, que previamente habían sido destacadas de la capital
jalisciense rumbo a Sonora.[73]
En mensaje de Mazatlán, con
fecha 11 de septiembre, el general Diéguez le confirma a Obregón, que la plaza
de Durango había caído nuevamente en poder de los villistas, quien atacó la
ciudad el 23 de agosto, en número muy superior a las fuerzas que la defendían,
al mando de los generales Arrieta, las que tuvieron que replegarse a la sierra
del Tunal. Para entonces, ya todo el noreste del país estaba en manos
constitucionalistas, incluyendo Piedras Negras y Paredón.
El día 23 de septiembre,
Obregón recibe información de que la plaza de Torreón estaba siendo evacuada,
saliendo los villistas rumbo al Norte, para concentrarse en Chihuahua. Este
informe, y las diversas noticias que había estado obteniendo el general
Obregón, de diferentes fuentes, acerca de la movilización de tropas que Villa
estaba haciendo a Casas Grandes, confirmaban las previsiones de que Centauro
del Norte intentaría invadir Sonora para unirse con Maytorena; por lo que, de
ese lugar, movilizó con destino a Manzanillo, dos mil hombres de las fuerzas
del general Fermín Carpio, con seis cañones de grueso calibre, para ir a
reforzar a la columna del general Diéguez, que debería muy pronto emprender la
campaña en el Estado de Sonora, entrando por el sur para controlar el
territorio que estaba en poder de Maytorena y permanecer allí para hacer
frente, con el general Plutarco Elías Calles, a las fuerzas villistas que
intentaran penetrar al Estado.[74]
Obregón, después de ocupar
las plazas de Torreón, Gómez Palacio, Lerdo y otras de la región lagunera, controlando
las vías del ferrocarril de Monterrey y Saltillo a Torreón, inclusive la
denominada Coahuila y Zacatecas; pondría su atención sobre la situación de
Sonora, en vista de que se aumentaban los informes de que Villa, después de
haber destruido, en una gran extensión, la vía del ferrocarril entre Torreón y
Chihuahua, concentraba sus últimos elementos en Casas Grandes, y de allí
iniciaba su movilización sobre Sonora. Al recibir esa información, ordena al
general Diéguez que apresurara sus operaciones sobre Sonora, sugiriéndole que,
de Mazatlán, se movilizara por mar, con el mayor número posible de fuerzas,
para atacar y tomar Guaymas, apoyado por el cañonero “General Guerrero”, que tratara de establecer en ese puerto su base,
para inmediatamente continuara su avance para ocupar Hermosillo. Al mismo
tiempo, Obregón daba instrucciones al general P. E. Calles para que saliera de
Agua Prieta y efectuara movimientos ofensivos sobre Nogales, además destacara
guerrillas para destruir la vía del ferrocarril entre esa frontera y la capital,
con el objetivo de llamar la atención de los maytorenistas por el Norte y, de
esa manera, facilitar los movimientos del general Diéguez, impidiendo que los
maytorenistas cargaran sobre él todos o la mayor parte de sus fuerzas.[75]
A efecto de asegurar el
éxito de la campaña encomendada al general Diéguez, Obregón moviliza nuevos
contingentes de refuerzos, disponiendo que se constituyera la División
Expedicionaria del Noroeste al mando del general Gabriel Gavira. Como la
movilización de estas fuerzas debería muy rápida Manzanillo a Mazatlán u otro puerto
del Pacífico, eran insuficientes los transportes que tenía a disposición, los
que además, en su mayor parte estaban siendo utilizados por el general Diéguez
para sus operaciones preliminares en Mazatlán. Ante esto. Obregón decide rentar
en los Estados Unidos, los buques Solano, Fort Braigg, Carlos, Manila y South
Coats; mismos que se concentraron en Manzanillo para hacer el embarco de las
tropas, equipo militar, provisiones y pertrechos; que deberían ser conducidos a
puertos del Norte que indicara el general Diéguez.[76]
Para esto, Sinaloa ya se
encontraba bajo control constitucionalista, después de vencer a las tropas del
villista general Buelna.[77] El día 2 de octubre se
rinden unos 400 mayos en Navojoa ante el general Ángel Flores. El día 7, el
general Diéguez comunica a Obregón que a la altura de Santa Rosalía, B. C., había
sido capturado el barco villista “Bonita”
siendo éste llevado a Mazatlán.[78]
Previas órdenes transmitidas
por Obregón, el día 9 el general Diéguez, se embarcó en Mazatlán con sus
fuerzas en dirección a Cruz de Piedra, unos 30 kilómetros al sureste de
Guaymas, para desembarcar allí y emprender el ataque por tierra sobre el puerto.
