MANUEL M. DIÉGUEZ: Un incansable luchador casi olvidado en Cananea. Parte IV.
Gustavo A. Moreno Martínez moremar@prodigy.net.mx
INTRODUCCIÓN
En esta cuarta y última parte de la vida de Diéguez, por su lealtad al constitucionalismo y por lo tanto a Carranza, Diéguez se ve obligado a enfrentarse al grupo de Sonora liderado por Obregón quien por su ambición de ser presidente de la república rompe con el Primer Jefe Constitucionalista apoyado por Calles, De la Huerta, Hill y otros generales que traicionan a Carranza por pensar que ningún militar debería acceder al poder y comete el error de querer imponer al civil Ignacio Bonillas. El conflicto escala a nivel nacional y el presidente es asesinado e inicia la debacle de la vida militar de Diéguez, retirándose a la vida privada y, solo poco más de tres años después, al rebelarse contra Obregón, sería perseguido y condenado a morir fusilado por un consejo de guerra sumarísimo.
EL CONFLICTO SONORENSE
Como se mencionó en la parte anterior, después de conferenciar con Carranza en la capital del país, para fines de febrero de 1920, Diéguez deja el mando de Chihuahua en manos del general Pablo Quiroga de la guarnición de la capital, mientras él se dirige a Sonora en un vehículo acompañado por unos 125 hombres de caballería a través del Cañón del Púlpito, llegando a Agua Prieta el día 27 después de cruzar la Sierra Madre Occidental, a donde llega como comandante de las fuerzas militares de Sonora., Sinaloa y Nayarit.[1]
Inmediatamente de su arribo espesaron las especulaciones y rumores sobre la causa de la sorpresiva llegada de Diéguez, rumores que crecían cuando se preguntaban porque llegaba cruzando la sierra, ya que era un viaje muy difícil por lo complicado del camino y la época del año en que se hacía el viaje, dado que el invierno era la peor época para cruzar la sierra. Sin embargo, Diéguez solo argumentó que venía en persecución de Hipólito Villa y que el escuadrón de aviones que previamente había enviado serviría para patrullar la frontera y evitar el contrabando de armas, aunque esto no tenía lógica debido a que se sabía que el hermano del Centauro del Norte merodeaba por otros rumbos del estado de Chihuahua.[2]
Se mencionaba que sustituiría a Adolfo de la Huerta en el gobierno, que se haría cargo de las operaciones militares en ese estado, que su presencia era meramente política para inhibir a los seguidores de Obregón, pero él, después, argumentaba que solo haría un inspección militar en los estados de Sonora y Sinaloa.[3]
Después de realizar los preparativos para continuar su viaje y de adueñarse del vagón “Agua Prieta” que era el que utilizaba Plutarco Elías Calles para movilizarse, otro día continúa su viaje en tren particular rumbo a Nogales no olvidando visitar Cananea, su antiguo hogar.[4] En esa ciudad, la Logia Masónica “Cananea No. 4”, de la cual Diéguez todavía era socio activo, le ofreció un banquete al que asistieron todos los miembros de la agrupación. Al siguiente día, por parte de la Cámara de Comercio del mismo mineral, le ofrendó otro banquete al que asistieron todos sus amigos, así como los comerciantes en general. Diéguez, para agradecer el banquete organizado por un señor de apellido Ramírez, dio un discurso donde entre otras cosas, políticamente, dijo:
“El único objeto de mi venida a Sonora es el de estrechar la mano de mis buenos compañeros de Cananea, por quienes conservo grato recuerdo; he salido del pueblo, y a él vuelvo para manifestarle mis agradecimientos”.[5]
En Pueblo Nuevo (Buenavista) se hicieron otras fiestas en honor del antiguo vecino del mineral, quien aún conservaba grandes amigos y amigas en esa población donde vivió desde que llegó para trabajar en la 4C.[6]
En el tren especial, el día 1 de marzo llega a Nogales acompañado de su secretario particular, del Lic. Tomás López Linares, de una banda militar y su escolta. Ante una pregunta de un reportero sobre su misión en Sonora, el general Diéguez respondió que:
"Soy un soldado y mi misión es obedecer órdenes".
Luego, el reportero le hizo la pregunta directa:
“Se informa que usted ha venido a Sonora con una alta misión: comandar la primera zona militar y asumir la gobernación de Sonora”.
Él respondió:
“No hay nada que pueda decir; estoy sujeto a las órdenes del presidente Carranza”.[7]
Después de unas horas en esa frontera, partieron hacia Hermosillo. El primer acto oficial del general Diéguez a su llegada a la capital fue ordenar al general M. Piña, comandante de la zona militar del norte de Sonora, a quien envió a Cananea con 100 hombres para reforzar la guarnición de allí. Situación que no fue del agrado del general Piña y decía que su traslado era temporal y que no renunciaría a su mando en Nogales.[8]
Mientras se encontraba en Hermosillo, Diéguez recibe la noticia de que Hipólito Villa, jefe de la campaña en el norte de Chihuahua, quienes habían acordado unirse a Obregón contra los constitucionalistas, se estaba movilizando hacia Sonora para atacarlo y se esperaba que de un momento a otro llegara a territorio sonorense. Al enterarse de esto, Diéguez manda un destacamento para que vigile el Paso del Púlpito por donde piensa entrará Hipólito, pero a su vez los villistas reciben información de ese movimiento. De acuerdo a la información recibida por Diéguez, se aseguraba que eran 800 dragones lo que movilizaba el hermano del Centauro del Norte, perfectamente armados y montados, seleccionados de la otrora poderosa División del Norte.[9]
Para cuando Diéguez llega a la capital del estado, los círculos políticos de la ciudad ya tenían un poco más claro cuál era el supuesto objetivo de su visita a Sonora. Ya se hablaba de que el motivo era impulsar la candidatura a la presidencia de la república de Ignacio Bonillas, el exembajador en Washington, un civil, ya que Carranza no quería que su sucesor fuera militar, por eso la recia oposición a que Obregón fuera el candidato a la presidencia del ejecutivo federal.[10]
De manera inesperada, después de renunciar a la Secretaría de Industria y Comercio del gabinete de Carranza y a su grado de general, vía Estados Unidos, Plutarco Elías Calles llega a Nogales el 4 de marzo para integrarse a la campaña de Obregón. Argumentaba que se haría cargo de una de las ciudades fronterizas para evitar el contrabando de armas. De esa ciudad se traslada a Hermosillo en compañía del general Piña y otros oficiales, donde pensaba pasar unos 15 días después de entrevistarse con el gobernador Adolfo de la Huerta, de acuerdo a las declaraciones de unas amistades.[11]
Todos estos eventos estaban calentando mucho el ambiente político y social en el estado de Sonora y estaba tomando un curso que a nadie convenía. Incluso se hablaba de mover los poderes del estado a Etchojoa como prevención a que Diéguez quisiera tomar la capital, pues ya había puesto al general Juan José Ríos como Jefe de las Operaciones militares del Estado. Se hablaba de la movilización de tropas constitucionalistas a Sinaloa para inmovilizar a las tropas de Sonora hacia el sur.[12] Sin embargo, no sucedería la movilización de los poderes, pero eran síntomas de que algo importante ocurriría muy pronto entre la clase política sonorense.
Así pues, no sucedería nada anormal desde que Diéguez llegara a Sonora y después de unos días entre Agua Prieta, Cananea, Nogales y Hermosillo, el día 6 de marzo viaja a Guaymas, desde donde posteriormente seguiría su viaje a Sinaloa. Aunque inicialmente se había dicho que no se había reunido con el líder yaqui Ignacio Moris para negociar la paz, después trascendería que si se reunieron y que Moris había prometido dejar las armas tan pronto como Carranza sancionara el acuerdo.[13]
Diéguez siguió su viaje a través de Sinaloa sin ningún contratiempo y para el día 13 se le esperaba en Nayarit.[14] En este estado pasaría unos días inspeccionando a las fuerzas militares encargadas de combatir a los grupos rebeldes anti-constitucionalistas, aunque se mencionaba que todo su viaje fue para hacer política en favor del candidato de Carranza. Para el día 20 ya se encontraba en Guadalajara donde acompañaría al gobernador del estado a la inauguración del ferrocarril a Chapala y para el día 25 arribaría a la capital del país para conferenciar con Carranza.[15]
Mientras, en Sonora se estuvieron dando cambios en las fuerzas militares federales, creando guarniciones y armándolos, lo que significaba, según los políticos sonorenses, era el deseo del dominio militar absoluto de parte del gobierno federal. También se cambiaron los jefes militares que se pensaba eran fieles a Obregón y de la Huerta, por dirigentes autorizados por Diéguez.[16]
Un día después que Diéguez se entrevistara con Carranza para darle cuenta de su viaje por Sonora, Sinaloa, Nayarit y Jalisco, iniciaba su campaña política Ignacio Bonillas como candidato a la presidencia de la república, comenzaba en el Estado de México, mientras Cándido Aguilar, yerno de Carranza, se movilizaba a Puebla para preparar el ambiente para la siguiente etapa de la campaña de Bonillas.[17]
Para finales de marzo de 1920, ya la prensa internacional hablaba de que Sonora, de nuevo, estaba al borde de la revolución. Según un telegrama enviado desde Agua Prieta por el general Elías Calles, quien era uno de los principales impulsores de la campaña de Obregón. Calles decía que Cesario Soriano, ex presidente del Congreso del estado de Sonora y vicegobernador de Sonora, había sido convocado a la Ciudad de México por el presidente Carranza para ser nombrado gobernador civil de Sonora en sustitución del gobernador De la Huerta. Calles denunció que el gobierno de Sonora los entregaría a Diéguez, quien había sido asignado por Carranza para comandar la zona militar de Sonora, Sinaloa y Nayarit. Además, decía, que el general Diéguez planeaba ingresar a Sonora con 8000 efectivos federales para superar cualquier movimiento de insurrección, mientras el gobierno sonorense tenía preparados unos 4000 soldados para actuar contra cualquier invasión del estado por parte de las fuerzas de Carranza.[18]
Conforme pasaban los días las acusaciones entre los sonorenses y carrancistas subían de tono, se hablaba de decomisos de armas en Guaymas dirigidas a la gente de Diéguez, la invasión de Sonora y movimiento de tropas al sur del estado. Se encerraba en la cárcel a diputados obregonistas y otros partidarios; incluso se intentó secuestrar al candidato presidencial carrancista Ignacio Bonillas y fueron aprehendidos el general Pánfilo Natera y otros militares al no poder explicar su presencia en el sitio del frustrado rapto, un lugar en las orillas de la Ciudad de México donde resultó muerto un policía que impidió se llevara a cabo el secuestro del candidato.[19]
