JUAN G. CABRAL: Un revolucionario olvidado en Cananea. Parte III.
Gustavo A. Moreno Martínez moremar@prodigy.net.mx
INTRODUCCIÓN
Después de la toma de Cananea sin disparar un solo tiro en 1911, Cabral inicia su ascenso tanto militar como administrativo por la educación recibida y después de funcionar como Jefe Militar Interino y como Presidente Municipal de facto, es nombrado Jefe de la Gendarmería Fiscal, puesto que desempeñó hasta marzo de 1913, fecha en que retoma las armas para volver a la revolucionar en contra del usurpador Huerta. Después de unirse a Obregón logran triunfar en la toma de Nogales, Cananea y Naco, con lo que los constitucionalistas logran tener el control de toda la frontera de Sonora con Estados Unidos. El mismo día que se toma Cananea, 26 de marzo de 1913, Venustiano Carranza lanza el Plan de Guadalupe en el que se desconoce a Huerta como Presidente de la República y días después es propuesto a los líderes sonorenses quienes después de un par de reuniones en Agua Prieta, Sonora y Monclova, Coahuila, se forma una alianza entre los estados de Sonora, Chihuahua y Coahuila para lanzarse de lleno contra el huertismo. Cabral participaría de manera marginal en estas negociaciones y después de la toma de Naco y de esos acuerdos, marcha junto con las tropas de Obregón hacia el sur del estado a combatir contra los huertista que se encuentran en el puerto de Guaymas perfectamente armados y con una ciudad fortificada que era casi inexpugnable, porque además de tener la topografía de la zona a su favor, estaba defendida desde el mar por buques de guerra. Después para evitar la llegada de huertistas por el sur, Obregón decide enviar tropas a Sinaloa, que después seguirían avanzando hasta concluir con la toma de la Capital de la República, donde Cabral tendría que desempeñar un importante papel que impulsaría su carrera, ya no en el aspecto militar, sino como político y diplomático.
LA BATALLA DE SANTA ROSA
Con la derrota de Ojeda en Naco se consuma la primera etapa de la toma de Sonora por los constitucionalistas, la siguiente etapa se iniciaría con el movimiento de las tropas al mando de Obregón, moviéndose hacia el sur para colocarse justo al norte de Guaymas, el principal reducto de los huertistas en Sonora, puerto que se encontraba perfectamente fortificado y con federales perfectamente armados y defendidos desde el mar por buques de guerra Morelos, Tampico y Guerrero, además del buque mercante General Pesqueira. Desde la primera etapa quedan evidenciadas las características del mando federal: lentitud operativa y falta de iniciativa. Esto se evidenció porque las guarniciones de Nogales, Cananea y Naco esperan ser atacadas cada una en su propio terreno y fueron derrotadas sin buscar la combinación de sus fuerzas.
A fines de abril de1913, después de dejar guarnecida la frontera, el coronel Obregón, Cabral y otros oficiales se desplazaron con el grueso de las tropas hasta la Estación Batamotal, situada a 12 kilómetros al norte de Guaymas. La falta de municiones le impide atacar inmediatamente al puerto, después enviaría una avanzada hasta Empalme. Para ganar tiempo destaca fuerzas de caballería en la región del Yaqui, con la misión de ocupar la plaza de Tórim. Tropas del coronel Hill, procedentes de Álamos, concurrirán en la misma misión.
El 1.º de mayo la guarnición de Guaymas, que ascendía ya a unos 2 000 hombres, es reforzada con otros 1 500, dotados de artillería, transportados de varios puntos del litoral en los cañoneros Morelos y Guerrero, más el barco mercante General Pesqueira. En la misma fecha se sabe también que el mando federal hace preparativos para marchar sobre Hermosillo. Los revolucionarios concentrados en el valle de Guaymas suman alrededor de 2,200 hombres, con 14 ametralladoras y muy escasa dotación de cartuchos.
Ante la superioridad material del enemigo, el coronel Obregón decide replegarse hacia el Norte, manteniendo contacto. El estudio que hace de la situación es certero, tanto estratégica como tácticamente; su idea de maniobra es clara y precisa: alejar al adversario de su base de operaciones (Guaymas), obligándolo a distraer fuerzas en la protección de sus comunicaciones a retaguardia; hostilizarlo en combates parciales para causarle desgaste moral y material antes de presentar batalla. Pero la maniobra, concebida tan hábilmente por el jefe militar, es detenida casi al iniciarse por una orden del gobernador Pesqueira, provocada por la psicosis de la población civil de Hermosillo.
Las operaciones comienzan el día 2 de mayo con el bombardeo de Empalme por el cañonero Guerrero. Las fuerzas revolucionarias se repliegan sucesivamente a Batamotal, Maytorena, Santa Rosa y Ortiz; sus avanzadas mantienen siempre el contacto con la vanguardia federal, que llega a Santa Rosa el día 4. Obregón supone que el enemigo, alentado por su fácil progresión, continuará moviéndose hacia el Norte. Le prepara, en consecuencia, una emboscada a la altura de San Alejandro; el dispositivo queda listo la misma noche del 4 al 5. Pero el mando federal, fiel a su sistema lento y cauteloso, permanece inactivo durante tres días, reanudando su avance el día 8 para ocupar en fuerza la Estación de Santa Rosa. El coronel Obregón juzga que el adversario pudo haber descubierto su estratagema y, rápidamente, cambia de plan. [1]
Tras un cuidadoso reconocimiento del terreno y del enemigo acompañado por Cabral y otros oficiales, Obregón vuelve a su campamento, reúne a sus comandantes de unidad y les hace conocer su nueva decisión. El enemigo ocupa con unos 500 hombres Santa Rosa y algunos puntos dominantes de las inmediaciones; su grueso está en Maytorena. La idea de maniobra del coronel Obregón se resume así: atacar, a primera hora del 9, por el frente y sobre los dos flancos, al enemigo que se encuentre en Santa Rosa. Para eso, el coronel Cabral, con 390 hombres, llevará la acción frontal; el coronel Diéguez, al mando de 600 hombres, caerá por el Oeste sobre el flanco izquierdo del adversario, y el coronel Sosa, al frente de 1 175 infantes y dragones, atacará por el Este el flanco derecho de las tropas federales. Típica maniobra de doble envolvimiento en la que se cuida, todavía, el escalonamiento en tiempo de la entrada en acción de los agrupamientos de combate. Cabral y Diéguez atacarán primero; ellos tienen terreno más favorable y conviene distraer al enemigo hacia esas direcciones, antes de que Sosa llegue por el Oriente.
Plano
de la Batalla de Santa Rosa (Tomado de A. Obregón).
La batalla inicia a las 5:00 a.m. del día 9 de mayo iniciando con las fuerzas a cargo de Diéguez por el flanco derecho y con el frente dirigido por Cabral para generalizarse en poco tiempo. El combate se extiende durante tres días hasta que las tropas federales emprenden la retirada hacia el sur dejando 422 muertos, armas, municiones, alimentos, caballos y medios de transporte.
En esta batalla el Col. Cabral destacaría por su valor y aciertos a la hora de realizar los movimientos durante la batalla, Obregón en el informe que le envía al gobernador Ignacio L. Pesqueira sobre la batalla diría los siguiente:
“……A los coroneles Cabral, Alvarado, Diéguez, Sosa y Camacho, nada hubo que ordenarles; obraron con verdadera iniciativa y oportunidad.”[2]
Mayor Jesús Trujillo, General Manuel M. Diéguez, General Juan G. Cabral y General Juan Dozal en la campaña contra el huertismo en 1913. (Tomado de A. Obregón). |
Todo indica que el mismo día en que termina la batalla o un día antes, Cabral fue enviado al norte a conseguir petróleo y madera para quemar a los muertos de la contienda, enviando un tren cargado con esos combustibles, pues muchos de los cadáveres ya estaban en franca descomposición debido el fuerte calor que se sentía en la zona.[3] Sin embargo, Cabral, al ser enviado a la frontera llevaba otra encomienda mucho más importante, ya que desde finales de abril, Obregón había decidido comprar un avión para observar al enemigo desde el aire, para este propósito envía a Ramón P. Denegri y Santiago Camberos a Los Angeles donde compran un biplano del tipo pusher construido por Glenn Martin, aeronave que es enviada a Tucson embalada y de allí se trasladaría a la frontera a donde la esperaría Cabral para asegurarse que cruzara la línea internacional sin problemas. Una vez segura la aeronave en Sonora, Cabral informa a Obregón de que la aeronave ya había sido cruzada al lado mexicano, recibiendo una felicitación por el éxito obtenido.
Juan G. Cabral era un hombre sencillo, hombre de servicio sin mayores aspiraciones políticas, sin embargo, después de la Batalla de Santa Rosa, periódicos de la capital del país, claramente de filiación huertista, acusaban a Cabral y a otros de separatistas, de pretender anexar Sonora a los Estados Unidos, de querer ser el gobernador de Sonora. Cabral amaba a Sonora y México, aunque era ciudadano americano por adopción, jamás pretendería tal cosa como lo demostraría el resto de su vida que se la dedicó a su patria.
LA BATALLA DE SANTA MARÍA
Se conoce como la Batalla de Santa María y San Alejandro a la serie de encuentros bélicos que se dieron esencialmente en y en los alrededores de ambas haciendas ubicadas a unos 100 kilómetros al sureste de Hermosillo, enfrentamiento que iniciaron el 19 de junio cerca de Estación Ortiz y culminan en Santa María y San Alejandro el 26 de junio de 1913.[4]
Cabral no tomó parte en esta batalla, pues por sus méritos de batalla, el día 6 de junio fue ascendido a General Brigadier y, solo unos días después, fue nombrado Jefe del Departamento de Guerra del gobierno estatal.[5] Ante las nuevas responsabilidades, Cabral permanecía en la capital del estado atento a las necesidades del frente de guerra y de las guarniciones en el resto del estado.
Quedando únicamente Guaymas como bastión huertista defendido por el Gral. Pedro Ojeda, quien a partir del 27 de junio Obregón había puesto sitio, en las Juntas de Guerra que se llevaban a cabo en Hermosillo, a donde asistían el gobernador, Cabral, Obregón y otros jefes militares y políticos; para principios de julio se realizó el análisis de la conveniencia de enviar tropas para evitar que Huerta enviara tropas a Sonora por el sur, ya que Guaymas no era preocupante por el momento.[6]
El día 8 Cabral llega a Nogales donde es cuestionado sobre la deserción de uno de los buques anclados en Guaymas que se había unido a los constitucionalistas, lo cual es negado por él. Otro día, con la intención acelerar la reparación en los talleres de la 4C de ocho cañones capturados al general Ojeda, cerca de Ortiz, cuando se retiró a Guaymas hace dos semanas después de la derrota de Santa María. Mismos que requerían reparación ya que los federales habían quitado los percutores de las armas. La idea era reparar los cañones para regresar 4 y fortalecer el sitio de Guaymas, la otra mitad se enviaría a Chihuahua para el Gral. Villa que los esperaba en Ascensión, pues tenía planeado atacar Cd. Juárez y solo esperaba la artillería proveniente de Sonora.[7]
El Gral. Obregón, quien sufría los efectos de una reciente insolación, para el día 19 de julio se dirige a Nogales para recibir tratamiento médico, mientras se decía que Cabral tomaría temporalmente el mando de la campaña en Guaymas, pues se tenían planeadas operaciones más agresivas contra los federales sitiados en el puerto.[8] Tres días después Cabral sale rumbo al sur al mando de 500 hombres.[9]
Por esos días Cabral presentó una iniciativa de reforma agraria al gobierno del estado, hecho que lo convirtió en el único lider sonorense capaz de plasmar en un documento los añejos problemas por los que algunos combatientes se habían adherido a la revolución, particularmente en el tema relativo a la tenencia de la tierra. En esta iniciativa que hizo llegar al gobernador interino, expuso sus ideas sobre el problema agrario. Según Cabral, la solución para lograr una paz duradera y tranquilidad pública entre los más desfavorecidos de la sociedad debía basarse en la justa y equitativa repartición de las tierras, por lo que propuso un programa con los puntos siguientes:
· Medición y reparto de los terrenos nacionales existentes en el estado.
· Limitación de los latifundios y distribución de los excedentes.
· Revisión de títulos, adquisiciones y reparto de las tierras propiedad de los enemigos de la Revolución.
· Fraccionamiento y reparto de ejidos.
· Distribución de aguas y prohibición para enajenar las tierras adquiridas por cualquiera de los medios anteriores.