El día 12 llegaron los barcos del general Diéguez frente a Cruz de Piedra, y
efectuado el desembarco del 11.º batallón, a las órdenes del coronel Melitón
Albáñez.[79]
Al desembarcar se trabó combate con el enemigo, el que fue obligado a huir
rumbo a Empalme perseguido por las fuerzas de Diéguez, que tomaron más de 300
prisioneros. Este triunfo permitió el desembarco del resto de las fuerzas del
general Diéguez, en el mismo punto, emprendiendo inmediatamente el avance sobre
Guaymas el mismo día, mismo que ocupado después de derrotar a los maytorenistas
en breve combate que se libró en Empalme, donde capturaron siete máquinas en
perfecto estado; así como, gran cantidad de carros, algunos de ellos cargados
de provisiones y materiales. En contra de los procedimientos seguidos hasta entonces
de fusilar sin piedad a los soldados enemigos ya rendidos, el general Diéguez,
puso en libertad a los prisioneros tomados en este combate, les extendió salvoconductos
y dinero para regresar a sus lugares de origen. Este acto de clemencia del
general Diéguez fue excepcional, pues la generalidad de los jefes militares los
fusilaba.[80]
Al mismo tiempo, el general
Ángel Flores, que había sostenido un largo sitio en Navojoa, tomando la
ofensiva ocupó la plaza de Torín. [81]
El día 16 de octubre comenzaron
a embarcarse en Manzanillo, a bordo de los transportes “Jesús Carranza”, “Francisco
I. Madero” y “Pacífico”, las
fuerzas del general Carpio, con destino a Guaymas, para reforzar la columna del
general Diéguez. Así mismo, el día 20, Obregón ordenó la movilización de la
brigada del general Miguel M. Acosta, de Gómez Palacio a Guaymas, por la vía de
Manzanillo, que ese mismo día se embarcó con sus fuerzas en los trenes que lo
conducirían a aquel puerto, para marchar de allí a ponerse a las órdenes del
general Diéguez.[82]
Con fecha 25 de octubre, las
fuerzas del general Gavira, estaban embarcándose en Manzanillo con destino a
Guaymas, recibiendo el aviso el general Diéguez, al que se le ordenó que, tan
pronto como tuviera en Guaymas fuerzas suficientes, iniciara su avance para
ocupar Hermosillo, donde se suponía no encontraría seria resistencia, ya que el
enemigo, en su mayor parte, se estaba concentrando en Naco y Nogales,
probablemente para cooperar con Villa en el ataque de Agua Prieta, hacia donde
ya había iniciado el movimiento de unos 12 mil hombres.
Mientras tanto, la columna
del general Diéguez había continuado su avance sobre el centro de Sonora, y se
encontraba acampada en Torres, plaza que ocupó el 31 de octubre, después de
rechazar, desde estación Moreno, al enemigo, al que hizo más de 200 bajas,
entre muertos y prisioneros, y recogiéndole la mayor parte de su impedimenta,
así como armas, caballos ensillados, parque y uniformes.