Como director de la campaña de Obregón, Elías Calles no dejaba de insistir en que Carranza quería quitar al gobernador Adolfo de la Huerta e imponer a Cesar G. Soriano respaldado por 8 mil hombres comandados por Diéguez pisoteando la soberanía de Sonora, argumentos que repetía en todos los foros donde se paraba, pero en Cananea no cayeron en el garlito y al igual que la política de Carranza, fue rechazada, argumentando los obreros que el Gral. Calles no tenía ningún derecho a hablar de la Soberanía de Sonora, porque él había sido el primero en violarla contra el Gobierno constitucional de José Ma. Maytorena. Lo que pretendía Carranza por conducto del Gral. Diéguez, lo realizó en aquella época por conducto de Calles. Además, decían los obreros de Cananea que:
“……..no emprenderían otra lucha que no sea la lucha del trabajo, que es la que dignifica y produce el sustento de nuestras familias, mientras que la lucha armada, solo sirve para enriquecer a los ambiciosos, que una vez llegados al poder, no se acuerdan de que hay pobres en la tierra.”[20]
Al respecto de todos los rumores que se habían desatado desde su sorpresiva llegada a Sonora, aunque para principios de abril de 1920, oficialmente no se había confirmado, se daba por hecho que Diéguez había sido nombrado Jefe de las Operaciones en los Estados del Norte y Occidente de la República; y había comenzado a expedir desde Guadalajara, circulares por la vía telegráfica, no solamente a los jefes militares, sino también se dirigió, salvando los conductos correspondientes, a todos los presidentes municipales del estado de Sonora, llamándoles la atención sobre la campaña periodística que dentro de sus jurisdicciones, se estaba desarrollando en contra del Gobierno del Centro. También al Gral. Plutarco Elías Calles le dirigió el telegrama siguiente:
“Hoy digo al Gral. Y Jefe de Operaciones en el Estado, lo que sigue: Algunos malos .elementos que últimamente se han revelado enemigos del Gobierno General, están desarrollando una hostil labor periodística a aquel y a nuestro Ejército; y para él éxito de esa antipatriótica labor, han acudido hasta la falsedad y la calumnia, atribuyéndose el que iré al Estado de Sonora a deponer por medio de las armas a las autoridades legalmente constituidas y a ejercer presión sobre los habitantes de aquella entidad para coartar sus derechos en las próximas elecciones presidenciales. Estas imputaciones que están completamente en pugna con mi honradez y mi carácter militar, así como con mis antecedentes revolucionarios, me obligan a dirigirme a Ud. para manifestarle que si la Superioridad me ordena que marche de nuevo a ese Estado, me dedicaré única y exclusivamente a atender la campaña militar y todo aquello que sea compatible con mi cargo; asegurando desde luego que me abstendré en lo absoluto de toda participación en los asuntos políticos y que esa línea de conducta será la que sigan mis subordinados, etc.”[21]
Sin embargo, Elías Calles estaba en plena campaña y tenía que sostener todo lo que había estado diciendo desde hacía por lo menos un mes, respondiéndole a Diéguez de la manera siguiente:
“Desde el momento en que el Gobierno del Centro se ha convertido en un partido político, el cual dirige el mismo Presidente de la República, cosa que es conocida completamente en todo el país, todos los actos de ese Gobierno son mirados con absoluta desconfianza; y algunos de ellos han comprobado plenamente que el Gobierno está dispuesto a violar el voto público y atentar contra la Soberanía de los Estados, como se hizo en San Luis Potosí, Guanajuato, Guerrero, y en las elecciones del Ayuntamiento de México, de cuyo atentado fui testigo presencial. La mismo sucedió en Yucatán, Tabasco y Nayarit, y en vista de esto, el Estado de Sonora que ha sacrificado miles de sus hijos en defensa de las instituciones de los principios, está viendo una amenaza inminente en el envío de tropas, acordado por el Presidente de la República, y a cuyo frente viene usted; tropas que son innecesarias, y que al decir de algunos amigos de usted, no traen otro objeto que el de someter militarmente al Gobierno de este Estado. Entre esos amigos, figura Cesáreo G. Soriano, con quien usted conferenció en Agua Prieta largamente, y quien fue llamado a México por Cándido Aguilar, girando órdenes directamente a la Aduana de Agua Prieta para entrega de fondos, a lo que no está facultado por la ley. Como personalmente manifesté a Ud. para que lo hiciera del conocimiento del Presidente, vuelvo a repetirle: “Que Sonora jamás olvidará el camino del deber y del honor, y esperamos que el Gobierno del Centro no se salga de este mismo camino, etc.” [22]
A propósito del envío de tropas a Sonora y en respuesta a Diéguez, días después, el congreso de ese estado envía una carta dirigida al Carranza y Diéguez en los términos siguientes:
“No. 1°. Hermosillo Son. 6 de abril de 1920.
General de Divn. M. M. Diéguez
Guadalajara, Jal.
Hoy digo al C. Presidente de la República lo siguiente:”
“Por telegrama circular que el C. General Diéguez dirige de Guadalajara con fecha 3 de abril del actual a todos los presidentes municipales del estado ha quedado confirmado oficialmente que el ejecutivo de su cargo ordenó la movilización de algunas tropas hacia esta entidad federativa, asignando al expresado como Jefe de las Operaciones Militares. Usted afirma que la movilización obedece a necesidades de la campaña o circunstancias especiales que a juicio de ese gobierno así lo ameritan. Es público y notorio que en Sonora no existe campaña militar alguna, pues más que nunca el Estado goza de completa paz y tranquilidad. En cuanto a las circunstancias especiales que no indica en la nota telegráfica que con fecha 4 del actual dirigió a Ud. el Gobernador del Estado, se desprende de una manera incontrovertible que dichas circunstancias no pueden ser otras que el propósito deliberado imperante en las esferas oficiales de la federación de realizar impunemente una burla sangrienta al voto popular con motivo de las próximas elecciones para Presidente de la República; en tal virtud y dadas las circunstancias especiales del caso, el Congreso del Estado en sesión de hoy ha tenido a bien acordar por unanimidad de votos se manifieste a Ud. de una manera atenta, pero categórica que el pueblo de Sonora encuentra en la referida movilización un ataque directo a la soberanía y que si el ejecutivo de su cargo insiste en dicha movilización, será Ud. el único responsable de todas las consecuencias que los sonorenses nos concretamos a cumplir nuestro deber. Con dignidad protestamos a Ud. la seguridad de nustra distinguida consideración.”
“Constitución y Reforma
Hermosillo, Son. abril 6 de 1920.
Presidente Gilberto Valenzuela
Vice-Presidente Luis F. Chávez
Secretario J. C. Bustamante”[23]
En respuesta a la misiva enviada por el Congreso de Sonora, otro día, Diéguez responde con la nota siguiente:
“Guadalajara, Jal. abril 7 de 1920.
H. Congreso del Estado de Sonora.
Hermosillo, Son.”
“Hoy recibí el telegrama que con fecha de ayer tuvo a bien dirigirme esa H. Asamblea, transcribiéndole el que envió al Señor Presidente de la República con motivo del que a mi vez dirigí con fecha 3 del presente a los CC. Presidentes Municipales de ese Estado y a los generales y jefes dependientes de la Jefatura de Operaciones del mismo.”
“Ha sido grande mi sorpresa, dados los antecedentes que tengo, por mi conocimiento personal de los miembros que integran el H. Congreso de ese Estado, respecto a la serenidad y cordura, que siempre han presidido sus actos, el que en esta ocasión apasionados, sin duda, por las falsas versiones que se han hecho circular injustificadamente sobre la actuación que desarrollaré en Sonora, sí soy enviado por el Sr. Presidente de la República para hacerme cargo de las Operaciones Militares, se hayan dirigido a dicho Primer Magistrado en forma un tanto ligera y arrebatadora, pretendiendo hacerlo responsable de una violación a la soberanía del estado que en manera alguna existe, y que nadie que juzgue los hechos con calma e imparcialidad que debe normar los actos de genuinos representantes del pueblo, como son todos los respetables diputados al Congreso de Sonora, puede ver en la ejecución de un acto que, como el de movilización de fuerzas a cualquiera de las entidades de la Federación, está dentro de las facultades innegables del Ejecutivo Federal. Tal movilización, nunca puede traer consecuencias de perturbador el orden y la tranquilidad de un estado, si los habitantes de él, respetuosos de la ley y de las instituciones, como son los de Sonora estiman tala acto como el ejercicio natural de un derecho, sin traducirlo deliberadamente en supuestas malas intenciones que solo existen en la imaginación de personas exaltadas que ven en todo aquello que no esté, en lo absoluto, de acuerdo con sus deseos, un ataque que en su ofuscamiento creen real y por ello consideran deben rechazar con violencia de sus concepciones imaginarias. Creo que las manifestaciones del Sr. Presidente, concordantes con sus antecedentes de patriotismo, honorabilidad y rectitud, y las hechas por mi en los mensajes relativos, deben ser una garantía para todos los habitantes de Sonora, de que la movilización de fuerzas no tiene por objeto coartar en ninguna forma los derechos cívicos del pueblo de ese Estado; y que la presencia de un mayor contingente de ellas en aquel lugar, al no tomar participación en los asuntos políticos, como no la tomará, debe estimarse como el mejor sostén de las libertades del pueblo, quien completamente tranquilo podrá sufragar en las próximas elecciones, según su sentir y simpatías. Aún tengo la esperanza de que, tomando Uds. En consideración la circunstancia que lo expuesto es la manifestación franca y sincera de las intenciones del Ejecutivo de la Unión, reconsideren su acuerdo, dirigiéndose a él en la forma que conviene a la respetabilidad que debemos demostrar todos los mexicanos para ese Primer Magistrado a fin de hacerle saber que, en esta ocasión como en todas, los sonorenses leales, consientes y viriles mexicanos, no se dejan arrastrar por pasiones personales y estarán al lado de la justicia y la razón, para consolidad la paz nacional.”
“Muy atentamente
General de División
M. M. DIÉGUEZ.”[24]
Para el día 10 de abril se hablaba ya de una declaración de guerra, pues hubo un incidente entre tropas federales y estatales en Guaymas, donde 200 marinos fueron obligados a quedarse en la embarcación, además Elías Calles, de nuevo el día 8, envía un telegrama a Diéguez que decía lo siguiente:
“Puedo asegurar a Ud. que el pueblo de Sonora ha perdido por completo la confianza en el Gobierno del Centro, tanto por los hechos que relaté a Ud. en mi mensaje anterior, cuanto por los nuevos que está cometiendo; pues querer complicar al Gral. Obregón en la asquerosa trama de Cejudo, es algo inicuo, pero que no dará el resultado que buscan, pues todo el pueblo del país está al tanto de los procedimientos empleados por el Gobierno.”
“Sinceramente manifiesto a Ud. que si marchan tropas a este Estado se incendiará una guerra civil, que tal vez sea la más sangrienta de todas y de la que Ud. será uno de los principales responsables por no atender las justas razones expuestas por el Gobierno del Estado y por el Congreso del mismo.”
“Afectuosamente.