Pesqueira, envió esta iniciativa al Congreso para que fuera examinada y se limitó a indicar a los diputados que la propuesta no se “apegaba rigurosamente a ciertos preceptos de la ley”, por lo que el documento no se revisó y fue archivada.[10]
El 4 de agosto, poco antes del término de la licencia que había solicitado el gobernador constitucional José María Maytorena, decide regresar y retomar las riendas del gobierno, esto ocasiona un gran jaloneo en la cúspide de la élite constitucionalista en el estado, pero finalmente se decide que Maytorena debía regresar. Mientras tanto, Carranza quien desde principios de agosto había decidido viajar a Sonora venía en tránsito y llega el 13 de septiembre a El Fuerte, Sinaloa, donde es esperado por Obregón y su comitiva. Después de un descanso, el día 17, parten a Sonora donde es esperado por el gobernador en estación Maytorena a donde llega acompañado por Salvador Alvarado, Juan G. Cabral y Pesqueira.
En este punto de la lucha, la posición de los distintos grupos al interior de los constitucionalistas sonorenses, reflejaba las divisiones entre ellos. Las pugnas por el control del poder significaron una serie de cambios en la conformación de las alianzas. La postura de Ignacio L. Pesqueira jugó un papel esencial en la concertación de los rebeldes. Las diferencias con Obregón condicionaron el nombramiento que hizo a favor de Cabral como jefe del Departamento de Guerra estatal, cargo que ocupó hasta principios de septiembre de ese año cuando fue sustituido por P. E. Calles.[11]
Luego de la destitución de Cabral como jefe del Departamento de Guerra del Estado, éste desaparece de la escena política y militar, probablemente porque Obregón siempre le pedía realizar tareas específicas en la capital del estado o en la frontera. Muy poco se sabe de Cabral desde los primeros días de septiembre hasta mediados de diciembre de 1913 cuando se menciona que se encuentra en el sitio de Guaymas al frente de unos 1,100 mayos.[12]
Después de celebrar el 29 de diciembre el cumpleaños de Venustiano Carranza en Carbó, Cabral, Blanco y otros jefes constitucionalistas regresaron a Hermosillo y mientras el tren de Carranza entraba a la capital, sonaron 21 cañonazos que hicieron eco por toda la ciudad. El recibimiento fue tan entusiasta como si Carranza hubiese estado fuera muchos meses en lugar de dos días. Otro día se esperaba una conferencia entre los constitucionalistas, previo a un posible ataque sobre Guaymas.[13] Cabral se mantendría al frente del sitio de Guaymas y viajando constantemente a Hermosillo hasta fines de febrero.
El día 25 de febrero es enviado por Carranza a Cananea con su infantería y caballería para poner fin a las revueltas anti-chinas. Los residentes chinos fueron apedreados el martes 24 por una turba y los policías fueron expulsados de las calles cuando intentaban dar protección a los orientales, quienes tuvieron que huir a los cerros.[14]
C. M. Montague, agente consular de Cananea, había enviado un telegrama al gobernador Maytorena para que enviaran tropas y ayudaran a la policía. Cabral llega el día 25 a Cananea, inmediatamente se dispusieron a dispersar a la multitud. Se dice que los disturbios en realidad fueron anti-extranjeros, pero ostensiblemente dirigido contra los chinos. Los disturbios anti-chinos en Cananea surgieron de una guerra de lavanderas.[15] La Liga Protectora de Mujeres de Cananea, organizada recientemente por mujeres que se ganan la vida lavando ropa, fue la responsable del ataque a los chinos, a quienes se acusó de usurpar el empleo de las mujeres. Dirigidas por una de ellas, las mujeres iniciaron el motín que provocó la huida a los cerros de prácticamente todos los lavanderos chinos y muchos restauranteros orientales y peones comunes. La mayoría de los chinos regresaron otro día a Cananea, después de una noche de terror en los cerros.
Mientras Cabral mantenía en relativa calma a Cananea, Venustiano Carranza, en tren especial, había llegado a Nogales en compañía del gobernador Maytorena, Rafael Zubarau Cammany, secretario de Estado; Ignacio Bonillas, secretario de Gobernación; los generales Felipe Ángeles y Álvaro Obregón. Aquí Carranza se reúne con una delegación del Gral. Villa conformada por Adrián Benevides, José García y el general Verduche quienes trajeron informes completos de Villa en Chihuahua, explicando la ejecución de Benton un ciudadano americano que estaba provocando fricciones con Estados Unidos.
Permanecen en Nogales durante unos días, luego llegan por tren a Cananea, después a Naco, de allí a Nacozari y luego por tierra a Chihuahua. Obregón había alistando 2000 efectivos, y se espera que los trenes de la tropa salgan antes de Carranza, y que estén todos listos para acompañarlo desde Nacozari hacia Chihuahua a través de la sierra.
Después despedirse de Carranza y dejar Cananea, Cabral regresa al sur del estado donde permanece moviéndose entre el sitio de Guaymas y la Capital para conferenciar con Álvaro Obregón y el gobernador Maytorena, permanece así hasta principios de mayo cuando es enviado a Sinaloa para consolidar los triunfos que Diéguez iba obteniendo con sus movimientos rumbo a Jalisco.
LA CONSTITUCIONALISTAS EN SINALOA, NAYARIT Y JALISCO
Después que el Jefe del Ejército Constitucionalista, nombró al General Álvaro Obregón Jefe del Ejército del Noroeste el 27 de septiembre de 1913, con el objetivo de derrocar al usurpador Huerta, fijaron su camino hacia Sinaloa. La campaña de ese estado estaba encaminada a tomar la ciudad de Culiacán, ya que por ella pasaba el ferrocarril sud-pacífico, vía importante por la utilización en el desplazamiento de tropas revolucionarias o federales, por lo que se convirtió en el principal objetivo militar de los constitucionalistas de Sinaloa y Sonora.
Las fuerzas que Obregón movilizó de Sonora para dar empuje a las operaciones de Sinaloa, fueron las de Diéguez, quien ya había sido ascendido a general, y 100 hombres del 4.º Batallón de Sonora, con las que marchó. Llega a Bamoa el 24 de octubre; pasando en seguida a Sinaloa (de Leyva), donde se encontraban los generales Iturbe y Hill. Al asumir el mando de las operaciones de Sinaloa, Obregón nombró segundo en jefe al general Iturbe, luego continuaron el avance hasta Guamúchil, donde los federales habían destruido por completo un gran puente sobre el río Mocorito. El día 29 de octubre quedó terminado el puente sobre el río Mocorito y esa misma noche cruzó el tren con la columna del Gral. Diéguez acampando en Guamúchil. Después, se fue avanzando poco rumbo a Culiacán, no sin antes tomar todos los pueblos desde Altata hasta la capital.
El día 7 de noviembre inician los reconocimientos para conocer las posiciones que tenían los huertistas y el 9 todos los jefes iniciaron con el movimiento de sus respectivas tropas para tomar posiciones según el plan de ataque. Ese día y los siguientes se tuvieron algunos enfrentamientos aislados, hasta que el día 12 de noviembre se ordena el avance y ataque sobre las defensas huertistas que defendieron fuertemente hasta que al amanecer del día 14 abandonan sus posiciones, quedando la ciudad en posesión de los constitucionalistas. Ese mismo día se ordenó que las tropas de Diéguez y Arrieta marcharan al sur rumbo a Mazatlán en cuya ruta se enfrentaron a los federales y se encontraron con puentes destruidos que tuvieron que reparar para poder llegar a Mazatlán hasta finales de marzo, ciudad a la que para mediados de abril de 1914 había puesto en estado de sitio, después de algunas dificultades por falta de suficientes hombres.
El general Obregón llega el 16 de abril a su cuartel general en Culiacán, después marcha a Estación Modesto el 29 de abril. Allí se encontraba ya el general Hill con su brigada y la artillería del Cuerpo de Ejército y estaban próximas a incorporarse las tropas de los generales Iturbe y Cabral quien ya había recibido órdenes de incorporarse a Mazatlán, mientras las tropas de Diéguez y Blanco reciben instrucciones de continuar hacia Nayarit.[16]
Para el 4 de mayo Obregón llega al cuartel general del sitio a Mazatlán en Casa Blanca y ese mismo día Cabral le informa que el día anterior se había realizado un reconocimiento a la Isla de Piedra y que habían observado que a 400 metros de la costa oeste de la isla se encontraba varado el cañonero “Morelos”. En los días siguientes, después de varios enfrentamientos con los federales y de repetidos intentos de deshabilitar el buque, finalmente fue destruido con dinamita la noche del 10 de mayo.[17]
Mientras tanto, Diéguez, Blanco y Buelna ya habían tomado Acaponeta el 5 de mayo y el 15 a Tepic en el estado de Nayarit. Después de tomadas estas ciudades, Obregón en reunión con sus oficiales, concluye que es mejor mantener el sitio de Mazatlán del mismo modo que se dejó el de Guaymas, Dedujo que el camino a la plaza de Guadalajara estaba allanado, por lo que se apresto a realizar los preparativos para marchar al sur dejando al general brigadier Ramón F. Iturbe a cargo del sitio de Mazatlán, y el día 18 de mayo de 1914 acompañado de su Estado Mayor se traslada a Tepic para dar alcance al general Diéguez y demás parte de la vanguardia, donde después de recluir en la cárcel al obispo Andrés Segura y expulsar a los demás clérigos que conspiraban contra los constitucionalistas, ordena seguir adelante.[18] Cabral iba al frente de la Columna del Mayo integrada por los 8º y 9º batallones y los Fieles de Huírivis.
A principios de junio, considerando la gran importancia que sus fuerzas habían adquirido, el general Obregón eleva a la categoría de Divisiones las Brigadas de Infantería de los generales Diéguez, Hill y Cabral, y la de Caballería del general Lucio Blanco.
Para mediados de junio, tanto en la prensa nacional como internacional se publicó durante días que Juan G. Cabral había sido capturado y fusilado en Zacatecas, sin embargo, esa misma prensa pronto tuvo que desmentir esa noticias, pues se trataba de otro Cabral, ya que el sonorense en esos momentos se encontraba en ruta a Jalisco acompañando a general Obregón con el objetivo de tomar Guadalajara. Eran tan fuertes los rumores de su muerte que tuvo que escribir a su familia en Tucson para avisarle que estaba bien, que había sido una confusión.[19] De hecho, con fecha 14 de junio sale Obregón de Tepic con las infanterías al mando de los generales Juan G. Cabral y Benjamín Hill, además de la artillería al mando del mayor Juan Mérigo, llegando a Ixtlán del Río el día 16 donde permanecieron algunos días.[20]
El día 23 ordena Obregón avanzar acampando ese día en Arroyo del Agua, para otro día llegar hasta San Marcos donde después de un breve descanso se avanzó hasta Etzatlán donde se encontraba Manuel M. Diéguez. A su llegada recibe la noticia de que a su encuentro había salido de Guadalajara una columna huertista. Al día siguiente ordena a todas las tropas avanzar hasta Ahualulco con el objetivo de hacer un reconocimiento del terreno donde presentar batalla.[21]
Los huertistas tardan algunos días en avanzar pues estaban ocupados reparando las vías del tren, situación que aprovecha Obregón para escoger las mejores posiciones sin que los federales se dieran cuenta
El general Obregón, invitado por las ventajas que el terreno le ofrece, decide esperar el ataque de su adversario sobre una posición apoyada en Teuchitlán, por el Norte, y el Cerro de Santa Cruz, hacia el Sur, incluyendo Mesa Grande y la vía férrea en el Centro; el trazado de la línea principal de resistencia es francamente convexo hacia el enemigo; en ella se establecen las Divisiones Cabral, Hill y Diéguez, cubriendo, respectivamente, los sectores Teuchitlán, Mesa Grande-vía férrea, y de ésta a Cerro Santa Cruz; sin embargo, por un error del general Medina tiene que cambiar su plan.
La nueva de maniobra estratégica era muy simple: atacar al enemigo de Orendáin, amagando simultáneamente la plaza de Guadalajara por el Sur. El objetivo era batir al adversario en detalle, aniquilando primero al de Orendáin; para impedir que la guarnición de Guadalajara intervenga en la primera batalla, mientras se ejecuta una acción distractora por el sur de Guadalajara, el lado opuesto de donde se encuentra Orendáin. Las operaciones sobre Guadalajara son encomendadas a la División de Caballería, que ha recibido órdenes de concentrarse en Ameca. A esta gran unidad se le restan la Brigada Buelna y el 2.º Regimiento para emplearlos en el ataque a Orendáin. El general Blanco marchará el día 1.º de julio en dirección de Tlajomulco hasta alcanzar al amanecer del día 6, la vía del ferrocarril México-Guadalajara entre las estaciones de El Castillo y La Capilla, hará destrucciones a la vía y avanzará sobre Guadalajara. Los movimientos se efectuaron de noche para garantizar la sorpresa.