Para el día 1 de noviembre,
mientras Villa atacaba Agua Prieta, el general Diéguez ya había iniciado su avance
sobre Hermosillo y se encontraba acampado en Torres, plaza que ocupó el 31 de
octubre, después de rechazar, desde Moreno, a los maytorenistas, a los que hizo
más de 200 bajas, entre muertos y prisioneros, capturándole, además, la mayor
parte de su impedimenta, así como armas, caballos ensillados, parque y
uniformes. Sólo esperaba la incorporación de las fuerzas del general Gavira,
que ya se encontraban en camino de Manzanillo a Guaymas. Para entonces, se tenía
controlado todo el sur de Sonora, con la cooperación de las fuerzas del general
Ángel Flores, que ya se habían incorporado al general Diéguez, después de haber
permanecido en Navojoa resistiendo, completamente aisladas, un prolongadísimo
sitio que a dicha plaza se estableció durante la época de pleno poderío de
Maytorena en Sonora.[83]
El mismo día 6 de noviembre
que Obregón llegaba a Agua Prieta, después que Elías Calles había rechazado el
ataque de Villa a esa frontera, el general Diéguez ocupa con sus fuerzas la
plaza de Hermosillo y, tres días después, manda a Obregón el telegrama
siguiente:
“Tengo
el honor de participar a usted, con satisfacción, que hoy he ocupado la ciudad
de Hermosillo, la que fue evacuada por las fuerzas reaccionarias, las que
huyeron desmoralizadas hacia el Norte, abandonando en su fuga material rodante,
armas, un automóvil y otros objetos. La reparación de la vía férrea hasta ésta
quedará concluida el día 9. El general Estrada me informa de San Blas, Sinaloa,
que una columna enemiga, como de dos mil hombres, bajo las órdenes de los
cabecillas Banderas, Orestes y Felipe Riveros, atacaron, el día 5, la plaza de
El Fuerte y que después de cuatro horas de combate, fueron rechazados los
reaccionarios, con grandes pérdidas. Nuestras fuerzas emprendieron la
persecución, cuyos resultados no me han sido comunicados todavía, por haberse
interrumpido el telégrafo, entre Torín y Navojoa, por fuertes lluvias. Tan
pronto como reciba noticias, tendré el honor de comunicárselas.
Respetuosamente. El General en Jefe de Operaciones. M. M. Diéguez.”[84]
Una vez tomada la capital
del estado, el general Diéguez se da a la tarea de concentrar en esa ciudad
todos los elementos de combate disponibles, preparándose para un muy probable
ataque de Villa, ya que se había reforzado con las fuerzas maytorenistas emplazadas
en Nogales y otros puntos del norte del Estado, además dominaba el ferrocarril
desde Naco hasta las goteras de la capital, con lo que podría intentar tomar
Hermosillo aprovechando que Diéguez solo contaba con 6 mil hombres y Obregón y
Elías Calles no podían auxiliarlo porque se encontraban aislados en Agua
Prieta; por otra parte, no les convenía abandonar esa ciudad ya que era la
única frontera por donde podían abastecerse, por lo tanto, no podían bajo
ningún concepto perderla, teniendo que dejar una importante guarnición en ella
y, por lo tanto, avanzar con muchos menos hombres que los que tenía Villa, tenían
todas las probabilidades de fracasar, por lo que Diéguez tendría que entrar en
combate con lo que tenía.