General Plutarco Elías Calles.”[25]
Por el empecinamiento de Carranza de intervenir en las elecciones presidenciales y tratar de imponer a su candidato, el grupo de Sonora con Adolfo de la Huerta y P. Elías Calles al frente de la candidatura de Obregón, hacían publicaciones, declaraciones y tomaron medidas que desafiaron las acciones del gobierno federal. También, el 10 de abril, el Congreso del Estado aprobó la resolución relativa a cortar las relaciones con el gobierno de Carranza y concedió facultades extraordinarias al gobernador en los ramos de hacienda y guerra para defender la soberanía de Sonora.[26] Otro día por la mañana, lo primero que hicieron las autoridades estatales fue golpear al gobierno federal al tomar la aduana fronteriza de Agua Prieta y las oficinas de correos y telégrafos; así mismo, se dispuso que todos los hombres disponibles en esa ciudad con edades entre 18 y 60 años se integraran a la milicia estatal.[27]
La noticia de la ruptura definitiva entre el estado de Sonora y el gobierno de Carranza fue transmitida primero en Nogales, Arizona en un telegrama del gobernador de la Huerta dirigido al general Salvador Alvarado, y después se hizo pública por primera vez en Nogales, Sonora, de donde se extiende como reguero de pólvora. Sin embargo, el orden se mantuvo en la capital del estado y la misma condición existía en todo el estado. Hasta la tarde del día 10 los funcionarios estatales no habían hecho ningún movimiento para hacerse cargo de las oficinas de los diversos departamentos federales, como la aduana, las líneas de telégrafo y las oficinas de impuestos, como sucedió en Agua Prieta; pero este movimiento sucedería dos días después.[28]
Ante estos hechos, Diéguez como respuesta al telegrama de Calles de fecha 8 de abril, le envía como respuesta el 11 de abril un telegrama bastante fuerte que textualmente decía lo siguiente:
“Creí conveniente dejar a Ud. tiempo para reflexionar, y por eso hasta hoy hago referencia a su mensaje de fecha ocho del corriente. Ese mensaje ha venido, desgraciadamente, a confirmar el hecho de que, apasionado Ud. por sentimientos netamente personalistas está desarrollando en su Estado natal una labor por completo antipatriótica. Me dice Ud. que puede asegurar que el PUEBLO DE SONORA ha perdido en lo absoluto la confianza para el Gobierno del Centro; y estas explicaciones, no son más que la manifestación del propio sentimiento de Ud. y de algunos de sus amigos, quienes pretenden arraigue en ese pueblo, que ningún motivo tiene para ello por más que Ud. quiera fabricar muchos a su antojo, para desconfiar de quienes constantemente le han dado marcadas pruebas de lealdad sincera y recto juicio. La manifestación que Ud. hace en su telegrama, no es que el producto natural de la exasperación que en Ud. causa el hecho de que el Ejecutivo Federal, al satisfacer necesidades militares por una parte, y prevenir por otra la posible substracción de una Entidad a la Autoridad Federal, ha demostrado los proyectos que Ud. y los suyos habían imaginado poder llevar a la práctica sin obstáculo alguno. El que el envío de fuerzas federales a ese Estado vea el Pueblo de Sonora un acto atentatorio a su soberanía por parte del Ejecutivo de la Unión, dado el caso de que tal juicio se hubiere formado ese Pueblo, cosa que no creo por absurdo, no es más que el resultado de la propaganda francamente sediciosa que Ud. y sus amigos han estado llevando a cabo, sin preocuparse en los grandes e irreparables perjuicios que, con su reprochable conducta, causaron a ese mismo Estado y a la Nación en general. Deseo esta vez más manifestarle, que en ocasión semejante, se lo manifesté al General Luis Caballero; que antes de dar su último paso hacia la rebelión, piense en las condiciones en que se encuentra nuestro país, en los antecedentes de Ud. como revolucionario, en la confianza que en Ud. depositó primero el actual Presidente de la República y después el Pueblo de Sonora, al conferirle los cargos que ha desempeñado; para no continuar la aventura que Ud., y por su influencia, las autoridades Locales de Sonora han iniciado; pues no tendrán en ellas más bandera que la de rebeldes por pasión de personalismo, en contra de la Ley y la Justicia ni más resultado que el desprestigio absoluto cargando con la tremenda responsabilidad de las consecuencias de una lucha provocada injustamente por Uds. Y en la que tendrán que perecer ignominiosamente por esa misma razón. Crea Ud. que yo estoy completamente tranquilo y no rehúyo en manera alguna la responsabilidad que pueda caberme por llevar a cabo la movilización de fuerzas ordenada por el Sr. Presidente de la República; y sí deseo que Ud., así como todas las autoridades locales de Sonora, si aún persisten en su actitud de insurrección, acepten de la más franca manera, la responsabilidad que en sus reprobados actos les corresponde.”
Entre el rompimiento de relaciones por las autoridades de lo que empezó a denominarse en diferentes círculos políticos y sociales y algunos periódicos, la Nueva República de Sonora y Carranza, y entre el intercambio de telegramas acusándose mutuamente de lo ocurrido y pudiera suceder por el envío de tropas federales a ese estado, el día 12 de abril Diéguez sale de Guadalajara en su tren particular con parte de su estado mayor hacia la capital del país para entrevistarse con Carranza.[30] Mientras tanto, Calles enviaba tropas al sur del estado y al Paso del Púlpito para proteger Sonora de una posible entrada de tropas federales por esos sitios.[31]
En relación a todo lo que estaba pasando los medios de comunicación solicitaban confirmación y ampliación de la información, para esto, el general Salvador Alvarado, quien ya había roto también con Carranza, el día 12 de abril desde Nogales, Az, en una entrevista hace una larga declaración que fue trasmitida por telégrafos a muchos periódicos, y que textualmente decía lo siguiente:
“El Partido Progresista de México, compuesto por los hombres más patriotas y enérgicos, apoyó a Venustiano Carranza en 1913, porque este hombre, al ampararse de los crímenes de Huerta, se presentó como un hombre de carácter y ansioso por seguir y desarrollar la tarea reivindicativa iniciada por Madero.
Luego de la ruptura Carranza-Villa este Partido apoyó a Carranza porque la deserción de Villa representó un esfuerzo por parte de los elementos conservadores y reaccionarios para evitar el establecimiento de las reformas proclamadas por la Revolución de 1910 y por las cuales ha estado luchando por establecer el pueblo de México desde entonces. En 1917 este mismo Partido apoyó a Carranza para su elección a la Presidencia de la República con el fin de que el Partido continuara unido y sin división permitiendo así a Carranza establecer un Gobierno Fuerte y respetable con el poder necesario para lograr las reformas inherentes al progreso del País; pero Carranza en lugar de utilizar este poder para llevar a cabo tales reformas y resolver todos los problemas que obstaculizaban el libre desarrollo de las fuerzas económicas y sociales de México, ha empleado todos los recursos de la nación para preparar sus planes para continuar en el poder.
Para tales fines ha empleado al Ejército, los Fondos Nacionales, los Ferrocarriles, los Telégrafos, los Correos y toda la maquinaria de la Administración para imponer por la fuerza a los Gobernadores del Estado y destruir a los elementos progresistas y honestos con el fin de continuar en el poder frente a los mandatos de nuestra Constitución Nacional que prohíbe la reelección. Ha impuesto por medio de la corrupción y la fuerza los Gobiernos de los Estados de San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro, Campeche, Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Jalisco, Veracruz y otros Estados, y en aquellos estados en los que no pudo llevar a cabo sus planes de colocar favoritos, como sucedió en Yucatán, Tabasco, Michoacán, Hidalgo y Sonora, no ha dejado de promover dificultades económicas y militares para destruir por la fuerza a sus respectivos gobiernos independientes a los que considera un obstáculo para la realización de los planes criminales que ha estado intentando llevar a cabo. Ante el hecho de que el Estado de Sonora es una de las entidades más poderosas dentro de las cuales se siguen fuertemente las ideas evolutivas y progresistas, Carranza terminó por violar la soberanía de este Estado al ordenar al General Diéguez al frente de un nutrido contingente de fuerzas armadas expulsar del poder al Gobierno legítimamente constituido elegido por el libre voto del pueblo. Ante tal amenaza, el Gobierno de Sonora hizo todos los esfuerzos posibles y pacíficos para evitar la invasión del Estado por parte de las tropas de Carranza comandadas por Diéguez. Las negociaciones para este fin continuaron durante más de un mes y en vista del hecho de que Carranza no cesa sus preparativos para tal invasión, concentrando gran número de tropas alrededor de las fronteras del estado, el Gobierno del Estado con base en los mandatos de nuestra Constitución Nacional y respaldado por la aprobación animosa de los habitantes del Estado, decidió romper relaciones con el Gobierno Central hasta que éste desistiera de sus intenciones de violar el soberanía del Estado de Sonora.
Esta medida es única y en ningún caso y bajo ninguna circunstancia pretende ni pretendía separar al Estado de la República Mexicana ni se pedirá ni aceptará la intervención de un gobierno extranjero para la solución de estos problemas internos.
El Partido Progresista se propone realizar en México las reformas político-administrativas necesarias para solucionar los problemas económicos y sociales que exigen solución inmediata. Estas reformas consisten en la organización de una administración sobre bases científicas y de eficiencia y economía para poder Desarrollar la Agricultura, el Comercio y la Industria con el fin de explotar los enormes recursos naturales del País y con el fin de crear el bienestar económico y realizar una intensa acción educativa para el mejoramiento de la condición de las personas. Este Partido está integrado, en gran parte, de hombres jóvenes, enérgicos y educados que desean gobernar sobre la base de la moralidad absoluta y en perfecta armonía con los intereses económicos de otros países, especialmente con los Estados Unidos de América por razones vecinas.
No se trata de una revuelta militar para tomar el poder. Lo único que debe tener este Partido es la absoluta libertad en las elecciones con el fin de colocar a la cabeza del Gobierno del País al más culto y capaz. Este Partido nomina a Obregón como Presidente de la República porque cree que este hombre representa las ideas constructivas del Partido; pero Carranza, haciendo un uso indebido del poder, pretende evitar las elecciones en el país y está provocando revueltas para tener el pretexto de anular las elecciones o impedirles para continuar en el poder.
La Candidatura del Sr. Bonillas no es más que una maniobra de Carranza para distraer la atención del país y por tales medios realizar sus planes ya que el Sr. Bonillas no ha sido nominado por nadie en México con la excepción de cierto grupo de empleados al servicio de Carranza.[32]
Ante este claro rompimiento, otro día, Diéguez telegrafió al gobernador Adolfo de la Huerta y al general Plutarco Elías Calles a Hermosillo notificándoles que, a menos que retrocedieran en su posición rebelde, en relación con la reciente secesión de Sonora del gobierno Central Mexicano, invadiría Sonora de inmediato con fuerzas suficiente para sofocar la rebelión.[33]
Ese mismo día 13 de abril, por la noche llegan ochocientos hombres de las tropas carrancistas a Cd. Juárez, para después trasladarse a Casas Grandes y de allí se moverían a Sonora a través del Paso del Púlpito.[34] Declaraciones realizadas por Diéguez en la capital del país confirmarían este envío de tropas y todo parecía indicar que Carranza había dejado en sus manos la conducción total de la campaña en Sonora, mientras algunos observadores comentaban que el gobierno carrancista dependía de lo que sucediera en Sonora.[35] Al más puro estilo de Porfirio Díaz, el general Diéguez fue citado diciendo que los rebeldes de Sonora serían "tratados con mano de hierro", al mismo tiempo que expresaba su confianza en que el estado sonorense podría pacificarse en unas semanas.[36]
El día 14 seguían intercambiando telegramas entre Elías Calles y Diéguez. Ese día Calles enviaba a Diéguez el comunicado siguiente:
“Nogales, Arizona, 14 de abril de 1920.
Sr, Gral. Manuel M. Diéguez.
“Su mensaje del 14.- Quedo enterado que servirá de instrumento a la dictadura por venir a atropellar (la) soberanía del Estado de Sonora. Me permito sugerir a usted la idea que incorpore a sus fuerzas que vienen, al general Francisco Murguía y coronel Carlos Orozco, quienes podrán encauzar aquí las tendencias civilistas del Gobierno Federal.