Croquis de la batalla de Orendáin según el plan de ataque de Obregón (Tomada de A. Obregón). |
Como se muestra en el croquis, para el ataque a Orendáin se ordena a la División Diéguez, reforzada con el 2.º Regimiento de Caballería, que ejecutando un amplio movimiento envolvente por el Norte, caiga sobre la retaguardia del enemigo, también al amanecer del día 6, en Estación La Venta; ocupado este lugar, destruirá la vía y atacará Orendáin de Este a Oeste. El resto del Cuerpo de Ejército incluyendo las tropas de Cabral, bajo el mando directo del general Obregón atacará por el Oeste. La intención de la maniobra era obligar al adversario a pelear con frente invertido, para lo cual bastará diferir pocas horas el ataque por el Oeste. Con pequeñas variantes el plan funcionó a la perfección, iniciándose los enfrentamientos el amanecer del día 6 luego que los huertistas sintieron cortada su comunicación con Guadalajara por las Tropas de los generales Diéguez y Blanco. Para el día 7 el combate se había generalizado y los constitucionalistas se habían apoderado de todos los sitios estratégicos y los federales huían dispersos rumbo a Guadalajara. Al amanecer del día 8 se tenían muchos prisioneros y habían obtenido un gran botín de guerra.
A primera hora del 8 se reanuda el avance sobre Guadalajara. Apenas iniciada la marcha el general Obregón es informado de que la plaza había sido evacuada por los federales en el curso de la noche. Ordena entonces acelerar el movimiento para ir en auxilio del general Blanco si fuere necesario. Más no fue preciso porque la División de Caballería batió al general Mier en la Hacienda de El Castillo, causándole un descalabro que el mismo Mier pagó con la vida. En tres días los huertistas sufrieron más de 8,000 bajas, dejando en poder de los revolucionarios 26 piezas de artillería, más de 5,000 fusiles, municiones y ganado; además, 18 trenes con 40 locomotoras. [22]
Una semana después de la toma de la capital jalisciense, Obregón recomienda ante Carranza, el ascenso inmediato de los Generales Brigadieres Cabral, Blanco y Domínguez, así mismo, a los mayores Mejía y Serrano, al rango inmediato.[23]
Después de instalar al general Manuel M. Diéguez como gobernador y jefe militar de Jalisco, dar descanso a las tropas, informarse que la mayor parte del estado estaba en poder de los constitucionalistas y de enviar brigadas de reparación al tramo del ferrocarril Guadalajara-Manzanillo, Obregón decide atacar Colima y el Puerto de Manzanillo, ya que aunque su principal objetivo era la capital del país, no podía dejar a sus espaldas unos 2,000 federales que se encontraban en esas ciudades. Después de enviar las brigadas de reparación, organiza dos agrupamientos: uno al mando del general Hill, formado con su División y los Regimientos de Caballería Sosa y Acosta de la División Blanco, para proteger a los trabajadores que han iniciado las reparaciones del ferrocarril Guadalajara-México; mientras el otro irá a Colima bajo el mando personal de Obregón, constituido por la División Cabral, el 2.º Regimiento de Caballería al mando de Trujillo y algunos elementos más, que hacen un total de 2,000 soldados.
Con los agrupamientos organizados, Obregón sale por ferrocarril el 17 de julio de Guadalajara llegando ese mismo día a Zapotiltic; a su arribo se le informa que las avanzadas huertistas se hallan a unos 10 kilómetros, en las inmediaciones de Tuxpan y que al replegarse destruirán los grandes puentes que existen al sur de Tuxpan. Valorando las serias consecuencias que esas destrucciones originarían desde los puntos de vista operativo y económico, resuelve dejar los trenes devolviéndolos a Zapotlán y continuar su desplazamiento por tierra. El mismo día 17 llega a Platanar, pasando las enormes barrancas de Beltrán, Atenquique y El Muerto, en las faldas del Volcán de Colima. Al siguiente día, la columna llega a Tonila. En esta población, restablecida la línea telegráfica con Guadalajara, Obregón recibe las noticias de que los puertos de Guaymas y Mazatlán habían sido evacuados y las tropas federales navegaban rumbo a Manzanillo. Obregón trata de tomar este puerto, sin embargo, llega tarde y ya habían desembarcado parte de las tropas federales y no puede hacerlo por carecer de suficientes tropas.[24]
Con la finalidad de establecer un gobierno constitucionalista, Obregón emite una serie de circulares fechados el 19 de julio en Colima capital, donde el No. 6 establece que Eduardo Ruiz será el gobernador y jefe militar provisional del estado; así mismo la No. 9 establece que:
“….las bestias, mercancías u objetos que sean necesarios para el servicio del Ejército Constitucionalista serán solicitados a sus propietarios por este Cuartel General o por el C. General Juan G. Cabral, únicos autorizados al efecto.”[25]
Dos días después, previa autorización de Carranza y Obregón, Cabral toma protesta al gobernador provisional de Colima de la manera siguiente:
“En la Ciudad de Colima, a los veintiún días del mes de julio de 1914, presentes en la Secretaría de Despacho del Gobierno del Estado el ciudadano Eduardo Ruiz, nombrado Gobernador y Comandante Militar del Estado Libre y Soberano de Colima, el Ciudadano General Juan G. Cabral investido por las facultades concedidas por el C. Primer Jefe del E.C. y delegadas por el General en Jefe del Cuerpo del Ejército del N.O. Álvaro Obregón al referido General, le interrogó de la manera siguiente:
“¿Protestáis, sin reserva alguna, guardar y hacer guardar los principios de la Revolución, Plan de Guadalupe, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la particular del Estado, las adiciones, reformas y leyes que de ellas emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Gobernador y Comandante Militar de este Estado, que el Gobierno Constitucionalista os ha confiado?
“A lo que el C. Eduardo Ruiz contestó: Si protesto, y el C. General Juan G. Cabral repuso: Si así lo hiciereis, la Nación y el Estado os lo premien, y si no, os lo demanden.”[26]
Obregón, considerando que no es conveniente movilizar tropas de Guadalajara para atacar el puerto, además de que su situación no representa ningún peligro para los territorios conquistados, el 23 de julio decide ponerle sitio ordenando al general Cabral que se instale en Estación Campos para bloquear la entrada de alimentos a Manzanillo, principalmente ganado, y evitar la salida de los federales. Ese mismo día Obregón recibe de Carranza la noticia de que Victoriano Huerta Había renunciado y entregó el poder al Lic. Francisco Carbajal. Ese mismo día Obregón regresa a Colima y el día 24 llega a Guadalajara.
El 26 de julio Obregón recibe en Guadalajara un telegrama urgente de Eduardo Ruiz, Gobernador de Colima, pidiéndole refuerzos para aquel Estado; porque Cabral había sido rechazado en Manzanillo por las fuerzas del general Téllez, obligándolo a replegarse hasta el río Armerías; y en respuesta le da instrucciones de comunicar a Cabral que no debía enfrentarse a los federales y que si los huertistas emprendían un avance formal, evacuaran la plaza de Colima, retrocediendo al Sur, y dándole parte oportunamente, para que Obregón pudiera apoyarlo con fuerzas suficientes para batir a los federales que avanzaran. Poco más tarde, recibe un telegrama del general Cabral, comunicándole lo mismo, además de que había tenido que abandonar un tren con algunas impedimentas. Obregón ratifica a Cabral las órdenes que ya le había comunicado por conducto del Gobernador Ruiz, y quedó pendiente de lo que ocurriera con las tropas de Cabral, afortunadamente no volvió a ocurrir novedad, pues los federales siguieron estacionados en Manzanillo sin intentar un avance sobre Colima.[27]
LA CONSTITUCIONALISTAS ENTRAN A LA CAPITAL DEL PAÍS
Mientras Cabral permanecía en Armería, buena parte del ejército constitucionalista se encontraba enfrentando a los huertistas en la zona del Bajío infringiéndoles derrota tras derrota y obligándolos a replegarse rumbo a la capital del país. Para el 9 de agosto Obregón se encontraba el Teoloyucan a solo 60 kilómetros de la capital desde donde recibe un mensaje del Lic. Carbajal, Presidente Interino de México, donde le expresa su deseo de entregar la capital y que enviaría una delegación para negociar los términos de la rendición.
Por la mañana del día 11 de agosto se presentaron en el campamento de Teoloyucan Alfredo Robles Domínguez y Eduardo E. Iturbide, acompañados de algunos miembros del Cuerpo Diplomático, con objeto de tratar lo relativo a la ocupación de la capital por nuestras fuerzas. Por la noche de aquella misma fecha, se incorporó a Teoloyucan el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza quien había permanecido en Saltillo donde tenía su cuartel.[28]
Para entonces ya se había confirmado la rebelión de Maytorena en Sonora, como se sabía que el pretexto con que quería justificar su traición consistía en que, según él, el coronel Plutarco Elías Calles seguía una actitud hostil contra su Gobierno, por lo que se nombra Comandante Militar del Estado a un jefe amigo de Maytorena, y el nombramiento recayó en el general Benjamín G. Hill, mientras que a Calles se le ordenaba replegarse al norte para no enfrentar a Maytorena. Al mismo tiempo el gobernador ordenaba la aprehensión de personajes relacionados con los constitucionalistas en el estado, mientras liberaba como a 2,000 huertistas que cayeron prisioneros en todas las batallas en Sonora y Sinaloa.
El día 12 de agosto, Carranza autorizó verbalmente a Obregón para que tratara la rendición de la guarnición federal y ocupación de la plaza de la Cd. de México por el Cuerpo de Ejército del Noroeste, y al siguiente día se trasladó a los puestos avanzados, entre Teoloyucan y Cuautitlán donde se reunió con los representantes del Gobierno Federal: Eduardo Iturbide, general Gustavo A. Salas, Vicealmirante Othón P. Blanco. Se levantaron dos actas; la primera, por el señor Iturbide, como Gobernador del Distrito Federal y por Obregón, como Representante del Gobierno y Ejército Constitucionalista para la entrega y evacuación por el ejército de la capital. La segunda acta fue firmada por el general Gustavo A. Salas en representación del Ejército Federal; por el Vicealmirante Othón P. Blanco, en representación de la Armada Nacional, y por Obregón y Lucio Blanco como Representante del Gobierno y Ejército Constitucionalista; en la cual se hizo constar la evacuación de la plaza de México por el Ejército Federal y la disolución y desarme del mismo, cuyo armamento quedaría disposición del Primer Jefe del Ejército constitucionalista, Venustiano Carranza, quien asumiría la Presidencia Provisional del República.[29]
Eduardo E. Iturbide, Álvaro Obregón, Jesús Carranza y otros generales en Teoloyucan después de la firma de los tratados el 13-08-1914 (Foto: Fototeca Nacional INAH). |
Mientras tanto, aunque dejó parte de la infantería en Colima, Cabral ya se había integrado al grupo de oficiales y jefes que se encontraban en Teoloyucan con una parte de su ejército para entrar a la capital del país, cuya entrada se haría de la siguiente manera: la División de Infantería y Secciones de Artillería avanzaron en los trenes militares que ocupaban las columnas al mando del general Juan G. Cabral y coronel Miguel V. Laveaga; e igualmente los Batallones 15º y 17º de Sonora, que comandaban, respectivamente, los tenientes coroneles Severiano A. Talamantes y Alfredo Murillo; el Primer Regimiento de Artillería de grueso calibre, a las órdenes del teniente coronel del arma, Juan Mérigo; el primer Regimiento de Ametralladoras comandado por el teniente coronel de artillería, Maximiliano Kloss, hasta incorporarse a estación Tlalnepantla, donde se desembarcaron, formándose en el siguiente orden: Extrema Vanguardia: Escolta del C. General Francisco Cosío Robelo. Vanguardia: Escolta de este Cuartel General. Seguirá el C. General en Jefe Alvaro Obregón con su Estado Mayor y la Banda del Cuartel General, y en seguida la columna de infantería que comandaba el C. General de Brigada Juan G. Cabral; el primer Regimiento de Ametralladoras; la columna de infantería, que comanda el C. Coronel Miguel V. Laveaga; primer Regimiento de Artillería y 17º Batallón de Sonora. Cubrirá la retaguardia el 15º Batallón de Sonora. A la cabeza de cada Cuerpo deberán marchar sus respectivas bandas de música. Había tanta gente a los lados de la Av. Reforma que tardaron tres horas del Monumento a la Independencia al Zócalo.[30] El general Obregón al igual que el resto de los jefes y tropas fue muy ovacionado a su paso por las calles, pero principalmente cuando pasaron por la Calle de San Francisco (hoy Francisco I. Madero) antes de llegar al Zócalo.[31]
Después de rodear el Zócalo, Obregón acompañado de sus Estado Mayor y de los principales jefes constitucionalistas, se detuvo frente a la entrada principal del Palacio Nacional e ingresó en el, posteriormente salió al balcón central donde fue recibido por una estruendosa ovación, enseguida dijo un discurso que era constantemente interrumpido por los aplausos. Recomendó al pueblo cordura y a colaborar con la revolución y los invitó a colocar ofrendas en las tumbas de los mártires de la democracia: Madero y Pino Suárez. Las manifestaciones de simpatía se repitieron de nuevo cuando Obregón presentó al general Cabral, recomendándolo como un gran ciudadano que había combatido desde el inicio del Maderismo.[32]
Los generales Álvaro Obregón, Juan G. Cabral y Francisco Cosío Robelo en el balcón central de Palacio Nacional el 15-08-1914 (Foto: Fototeca Nacional INAH). |
Con objetivo de honrar la memoria Francisco I. Madero, Carranza dispuso que una representación del Cuerpo de Ejército del Noroeste saliendo de Palacio Nacional la mañana del 17 de agosto acudiera al Panteón Francés a realizar un homenaje al expresidente mártir. El homenaje lo encabeza el general Obregón acompañado de su Estado Mayor; representantes de las diversas columnas y cuerpos que integran esta División; sección de artillería; 9.º Batallón de Sonora de la columna de infantería al mando del general Juan G. Cabral. Al llegar frente a la tumba de Madero, el coronel José J. Obregón pronunció en nombre del Cuerpo de Ejército del Noroeste el discurso alusivo, después el general Obregón depositó sobre la tumba una corona a nombre de este cuerpo del ejército. Posteriormente la artillería hizo 21 disparos de salva, acto seguido la banda del Cuartel General tocó el Himno Nacional. En este homenaje que termina a las 14:30 horas, todos los oficiales y soldados portaban un pequeño moño negro en el brazo izquierdo.[33]
Después de la entrada de Carranza a la Ciudad de México acompañado por Obregón y Cabral.[34] Una vez instalados en el cuartel general, el 20 de agosto de 1914 el general Cabral es nombrado comandante militar de la plaza. El día 21, a las once de la noche, Obregón sale en tren especial con destino a Chihuahua, acompañado de su Estado Mayor y una escolta de 15 hombres; habiendo dejado, como jefe de la división de infantería y de los cuerpos de artillería, al comandante Militar de la Plaza, general Cabral.