Como se esperaba, Villa que
ya había concentrado sus fuerzas en el Alamito. Las obras de defensa de la
ciudad de. Hermosillo fueron improvisadas rápidamente y divididas en tres
sectores a cargo de los generales Flores, Gavira y Miguel M. Acosta. Sin
embargo, el general Diéguez resolvió tomar la iniciativa, y el día 17 movilizó
a sus fuerzas de los atrincheramientos que ocupaban y avanzó buscando contacto
con el enemigo. Que ya había ocupado la hacienda del Alamito. Esta batalla debe
considerarse como un solo enfrentamiento dividido en las tres fases siguientes:
I) Ocupación del Alamito por las tropas de Diéguez, II). Retirada de Estación Zamora
al sur y, III) Defensa de Hermosillo y derrota definitiva del general Villa.[85]
Villa ataca a los
constitucionalistas el día 18 de noviembre junto con las tropas del
maytorenista general Urbalejo, quienes después de cuatro horas de combate fueron
desastrosamente derrotados por el general Diéguez. Ese mismo día Obregón
recibiría el telegrama siguiente:
“Alamito,
Sonora, 18 de noviembre de 1915.— Tengo el honor de comunicar a usted que hoy,
después de cuatro horas de combate, derroté al enemigo, desalojándolo de sus
posiciones y capturándole dos trenes, uno de reparaciones y otro con
provisiones, con una locomotora. El enemigo tuvo seiscientas bajas, capturándosele
también seis ametralladoras, dos cañones, muchos rifles y algo de parque,
debido a que parece que traían muy poco. El enemigo huye hacia el Norte, y
estoy preparándome para organizar su persecución. Villa, en persona, estaba
mandando a los reaccionarios. Respetuosamente. General M. M. Diéguez.”[86]
Otro día, para complementar
la información anterior, Diéguez enviaría a Obregón otro telegrama:
“Zamora,
Sonora, noviembre 19 de 1915.— Ampliando mi mensaje ayer, hónrome en
comunicarle que, al levantar el campo enemigo, en una extensión de 12
kilómetros, se han capturado dos trenes, muchas impedimentas de las familias e
indios de Urbalejo, así como cien mil cartuchos, de distintos calibres, y
quinientas armas nuevas, que estaban intactas y depositadas como reserva,
varios cofres, etc., etc. Un gran número de provisiones fueron capturadas, y
muchos villistas se han rendido, sin disparar un cartucho. Puedo asegurar a
usted que el enemigo tuvo más de mil bajas, entre muertos, heridos y
prisioneros. Por nuestra parte, tenemos que lamentar ciento cincuenta bajas,
entre muertos y heridos, incluyendo en los últimos, cuatro jefes y 10
oficiales. Respetuosamente. General M. M. Diéguez.”[87]
A pesar de la derrota, Villa
no se retiró de la zona y empezó de nuevo a concentrar tropas cerca de
Hermosillo, dado que la victoria obtenida por el general Diéguez no resolvería
por completo la situación en el centro del Estado y, previendo esto, Obregón
consideró de primordial importancia la pronta captura de la plaza de Nogales, pues
para el 21 de noviembre ya había tomado Cananea y esa frontera era la única que
le quedaba a Villa como base de aprovisionamiento y como punto de fácil
concentración, en caso de que recibiera una derrota definitiva en el centro del
estado. Todo esto sucedía por los temores que Obregón tenía, así se lo comunicó
a Diéguez, de que las fuerzas de Villa que se habían movido de Cananea por el
río de Sonora hacia el sur, llegaran a Hermosillo y les tomaran la retaguardia,
lo que en algunos momentos hizo dudar a Diéguez y al retroceder, Villa atacaba
de nuevo. Finalmente Diéguez, quien había recibido órdenes de evacuar la
capital, recibe información que las tropas de Villa en el río de Sonora no
atacarían Hermosillo y ataca y vence a las tropas villistas.