El Jefe del Cuerpo del Ejército del Noroeste
Plutarco Elías Calles.”
Diéguez, quien solo permaneció un par de días en la Ciudad de México, después de conferenciar con Carranza sobre el conflicto de Sonora, ese día parte rumbo al norte con la orden de iniciar inmediatamente una enérgica campaña contra los revolucionarios sonorenses. En su primer "Boletín de Guerra" oficial, el general Juan Barragán, jefe de gabinete del presidente, dice que se recibió un mensaje del capitán Hiram Hernández, comandante del cañonero “Guerrero”, indicando que salió de Guaymas rumbo a Santa Rosalía, donde recibió órdenes de zarpar rumbo a Mazatlán, para permanecer a disposición del general Diéguez.[37]
Luego del ultimátum los dimes y diretes entre ambos bandos seguían discutiéndose en los medios informativos, incluso las crónicas decían que Salvador Alvarado tenía 20 millones de pesos para defender Sonora, mientras tanto, el pueblo empezaba a resentir los estragos, pues los alimentos empezaron a escasear y aumentaron significativamente de precio.[38]
No obstante de que se hacían declaraciones acerca de que Sonora no se constituía en República, sino simplemente no aceptaba un capricho del “Dictador” Carranza, como llamaban los huertistas a su antiguo jefe, se publicó que el Gobierno de Sonora quedaría encargado, en tanto durara la situación anormal, a: Plutarco Calles, Jefe Supremo; Adolfo de la Huerta, Encargado del Despacho de Gobernación; Arnulfo Gómez, del Departamento de Guerra; Emilio Tamez, del Departamento de Relaciones; Gabriel Corella, del Departamento de Hacienda y Crédito Público; Miguel Piña, del Departamento de Justicia; Carlos Plank, del Departamento de Comunicaciones y Flavio A. Bórquez, del Departamento de Fomento.[39] Lo extraño de este gabinete es que a Salvador Alvarado no se le haya dado una cartera, ya que, según las crónicas, se supone que este general estaba financiando gran parte de la rebelión.
Mientras el ambiente político nacional estaba encendido por declaraciones de otros estados que decían apoyar a los sonorenses, mientras otros declaraban lo contrario. Por otra parte, el gobierno de Sonora empezaba a dudar, según las crónicas, debido a que no tenía el apoyo planeado; mientras otros resaltaban la seguridad en su triunfo.
El día 15 de abril, Elías Calles, sin esperar más, toma San Blas, Sinaloa, ubicado unos 40 kilómetros al sur del límite de Sonora, justificándose que fue tomado como cuestión de legítima defensa. En lugar de esperar a que las tropas del general Diéguez cruzaran todo Sinaloa para atacar Sonora, se propusieron encontrarlos a medio camino. Para esto, dijeron, que le pidieron al gobernador Iturbe de Sinaloa que protegiera su flanco y que él se negó a atender la solicitud, entonces, los sonorenses tomaron esta medida para protegerse.[40]
La comisión especial del Congreso Nacional de la Ciudad de México, autorizó al presidente Carranza a responder al mensaje de la legislatura sonora del 6 de abril. El mensaje denuncia la solicitud del gobierno de Sonora como antipatriótica, y mantiene el derecho del gobierno central de enviar las tropas del general Diéguez, que afirma son necesarias para la pacificación de los indios yaquis.
Las autoridades de Sonora afirman que ocupar San Blas, fue tomado como una cuestión de legítima defensa. En lugar de esperar a que las tropas del general Diéguez atraviesen todo Sinaloa para atacar Sonora, los sonorenses proponen encontrarlos a mitad de camino.
Las autoridades de Sonora han dejado claro que le pidieron al gobernador Iturbe de Sinaloa que protegiera su flanco, y que él se negó a atender la solicitud. Entonces, los sonorenses han tomado medidas para protegerse, incluso hasta el final de la invasión de un estado hermano.
Mientras el general Diéguez, seguía haciendo preparativos para mover el resto de las tropas que se trasladarían a Sonora, el general Ángel Flores, con 5,000 soldados sonorenses tomó Culiacán el sábado 16 de abril, según un anuncio oficial del cuartel general militar de Sonora en Hermosillo. Después, inmediatamente marcharon sobre Mazatlán y, luego de ocupar este puerto, se anunció que marcharían sobre Tepic. Se esperaba obtener en Nayarit un gran número de tropas para el movimiento revolucionario contra el gobierno de Carranza, ya que cientos de exsoldados de Carranza se habían unido al general Flores desde que invadió San Blas días antes.[41]
Por esos días Obregón, quien estaba huyendo de Carranza y estaba escondido en la Ciudad de México, se reunió con el general Pablo González en un restaurante en Chapultepec, aparentemente en un encuentro casual, donde charlaron brevemente sobre la situación política del país, pero particularmente de la imposición de Bonillas como candidato a la presidencia respaldado por Carranza. La reunión entre los generales causó un gran revuelo entre los militares más cercanos a Carranza, entre ellos Francisco Murguía, Manuel M. Diéguez, Juan Barragán y Cándido Aguilar. Esto se debía en gran medida a que facilitó la adhesión de los gonzalistas a la causa obregonista.[42] Después de esta reunión el general Pablo González inicia un movimiento contra Carranza.
Dos días después de la reunión con González, y antes de que se le enjuiciara por el “caso Cejudo”, motivo por el cual se encontraba escondido, el general Obregón escapó gracias al apoyo de Juan Zubarán Capmany, Miguel Alessio Robles y Benjamín Hill. Se dirigió en ferrocarril a Iguala, Guerrero ayudado por el maquinista Margarito Ramírez; allí fue recibido por Maycotte, jefe de Operaciones Militares de la región, y por el gobernador Francisco Figueroa.[43]
Mientras tanto, para el 19 de abril, el gobierno de Carranza recibía información de los preparativos de Diéguez para enviar tropas a Guaymas, vía marítima partiendo de Manzanillo en donde se esperaba al cañonero “Guerrero”. Pero por otra parte, la situación se le complicaba, pues el general Arnulfo Gómez se había rebelado contra el Gobierno Federal en la zona de la Huasteca Veracruzana.[44]
Ese mismo día a las 11 a.m. se celebró en el Pueblo Nuevo (Buenavista) en Cananea, una gran reunión, a la que asistieron unos ochocientos obreros. El Presidente en aquella imponente asamblea popular, exhortó a todos los presentes para que:
“……sin pérdida de tiempo se apercibieran a defender con las armas la Soberanía del Estado, amenazada por el despotismo del Centro; que era llegada la hora de acabar con todas las tiranías, lo mismo con la de Venustiano Carranza, que con todas las que fueran apareciendo, porque el pueblo que no hacía uso de la fuerza de su derecho cuando peligraba la Soberanía del Estado, caminaba irremisiblemente hacia la esclavitud.”[45]
El orador habló por más de un cuarto de hora, sin escuchar un solo aplauso, ni siquiera la más ligera manifestación de conformidad de parte de la muchedumbre que lo estuvo escuchando. Después de un prolongado silencio, se levantó de su asiento un obrero y con acento reposado se expresó en estos términos:
“El señor Presidente, cumpliendo con un deber de patriotismo, dice que debemos entrar en lucha para defender la Soberanía del Estado, y nos invita para que abandonemos familia y hogar y nos lancemos al campo de batalla para no dejarla atropellar por los sicarios de la tiranía. Y yo pregunto, señores, desde cuando ha tenido soberanía el pueblo sonorense? Hace ya diez años que unos cuantos agitadores nos han llevado de revolución en revolución en nombre de esa soberanía que solo ha servido para enriquecer a unos cuantos ambiciosos, que apenas ven en peligro las fortunas que a la sombra de la revolución han acaparado y vuelven de nuevo a hablarle al pueblo de la Soberanía de Estado para hacerlo derramar su sangre inútilmente. La mayor parte de los obreros que estamos aquí congregados tenemos armas en nuestros hogares, es cierto; pero esas armas no las emplearemos más que en defensa de la soberanía del trabajo, que es la soberanía que nos garantiza el pan de nuestros hijos. Y cuando sea llegada la hora, lo mismo las volveremos contra los soldados del Presidente Carranza, que contra los soldados del Gral. Calles, por que unos y otros han sido y seguirán siendo el enemigo común de los hombres del trabajo. Una explosión de entusiasmo, dice nuestro informante, produjeron las palabras de aquel obrero, a quien poco después paseaban en triunfo por las calles, en gran manifestación, invitándose al pueblo a que permaneciera neutral frente al conflicto que ha surgido entre el Gobierno de Sonora y él Presidente Carranza.”[46]
Y la verdad es que esta opinión de los obreros de Cananea ya se la habían hecho saber a Elías Calles días antes, y era la que generalmente prevalecía entre todos los trabajadores del Estado; es decir: entre el verdadero pueblo sonorense, quienes ya estaban hartos de ser usados como carne de cañón por los generales sonorenses.
Con la finalidad de buscar todo el apoyo de los sonorenses, el 20 de abril el gobierno estatal estableció el Departamento de Información y Propaganda cuyo objetivo era:
“……proporcionar a la prensa y al pueblo por conducto de sus autoridades, toda la información de interés relacionada con la situación actual y, al mismo tiempo, llevar a cabo la propaganda en pro de la causa que persigue el Estado, de la manera más intensa posible.”[47]
El día 21 de abril, Diéguez respondía al telegrama de Elías Calles de fecha 14 de abril, mediante otra punzante misiva que abogaba al patriotismo y honor militar, decía lo siguiente:
“C. General. Guadalajara, Jal., 21 de abril de 1920.
No. 4760.- General Plutarco Elías Calles.
Nogales, Ariz.
Vía México. D.F.
Su mensaje del 14.- Es de admirar que a pesar de haberse rebelado contra el Supremo Gobierno las autoridades locales de ese Estado y fuerzas que se encontraban en el mismo, sin haber sido hostilizados en lo más mínimo por fuerzas del Ejército Nacional, me diga usted que serviré de instrumento a la dictadura para ir a atropellar la soberanía del Estado de Sonora. Insistir en ese asunto resultaría pueril, ante la elocuencia de los hechos, que la nación y el mundo entero están presenciando; pero como mexicano y como revolucionario, estimo un deber mío repetirle que no soy ni seré instrumento jamás de Gobierno o partido alguno; y en el presente caso, soy un miembro del Ejército Nacional, un servidor del Gobierno constituido, al que usted, al igual que los demás jefes que se encuentran en ese Estado levantados en armas, protestaron su lealtad no hace aún mucho tiempo, y al que es un deber de honor y de militar sostener. Lamento que la equivocación en que se encuentran usted y los jefes que lo siguen los haya conducido a provocar un conflicto, porque se imaginaron un atropello a la soberanía de Sonora, olvidando algo que ahora más que nunca debemos cuidar, que es la soberanía de la patria.