LA REBELION DE MAYTORENA
El viaje de Obregón a Chihuahua era con el objetivo de reunirse con el general Villa, habiendo llegado el día 24.[35] De allí a partirían a Nogales para reunirse con el gobernador Maytorena para tratar de resolver las dificultades que supuestamente habían surgido con Plutarco Elías Calles; sin embargo, aunque se llegó a un acuerdo, Maytorena inmediatamente traicionó lo acordado con lo que se puso en franca rebelión contra Carranza. A fines de ese mes Villa y Obregón regresan a Chihuahua. De Nogales salen el día 31 de agosto rumbo a Chihuahua.
Mientras Obregón se encontraba en Chihuahua, Cabral junto con Alfredo Robles Domínguez, Gobernador del Distrito Federal, había lanzado en la Capital un decreto en el que se aseguraba el orden y seguridad de la población, además se pedía a la población en general que en un término de 48 horas entregara todas las armas y municiones, excepto las pistolas que podían tenerse en posesión previo registro, de lo contrario a quien se encontrara con armas prohibidas en la proclama, podría ser pasado por las armas. Durante ese término, más de mil personas acudieron al cuartel general a entregar armas.[36] Además las ordenanzas proclamaban que ninguna persona podía dejar la ciudad por ferrocarril sí no portaba un pasaporte o salvoconducto otorgado por el propio Cabral.[37]
En Villa se había experimentado un cambio tan completo con motivo de los hechos que presenció durante su estancia en Nogales, que ingenuamente confesaba haber sido engañado por Ángeles y Maytorena, y acerca de este último, opinaba que era un buen hombre, pero que se dejaba manejar fácilmente por el grupo de zánganos que lo rodeaba; agregando que ninguna solución era posible mientras Maytorena estuviera en el Gobierno, y que se hacía indispensable separarlo de su puesto. Como base para considerar un nuevo acuerdo, habiendo llegado, en conclusión, redactaron y firmaron un convenio en el que el general Cabral jugaba un importante papel, convenio que se muestra a continuación:
“BASES PARA LOS CAMBIOS QUE DEBEN EFECTUARSE EN SONORA
I. El Gobernador señor José María Maytorena dejará el Gobierno, de aquel Estado, substituyéndolo el C. general Juan G. Cabral, quien se hará cargo de él y de la Comandancia Militar del mismo Estado.
II. Las tropas que han estado bajo las órdenes del C. coronel Plutarco Elías Calles se movilizarán al Estado de Chihuahua, acampándose en el lugar que se estime más conveniente, hasta que el Comandante Militar del Estado de Sonora juzgue oportuna su reincorporación al Estado.
III. Todos los grupos de individuos que voluntariamente se han presentado a ofrecer sus servicios para combatir al Gobernador Maytorena, desde la fecha del conflicto a esta parte, podrán regresar, licenciados, a sus lugares, si así lo desearen.
IV. El general Cabral dará toda clase de garantías, tanto en su persona como en sus intereses, al señor Maytorena.
V. El mismo general Cabral cuidará de restablecer, a la mayor brevedad posible, el orden en Sonora y convocará a elecciones municipales, para que vaya restaurándose el orden constitucional en el Estado.
VI. Transcríbanse las presentes bases en el informe general que se rinda al C. Presidente Interino de la República, don Venustiano Carranza, del que deberán sacarse tres copias, una para el mismo C. Presidente, otra para el C. general Francisco Villa y la tercera para el C. general Álvaro Obregón.
Protestamos a usted nuestra subordinación y respeto. Constitución y Reformas. Chihuahua, Chihuahua, a 3 de septiembre de 1914. Francisco Villa. Álvaro Obregón. Rúbricas. Al C. Presidente Interino de la República, don Venustiano Carranza, México, D. F.”[38]
El hecho de que Villa firmara este nuevo acuerdo en el que definitivamente se estipulaba la eliminación de Maytorena del Gobierno de Sonora, como único medio de terminar con las dificultades existentes en aquel Estado y evitar otras subsecuentes y de mayor gravedad, además de otras propuestas políticas, parecía que Villa quería conciliar y daba, con esto, esperanzas de tener un cambio de actitud, favorable para los intereses de la Revolución Constitucionalista; sin embargo, Carranza tenía serias dudas al respecto y, no se equivocaría, como se vería unas semanas después.
Obregón, después de estos acuerdos con Villa, regresa el día 6 de septiembre a la Capital de la República con una comitiva de representantes del Centauro del Norte para hacerle los planteamientos a Carranza, quien accedió a recibirlos el día siguiente, aceptando previamente que Cabral fuera a Sonora como Gobernador y Comandante Militar.
El día siguiente, Obregón le envía un telegrama a Villa informándole que llegó bien y que Carranza lo recibiría ese día para discutir el documento de los acuerdo tomados en Chihuahua.
La respuesta de Villa llega ese mismo día y fue en extremo cordial, decía:
“Chihuahua, septiembre 7 de 1914. Señor general Álvaro Obregón. México. Aunque comprendo tendrá usted en esa capital muchas y muy grandes ocupaciones, permítome recordarle bondadoso ofrecimiento de mandar, cuanto antes, para ésta, al señor general Cabral y a Rábago; sobre todo al primero, pues deseo ir, cuanto antes, a arreglar situación de Sonora, de conformidad con lo que hablamos. Salúdolo afectuosamente. El General en Jefe. Francisco Villa.”
Obregón responde:
“México, D. F., 7 de septiembre de 1914. Señor general Francisco Villa, Jefe de la División del Norte. Chihuahua. Su apreciable mensaje. Tan pronto como general Cabral entregue oficina que es a sus órdenes, saldrá a esa. Afectuosamente. General Álvaro Obregón.”
Hasta entonces, todo hacía esperar una solución de las dificultades surgidas pues, como lo indicaban los telegramas, Villa se mostraba muy conciliador; pero al día siguiente hubo de restar optimismo, al recibir Obregón un telegrama de Villa que decía:
“Chihuahua, 8 de septiembre de 1914. General Álvaro Obregón. México, D. F. Telegrama 492. De conformidad con lo que convinimos, he ordenado repetidas veces al general Hill que se retire a Casas Grandes, con fuerzas a su mando, a fin de evitar dificultades, pues ya comprenderá usted que, para que mis gestiones tengan éxito en Sonora, necesitaría retiro inmediato esas fuerzas y pronta venida general Cabral. Salúdolo cariñosamente. General Francisco Villa.”
Como se ve por el texto del mensaje transcrito, Villa era el primero en violar los acuerdos firmados por él mismo, al dictar órdenes al general Hill para que entregara a Maytorena las plazas que dicho jefe tenía ocupadas con sus fuerzas. La profecía del secretario de Villa, señor Aguirre Benavides, de que Villa cambiaría por completo tan pronto como sus consejeros le hicieran ver la inconveniencia de llevar a cabo el mutuo acuerdo tenido para solucionar las dificultades de Sonora, estaba realizándose.
Obregón le contesta de la manera siguiente:
“México, septiembre 9 de 1914. Señor general Francisco Villa. Chihuahua. Enterado su mensaje número 492. Creo que no debemos movilizar tropas que están en Sonora, hasta que general Cabral tome posesión de su puesto, pues si para ello tuviéramos dificultades, esas tropas pueden servirnos. En dos o tres días más saldré con general Cabral, deteniéndome yo para arreglo asunto Durango y continuando él a Sonora. Salúdolo afectuosamente. General Álvaro Obregón.”
Para esto, el general Cabral recibe las órdenes correspondientes para qué entregara al general Jesús Dávila Sánchez la Comandancia Militar de la Plaza de México y se alistara para emprender su marcha a Sonora, a fin de hacerse cargo del Gobierno y de la Comandancia Militar de aquel Estado.
Sin embargo, como lo había previsto Carranza, el comportamiento que empezaba a mostrar Villa indicaba que ya había decidido apoyar la rebelión de Maytorena en contra del constitucionalismo, ya que el día 10 de septiembre, Obregón recibe el telegrama siguiente:
“Chihuahua, septiembre 10 de 1914. General Álvaro Obregón. México. Urgentísimo. Es absolutamente indispensable y urgente ordene usted salida inmediata de fuerzas general Hill a Casas Grandes, o cualquier otro punto este Estado, pues su permanencia en Sonora está originando dificultades. Espero me conteste luego sobre el particular. Salúdolo afectuosamente. General Francisco Villa.”
Ante la insistencia con que Villa exigía que el general Benjamín Hill saliera de Sonora, antes de que el general Cabral llegara a Sonora y tomara posesión de los de los mandos estatales para los que había sido designado según los acuerdos de Chihuahua, Obregón manda a Villa el mensaje siguiente:
“México, D. F., 10 de septiembre de 1914. Señor general Francisco Villa. Chihuahua. Enterado de sus mensajes en que manifiéstame conveniencia mover fuerzas general Hill desde luego, porque originan dificultades en Sonora. Haré responsable a cualquiera de los jefes de aquellas fuerzas de dificultades originadas por él; pero es inconveniente movilizarlas antes que general Cabral tome posesión del puesto que para él se ha acordado, pues, de lo contrario, podríamos encontrar grandes dificultades. Para el día 13 saldrá general Cabral conmigo. Salúdolo afectuosamente. General Álvaro Obregón”[39]
Un par de días antes, el 8 de septiembre, con motivo del ya muy próximo 66º aniversario de la histórica defensa de Chapultepec por los cadetes del Colegio Militar, la Comandancia Militar a cargo de Cabral, organizó una ceremonia para honrarlos. A las 10 am llega Carranza acompañado de Obregón y Cabral, de los secretarios de Gobernación, Hacienda, Instrucción Pública y Comunicaciones; su Secretario Particular y algunos miembros de su Estado Mayor que ocuparon el lugar de honor, siendo recibidos con muchos aplausos por la población que asistió y con 21 disparos de salva. Carranza ocupó el lugar de honor, a la derecha estaba Obregón y a la izquierda Cabral. El programa inicia con música de la banda militar y prosigue con discursos de varios de los asistentes al palco de honor, finalizando con el discurso de Carranza.[40]
El día 9 de septiembre Cabral entrega la Comandancia Militar de la Capital al general Jesús Dávila Sánchez y, otro día, mientras se preparaba para iniciar el largo viaje a Sonora, entre Cananea y Nogales, en un sitio llamado Buen Vista, se lleva a cabo un enfrentamiento entre las fuerzas de Maytorena y Benjamín Hill. El comando de Hill fue sorprendido por el ejército de Maytorena y aunque pudo retroceder hacia Cananea, hubo pérdidas inciertas por ambos bandos.[41] Otro día, estando Hill acuartelado en Cananea, la prensa nacional y extranjera publica la noticia de un posible ataque al mineral por parte de los yaquis que conformaban las tropas de Maytorena.[42] Estos hechos serían el inicio del recrudecimiento de la traición de Maytorena al constitucionalismo y haría imposible la misión encomendada a Cabral; como sea, casi un mes después de la entrada triunfal a la Ciudad de México, el día 12 de septiembre, después del nombramiento por Venustiano Carranza como gobernador y comandante militar de Sonora, cuyo principal objetivo del nombramiento era conciliar las dificultades surgidas entre José María Maytorena y Plutarco Elías Calles. Cabral partió de la ciudad de México hacia el norte llevando bajo su mando cerca de 200 hombres.[43] Aunque no se sabe de que hablaron, a su paso por Chihuahua se entrevista con Villa y después sigue su viaje a Sonora.