Fernando Galaz, en su
crónica Villistas contra Carranclanes, refiriéndose a la batalla de El Alamito,
específicamente al momento en que Diéguez da la orden de evacuar la capital, rescata
una anécdota que retrata la calidad moral del general Diéguez que dice lo siguiente:
“Al
mediodía de ese cruento día (22 de noviembre), en el que cayeron docenas de
soldados y los coroneles José Mancillas e Ignacio Lugo, por ahí en la Estación
del Ferrocarril está el General Manuel M. Diéguez y unos oficiales del Estado
Mayor. Saborean tragos de confortante ‘chanate’ al compás del silbido de las
balas cuando se apersona el General Ángel Flores y cuadrándose ante el Jefe con
voz calmada dice: ‘a sus órdenes mi General’. Interrumpe el acto un chero
mozalbete quien entrega a Diéguez una carta para él y otra para Flores, nada
menos que del General Villa. El mensajero, sin esperar un segundo se escurre
como águila y se pierde entre los carros de la Estación. Con súbita sorpresa
pasa al leer las cartas de Villa que los invita a que como mexicanos valientes
le den opinión de lo que ha hecho Carranza al celebrar un convenio con Estados
Unidos, convenio que él (Villa) considera deshonesto. Termina un breve
comentario sobre las cartas y habla el Jefe: ‘… General Ángel Flores… proceda
de inmediato a dar las órdenes necesarias para evacuar la plaza…’.
-
No puedo mí General, responde
Flores
con voz fuerte; Diéguez extrañado lo cuestiona:
-¿Porqué…
se insubordina entonces?
Flores
con firmeza le responde:
-Nunca
mi General…
Con
recto proceder y hombre de criterio explica:
-
Hoy como a las 8 de la mañana una numerosa comisión de hombres, señoras y
señoritas casi histéricos, ante la amenaza de Villa de dar a su tropa tres días
libres si toman Hermosillo, me pidieron casi en súplica… y vaya que esta gente
no es de la que suplica… que no los abandonara; que los defendiera…. Yo mi
General, les di mi palabra de honor que los defendería a como diera lugar…
Diéguez
se levantó de su oficina, se caló sus anteojos, se retorció los bigotes y
tendiéndole la mano a Flores le dijo:
-La
palabra de un militar es sagrada… ¡cúmplala!…”[88]
Mientras, Obregón preocupado
por falta de información, desde Douglas, el día 23 telegrafía al general
Diéguez a través del cónsul De Negri en San Francisco, California, recomendándole
que estuviera preparado para resistir un nuevo ataque; pues pensaba que Villa,
con el refuerzo de la columna de Medinaveitia, intentaría atacar de nuevo para
apoderarse de Hermosillo, lo cual era el último recurso que le quedaba, al
sentirse cortado de la columna del general Rodríguez que se encontraba en el
río de Sonora. Al mismo tiempo le comunica su intención de atacar Nogales, frontera
que consigue tomar el día 26.
El día 27, a primeras horas
de la mañana, salieron unos trenes para reparar las vías entre Nogales y la
capital y, poco después, Obregón, con cinco días de retraso, recibe de parte del
general Diéguez el mensaje siguiente:
“Hermosillo,
Sonora, noviembre 22 de 1915.— Con satisfacción hónrome en comunicar a usted
que después de 30 horas de combate reñido con reaccionarios, al mando personal
de Villa, con las fuerzas de mi mando, tomé la ofensiva, habiendo rechazado al
enemigo vigorosamente, en menos de dos horas, haciéndolo huir al Norte en
completa desorganización. Ya organizo mis fuerzas para continuar el movimiento
de avance, hasta reunirme con usted en la frontera. Hemos hecho al enemigo gran
número de muertos y prisioneros, recogiéndole bastantes armas y parque, así
como ametralladoras. Al levantar el campo, daré a usted aviso, en parte
detallado, del número de bajas del enemigo, que es muy considerable. Por
nuestra parte, lamentamos la muerte de los valientes coroneles J. P. Mancillas
y Florencio Lugo, así como la de algunos oficiales, y alrededor de 100 heridos.
Felicito a usted, y por su conducto, al C. Primer Jefe del Ejército
Constitucionalista, por este nuevo triunfo, que consolida los principios
revolucionarios. Respetuosamente. General M. M. Diéguez.”[89]
Manuel M. Diéguez observando con binoculares las tropas de villa en el Alamito, Sonora, noviembre de 1915 (Foto: Tomada de F. A. Galaz). |
El general Diéguez, después
de la batalla, Mientras el general Villa emprendía la huida de regreso a
Chihuahua, los generales maytorenistas Trujillo. Méndez y Romero gestionaron y
obtuvieron su rendición ante el general Diéguez. Habiéndose presentado con 1,200
hombres; después, el general Urbalejo y el coronel Clemente Román harían lo
mismo en Tonichi y Carbó, respectivamente.