Gral. en Jefe
M. M. Diéguez.”[48]
Para entonces en los medios internacionales ya se comentaba que los vacilantes métodos de Diéguez eran en gran parte responsables del reciente crecimiento del movimiento rebelde en Sonora, que ahora se había extendido prácticamente a toda la costa occidental mexicana.[49]
En estos días, Santiago Amado Aguirre se encontraba en Guadalajara impulsando la campaña en favor de Álvaro Obregón; ante la inminente rebelión de Agua Prieta, Diéguez trató de convencerlo para que rompiera con Obregón; tras su negativa tuvo que huir hacia la región minera de Etzatlán, en donde organizó una pequeña fuerza armada a favor de la rebelión de los sonorenses. [50]
Para estas fechas ya se rumoraba que todas las autoridades estatales se reunirían para trazar un plan y decidir de una vez por todas, el rumbo de los acontecimientos que estaban en proceso y confrontando a la federación con el estado.[51] El 23 de abril, Elías Calles reúne en Agua Prieta a la mayoría de los líderes civiles y militares para firmar un documento preparado por Gilberto Valenzuela y Adolfo de la Huerta, cuyos postulados fueron resumidos en un documento denominado Plan Orgánico del Movimiento Reivindicador de la Democracia y la Ley. Este pronunciamiento desconocía al gobierno de Carranza y definía el procedimiento para establecer un gobierno provisional y llevar a cabo nuevas elecciones.[52] Todo este movimiento se conocería como Plan de Agua Prieta.
El general Diéguez, a pesar de todo lo que estaba pasando en Sonora, permanecía en Guadalajara organizando al ejércitos y planeando su ataque a Sonora y, en ese estado de cosas, el 25 de abril se reúne con el general Rafael Buelna quien sería uno de los participantes en la campaña contra los líderes sonorenses y lo haría, según los planes, por Sinaloa.[53] Mientras tanto, las tropas de Chihuahua ya habían llegado a Casas Grandes y solo esperaban órdenes de Diéguez para marchar hacia el noreste de Sonora.[54]
Sin embargo, Carranza seguía perdiendo apoyo militar y territorio, ya que el general Urbalejo que estaba a cargo de las tropas federales en Sonora había entregado armas y hombres a los sonorenses, mientras en Tamaulipas habían sido tomados Mier y Guerrero por los rebeldes; por otra parte, gente del general Pablo González tomaban dos trenes federales entre Morelos y Guerrero, así mismo, en Sinaloa los carrancistas eran empujados hacia el sur.[55]
En Guadalajara, Diéguez seguía retrasado aunque seguía recibiendo pertrechos y a últimas fechas había recibido ocho aviones bombarderos que pensaba mover a los frentes de batalla.[56] Por otra parte, se supo que Cándido Aguilar, que avanzaba hacia Sonora con 7,000 efectivos para respaldar al general Diéguez, había sido bloqueado en Zacatecas por Enrique Estrada, quien se había unido a los rebeldes en ese estado e hizo que el avance de Aguilar prácticamente de detuviera.[57] Pero los problemas para los carrancistas no cesaban, de muchos lugares llegaban noticias de que grupos constitucionalistas desertaban para unirse al Plan de Agua Prieta, incluso en Jalisco donde Diéguez tenía mucha influencia y control político.[58]
Para el día 27 de abril, se decía que Diéguez tenía concentrados unos 8,000 hombres en Guadalajara y había desembarcado 2,500 en Mazatlán.[59] Sin embargo, esto solo nos indicaba que estaba imposibilitado para mover a sus tropas, esto se explica debido a que tenía bloqueados los caminos hacia el norte, tanto por la costa del Pacífico donde Nayarit también se había rebelado contra Carranza, como por el centro del país donde ya había sido bloqueado Cándido Aguilar.
Para antes de que terminara ese mes de abril, Carranza tenía problemas en gran parte del país, se habían rebelado estados tan cercanos como Morelos, Puebla, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, por supuesto, además de Sonora, Chihuahua, San Luis Potosí, Guanajuato, Tamaulipas, Nuevo Leon, Nayarit, Sinaloa y otros, se habían manifestado en su contra y a favor de Obregón. Por otro lado, Salvador Alvarado, representante de los sonorenses en Washington, seguía haciendo política para que Estados Unidos reconociera la soberanía de Sonora.[60]
Para principios de mayo se supo que el general Diéguez, desde hacía días, se encontraba en Guadalajara sufriendo un severo ataque de gota que lo tenía confinado a la cama.[61] Quizás esta era una de las causas por las que no avanzaba rumbo a Sonora, además que no encontraba los transportes adecuados para mover a las tropas y las rutas por tierra estaban tomadas por los obregonistas. Además, para el día 3 de mayo, la prensa manejaba la versión de que días antes, Diéguez había hablado con Carranza comunicándole que no había municiones suficientes por lo que era inviable enviar a las tropas a combatir de esa manera, en respuesta, Carranza había enviado a su yerno, el general Cándido Aguilar, a supervisar las tropas que tenía Diéguez acantonadas en Jalisco, viaje que se realizó en un absoluto secreto. Como Carranza dudaba de que la situación fuera crítica, Aguilar llevaba la encomienda de iniciar la movilización de las tropas, pero al encontrar que la situación era como lo había informado Diéguez, optó por retrasar el movimiento y regresó a informar a Carranza, para entonces la situación era más grave, pues se habían producido divisiones en las filas carrancistas. [62]
Para el día 4 se rumoraba en la prensa internacional que Diéguez había empezado a movilizar sus tropas rumbo a Irapuato para llegar al norte por Torreón, sin embargo esto no era cierto, ya que buena parte de Guanajuato y San Luis Potosí estaba dominado por los rebeldes y era arriesgado pasar; así lo demuestra el hecho de que el día 5 de mayo un tren proveniente de la Ciudad de México transportando una fuerte suma de dinero para el pago de los haberes de los 8,000 soldados concentrados en Guadalajara y el sostenimiento de la campaña, fue asaltado en la estación de Pénjamo por los rebeldes obregonistas, llevándose además, las mercancías y otros valores que transportaba el convoy.[63]
El día 5 empezó a circular en la prensa que Diéguez había caído en manos de los obregonistas, sin embargo, esto era una noticia falsa. Pero algo raro pasaba con Diéguez, por esos días la prensa internacional, de manera muy escueta, publicaba que había tenido acercamientos con los sonorenses y después de la misma manera comentaba que se había rebelado contra Carranza. Al respecto, un día después de que Carranza abandonara la capital, el día 8 de mayo en algunos periódicos se publicaba el texto siguiente:
“Las importantes ciudades de Saltillo, Zacatecas, Aguas Calientes, Torreón y Oaxaca han caído en manos rebeldes con los generales Manuel Diéguez, Cesáreo Castro y J. Agustín Castro sumados a la revolución, según el informe. Este trío de generales se contaba como los militares más leales y eficientes de Carranza, y cada uno tenía un gran número de seguidores personales. La deserción de Diéguez es quizás el golpe personal más serio a Carranza desde el comienzo de la rebelión de Sonora, ……….”[64]
Ese mismo día, en The Washington Times se publicaba lo siguiente:
“El general Murguía a quien Carranza puso recientemente al mando de todas las tropas federales en el distrito de la Ciudad de México, ha emitido un manifiesto censurando al general Diéguez, comandante federal en el distrito de Guadalajara, por dejarse "embotellar" en Guadalajara con su fuerza de 8.000 hombres , según informes recibidos hoy en la agencia revolucionaria de Sonora aquí. A principios de abril, Carranza colocó a Diéguez a la cabeza de lo que se consideraba como el mejor ejército federal y le ordenó avanzar a Sinaloa desde el sur y limpiar la revolución allí antes de que tuviera la oportunidad de extenderse. Diéguez nunca pasó de Guadalajara, donde ahora se dice que está rodeado. Los agentes revolucionarios aquí interpretan este ataque al general Diéguez como una admisión de que el ejército en Guadalajara está perdido para la causa federal.”[65]
Días más tarde, un mensaje de Obregón enviado a la prensa, decía que el general Diéguez había ofrecido sus servicios al gobierno revolucionario, pero fue rechazado.[66] Esto explicaría su tardanza para movilizar las tropas hacia el norte, finalmente movimiento que nunca realizó.
Diéguez que había estado con Carranza antes de que este abandonara la capital, regresa a Guadalajara con nueve trenes militares y todo el material de guerra que había concentrado en Irapuato. Este inesperado regreso de Diéguez dio fuerza a los rumores que ya circulaban de que algo grave estaba pasando en la Ciudad de México y en el centro del país. Dado que estaban interrumpidas las comunicaciones, hasta el día 10 de mayo se supo en la Perla de Occidente que Carranza había abandonado la capital, entonces se consideró perdida la situación. El gobernador, los diputados y los magistrados celebraron ese día una reunión, a la cual asistió Diéguez, para resolver que debía hacerse. Se decidió que los poderes del Estado se trasladaran provisionalmente a Cd. Guzmán y que Guadalajara fuera evacuada por las fuerzas de Diéguez con el objeto de no exponer a la ciudad de un ataque por parte de los obregonistas.[67]
Para entonces también se sabía que la capital del país había sido ocupada por gonzalistas y obregonistas, por lo que el gobernador Castellanos propuso que antes de salir de Guadalajara se estableciera comunicación con Obregón por telegrafía inalámbrica y Diéguez estuvo de acuerdo. La respuesta de Obregón seguramente no dejó muy satisfechos a los jaliscienses, pues el gobernador Castellanos dispuso que se hicieran los preparativos necesarios para el traslado de poderes a Cd. Guzmán, al mismo tiempo que Diéguez para que sus tropas se prepararan para evacuar la ciudad.[68]
Ese mismo 10 de mayo trascendió que todo México estaba controlado por los obregonistas, excepto Yucatán, Campeche, Chiapas y el territorio de la Baja California.[69] El éxito extraordinario del Plan de Agua Prieta nos indica que no se trataba de un movimiento regional. Los líderes de Sonora en sintonía con la candidatura a la presidencia de Obregón, lograron un consenso político de proporciones nacionales, apoyado incluso por el ala constitucionalista que se había distanciado de Carranza y por los zapatista.
Otro día se supo que Diéguez había sido aprehendido. De acuerdo a las crónicas el día 11 de mayo a las once de la mañana se escuchó un nutrido tiroteo en la estación de ferrocarriles de Guadalajara, donde se encontraba el exgobernador de Jalisco, supuestamente preparando la evacuación de la ciudad, se encontraba en su carro de ferrocarril estacionado en los andenes, donde fue aprehendido con parte de su Estado Mayor que lo acompañaban, quienes fueron hechos prisioneros por fuerzas pertenecientes al 34° Regimiento bajo las órdenes del coronel Isaías Castro.