General Juan Cabral acompañado de su estado mayor, llegó a Juárez en un tren especial el sábado 19 de septiembre por la mañana desde Chihuahua. Cabral se dirigió ese mismo día a Sonora, donde se decía, tomaría parte de las Fuerzas Armadas del estado, reemplazando al Gral. Benjamín Hill, quien ha sido enviado a Chihuahua. Aunque se sabía que Cabral había sido nombrado por Carranza gobernador militar y civil del estado, cuando se le preguntó al respecto, negó rotundamente que fuera a asumir la gubernatura, afirmando que sus poderes serían estrictamente militares.[44]
De El Paso Cabral, designado comandante militar en Sonora, según su propia declaración, se dirigió a Douglas, Az, a donde llega el mismo sábado por la noche acompañado por su staff y por Julio Madero, hermano menor del fallecido presidente de México. Cabral dijo que iría a Cananea o a Nogales y que esperaba hacer su cuartel general en Nogales. Contrario a lo que se sabía, Cabral declaró que el general Hill tenía órdenes de dirigirse de inmediato a Casas Grandes, Chihuahua y que el gobernador Maytorena tenía instrucciones de regresar a la sede del gobierno civil en Hermosillo.[45]
Como se esperaba, Maytorena en una conferencia celebrada el día 22 de septiembre en Nogales con el general Cabral, se negó a entregarle los poderes militares, aunque este último fue enviado a Sonora con órdenes del gobierno central de hacerse cargo de todas las fuerzas militares. Como resultado de esta negativa, Cabral recibió órdenes de regresar de inmediato a la capital.[46]
El general Juan Cabral y su staff, supuestamente designados para relevar al general Benjamín Hill al mando de las tropas de Sonora, llegaron aquí pero no cruzaron a Nogales, Son, donde el gobernador Maytorena tenía su cuartel general. En Douglas, donde se detuvo Cabral, se anunció que el general Hill se había negado a entregar el mando al general Cabral sobre la base de que Obregón había sido intimidado por Villa.[47] Tan intimidado estuvo Obregón, quien había viajado de nuevo a Chihuahua, que el Centauro del Norte estuvo a punto de fusilarlo y ordenó desde su oficina que Hill entregara el mando y se movilizara a Casas Grandes; sin embargo, Obregón logró comunicarle a Hill que no eran órdenes emitidas por él, pues se encontraba en una situación comprometida.[48]
Debido a las dificultades que se le presentaron, la misión de Cabral fue un fracaso en su propósito de mediar entre los intereses revolucionarios de los sonorenses. Además, como el choque entre Villa y Carranza se precipitó, y Maytorena era apoyado en su rebelión contra Carranza por el jefe de la División del Norte, Cabral no pudo asumir la gubernatura ya que Maytorena se negó a entregarle el cargo.
La siguiente etapa de la rebelión de Maytorena inició ese martes 22 de septiembre cuando anuncia que solo el dinero emitido por Villa sería el utilizado en los territorios dominados por su gobierno y ese mismo día se recibieron en Nogales 500,000 pesos en billetes emitidos por Villa y se colocaron avisos de que ya no se aceptarían los billetes "constitucionalistas" que se habían utilizado hasta ese momento. Otra parte de esta etapa de la rebelión fue el movimiento desde Nogales de las tropas de Maytorena a Cananea. Para ese día ya había cerca de 1800 hombres en Santa Bárbara en camino a Cananea, y unos 300 más estaban en Imuris.[49] Además, desde El Paso, Villa había movilizado seis carros de ferrocarril cargados con armas y municiones con destino a Nogales para apoyar a Maytorena.[50]
Después de su fracaso involuntario de mediar en la problemática de Sonora y de recibir órdenes de regresar a la capital, Cabral permaneció unos días más en la zona, con la esperanza de que el conflicto se solucionara; también, recibió la visita de su familia que se encontraba viviendo entre Cananea y Tucson. Por esta razón los carrancistas empezaron a cuestionar su lealtad al constitucionalismo y empezaron a rumorar que se pudiera estar preparando para sumarse al movimiento de Villa contra Carranza.[51]
Aunque inicialmente se había comentado que Cabral había regresado a la Capital, después se supo que se había declarado neutral y decide permanecer indefinidamente en El Paso donde establece su cuartel que se encontraba ubicado en el 217 Texas Street. Cabral haría público que, desde la escisión, no favorecería a ninguna facción y que por el momento se retiraba a la vida privada en los Estados Unidos,[52]
Mientras tanto, Carranza había convocado a una junta de gobernadores, jefes políticos y generales del constitucionalismo desde el 4 de septiembre de 1914, con el fin de:
“……acordar en ella las reformas que deban implementarse, el programa al que se sujetará el gobierno provisional, la fecha en que deberían verificarse las elecciones de funcionarios federales y demás asuntos de interés general.”
La Convención se reunió en el Alcázar del Castillo de Chapultepec de la Ciudad de México el 1 de octubre. Asistieron más de setenta jefes constitucionalistas, entre ellos los generales Álvaro Obregón, Francisco Murguía, Lucio Blanco, Heriberto Jara y Eduardo Hay, así como varios de los más importantes asesores civiles de Carranza, como Luis Cabrera, Jesús Urueta, Gerzayn Ugarte y José N. Macías. El general Cabral también estaba convocado a la reunión, pero no asistió. Esa convención tenía un carácter consultivo. Carranza asistió a ella y entregó el poder que tenía como Primer Jefe a la asamblea. Sin embargo, la Convención no aceptó su renuncia y lo ratificó como jefe del Ejército Constitucionalista. Los militares encabezados por Álvaro Obregón tenían mayoría y decidieron que la Convención se tendría que reunir en Aguascalientes, incorporando a los villistas y sin asistencia de los civiles. Al ser excluidos los civiles, Cabrera pronunció un discurso en el que señaló que no debía restablecerse todavía el orden constitucional sino hasta haber hecho las reformas sociales exigidas por la patria.
CONVENCIÓN DE AGUASCALIENTES
Unos días antes de que iniciara la Convención de Aguascalientes, la prensa internacional rumoraba, sin bases, que por declaraciones de Obregón, el general más fuerte de Carranza, estaba a punto de pasar a las filas de Villa, y que el general Juan G. Cabral, contemplaba una acción similar.[53]
Aunque Cabral había declarado que se retiraba a la vida privada, para los primeros días de octubre ya se encontraba en Aguascalientes listo para participar en la Convención y se hospedaba en el Hotel Washington, hostal que por su ubicación y servicio eligieron algunos otros generales y militares que asistieron a la reunión revolucionaria más importante por su trascendencia. [54]
Antes de la Convención, los generales que ya se encontraban en Aguascalientes, celebraron una reunión secreta en el Palacio Municipal, con el objetivo de elaborar un plan de trabajo que facilitara las actividades y allanara las dificultades. A esta reunión asistieron Álvaro Obregón, Lucio Blanco, Eduardo Hay, Guillermo García Aragón, Raúl Madero, Eugenio Aguirre Benavides, Jose Isabel Robles, Fidel Ávila, Ramón N. Iturbe, Felipe Ángeles, Juan G. Cabral y el coronel Alberto Fuentes.[55]
La Convención Revolucionaria oficialmente inició en la ciudad de Aguascalientes el 10 de octubre de 1914. Asistieron representantes del constitucionalismo y del villismo; ya avanzada la Convención, el 27 de ese mes, se incorporaron los zapatistas, siendo así la asamblea más representativa de la Revolución.
Después de varios días de conflictos y desacuerdos se logró la formación de ocho comisiones: Guerra, Gobernación, Justicia, Hacienda, Comunicaciones, Programa, Fomento y Relaciones Exteriores, que se pusieron de inmediato a trabajar. A Cabral le tocó estar en la comisión de Fomento junto con J. Rodríguez Cabo, Guillermo Castillo Tapia, José Siurob y Fidel Ávila.[56]
Durante la asamblea del día 20 de octubre, Cabral realiza dos propuestas que fueron aprobadas: 1) Cese de hostilidades y no reclutar gente durante el tiempo que duren las deliberaciones, por ningún jefe, propuestas que fueron comunicadas a Carranza, Villa y Maytorena; y 2) Que no se concediera ningún ascenso militar durante el mismo tiempo, por considerarse como un medio de hacer política.[57]
Como no se pudo lograr la conciliación entre Carranza y Villa, la Convención resolvió separar de sus cargos a ambos dirigentes. Asimismo, la Convención acuerda la elección del nuevo presidente de la República y elige a Eulalio Gutiérrez por 88 votos, antiguo magonista y después ferviente maderista, quien operó por su cuenta durante la lucha contra Huerta. Los otros candidatos fueron el general Cabral con 37 votos de la División del Norte, José Isabel Robles que obtuvo dos votos y Eduardo Hay con sólo un voto.[58]
Carranza parecía seguro de que su renuncia como Primer Jefe Constitucionalista y encargado de la Presidencia sería rechazada, pero se equivocó. Por otra parte, como se puede observar, a pesar de que Cabral declara días antes que mantendría una actitud neutral, su candidatura fue propuesta y votada en bloque por los villistas, y aunque con un número de votos muy por debajo de Eulalio Gutiérrez, obtuvo el segundo lugar en la votación.
En la asamblea de la Convención del 2 de septiembre donde Eulalio González tomó protesta como Presidente Provisional, también se redactó un comunicado para Carranza donde se le informaba de las decisiones tomadas por la asamblea y una comisión que se lo llevara a la capital. La comisión estaba compuesta por los generales Obregón, Hay, Villarreal, Gutiérrez de Lara y Aguirre Benavides. Así mismo, se formó otra para que fuera con Villa con el mismo propósito. En ella estuvieron los generales Juan G. Cabral, Martín Espinosa, Fidel Ávila, Alfredo Paniagua, Samuel Vázquez y Miguel Peralta.[59]
Cabral, por su carácter, bonhomía y buen criterio, era una persona muy querida y apreciada en todo Sonora, Arizona y en todas aquellas partes por donde pasaba hacía amigos, por eso a nadie extrañó, que solo un par de meses después de haber llegado a la Ciudad de México y mientras se encontraba en la Convención de Aguascalientes, Ángel J. Garrido un músico oriundo de Jalapa radicado en la capital, en su honor, el 16 de octubre de 1914 envía para su registro a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes su composición “Gran Marcha General Cabral”, registro que fue publicado el día 29 de ese mismo mes en el Diario Oficial.[60]
Tratando de evitar mayores conflictos y de resolver la problemática de manera pacífica, 12 de noviembre Eulalio Gutiérrez acompañado de Cabral y de Martín Espinoza, se reúnen con el general Pablo González, representante de Carranza, para conferenciar y solicitar una reunión con Carranza en Córdoba, Veracruz, quien se resistía a entregar el poder y se dirigía a Veracruz a donde finalmente se refugia.[61] Por esos días el Puerto de Veracruz estaba todavía ocupado por las fuerzas estadounidenses, sin embrago, previo al arribo de Carranza, la ciudad es desocupada dejándole a los constitucionalista un arsenal bastante grande, armamento con el que meses después se recuperaría la capital al ser Gutiérrez abandonado a su suerte por Villa, su principal apoyo.
Cabral, uno de los revolucionarios más firmes en sus convicciones y sin grandes aspiraciones políticas, tratando de obedecer los resultados y objetivos de la Convención apoya a Eulalio Gutiérrez como Presidente Provisional, pues desde el mismo momento en que fue electo empezaron las contradicciones y traiciones a lo acordado, a tal grado que Gutiérrez, después de fracasar por tener un acuerdo pacífico y de ser abandonado por quienes lo habían propuesto, finalmente tuvo que aceptar el apoyo de Villa, del cual pronto se arrepentiría. El 30 de noviembre llega Villa a la Capital de la República acompañado del representante de Washington en México, George Carothers, de los generales Juan G. Cabral, Martín Espinoza, Jesús Trujillo, Ramón Sosa y algunos otros civiles y militares.[62]
A SONORA
En diciembre 6, se anunció la designación del general Juan G. Cabral como comandante en jefe de las operaciones militares en los estados de la costa occidental de la república.[63] El general Cabral partiría dentro de unos días para el Oeste llevando una columna de las tres armas, compuesta de unos 15.000 hombres. [64] Después que el general Diéguez evacuara Guadalajara y la ocuparan los villistas el día 14 de diciembre, el General Juan G. Cabral el día 18 llega a la Perla Tapatía acompañando en su entrada triunfal a Villa.[65] El territorio en el que operaban las tropas comandadas por Cabral comprendía los estados de Sinaloa, Colima, Jalisco y los territorios de Tepic y Baja California. Cabral como nativo de Sonora, quien además había recorrido toda la costa hasta Jalisco, conocía bien las condiciones de esa región del país.