Con fecha 30 de noviembre,
el general Diéguez envía a Obregón el mensaje siguiente:
“Guaymas,
Sonora, 30 de noviembre de 1915. Como resultado derrota y desorganización Villa
en Alamito, éste huyó por camino La Colorada y Mazatán. Quedo en espera de más
informes, para comunicarlos a usted, respecto camino siga. Infantería Sonora
rendida hasta hoy, pasa de mil cuatrocientos. Respetuosamente. General M. M.
Diéguez.”[90]
El día 2 quedó restablecida
la comunicación telegráfica entre Nogales y Hermosillo, y Diéguez recibe
instrucciones para que hiciera llegar hasta Nogales las fuerzas del general
Ángel Flores que estaban a la vanguardia en Querobabi, tan pronto como
estuviera reparada la vía del ferrocarril.[91]
Dispersadas y expulsadas las
últimas fuerzas villistas de Sonora, después de dejar a P. E. Calles encargado
en Agua Prieta de reunir a todas la fuerzas del noreste, el día 11 de diciembre,
Obregón mi regresó a Nogales, para dirigirse de al sur, con el objetivo de
reunirse con los delegados de las tribus rebeldes del Yaqui, que ya habían
iniciado negociaciones con el general Diéguez para someterse a la autoridad del
Gobierno Constitucionalista, y esperaban tener una conferencia con él, a fin de
ultimar los convenios del caso.
Después de permanecer tres
días entre Nogales y Magdalena, Obregón llega a Hermosillo el día 14 donde
permanece hasta el día 17. En ese tiempo el general Diéguez le da a conocer las
pretensiones de los yaquis rebeldes, mismas que le parecieron absurdas, pues la
exigían un absoluto dominio por parte de ellos en la región que comprende los
pueblos de que fueron despojados, con la intolerante condición de eliminar de
sus dominios, a todo elemento extraño a su raza y a sus costumbres. Sin
embargo, animado de los mejores deseos de llegar a un convenio satisfactorio
con las tribus rebeldes, intentó una conferencia final con sus delegados,
citando Cruz de Piedra o Empalme como lugar para celebrarla, reunión que nunca
se llevó a cabo por la actitud de los yaquis, regresando desanimado a la
capital del estado, después de dar instrucciones al general Diéguez para que iniciara
una campaña contra los rebeldes yaquis, para hacerles sentir la fuerza del Gobierno
Constitucionalista.
Dadas esas instrucciones al
general Diéguez, el día 21 Obregón recibe instrucciones ordenándole salir
inmediatamente a El Paso, con el objetivo de arreglar definitivamente la
rendición y entrega de algunas ciudades del estado de Chihuahua por parte de
los villistas y, antes de partir; amplia al general Diéguez sus instrucciones respecto
a la campaña contra los yaquis, entregándole el oficio siguiente:
“Habiendo
recibido orden urgente del C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, para
salir a El Paso, Texas, con objeto de ultimar la rendición de las fuerzas
villistas que operan en el Estado de Chihuahua, he tenido a bien dejar sin
efecto el permiso que había concedido a usted este Cuartel General para ir a
Guadalajara, mientras que llega el jefe que este propio Cuartel General nombre
para que definitiva y exclusivamente se haga cargo de la campaña del Yaqui.