En el vagón de despacho de Diéguez se encontraba el coronel Sebastián Allende Rojas, el capitán primero Fernando González Madrid y el Lic. Tomás López Linares. A bordo de un tren se encontraba el 34° Regimiento quienes al mando del coronel Castro avanzaron a pie hasta el frente del carro de Diéguez y al mando de algunos oficiales penetró al vagón exhortando al general y sus acompañantes a rendirse, mismos que opusieron una leve resistencia, pero al verse totalmente rodeados y después de una descarga de fusilería sobre el vagón, accedieron inmediatamente a entregar sus armas. Custodiados por una importante escolta bajo las órdenes del propio coronel Castro y seguidos por unas ametralladoras fueron conducidos al cuartel de El Carmen o “Guerrero”. La escolta con los presos cruzó lo más céntrico de la ciudad, siendo testigos del hecho muchos transeúntes que estaban en la Av. 16 de septiembre, mientras una muchedumbre seguía a la escolta y fue a estacionarse al frente del cuartel donde fueron encarcelados los prisioneros. Tan pronto como fueron encerrados Diéguez y sus acompañantes, se colocaron guardias en los techos del cuartel y de la iglesia de El Carmen, después se dictaron órdenes para controlar toda la ciudad enviando piquetes de soldados a cada uno de los cuarteles para someterlos, cosa que sucedió sin mayores problemas y las armas recogidas fueron llevadas al cuartel donde estaban encerrados los prisioneros.[70]
El día 13 de mayo trascendió que Diéguez sería sometido a un Consejo de Guerra que tendría el carácter de extraordinario, Consejo que habría sido ordenado por los generales Álvaro Obregón y Pablo González desde la capital del país, ya que lo consideraban como el principal responsable del estado de cosas que prevalecían en el país.[71]
También, ese mismo día, en Hermosillo Adolfo de la Huerta como Jefe Supremo Interino del Ejército Liberal Constitucionalista, lanza la convocatoria para que las cámaras de senadores y diputados del Congreso de la Unión se reúnan el día 24 de mayo con objeto de nombrar al Presidente Provisional de los Estados Unidos Mexicanos de conformidad con el Artículo 11 del Plan de Agua Prieta.[72]
Santiago Amado Aguirre quien había sido parte del Estado Mayor de Diéguez y ahora estaba de parte de Obregón, intervino ante este último para que no lo fusilara.[73] Probablemente por esta intervención, el día 16 de mayo, Diéguez y el exgobernador Luis Castellanos y Tapia, quien también estaba preso, fueron llevados a prisión domiciliaria, el primero a su casa particular debido a que su madre se encontraba muy enferma, mientras que el exgobernador fue recluido en la planta baja del palacio de gobierno, aunque también se especulaba que fueron sacados de prisión para que no sufrieran incomodidades en donde estaban recluidos.[74] De cualquier forma se les tuvieron muchas deferencias, considerando, que de acuerdo a los sonorenses, Diéguez había cometido una gran falta en contra de la soberanía de Sonora.
Mientras tanto, Carranza quien había salido de la capital del país el día 7 de mayo huyendo de las tropas al mando del general Pablo González y otras obregonistas, había sido perseguido por buena parte del estado de Puebla, fue alcanzado en Tlaxcalantongo y asesinado por las tropas del general Rodolfo Herrero la madrugada del 21 de mayo de 1920 mientras dormía en un jacal, terminando de esta manera la etapa carrancista.
Las desgracias para la familia Diéguez Lara no terminaban aun, ya que además de que estaba pendiente el Consejo de Guerra en contra del general de división por el delito de responsabilidad en la situación actual del país y en la ejecución de Felipe Ángeles, se confirmó que su hermano Crisanto y sus acompañantes, quienes se dirigían a la capital tapatía, habían sido asesinados por unos bandoleros cuando fueron asaltados y trataron de poner resistencia en el camino de Ixtlán.[75]
Adolfo de la Huerta a quien ya se le consideraba el presidente provisional de México, se encontraba todavía en Sonora reponiéndose de una enfermedad y probablemente tuviera que ser intervenido quirúrgicamente, por lo que había pospuesto su viaje a la capital del país.[76] Una vez que estuvo en condiciones de viajar, de la Huerta se trasladaría a la capital del país vía Guadalajara y, a su paso por la capital tapatía, el general Diéguez solicitó una audiencia con el sonorense, quien después de unos minutos de entrevista, ordenó la libertad sin condiciones del divisionario, liberación que se llevó a cabo el día 3 de junio.[77] Es probable que la acción de liberar a Diéguez hubiese estado desde antes consensuada con Obregón, pues se supone que Amado Aguirre había intervenido en favor del divisionario ante este último.
Después de ser liberado, Diéguez se retiró a la vida privada y poco más de dos meses después, el 14 de agosto, fue dado de baja del ejército, junto con otros generales carrancista: Francisco Murguía, Francisco Urquizo, Juan Barragán, Joaquín Mariel, Federico Montes y Cándido Aguilar.[78]
Durante los siguientes meses de 1920, Diéguez estuvo enfrentando acusaciones de proteger a un subalterno que había matado a un joven periodista, cuestiones que no le correspondían del gobierno estatal y hasta la desaparición de obras de arte de la Catedral de Guadalajara, por supuesto, estas eran más bien acusaciones y denostaciones de la prensa y la sociedad, ya que no tuvo que enfrentar ningún tipo de juicio judicial. Incluso todavía a finales de 1921 era criticado por las excelentes escuelas que había construido y para entonces, decían, que fue un gasto innecesario por lo elegantemente construidas, cuando antes habían sido elogiadas.[79]
El ex-general Diéguez, después de ser liberado y dado de baja del ejército, Se dedicó a sus negocios privados y marchó a una propiedad que tenía rentada desde principios de 1919 en el municipio de Hostotipaquillo, llamada Hacienda de Santo Tomás, donde fueron llegando muchos subordinados a trabajar las tierras y donde se mantuvo ocupado hasta el mes de diciembre de 1923.
REBELION DELAHUERTISTA
Al acercarse el fin de Obregón al frente del ejecutivo federal en 1923, por consiguiente habría elecciones el siguiente año y había dos candidatos. Uno era Plutarco Elías Calles impulsado por el gobierno, mientras que el candidato de oposición era el ex gobernador de Sonora Adolfo de la Huerta. La mayoría de los contrincantes del gobierno temían que de ganar Calles, quien realmente estaría detrás del poder sería Obregón. El problema era que en la elección de Calles como candidato a la presidencia no se siguió ningún protocolo para su denominación, se le señaló por dedazo como el sucesor, lo que era un caso directo de corrupción. Por lo tanto, se generó un sentimiento de ansiedad y angustia entre la población. Por otra parte, la oposición se negaba a aceptar y reconocer los cambios hacia el progreso que había generado el gobierno y esta postura de desacuerdo fue aprovechada por Adolfo de la Huerta y quienes simpatizaban con sus ideales. Finalmente, quienes se resistían a la imposición de Calles, decidieron crear un partido, un frente que les permitiría dar a conocer sus opiniones y sus luchas. Aunque el gobierno intentó limar asperezas entre ambos bandos, el resultado fue el contrario: más polarización social. La oposición también se llegó a conocer como los conservadores. Con el tiempo, encontraron el apoyo de algunos militares que se unieron a su causa.
El día 6 de diciembre del año 1923, en el puerto de Veracruz comenzó la movilización armada de los inconformes liderados por Adolfo de la Huerta. Por otro lado, en Tabasco el reconocido general Carlos Greene, también se había unido al movimiento rebelde y tomó Villahermosa. Solo tres días después, el día 9 de diciembre, Diéguez quien decide apoyar el levantamiento, procedente de la Hacienda Santo Tomás a las once de la mañana arriba a Guadalajara al frente de numerosos hombres para ponerse a las órdenes del general Enrique Estrada.[80]
Solo unos días después la insurrección contra Obregón seguía creciendo y para el día 14 de diciembre se anuncia la captura de Uruapan y de Acámbaro. Este último era un importante centro ferroviario a pocos kilómetros al sur de Celaya y su control, facilitaba las operaciones de las divisiones comandadas por los generales Estrada, Alvarado y Diéguez.[81]
Para el 24 de diciembre los delahuertistas en el centro del país seguían tomando fuerzas y avanzando sin ninguna resistencia, confirmando esto Diéguez envía un mensaje al general Estrada comunicándole los siguiente:
“Por pasajeros que pasaron esta mañana por aquí procedentes de la Piedad, se confirma la evacuación de dicha plaza de La Piedad por las fuerzas Callistas al mando de Escobar.
El General de División
Manuel M. Diéguez.”[82]
Para el día 26, Obregón llegaría al frente de batalla en Jalisco proveniente de Irapuato esperando llegar a los puestos avanzados en las cercanías de Pénjamo y Ocotlán, para iniciar la ofensiva federal contra la fuerza rebelde de los generales Enrique Estrada y Manuel Diéguez. Con el cuerpo principal avanzando sobre Guadalajara desde el oriente bajo el mando del general Joaquín Amaro, reforzado con las tropas de Puebla, se esperaba la adhesión de la columna de caballería al mando del general Lázaro Cárdenas, quien se encontraba operando en el Distrito de Zacoalco, al sur de la capital tapatía.[83]
Quizás porque no se tenían uniformes de parte de las columnas lideradas por los generales Estrada, Diéguez y Alvarado, para evitar problemas de confusión de unas tropas con otras, por acuerdo del Cuartel General de la Segunda División del Noroeste, se acordó que todas las fuerzas a su mando deberían usar un brazalete tricolor en el brazo izquierdo.[84]
Para principios de enero de 1924, las fuerzas al mando de los generales Estrada, Diéguez y Alvarado, seguían avanzando y habían ocupado la población de La Barca, mientras las tropas federales se replegaban hacía Yurécuaro, Mich.[85] El 3 de enero Diéguez intentó tomar la plaza de Zamora a sangre y fuego, como no pudo hacerlo, envía un ultimátum para que la ciudad fuera entregada pero el coronel Morelos, comandante militar, se negó a rendir la plaza.[86] Como no se pudo tomar esta ciudad, las fuerzas se movilizaron y el día 7 ocuparon La Piedad obligando a los federales a replegarse rumbo a Irapuato, obligándolos, también, a desocupar Pénjamo. Al respecto, el Departamento de Publicidad del ejército rebelde, enviaría un boletín de prensa que en parte decía lo siguiente:
“Veracruz, Ver., enero 8.- Fuerzas del general Estrada ocuparon ayer La Piedad, Mich., obligando a las tropas imposicionistas a replegarse rumbo a Irapuato, abandonando Pénjamo. Nuestras tropas, en número de tres mil infantes y dos mil de caballería, avanzan comandando la vanguardia el general Diéguez………..”
“El jefe del Departamento de Publicidad
O. González”[87]
Para mediados del mes de enero, además de Guadalajara y alrededores, los rebeldes dominaban casi toda la zona del Bajío, ya que para entonces el general Diéguez había tomado León. El tren a El Paso estaba interrumpido y los trenes eran desviados o regresados.[88]
Desde el día 20 de enero las tropas rebeldes comandadas por Estrada y Diéguez estaban atacando a Morelia, plaza que fue finalmente tomada el día 23 después de reñidos y sangrientos combates, donde cayeron cientos de prisioneros y muertos, además de obtener un importante botín de guerra. Al respecto Estrada y Diéguez envían un parte oficial dirigido a Adolfo de la Huerta informando lo siguiente:
“Cuartel General, Morelia, Mich. Enero 24.
C. Adolfo de la Huerta, Jefe Supremo de la Revolución.
Veracruz, Ver.
Hoy, después de tres días de combates y de uno último en extremo sangriento que duró catorce horas, fue tomada por asalto la plaza de Morelia y aniquilada totalmente su guarnición, compuesta de un mil imposicionistas al mando de los generales Manuel N. López y Cecilio García, quienes de defendieron tras de formidables posiciones con gran cantidad de municiones. Toda la guarnición cayó en poder de nuestras tropas. Se hicieron prisioneros a los generales López y García, cayendo herido el primero. Están en nuestro poder seiscientos prisioneros. Atendemos doscientos heridos del enemigo y se han sepultado más de cien muertos del mismo. Muy pocos lograron salir dispersos. Botín de guerra consistente en mil armas, caballada, cincuenta mil cartuchos y otros pertrechos de guerra. Nuestras tropas son las primeras en la historia de Morelia que toma esta plaza por asalto. Durante los días 19 y 20 capturamos Salvatierra y Acámbaro, haciendo prisioneros y capturando material rodante. Ya se rinde parte detallado.