Días después, el general Juan Cabral al mando de 8 mil hombres, el 29 de diciembre había dejado la Capital y el 5 de enero de 1915, ya había llegado a Cd. Juárez donde espera la llegada de las tropas para después partir a Casas Grandes, desde donde seguirían su camino a Sonora obligadas a marchar por tierra cruzando la Sierra Madre Occidental por el Cañón del Púlpito en un viaje de más de una semana.[66] Cabral más que obedecer órdenes de Villa, seguía las órdenes de Eulalio Gutiérrez para trasladarse a Sonora, pero no se movilizaba a ese estado para combatir a Benjamín Hill y P. Elías Calles, lo impulsaba el interés de mediar en el conflicto y evitar que se siguiera derramando más sangre por egos e intereses personales, pues él seguía los acuerdos de la Convención, que desde un inicio habían dejado fuera a Villa y Carranza. Las órdenes eran sustituir a Maytorena en el mando militar para que solo se dedicara a sus deberes civiles como Ejecutivo Estatal, mientras Cabral tomaría el mando de las tropas maytorenistas con lo que tendría más margen de maniobra para negociar, aunque seguiría teniendo la constante presión de Villa.
Finalmente, después de que Maytorena se rehusaba a firmar un tratado entre constitucionalistas y convencionistas, el 8 de enero mediante un acuerdo en El Paso entre Villa y Scott (Comisionado de Paz por USA), se decide obligar a Maytorena a que firme el acuerdo en el que se comprometían a: 1) Las tropas constitucionalistas dirigidas por Benjamín Hill y Plutarco Elías Calles se comprometen abandonar Naco y moverse a Agua Prieta, mientras que las tropas maytorenistas se retirarían a Cananea, y 2) Ese puerto fronterizo permanecería neutral y cerrado al tráfico internacional, por lo que ninguna de las dos facciones debía ocuparlo mientras se resolvía el conflicto.
Para mediados de enero, Cabral se encontraba en Nogales con órdenes de la Convención de tomar el mando militar de Sonora incluidas las tropas constitucionalistas. Había viajado desde Cd. Juárez en compañía del gobernador de Sinaloa, Felipe Riveros, quien había abandonado el carrancismo y se había pasado al bando contrario y se encontraba bajo la protección de Villa.[67] Ese mismo día llega Maytorena con un contingente de tropas y se ordena cerrar todas las cantinas.[68] También llegaría un personaje de apellido Castillo a quien los convencionistas querían poner como gobernador de Campeche, quien junto con Cabral, Maytorena y Rivero estuvieron conferenciando durante varios días planeando las acciones a seguir.[69]
Mientras Cabral se encontraba en Nogales había conferenciado con Maytorena indicándole que llevaba órdenes hacerse cargo de la Comandancia Militar del Estado, cuando parecía que no solo no podía capturar Naco, sino que estaba poniendo a México en peligro de guerra con los Estados Unidos por la pérdida de vidas y otros daños en Naco, Az, como resultado de la lluvia de proyectiles de todo tipo que caían al otro lado de la línea.
Mientras, las tropas que habían llegado a Cd. Juárez y fueron enviadas a Sonora a través de la sierra, estaban por llegar a su destino y el día 20 de enero Cabral parte de Nogales a Cananea a esperar los primeros contingentes.[70] Después de llegar a Cananea, Cabral desaparece de la escena pública unos días después y re-aparece en Douglas el 5 de febrero, Cabral no hizo ninguna declaración, excepto decir que estaba cansado de la política mexicana; sin embargo, sus amigos, que tenía muchos en Cananea y alrededores, afirmaban que Maytorena había desobedecido las órdenes de la Convención de entregar la autoridad militar a Cabral y en lugar de esto, lo mandó a la cárcel y amenazó con ejecutarlo pero pudo escapar, aunque no se especifica cómo.[71]
Dos días después, mientras Cabral se encontraba todavía en Douglas, inicia el arribo a Sonora del ejército convencionista a su cargo que había cruzado la Sierra Madre. Unos 2,000 hombres habían llegado a Colonia Morelos, un sitio ubicado 65 kilómetros al sureste de Agua Prieta. Apenas se supo la noticia y se empezó a especular si después de lo sucedido en Cananea, Cabral seguiría apoyando a Maytorena o al constitucionalista P. E. Calles, quien había quedado al mando de las tropas en Agua Prieta, luego que Hill hubiera sido llamado por Carranza.[72] Estas especulaciones se dieron porque mientras Cabral estaba en Douglas, se reunió con Calles para tratar de convencerlo de que abandonara el constitucionalismo y se uniera a la Convención, unión que jamás se daría.
Para día 11 de febrero los 2,000 hombres de Cabral provenientes del estado de Chihuahua se encontraban cerca de Naco, y para el 15, ya se encontraban en el Ojo de Agua de Arvallo, donde Cabral se entrevistó con Ramón Sosa, uno de los comandantes de las fuerzas convencionistas y después ingresó a Cananea donde se reunió con los jefes de la guarnición de Maytorena con el objetivo de limar asperezas con el gobernador. Después, con Cabral al frente, ingresan las tropas a la ciudad que había sido evacuada por los maytorenistas. Aunque las tropas al mando de Cabral venían bien abastecidas, su llegada podía constituir un problema para la ciudad, pues las condiciones eran desesperadas por la falta de alimentos, las tiendas chinas habían sido saqueadas según noticias enviadas a la frontera.[73] Esto se debía a que los ferrocarriles de carga no estaban llegando a Cananea, solo con militares de Nogales, y los suministros de todo tipo estaban detenidos en Arizona.
Cabral después de tomar la ciudad, declararía que tenía la esperanza de pacificar el estado sin necesidad de recurrir a la fuerza.[74] Días después, trascendió otra versión que decía que las tropas al mando de Cabral se habían agregado a las fuerzas maytorenistas de las guarniciones de Cananea y Fronteras, mientras Cabral se había trasladado a Nogales y en un consejo de generales arreglaron las dificultades entre el gobernador y Cabral.[75] Después de la reunión Cabral declararía:
“Maytorena y yo hemos llegado a un acuerdo al llevar a cabos los planes de Villa. Dentro de dos semanas iniciaremos una ofensiva para arrojar al Gral. Iturbe del sur.”
Esta declaración se refería a sacar al Gral. Ramón Iturbe, quien proveniente de Sinaloa por órdenes de Carranza y Obregón había invadido Sonora por el sur y el principal objetivo era atacar Guaymas y después la capital sonorense para restarle movilidad a los maytorenistas.
Todo parece indicar que hasta el 22 de febrero, todo lo que estuvo haciendo Cabral era ganar tiempo para resolver la problemática de Sonora sin el uso de la fuerza, ya que no estaba de acuerdo con el Proceder de Villa, por otra parte la mayoría de los generales y jefes de ambos bandos eran sus amigos, además el trataba de apegarse, en lo posible, a lo acordado en la Convención de Aguascalientes, pero cada día estaba más decepcionado de la política mexicana, porque para esas fechas resultaban ya insostenibles esos acuerdos ya que desde el 16 de enero Eulalio González, el Presidente Provisional elegido por la convención, ya había abandonado la Capital de la República y traslada su gobierno a San Luis Potosí, donde declaró a Villa y Carranza traidores del "espíritu revolucionario"; sin embargo, para entonces, quien realmente mandaba a los ejércitos convencionistas era Villa, a quien la propia convención lo había destituido del cargo.
REFUGIADO EN TUCSON
Cabral ya estaba cansado de la política y de los caprichos de los políticos revolucionarios que no querían respetar los acuerdos de la Convención, y solo un par de días después de la última reunión con los generales de Maytorena, el 24 de febrero cruza la línea fronteriza y desde Arizona declara que renuncia al ejército mexicano y que no participará más en este conflicto innecesario y caprichoso, declarando además, que la pacificación de México dependía únicamente de la eliminación de Villa.[76] Según las crónicas comentó que radicaría en San Francisco, Cal. Pero de nuevo, según las crónicas estuvo en una reunión de generales con Maytorena el 28 de febrero donde se hacen planes para la pacificación del estado.[77]
Sin embargo, el 5 de marzo se rumoraba en la prensa que Cabral se había reunido de nuevo con Maytorena el día anterior y que habían llegado a una solución satisfactoria, a medias, pues la mayoría de las tropas quedarían al mando de Maytorena y sus generales, mientras Cabral quedaría al mando de las tropas que operaban en el Distrito de Cananea.[78] También se rumoraba que junto con Cabral habían desertado todos los subalternos del general Juan Cabral, quien ya se había separado de la facción convencionista revolucionaria, según la prensa los subalternos estaban desertando de las filas maytorenistas y pasándose a Arizona con el fin de radicarse al norte de la frontera y no volver a tomar las armas. Habían preferido retirarse a la vida privada, antes que hacer un nuevo movimiento revolucionario que empeorara la situación, de por si delicada, en el Estado de Sonora.[79]
La realidad era, que efectivamente, decepcionado y sin decidirse a tomar partido entre las facciones, como lo había declarado a principios de febrero, Cabral había renunciado a la vida militar al sentirse abandonado por Villa y la Convención al otorgarle todo el mando a Maytorena y el mismo día 4 de marzo cruzó a Nogales, Az donde los muchos amigos que tenía lo felicitan por tomar la decisión de evitar ser una factor más de la problemática sonorense, y ese mismo día lo festejan con una cálida recepción de bienvenida en esa frontera.[80]
De Nogales Cabral viaja a Tucson donde rápidamente se integra a la sociedad de esa población en que radicaban sus hermanos, mientras que su padre se movía entre Cananea y esta ciudad. Muy rápido se integraba a vida civil, pues el 23 de marzo en una ceremonia, junto con su hermano Luis y otros tucsonenses, era admitido como nuevo socio en el Club Concordia, y en esa misma ceremonia su hermano es nombrado pro-secretario del club.[81]
Mientras Cabral se solazaba en Tucson y planeaba que haría de su vida, por la política de Villa y Maytorena sus ejércitos empezaban a desmoronarse. Primero en Sonora unos 450 hombres de la tropas que Cabral había traído a Sonora, hambrientos y mal vestidos defeccionan del maytorenismo matando a sus oficiales y se unen a Calles en Agua Prieta. Después, Eulalio Gutiérrez, quien seguía siendo el Presidente Provisional, abandona el convencionismo y a Villa, y reconoce públicamente a Carranza uniendo sus tropas al constitucionalismo.[82]
Al mismo tiempo, en México Cabral era duramente cuestionado, tanto por convencionistas como por constitucionalistas, además de algunos sectores de la prensa, por no haber tomado partido por alguna de las facciones y por abandonar el país cuando más se necesitaba de mentes sobrias y equilibradas, tanto fue criticado que el 29 de marzo de 1915 en un extenso informe abierto que edita en forma de folleto y se distribuye en buena parte de México y el sur de Estados Unidos y se envía a la prensa, publica las razones por la que había decidido permanecer neutral en el conflicto revolucionario y retirarse de México. Documento que aquí se reproduce íntegramente.[83]
Informe del Gral. Juan G. Cabral, haciendo un juicio de la Lucha Revolucionaria Constitucionalista, y comunicando que se retira de las fuerzas del Estado de Sonora decepcionado.
“Soy ajeno a tratar de mí mismo y solamente me han decidido a levantar la voz los sordos y desatinados comentarios a que ha dado lugar mi repentina separación de las fuerzas del Estado de Sonora, donde las facciones militares se disputan la supremacía de sus respectivos caudillos, siento que es de mi más estrecho deber dar una explicación de este acto, tanto para rectificar las absurdas versiones que sobre el particular corren en público, cuanto para desvanecer ciertos graves errores de cuya ocultación al pueblo, no quiero ser cómplice.
Pasiones personales, envidias, celos, obcecamiento y falta de patriotismo llevaron al seno de la revolución triunfante el fuego devastador de la discordia, haciendo la división del Ejército Constitucionalista en dos facciones. Para restablecer la armonía y reunificar a los elementos discordantes se celebró en Torreón un pacto en el cual se convino que el señor Carranza convocaría en la Capital una junta de Generales Revolucionarios para que esta asamblea resolviera la crisis política que siniestramente se aproximaba. Mucho tardó el Señor Carranza en hacer tal convocatoria que al fin expidió obligado por las circunstancias.
Era a mediados de septiembre. El General Obregón se encontraba en Chihuahua prisionero de Villa, como resultado de desavenencias surgidas entre ambos por la cuestión de Sonora; pero puesto aquél en libertad partió para México en unión de los Jefes de la División del Norte, para asistir a la Convención. Pero el Señor Carranza, en vista de la prisión del General Obregón, que ponía en claro la actitud del General Villa, había ordenado la interrupción de las vías de comunicación, y los Jefes de la División del Norte, interpretando esto como un rompimiento de hostilidades, regresaron a Chihuahua, prosiguiendo solo el General Obregón.