Mientras tanto, se servirá usted proceder a la movilización de fuerzas, que
desde fuego deben tomar la ofensiva contra esa tribu rebelde, disponiendo, para
el efecto, de las siguientes tropas: Fuerzas de la 2.ª División del Noroeste,
que actualmente se encuentran en este Estado; 1.ª División de Caballería del
Noroeste, que comanda el C. general Enrique Estrada; Brigada Sinaloa, que
comanda el C. general Ángel Flores; milicias del Estado, que comanda el C.
coronel J. J. Duarte; Infantería de Sonora, que comanda el C. general Lino
Morales; Infanterías de la 1.ª División del Noroeste, que comandan los CC.
generales Francisco R. Manzo, Miguel V. Laveaga y Eugenio Martínez; 1.ª Brigada
de Infantería de la 6.ª División del Noroeste, al mando del C. general Miguel
M. Acosta; Brigada Hernández, comandada por el C. general Luis M. Hernández,
así como las fuerzas de Sonora, que se han rendido al Gobierno
Constitucionalista en este Estado. Las demás fuerzas que actualmente se
encuentran en este Estado, quedan a las órdenes del C. general de brigada
Plutarco Elías Calles, jefe de la 4.ª División del Cuerpo de Ejército del
Noroeste, quien dependerá directamente de este Cuartel General. Para atenciones
de esa campaña que usted iniciará, quedan con instrucciones de atender las
órdenes de usted, por los elementos que necesite, las siguientes dependencias
de este Cuartel General: Depósitos generales de municiones, vestuario y equipo,
en Hermosillo, a cargo del C. teniente coronel de Estado Mayor, Eduardo C.
García; proveeduría general, en Nogales, a cargo del C. Ignacio C. Corella;
agencia especial financiera, en Nogales, Arizona, a cargo del C. Baldomero A.
Almada, quien actualmente funge como cónsul interino constitucionalista en
aquel lugar; superintendencia de trenes militares del Cuerpo de Ejército del
Noroeste, a cargo del C. coronel J. L. Gutiérrez, quien es el conducto para
ordenar todo lo relativo a movimiento de trenes, estando acreditado con tal
carácter ante la superintendencia del ferrocarril. Lo comunico a usted para su
conocimiento y fines, reiterándole las seguridades de mi atenta y distinguida
consideración. Constitución y Reformas. Cuartel General en Hermosillo, Sonora,
a 21 de diciembre de 1915. El General en Jefe. Álvaro Obregón. Al C. general de
división Manuel M. Diéguez, Jefe de Operaciones en el Noroeste.”
Ya había iniciado Diéguez la
campaña contra los yaquis y a principios de enero todavía seguían las tropas
dispersas de Villa rindiéndose, como sucedió el 8 de enero en Onavas, de
acuerdo al mensaje enviado por el general P. E. Calles al consulado en Washington,
que decía lo siguiente:
"El
general Dieguez me informa en un telegrama fechado ayer, que los generales villistas
Madrigal, Banderas y Bichono se rindieron en Onavas con unos 3,000 hombres.
Incluidos indios armados y desarmados".[92]
Aunque era muy apresurado,
se decía que la campaña contra los yaquis estaba funcionando muy bien y que, muy
pronto, Sonora se vería libre de este “enemigo
que era la peor amenaza para los viajeros
y negociantes de aquella región”. Se decía esto porque de acuerdo a la
información, el general Diéguez tenía a su mando más de 12,000 hombres que perseguían
a los rebeldes yaquis. Aunque se sabía que algunos grupos se encontraban abatidos
por el hambre y los obligaba a rendirse sin pelear y que se entregaban en
grupos grandes, como sucedió en Quiriego.[93]
Pero, no había pasado ni un
mes desde que el general Diéguez se hizo cargo de esta campaña, cuando surgen
problemas y malentendidos entre él y el general P. Elías Calles. Aunque no se
ventiló la causa, se dijo que los malentendidos surgieron y llegaron a tal grado
que estuvo a punto de darse una ruptura de las relaciones entre estos dos
funcionarios.[94]
También empezaron a surgir
problemas entre las tropas bajo el mando del general Francisco Urbalejo, el
jefe yaqui, y José Trujillo, un ex líder de las fuerzas de Villa, que ahora
formaba parte de las fuerzas del general Diéguez, quienes estaban descontentos
por la supuesta depreciación del dinero de Carranza, con el que se les pagaba
(bilimbiques), siendo esto el principal factor de descontento entre los
soldados.[95]
El general Diéguez, tenía su
cuartel general en Empalme, desde donde se enviaban grandes columnas contra los
yaquis. Así mismo, para mediados de enero se inició una especie de censo de los
yaquis para conocer su número y ubicación, por esto, se creía falsamente, que era
cuestión de poco tiempo para resolver este problema.[96]
El general Manuel M.