El Gral. Jefe de la Segunda División, E. Estrada.
El Gral. Jefe de la División de Occidente, Manuel M. Diéguez.”[89]
Después de la toma de Morelia, de acuerdo a declaraciones hechas por el presidente Obregón desde su tren en Salvatierra, el día 26 de enero, un aviador federal bombardeó un tren militar de los rebeldes al mando de los generales Estrada y Diéguez en La Goleta, Mich. al este de Morelia, causando muchas bajas, de acuerdo a los despachos de prensa emitidos en Celaya. Según la información emitida por Obregón, varios vagones fueron destruidos y muchas personas murieron y resultaron heridas.[90]
Posteriormente de abandonar Morelia, para principios de febrero, Diéguez se encontraba combatiendo contra los obregonistas y callistas en los límites entre Jalisco y Michoacán, enfrentaba a los federales entre las estaciones de La Barca y Yurécuaro.[91] Diéguez desde Yurécuaro hacía esfuerzos por llegar a Ocotlán donde se encontraban los generales Alvarado y Anzaldo en posición muy comprometida y procuraban retroceder a Poncitlán.[92] Después de la derrota de Ocotlán, Alvarado y Anzaldo se agrupan en Cd. Guzmán y Sayula, donde procuraban organizarse de nuevo.[93]
Después de avanzar, para la día 12 de febrero las tropas de Estrada y Diéguez se encontraban en Palo Verde una zona sobre las vías del tren entre La Piedad y Pénjamo, donde fueron atacados por sorpresa y sufrieron una importante derrota, al respecto el Presidente Obregón enviaba el comunicado siguiente:
“A bordo del tren Presidencial.
Irapuato, Gto., el 13 de febrero de 1924
C. Gobernador del Estado, Guadalajara, Jal.
Tengo el gusto de participar a usted que anoche fuerzas infidentes al mando de los generales Estrada, Diéguez y socios, colocáronse sobre la vía entre estación Pénjamo La Piedad, cortando las comunicaciones e incendiando algunos puentes, sin darse cuenta del movimiento que venía realizando la columna que al mando del general Escobar salió desde La Piedad por la tarde, habiendo logrado darles alcance entre las estaciones Palo Verde y Villaseñor, obligándolos a presentar combate. Hasta estas horas no se recibe ningún parte oficial de la batalla. Sólo recibióse mensaje anunciando que a las diez cuarenta habíase iniciado; pero hemos logrado obtener informes desde luego que coinciden entre si y que nos hacen saber que los traidores fueron rudamente escarmentados y en estos momentos tres dispersos del enemigo, que yo mismo he interrogado. Informan que el combate no fue de mucha duración, debido a la forma impetuosa con que atacaron nuestras caballerías, habiendo sufrido los traidores una completa dispersión, al grado de que los mismos generales Estrada y Diéguez, con sus llamados estados mayores, se empeñaban en contener, sin lograrlo, a su gente que huía en completa dispersión. Cuando tenga mayores detalles tendré el gusto de comunicárselos.
Afectuosamente
El presidente de la República, A. Obregón.”[94]
Según informes oficiales, el grueso de los insurrectos jaliscienses derrotados se habían concentrado en las cercanías de Ciudad Guzmán de donde salió un versión de que el general Salvador Alvarado, al mando de los rebeldes, había ordenado la ejecución del general Crispiniano Anzaldo, a cuya dirección las fuerzas rebeldes en Ocotlán atribuyen su derrota, sin embargo, esto no era cierto, solo se habían separado por esa causa.
Después de la derrota en Palo Verde, Diéguez y Estrada se separan, este último se retira hacia el sur perseguido por los federales y pernocta en Panindícuaro, Mich., mientras el paradero de Diéguez se desconocía, aunque se pensaba que huía rumbo a Colima.[95] Después se sabría que entre Diéguez y Estrada también hubo desacuerdos, este último, culpaba a Diéguez por la debacle en Palo Verde, donde Estrada se vio obligado a huir medio vestido, dejando atrás su abrigo con documentos importantes.[96]
Para el 21 de febrero se pensaba que Estrada, Alvarado y Diéguez tenían la intención de unirse al delahuertista Rómulo Figueroa en el estado de Guerrero, por lo que Obregón envía tropas a ese estado desde la capital del país y desde Michoacán, con la intención de nulificar cualquier movimiento en ese sentido.[97] Mientras tanto, los rebeldes al mando de Diéguez al enterarse de la detención de Figueroa, cruzan Guerrero y siguen huyendo, para finales de febrero se encontraban en la capital de Oaxaca, ciudad en donde se habían reunido con los generales García Vigil y Fortunato Maycotte, el primero gobernador del estado y el segundo jefe de la guarnición que se habían rebelado contra Obregón.
Al llegar la noticia que Diéguez se encontraba en Oaxaca, los generales Obregón y Calles dispusieron destacar sobre ese estado una fuerte columna al mando del General Juan Andrew Almazán, para batir a las fuerzas rebeldes. Sabedor el General García Vigil del movimiento de las fuerzas federales, empezó a hacer preparativos para la defensa de la capital oaxaqueña, pero al ser informado de la gran cantidad de tropas obregonistas enviadas y los enormes elementos de guerra con que contaban, desistió de la defensa de la Ciudad y optó por su evacuación, maniobra que tuvo lugar la noche del 01 de marzo de 1924.
El Gobernador de Oaxaca y Diéguez escogieron para su retirada al Istmo de Tehuantepec, una ruta peligrosa por la gran concentración que estaba haciendo el gobierno de fuerzas al mando de los Generales Juan Domínguez y Donato Bravo Izquierdo, para batir a los rebeldes Istmeños de López Lucho que se encontraban en Chimalapa, así como las comandadas por el Diputado Juchiteco Ché Gómez; quienes al conocer las intenciones de los rebelde desplegaron sus tropas en los principales puntos de la región.
Una vez las fuerzas rebeldes de García Vigil y acompañantes en el Istmo, con un contingente aproximado 100 hombres y encontrándose cerca de Niltepec, el Gobierno tuvo conocimiento de sus intenciones de internarse al Estado de Chiapas y ya los tenía completamente rodeados, por lo que reunió a Diéguez y demás jefes expresándoles su decisión de rendirse. Algunos jefes objetaron que la rendición equivalía a su muerte, entre ellos Diéguez, contestando que no importaba, si mediante ella se lograba que la mayoría pudiera salvar su vida, evitando en esta forma sacrificios inútiles, situación de la que se sentía responsable.[98]
El general Diéguez y unos 400 hombres se separaron y emprendieron la marcha rumbo al Estado de Chiapas, con excepción del General Félix Gómez, Jefe de su Estado Mayor, que decidió rendirse con el General García Vigil.
Los generales García Vigil y Félix Gómez, después de negociar su rendición y ser aceptadas las condiciones, se les hizo creer que se les perdonaría la vida, pero fueron traicionados y ejecutados por órdenes de Obregón, en un poblado llamado El Pedregal, cerca de Matías Romero.[99]
Después de tantas dificultades para llegar a la zona del Istmo de Tehuantepec y tomar rumbo hacia el oriente con la intención de cruzar los límites con Chiapas, sin embargo, Diéguez y su gente son alcanzados en Zanatepec, a unos 60 kilómetros del límite, donde después de un enfrentamiento con las tropas de los generales Laureano y Pablo Pineda, y Vicente González, ya muy mermados y con poco parque, son alcanzados el sábado 19 de abril a la una de la tarde. Diéguez y acompañantes son hechos prisioneros por los federales cerca de Cintalapa, en un pueblo de la Sierra Madre del Sur denominado San José de las Flores, Chis. Fueron capturados por el general Donato Bravo Izquierdo y cinco subalternos, le ofrecieron paz y amnistía, dejando libres a los integrantes de su Estado Mayor y a todos sus soldados, quedando tres generales para negociar la rendición. Otro día, el general Fernández, desde Oaxaca enviaría al Presidente de la República el mensaje siguiente:
“Sr. General Álvaro Obregón, Presidente de la República.- Muy urgente. Hónrome informar a Ud., que ayer a las trece horas con parte de las fuerzas que tengo organizadas, hicimos prisioneros en la finca denominada San José de las Flores, al ex-general Manuel M. Diéguez, a Crisóforo Ocampo y al ex-general Alfredo C. García, así como también a cincuenta individuos más entre jefes y oficiales, lo mismo que unos pocos de tropa.
En los momentos de enviar éste, se persigue con actividad al ex-general Macario Hernández, quien se encuentra disperso con muy pocos hombres y creo que será capturado dentro de un momento a otro, pues las tropas federales que lo persiguen, lo llevan a menos de medio kilómetro de distancia.”[100]
Después de ser capturados los tres generales quienes intentaban salir del país cruzando la frontera a Guatemala, fueron llevados a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y a su llegada a los federales se les festejó con cena de gala. Después el general Bravo Izquierdo recibió un telegrama del general Obregón, ordenando su rápido fusilamiento. Junto con los generales Ocampo y otros, donde se les formó un consejo de guerra sumarisimo y como lo ordenó Obregón, el 20 de abril fueron fusilados en el panteón de esa ciudad.[101] Allí mismo fueron enterrados sin levantar el acta de defunción respectiva. Hay otra versión de que fueron fusilados en el traspatio de una escuela.
La ejecución de los tres generales fue confirmada con un telegrama del día 22 enviado por el Secretario de Guerra y Marina al jefe de la guarnición de esa plaza, general Lázaro Cárdenas. El mensaje enviado a Cárdenas textualmente decía lo siguiente:
“Sría. De Guerra y Marina. 22 de abril. Gral. Lázaro Cárdenas.
Los generales García Vigil, Manuel M. Diéguez, Crisóforo Ocampo, Alfredo C. García con los restos de los grandes núcleos que lograron sublevar después de haber sido batidos en sus Estados respectivos, emprendieron la fuga por el Istmo tratando de ganar la frontera de Guatemala. Los Grales. Juan J. Domínguez, Vicente Gonzáles y Donato Bravo Izquierdo, desarrollaron una gran actividad batiéndolos contantemente y haciéndoles un gran número de bajas, hasta coparlos completamente y dejarlos incapacitados para salvarse de nuestras tropas, obligándolos a rendirse. De todos los Grales., Jefes y Oficiales capturados fueron separados los generales García Vigil, Manuel M. Diéguez, Crisóforo Ocampo y Alfredo C. García y consignados a un Consejo de Guerra sumario que los juzgó y sentenció a muerte cuya sentencia fue cumplida. Los jefes aludidos fueron considerados entre los más directamente responsables de la última asonada militar que tanta sangre ha costado al país y por cuyo motivo se procedió en la forma en que se hizo pues cada uno de ellos en sus Estados respectivos fueron directores intelectuales y materiales del último movimiento. Los demás generales, jefes y oficiales y los soldados que únicamente los seguían, han sido tratados con las consideraciones debidas y serán conducidos a esta capital.