Por fin, a principios de octubre se reunió la Convención en México, pero integrada, con raras excepciones, por partidarios del señor Carranza. Ante esta Asamblea presentó éste su renuncia incondicional, la cual, como era de esperarse, no fue aceptada. Desde el momento en que no estuvieron representadas entonces las demás facciones, no se resolvía el conflicto, y a iniciativa de los Generales Obregón, Blanco, Hay y otros Jefes, la Convención resolvió trasladarse a Aguascalientes, para que a ella pudieran concurrir los representantes de las demás facciones. Allí estuvieron representadas todas, con excepción de la Zapatista, que fue enviada con el carácter de personal por el General Zapata, y cuya misión se reducía a pedir que fueran aceptadas ciertas cláusulas del Plan de Ayala, con cuya condición se comprometían a enviar sus representantes. Puesto que se trataba de confraternizar y considerando justas sus peticiones, fueron aceptadas por la mayoría.
La Convención se declaró Soberana y fue entonces cuando todos los convencionistas juramos por nuestro honor respetar y hacer respetar las decisiones de la Convención, y para hacer más solemne este juramento lo sellamos con nuestras firmas en el cuartel blanco de la bandera de la Convención que Soto y Gama, inoportuna e inadecuadamente, llamara trapo sucio pues fuimos nosotros los que la ensuciamos con nuestras firmas que aún permanecen allí y son el testimonio más convincente de la violación de un juramento que no supimos ni quisimos respetar y sostener.
Reinaba a la sazón el más alentador optimismo, pues todos esperábamos y protestábamos sujetarnos estrictamente a las decisiones de la mayoría, todos reconocieron la Soberanía de la Convención, menos el Sr. Carranza; y cuando se le suplicó pusiera su renuncia sólo lo hizo condicionalmente; pero la Convención, firme en sus propósitos de solucionar las dificultades, decretó el cese del señor Carranza como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y el retiro del General Villa como Jefe de la División del Norte, así como el de otros Jefes Militares.
Se procedió en seguida a nombrar un Presidente Provisional que duraría en su encargo hasta que la misma Convención volviera a reunirse en México y en ella estuviera representada formalmente la facción Zapatista. Resultó electo el General Eulalio Gutiérrez; pero el señor Carranza se negó a entregarle el poder, alegando que no revestía seriedad un nombramiento hecho por tan corto plazo; y por otra parte, que él, Carranza, deseaba que asumiera el poder una persona de su confianza, como por ejemplo, indicaba, el General Pablo González.
Por su parte el General Villa se manifestó desde luego dispuesto a entregar el mando de su División. ¿Tenía acaso el presentimiento de que Carranza rehusaría a someterse a los designios de la Convención?
Después, unos por miedo o por odio al General Villa, otros pretextando que éste al ocupar Aguascalientes ejerció presión sobre la Convención, otros por amistad con Carranza, otros porque no veían coronadas sus ambiciones y todos, unos y otros, olvidando los dictados del patriotismo y del honor y violando un juramento que debieron respetar, todos, repito, abandonaron al Presidente Gutiérrez, al elegido de la mayoría.
La desobediencia del General Villa al Presidente Gutiérrez justificó hasta cierto punto la actitud del Sr. Carranza y su desconfianza acerca de la conducta del Jefe de la División del Norte; pero la obstinación del mismo Carranza en permanecer en el poder contra viento y marea, frente a la inmediata aceptación por parte de Villa de la resolución que lo separaba del mando de sus tropas, levantó a éste ante la opinión pública; y el Presidente Gutiérrez, abandonado ya por algunos, se vio en la necesidad de nombrar a Villa Jefe de las Operaciones, apoyado en el principio de que un gran núcleo de Ejército, el principal apoyo de la Convención, que lo era la División del Norte, necesitaba a su Jefe como punto de unión y más tratándose de fuerzas revolucionarias.
La labor del Presidente Gutiérrez era de paz y concordia y al efecto hacía toda clase de esfuerzos para atraerse a cuantos elementos fuera posible, poniéndose en contacto con unos y convenciendo a otros.
Comenzó entonces a querer hacer preponderar su voluntad el General Villa y a duras penas, tras de reiteradas órdenes del Presidente Gutiérrez, se consiguió detenerlo en su marcha sobre Celaya, hacia donde avanzaba precisamente a la sazón que Gutiérrez negociaba en "Pedritos" con el General Pablo González la cesación de hostilidades haciéndole notar lo injustificado de la lucha, en la que el personalismo y la obcecación consumaban la destrucción de los mismos hombres que antes habían combatido unidos por los mismos principios y que abrigaban en sus pechos las mismas aspiraciones de libertad y de justicia. Fracasaron las negociaciones de Gutiérrez; pero esto no lo hizo desmayar en sus propósitos, prosiguiendo la tarea que se impuso a su entrada a México, donde la conducta reprobable del General Villa estorbaba a tan elevados fines.
En la capital el General Villa disponía a su antojo de vidas y haciendas, haciendo punto omiso del Presidente. Porque el Teniente Coronel David G. Berlanga, acompañado del General García Aragón, imputara algunos cargos al Jefe de la División del Norte, en un Restaurant, ambos fueron prontamente aprehendidos por los sicarios de aquel Jefe. Berlanga, que era Secretario de la Comisión Permanente de la Convención, fue fusilado aquella misma noche por orden del General Villa y al siguiente día era entregado por éste el General García Aragón Vice-Presidente de la referida Comisión, al General Zapata, quien a su vez ordenó su inmediato fusilamiento. De nada sirvieron las órdenes del Presidente, quien tomó verdadero interés en salvar a las víctimas.
¿Por qué fue muerto el Teniente Coronel Berlanga? ¿Qué crimen cometió? El de decir en voz alta que los billetes de la División del Norte se derrochaban a manos llenas y que todo caía sobre las espaldas del pueblo. Tuvo el valor de decir la verdad. En esa misma época desapareció misteriosamente don Paulino Martínez, miembro de la delegación Zapatista. A media noche fueron a decirle que el Ministro de Guerra lo necesitaba y de este modo lo arrancaron del seno de su familia.
Estos actos, como es natural, crearon un pánico en la sociedad, principalmente entre los Convencionistas, y cada quien se preguntaba cuándo "lo necesitaría el Ministro de Guerra".
Ninguna injerencia tuvo el General Robles en esos llamamientos y el mismo Presidente aconsejó a varios miembros de la Convención que los desoyeran.
La labor del Presidente se hacía cada día más difícil y complicada. Sus órdenes no eran atendidas y no hallaba qué hacer, pues lo tenía confundido la actitud que había asumido el hombre cuyo deber era precisamente el de apoyar y sostener sus disposiciones.
Para definir esta situación tan embarazosa y delicada llamó el Presidente a su presencia al General Villa, así como a los Generales Blanco, Robles y al que esto escribe, como para que fuéramos testigos de la conferencia. A las preguntas que le hizo el Presidente, Villa contestó que estaba incondicionalmente a sus órdenes, como Militar que había jurado sostener los acuerdos de la Convención. "Si me manda pasar sobre un brasero, paso", dijo Villa. El Presidente quedó complacido y media hora después dictó una orden para el General Villa, que éste no atendió ni contestó.
El fusilamiento y desaparición de Convencionistas y los demás procedimientos aterrorizadores de que se hacía uso en la Capital, la desobediencia palpable, la rebelión ostensible del General Villa a las órdenes del Presidente, produjeron la más completa desorientación, la más terrible confusión entre los restos de la Convención y como consecuencia, violentamente abandonaron la Capital el Gral. Martín Espinosa, los Coroneles Paniagua, Peralta y algunos otros de los miembros que quedaban, quienes se llevaron consigo la bandera en que nuestras propias firmas dan testimonio del poco valor y respeto que nos mereció un compromiso solemne y de cuyo cumplimiento dependía hacer efectivo el triunfo de la Revolución, la unificación de todos los elementos revolucionarios, el restablecimiento de la paz y el orden, en una palabra, la salvación de la República.
El Presidente Gutiérrez, a pesar de todo, se mantenía firme en sus propósitos de paz, unión y concordia y no escatimaba los medios para realizarlos. Para comunicarse con algunos Jefes desafectos usaba a veces del alambre telegráfico; pero sabedor Villa de ello, le ordenó al Jefe de Telégrafos, bajo pena de muerte, que no pasara ningún mensaje de esa naturaleza si no llevaba su visto bueno.
Después, un día, supo Villa por un Agente de su policía reservada que el Presidente Gutiérrez y su Ministerio se preparaba para abandonar la Capital. Manda montar una fuerte escolta, sitia la residencia de Gutiérrez, desarma la guardia, se introduce a las habitaciones del Presidente, le dirige la palabra en términos duros y acaba por hacerlo prisionero. Por fin tras acalorada discusión el General Robles se hace responsable de la persona del Presidente. La autocracia Militar del General Villa era un hecho. Todo estaba sujeto a su voluntad y olvidaba el deber de prestar obediencia al Presidente elegido por la Convención.
Rehusó entregar Ferrocarriles, Aduanas, Agencias financieras, los billetes del Estado de Chihuahua, etc., etc. Nombraba Comandantes Militares a su antojo, celebraba pactos con Agentes de Gobiernos extranjeros sin autorización del Presidente, fusilaba sin formación de causa, secuestraba a quienes deseaba sacarles fondos y, en fin, es bien conocido el incidente del Hotel Palacio, para agregar la falta de respeto que le merece una dama.
Con tales procedimientos dispersó a los Convencionistas y después la Convención quedó integrada solamente por 60 delegados Zapatistas y 20 Villistas.
El General Gutiérrez, consciente de su inmensa responsabilidad ante la historia y puesto que no contaba con fuerzas suficientes para dominar la situación, se decidió a abandonar la Capital con las tropas que le permanecieron fieles.
Tal era el estado de cosas a mi llegada al Estado de Sonora, a donde fui enviado por el General Gutiérrez con instrucciones de poner todos los medios para evitar la lucha.
Conocedor de las causas que obligaron al Presidente a abandonar la Capital, mi deber era permanecer a su lado; pero en Sonora no pude expresar la verdad de los hechos porque desde luego noté en los Maytorenistas un marcado partidarismo hacia Villa. Hay que agregar que mi presencia no era muy grata, pues tontamente se creía que venía a aprovecharme de glorias y triunfos que no conozco. Indudablemente la gloria de hacer desangrarse a un pueblo inútilmente, exaltando a los hombres por encima de los principios, cuidándose más del encumbramiento de personalidades que del bienestar nacional.
Los intrigantes, ávidos de encontrar un resorte que tocar para explotarlo en mi contra, descubrieron que había yo celebrado una entrevista con el General Elías Calles. Es cierto, pero sostengo que nada tiene de particular cambiar impresiones con un antiguo compañero en busca de una solución pacífica a las dificultades que nos tienen separados. Por el contrario, consideraba como mi deber procurar todos los medios para restablecer la unión entre los elementos revolucionarios. Conceptúo como un crimen de lesa humanidad hacer combatir a pueblo contra pueblo, hacer que se desangren y destruyan mutuamente hombres que profesan idénticos principios y que persiguen idénticos fines.
Pero desde el momento en que la obstinación y el obcecamiento de todos en la preponderancia de sus respectivos caudillos, hacía imposible mi labor, puesto que no encontré eco a mis esfuerzos para sostener al hombre que habíamos nombrado Presidente, mi permanencia en Sonora se hizo también imposible. Se desconfiaba de mi y con razón.
Ante la actitud asumida en mi contra no pude hacer ningún género de explicaciones.
Al Sr. Maytorena debo agradecimiento por haberme prevenido de sus temores de recibir en cualquier momento orden de aprehensión en mi contra, ya que no comulgaba con sus ideas ni aprobaba sus procedimientos. Es partidario del General Villa y está apoyando un Cuartelazo y a un hombre que en pleno día se rapta una mujer en México; a un hombre que secuestra y mata a extraños y propios, inclusive a convencionistas. A algunos Jefes que me repudiaron, también se lo agradezco, una vez que su ciega obstinación en su caudillo no les permitía desligarse de él para sostener el acuerdo de la Convención de Aguascalientes relativo al nombramiento de Presidente Provisional que si bien es cierto solamente fue nombrado por un corto lapso de tiempo, no lo es menos que si la Convención no se reunió después para rectificar o ratificar tal nombramiento, fue debido a que los Convencionistas que no desertaron yéndose al lado del Sr. Carranza, fueron ahuyentados y dispersados por el terror que sembraron los métodos del General Villa.