Diéguez, como Jefe de las Operaciones Militares en el Occidente de México que
seguía ostentando, con fecha 17 de enero emitiría un decreto para conocimiento
de los sinaloenses que residen en California, decreto que tenía que ver con los
bienes intervenidos bajo el decreto del 8 de octubre de 1915.[97] Por supuesto el decreto
decía que se regresarían sus bienes solo a aquellos que no fueran enemigos de
los constitucionalistas.
Probablemente por las
diferencias que habían surgido entre P. E. Calles y Diéguez, Carranza los convoca
para asistir a su Cuartel General en Querétaro para una conferencia de
gobernadores. Mientras el general Francisco Serrano, jefe de gabinete de Gen.
Álvaro Obregón, fue designado para liderar las tropas en la campaña para
someter a los yaquis. También, se decía que Diéguez había sido convocado para
que retomara el gobierno de Jalisco.[98]
Con rumbo a Querétaro, el
día 28 de enero, partió vía Mazatlán el general Diéguez acompañado de su Estado
Mayor. En Mazatlán se embarcó en el cañonero “Guerrero” que lo condujo a Manzanillo, de donde se dirigió a
Guadalajara. Antes de partir, en su honor, se efectuó una cena en el Hotel
Almada que fue ofrecida por el cubano Arturo González. Asistieron, además, los generales
Manzo, Serrano, Martínez y Laveaga, y numerosos jefes y oficiales
constitucionalistas y otras personas de la sociedad civil. [99]
El general Manuel Diéguez llegó
a Querétaro el 30 de enero acompañado de los generales Carrasco, Damy, Quiroga
y Juan José Ríos; y del gobernador del estado de Colima. Diéguez inmediatamente
después de su llegada, y en unión del general Álvaro Obregón, se dirigió a la
residencia del Primer Jefe Constitucionalista con quien se entrevistó
largamente.[100]
Con fecha miércoles 22 de
febrero, Diéguez regresa a Sonora acompañando a los generales Obregón y
Caballero, quienes salieron de Manzanillo hacia Mazatlán y después a Hermosillo.
El general Obregón venía para casarse con María Tapia, según un despacho
recibido ese mismo día en el consulado mexicano de El Paso. Se afirmó que en la
víspera de su partida, Carranza le regaló a Obregón un hermoso reloj de oro
como aprecio a su lealtad y patriotismo hacia la causa constitucionalista.[101]
Después de regresar de Querétaro, el general Diéguez, pasa unos días en Cananea, probablemente en una visita no oficial, ya que todavía no retomaba la campaña contra los yaquis y, sería hasta el miércoles 8 de marzo, que llega a Guaymas para supuestamente hacerse cargo nuevamente de esa misión.[102] Sin embargo, las fricciones con P. Elías Calles persistían, incluso se llegó a pensar que Calles sería retirado como gobernador; pero, para finales de marzo los generales Diéguez y Serrano, éste último a cargo de la campaña contra los yaquis, serían llamados a Querétaro. [103] El general Serrano sería nombrado de nuevo Jefe del Estado Mayor de Obregón quien ya había sido nombrado Ministro de Guerra, mientras el general Diéguez sería nombrado, otra vez, gobernador de Jalisco.
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