Pero si la Convención ha sido dispersada y por lo tanto no puede sostener al Presidente Gutiérrez, éste no ha dejado de ser su representante genuino, su mandatario legal y no tiene derecho a disputarle su puesto el remedo de convención formada puramente por elementos Villistas y Zapatistas que tan astutamente obligó el General Villa a trasladarse a Cuernavaca cuando bien pudo proteger su retirada hacia el Norte. ¿Es que tenía ya entonces la idea de declararse Presidente?
Ni a tal Presidente ni a tal Convención debía yo conocer ni apoyar.
En cuanto al interés que era natural sintiera por mi Estado natal, debo manifestar que el Sr. Maytorena no es revolucionario. Al manifestarle la urgencia de la solución del problema agrario para satisfacer en parte los anhelos del pueblo, obtuve por respuesta una rotunda negativa. También la importante cuestión del Yaqui carece de interés para el Sr. Maytorena. Ningún esfuerzo se hace para que reanuden sus operaciones las Compañías Mineras, ni para fomentar la agricultura por medio del reparto de tierras. Amenaza la miseria, y el ganado sigue exportándose del Estado. Los enemigos se introducen a los puestos públicos y a las filas del Ejército.
La confusión, el caos creado entre todos y por todos reina en todas partes.
Don Venustiano Carranza, en su afán de exaltarse a Caudillo, creó la Primera Jefatura exclusivamente para sí, olvidándose por completo de que sus funciones debieron limitarse a las de hombre de Estado. Quiere imponer la disciplina, pero también se olvida de que en una revolución social, esto sólo se consigue dentro de los principios revolucionarios. Le daba poca importancia a la cuestión agraria y ahora todos la explotan. Tierras, le gritan todos al pueblo; y los hijos del pueblo caen heridos de muerte, los unos por los otros, y obtienen tierra, es cierto, pero apenas la que les sirve para cubrir sus desmembrados cuerpos.
El Sr. Carranza aceptó primero a los Gobernadores Maytorena y Riveros y después hizo hostilizar a Maytorena a tal grado que lo levantó ante la opinión pública. Provocó, por lo tanto, el conflicto de Sonora y esto sirvió de apoyo al General Villa para desconocer al Primer Jefe quien, después del primer triunfo de Torreón, lo hostilizaba y trataba de aplastarlo cuando no era oportuno, porque sus admirables triunfos militares lo habían colocado a gran altura.
El poco tacto político del Primer Jefe, la intemperancia e impulsivismo del General Villa, la avidez de medro en algunos otros Jefes y sobre todo, la obcecación del personalismo, la obstinación del caudillaje, son las causas de la actual división y contienda en el seno mismo del Constitucionalismo y por ende la confusión y anarquía reinantes en el país y del retardo en la implantación de los principios revolucionarios.
¿A qué abismo orillan a la revolución tantos facciosos? Cada quien tiene su fábrica de billetes, y la situación financiera es un desastre. La industria, la minería, el comercio, están casi paralizados.
Se habla a veces de Intervención, pero todo temor lo desvanece con sus declaraciones el eminente hombre de Estado que rige los destinos del Pueblo Americano, quien comprende el raudal de sangre y de dinero que costaría una guerra que crearía además antagonismos entre dos pueblos que hasta la fecha han conservado las mejores relaciones.
La división en las filas revolucionarias puede dar lugar a que se introduzca la reacción, independientemente, en las mismas filas, donde ya se encuentra representada por muchos de los antiguos servidores de la Dictadura.
En esta mezcla, hombres de convicciones y revolucionarios de corazón se encuentran en todas las facciones, que es seguro repugnan esta lucha. Gutiérrez, Aguirre Benavides, Blanco, Hay, Robles, Hill, Villarreal, Pereyra, Chao; unos aquí, otros allá, dándose golpes de ciego en esta tremenda confusión creada. Formidable legión que pudiera formarse con la divisa de no combatir, no hacerse matar más pueblo con pueblo. Como dijera un Capitán de las fuerzas de Iturbide que venía a combatir a los Maytorenistas:….."Nos mandan a pelear con los de Sonora. Pero si no estamos enojados con ellos.....”
Si un día se abrazaran el Sr. Carranza y el Sr. Villa en algún lugar que harían memorable y cruzaran la línea internacional como a recibir lecciones de democracia, o bien cruzaran el Atlántico a observar la Guerra Europea, harían un gran servicio a su patria. Si también el Sr. Maytorena se despidiera constitucionalmente del Estado de Sonora, de igual manera le prestaría un eminente servicio.
Con esta exposición considero cumplida una obligación para con el pueblo y para con aquellos que me siguieron en 1910 en la lucha que iniciara el Apóstol Madero y que me siguieron después en la lucha contra el usurpador Huerta.
¡Ojalá que la sangre derramada produzca sus frutos y traiga como compensación la realización de las justas aspiraciones del pueblo en sus tendencias hacia la libertad, la Justicia y la felicidad nacional!
Marzo 29 de 1915.
Juan G. Cabral”
Como se puede observar en su informe, lo que realmente impulsaba a Cabral era resolver la problemática del país y de su querido Sonora sin esa lucha fratricida que desangraba a México, donde sólo ganaban los vendedores de armas, mientras el país vivía diariamente un caos social, económico y político, donde los que más sufrían eran precisamente los pobres en cuyo nombre, se decía, se luchaba, mientras los caudillos los usaban como carne de cañón, a quienes Cabral terminó acusando de la prolongación de esta interminable guerra plagada de egos, ambiciones e intereses particulares.
Para fines de julio de 1915, Cabral permanecía en Tucson, por cierto, socialmente muy activo, pues era invitado a cuanto fiesta había y continuamente participaba acudiendo a días de campo en grupo. Por otra parte seguía siendo criticado por la decisión de abandonar México para evitar participar en una guerra sin sentido, de acuerdo a sus declaraciones; además, se le adjudicaba ser socio del periódico El Tucsonense cuando en realidad era su hermano Luis el socio y editor de ese bisemanario.
Por otra parte, por esas mismas fechas la prensa estaba plagada de rumores y ataques contra Cabral. Primero la prensa publicaba que Maytorena, quien había perdido terreno en la guerra de Sonora, había ofrecido la gubernatura a Cabral, cosa que ambos negarían contundentemente, además Cabral declararía que aunque se la ofrecieran, por ningún motivo la aceptaría.[84] Así mismo, se decía que el ex-cónsul Vela y su secretaría Alexandra Arango, quienes llevaban tres semanas detenidos en Agua Prieta, junto con Cabral estaban involucrados en la organización de un supuesto complot, afirmaban los carrancistas, para tomar el distrito de Altar en Sonora y controlarlo, distrito muy rico en varios aspectos, debido a que no había tropas de ninguna facción, por lo que la invasión sería sencilla y las ganancias cuantiosas.[85] Por supuesto, estos rumores se los imputaban sus enemigos carrancistas y todo era negado sistemáticamente, pues él se había retirado precisamente para no ser un factor de discordia.
Para mediados de agosto, los ataques carrancistas también habían alcanzado a Luis G. Cabral en su papel de hermano y defensor del general Cabral, desde las columnas del periódico El Tucsonense.[86] Tan duros estaban los ataques contra los hermanos Cabral, que para finales de ese mismo mes, Luis renuncia como editor y a la sociedad del periódico argumentando que se separaba para dedicarse a otros negocios.[87]
Probablemente debido a los problemas que había enfrentado el general Cabral en Sonora, su padre, Juan Cabral, ya tenía unos meses radicando en Tucson, donde para mediados de septiembre cae enfermo y se encontraba postrado, falleciendo el 30 de ese mismo mes a la edad de 65.[88] Juan Cabral (padre), al igual que toda la familia era muy querido en Tucson debido a su honestidad y dedicación al trabajo y tenía muchos amigos en Sonora y Arizona.
Lápida de la tumba de Juan Cabral, padre, en el Holy Hope Cemetery and Mausoleum de Tucson, Az (Foto: KEFleming tomada de Find a grave.com) |
Después de la muerte de su padre no se sabe nada de Cabral, es hasta principios de abril de 1916 cuando se tiene conocimiento que ha regresado a las actividades de la minería, ya que aparece la noticia de que está operando la mina Papago Chief, ubicada en las montañas Baboquivari localizadas al suroeste de Tucson y tenía como socio a un tal Plath, quienes empleaban a muchos hombres y estaban produciendo varias toneladas de rico concentrado diariamente.[89]
A finales de junio de 1916, con motivo de los últimos sucesos internacionales ocurridos por causa del ataque a Columbus, NM por Villa y la invasión de Estados Unidos para perseguirlo, varios de los generales y jefes que prestaron servicios al gobierno de la Convención y se habían refugiado al norte de l frontera, solicitaron a Carranza se les concediera la gracia de amnistía, y a la vez, en caso de romperse las hostilidades con Estados Unidos, se les permitiera prestar sus servicios en el Ejército Constitucionalista. Entre ellos se encontraban Juan G. Cabral y Ramón B. Sosa quienes, en primera instancia, se acercaron a Plutarco E. Calles, pero este les negó la amnistía. Inconformes por esta situación, viajaron a Cd. Juárez donde se entrevistaron para presentar su alegato con el general Jacinto B. Treviño, comandante militar de Chihuahua, insistiendo en su búsqueda de la amnistía. Treviño les permitió la entrada a México y luego comunica a Obregón la solicitud.[90] Sin ningún tipo de argumento o aclaración, la Secretaría de Guerra y Marina con fecha 3 de julio envió un telegrama al general Jacinto B. Treviño, mensaje que decía:
“Por acuerdo de la Primera Jefatura, sírvase usted notificar a los señores Juan Cabral y Ramón B. Sosa, que deben salir del territorio nacional.[91]
Afectuosamente
El General Secretario
Álvaro Obregón”
De facto, Carranza ordenó su deportación y rechaza los servicios ofrecidos por Cabral y los otros solicitantes, a quien consideraba opositores por unirse a la Convención. Hubo muchas opiniones al respecto de su expulsión de México, unos decían que Carranza estaba actuando correctamente, pero si Juan Cabral, como parece, regresó a México con la expectativa de pelear contra los Estados Unidos, entonces no se debía permitir su deportación de México a ese país. También se le criticaba porque, decían, todo lo que era se los debía a Estados Unidos incluyendo su educación y fortuna por lo que no debía pelear contra ellos ni darle la espalda a ese país. Cosa que por supuesto no era cierto. Su educación en la Universidad de Arizona la pagó su padre, quien había trabajado duro en empresas mineras de Sonora y además explotaba sus propias minas en Cananea y Magdalena, con lo que hizo una pequeña fortuna que les permitía vivir muy bien. Además, junto con su hijo Juan se dedicaban a la venta de derechos mineros. Sí Juan G. Cabral pudo explotar una mina en Arizona, lo hizo gracias a su patrimonio hecho en Sonora y la herencia que le dejó su padre al morir en septiembre de 1915.
Cabral, al mismo tiempo que recibe la noticia de que había sido expulsado del país, es aprehendido junto con los otros militares solicitantes, por el general Treviño, quien lo mantuvo preso por siete días, liberándolo el día 10, pero fue escoltado hasta el puente internacional, donde fue informado que si regresaba al país sería ejecutado. Cabral cruzó el puente presentó su solicitud de ingreso a El Paso ese mismo día por la tarde, diciendo que había ido a México a hacer lo que pudiera para evitar la guerra entre Estados Unidos y México. Se había corrido el rumor de a los que habían ido a ofrecer sus servicios para luchar contra Estados Unidos, no se les iba a permitir ingresar de nuevo, pero como no había nada en contra de Cabral en los registros del Departamento de Inmigración, se le permitió entrar y el día 11 de julio viaja a Tucson.[92] Aunque varios periódicos publicaron que Cabral había estado en la cárcel, esto sería negado por los amigos de Cabral, sin embargo, la diferencia de una semana entre que Cabral fue notificado que se había dado la orden del expulsarlo del país (3 de julio) y el día en que cruza el puente hacia El Paso (10 de julio), hacen suponer que realmente estuvo en prisión.
Cabral regresa a Tucson, pero para finales del mes se encontraba en la Baja California donde, se decía, gozaba de la protección del Gobernador Esteban Cantú Jiménez.[93] Que fue a hacer y cuanto duró Cabral en la Baja California fue un misterio, pero para junio de 1917 se encontraba de nuevo en Tucson donde fue felicitado por el día de San Juan en el periódico El Tucsonense.[94]
REFERENCIAS
[1] Obregón, Álvaro.- Ocho Mil Kilómetros en Campaña, pp 57-58.
[2] Obregón, Álvaro.- Ocho Mil Kilómetros en Campaña, pp 63.
[3] Arizona Republican, May 13, 1913; El Imparcial, Mayo 14, 1913; Weekly Journal-Miner, May 14, 1913.
[4] Obregón, Álvaro.- Ocho Mil Kilómetros en Campaña, pp 64-72.
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[6] El Independiente, Julio 02,1913.
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