La diligencia y eficacia desplegada por los jefes y oficiales del ejército, Domínguez, González, Bravo Izquierdo y la de sus colaboradores Mayor Mario Rosado y José R. Sánchez, y Gobernador Tiburcio Fernández Ruiz impidió a los jefes infidentes tomar la frontera de Guatemala como lo intentaron y determinó que cayeran en poder de la Justicia y que se pronunciara el fallo severo y que se cumplió.
General F. E. Serrano, Srio. de Guerra y Marina, México, D. F.”[102]
Cadáveres de los generales Manuel M. Diéguez, Crisóforo N. Ocampo y Alfredo C. García (Foto: Fototeca Nacional, INAH). |
Hay cierta duda sobre el día de la muerte de los tres generales, ya que algunos diarios de la época publicaron la noticia de la ejecución desde el día 21de abril, como si hubiera sucedido el día 20. Sin embargo, el acta de defunción levantada en un mismo documento para los tres generales, poco más de un año después de sus muertes, con fecha 29 de abril de 1925 por el Lic. Alfonso Navarro Castillo, dice que murieron el 21 de abril de 1924, igualmente varios autores consignan esta fecha.
Fragmentos
del acta de defunción de los generales Manuel M. Diéguez, Crisóforo N. Ocampo y
Alfredo C. García levantada el 29 de abril de 1925 (Imagen: Registro Civil de
Tuxtla Gutiérrez).
Por otra parte, las biografías de Manuel M. Diéguez y Crisóforo N. Ocampo publicadas en el libro “Diccionario de Generales de la Revolución” editado en dos tomos por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), establecen que ambos murieron el día 20 de abril.[103]
Desde finales del mes de marzo, se sabía que las propiedades de los generales rebeldes habían empezado a ser confiscadas por el Gobierno Federal y para entonces ya se habían decomisado los bienes de los generales Manuel M. Diéguez, Enrique Estrada y Guadalupe Sánchez.[104] Para principios de 1925 se publicaba que las propiedades serían rematadas, incluidas las del general Manuel M. Diéguez, que según las crónicas, estaban valuadas en unos trescientos mil pesos e incluían propiedades en Guadalajara y la Ciudad de México.[105]
EPÍLOGO
Casi tres semanas después, el periódico El Tucsonense del 8 de mayo de 1924, escribió una editorial al respecto del fusilamiento de Diéguez, textualmente decía:
“EL OCASO DE LA PIEDAD.
La clemencia otorgada a algunos mexicanos rebeldes que fueron aprehendidos por fuerzas federales o que se rindieron incondicionalmente, nos hizo creer que la administración del General Obregón abandonaba los caminos tortuosos de las penas irreparables, en que tan fecundas han sido nuestras revoluciones, para seguir una senda de piedad y de misericordia.
Parece que, por desgracia, el alto mandatario no ha podido sustraerse a la costumbre establecida, y que las ejecuciones seguirán prendiendo sus velos de tragedia en esta inacabable guerra civil en la que lo que menos se ejercita es el amor al prójimo y lo que menos inspira a los triunfadores es el noble perdón para el vencido.
En un lejano poblado del Estado de Tamaulipas fueron fusilados—dice la prensa—tras un juicio sumario, tan sumario que solo se hizo una breve identificación, once jefes rebeldes, encabezados por el General Luis Míreles que, como otras víctimas, había prestado buenos servicios a la causa revolucionaría y aun a la persona del General Obregón.
Poco después, el General Manuel M. Diéguez caía acribillado por las balas del pelotón fatídico, y es este caso, el de Diéguez, uno de los que más patentizan que son el odio, la pasión, los rencores, lo que norma los procedimientos punitivos en esas luchas civiles, y no el bien de la patria.
La muerte de Diéguez es una de las que están menos justificadas. Desde 1920, en que un cuartelazo como el que ahora se ha podido sofocar hizo perecer al Presidente Carranza, y separó del poder a muchos de sus partidarios y de sus jefes militares, el General Diéguez se mantuvo lejano de los puestos públicos, y aunque se trató de halagarlo con dádivas, con ofrecimientos y con promesas muy seductoras, no quiso nunca llegar a un acercamiento con el Gobierno del General Obregón, al que siempre consideró ilegítimo. Justas o erróneas, sus ideas eran esas.
Desde ese punto de vista, Diéguez no puede ser considerado entre los infidentes. No tenía mando de tropas, no desempeñaba cargo o empleo público, no recibía sueldo o pensión del Gobierno, y al lanzarse a la revolución lo hizo en la firme creencia de que la administración carrancista había sido injustamente derrocada. Como quiera que el asunto se examine, debe convenirse en que el bizarro jefe, como lo llama el mismo General Obregón en un libro suyo, no tenía compromisos con la administración reinante ni estaba obligado, por motivos de lealtad o de subordinación, a sostener a un Gobierno del que estaba distanciado grandemente.
Sin embargo, cuando otros jefes rebeldes, cargados de culpas de infidencia y deslealtad, han obtenido perdón y clemencia, Diéguez fue fusilado. Ese patíbulo no fue, pues, levantado por la justicia ni en interés de la disciplina militar! Obra fue inquina.
Diéguez era, entre los revolucionarios, de los más distinguidos. No elementos parciales sino el mismo Presidente Obregón, en su libro a que nos hemos referido señala a Diéguez como uno de los hombres de principios, de firme voluntad, serenos en el peligro, valientes en la lucha y llenos de merecimientos en todas ocasiones.
Cuando las tropas del Ejército del Noreste llegaron a Guadalajara y se multiplicaron las delaciones, estallaron las venganzas y se estableció algo como un reinado de terror, fue el jefe jalisciense quien impidió, con su influencia y con su palabra persuasiva, que “cayeran muchas cabezas”, como lo pedían jefes menos misericordiosos. Nunca fue ni cruel ni sanguinario y su corazón estuvo siempre dispuesto a las excelsitudes del perdón.
Por todo eso merecía ser perdonado.
Con Diéguez, cae otro de los revolucionarios que contribuyeron al encumbramiento de los hombres que hoy gobiernan en México, y de los compañeros del Presidente Obregón, que, desde 1912, lucharon a su lado.
En sombrías celadas o fusilados, los hombres de la Revolución van desapareciendo, sacrificados por los mismos que fueran sus camaradas: Ayer, Carranza, Villa, Lucio Blanco, Felipe Ángeles, Fermín Carpió, Francisco Murguía y tantos otros. Después Míreles, García Vigil, Villarreal….
Hoy, Manuel M. Diéguez.
¿Mañana? La huella de sangre que parte de Tlaxcalaltongo tiene aún frescos los salpiques de El Palmar y de Chiapas.
¡Quién sabe!”
(De “Hispano-América”).[106]
Para mediados de junio de 1924 se publicaba en los periódicos la intención del gobierno de Jalisco de cobrar a los testamentarios de la hacienda de Santo Tomás, la que rentara Diéguez desde principios de 1919 hasta finales de 1923, los impuestos generados desde esa fecha, ya que el general jamás pago los impuestos correspondientes y ahora eran requeridos a través de la Dirección General de Rentas.[107] Para abril de 1926 el problema persistía, pues el gobierno seguía cobrando, mientras que los testamentarios Enriqueta Alatorre Vda. de Martínez y José G. Montero, solicitaban la condonación de los adeudos tributarios, argumentando que estos se habían generado durante el arrendamiento al general Diéguez.[108]
El día 21 de abril de 1925, con motivo del primer aniversario luctuoso, desde las siete de la mañana hasta las doce de mediodía se celebraron misas cada media hora por el eterno descanso del general Diéguez.[109] Lo mismo ocurriría el 21 de abril del año siguiente.[110]
En 1933, el Gobernador Sebastián Allende trasladó los restos del Gral. Diéguez al panteón de Belén en Guadalajara.
El 20 de noviembre de 1964, el gobernador Prof. Juan Gil Preciado, encabezó la ceremonia para que fueran depositados los restos de Diéguez en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres y por órdenes del presidente de la República, Adolfo López Mateos, ese mismo día se develó una estatua en ese lugar, donde reposan sus restos actualmente.
HOMENAJES
El general Manuel M. Diéguez, ha sido objeto de innumerables homenajes de todo tipo. Los reconocimientos a sus años de participación en los eventos socio-políticos iniciaron desde el 1 de octubre 1932 con el nombramiento de una vialidad en Guadalajara con el nombre de Calzada Gral. Manuel M. Diéguez, a continuación se copia el discurso pronunciado durante el evento y publicado en el periódico El Informador del día 01 de noviembre de 1932.
Después, en Cd. Guzmán a la calle República se le cambiaría el nombre y a partir del 7 de enero de 1933 se llamaría Gral. Manuel M. Diéguez, develándose una placa con el nombre de la calle.[111]
Desde finales de 1932 se habían iniciado los trámites para exhumar los restos del general Diéguez del panteón de Tuxtla Gutiérrez y trasladarlos a Guadalajara, mismo que llegan a la capital tapatía a las 9:30 a.m. del 03 de febrero de 1933. Adolfo Diéguez Palomera, el primogénito del general, fue el encargado de llevar a cabo la exhumación, quien descendió del tren con una urna en las manos y la depositó en una carroza. Inmediatamente después partió el cortejo presidido por el propio hijo del general, acompañado por su abuela y madre del general Doña Juana Lara de Diéguez, su tío Ramiro Diéguez y Manuel Bouquet Jr.; seguidos por una multitud de familiares, altos funcionarios del gobierno, diputados, amigos y correligionarios del ejército que los acompañaron hasta el antiguo panteón de Belén. Antes de que la urna fuera colocada en la fosa 6 ubicada en la cripta o rotonda central del cementerio, el Lic. José Luis Herrara Jr., dijo la siguiente oración fúnebre que fue publicada en el periódico El Informador del 04 de febrero de 1933.
A partir de la colocación de los restos del general Diéguez en el Panteón de Belén, se le han hecho muchos homenajes de todo tipo, que incluye denominar con su nombre escuelas primarias, secundarias y preparatorias, calles en diferentes municipios, municipios y poblados, colonias, asociaciones patronales, etc. Así mismo, el 2 de septiembre de 1964 inició operaciones en Jalisco la Presa Santa Rosa oficialmente llamada Gral. Manuel M. Diéguez que cuenta con una central hidroeléctrica capaz de generar 61 megawatts de energía eléctrica y su embalse alberga 403 hectómetros cúbicos de agua, la presa está ubicada en el cauce del Río Grande de Santiago en Amatitlán, Jalisco.
Pero el mayor homenaje que se le pudiera hacer al general Diéguez ocurre en noviembre de 1964, que con motivo del aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, el presidente municipal Lic. Dionisio Montelongo anunció que sus restos serían exhumados del panteón de Belén a las 9:30 a.m. del día 19 de noviembre y colocados en una urna, después serían velados durante 24 horas con guardias militares en ese mismo lugar, para otro día ser depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres de Jalisco.
Ante la presencia de las más altas autoridades civiles, militares, universitarias, educativas y los más cercanos familiares los restos fueron inhumados. Inmediatamente después de abrirse la gaveta y extraída la doble urna mortuoria (una exterior de madera y una interior de metal), se destruyó la caja de madera y la de metal que guardaba directamente los restos del general, fue introducida en el interior de una de bronce y colocada en el centro de la rotonda del panteón en donde permanecieron en velación.
Durante el proceso estuvieron presentes el gobernador del estado, Juan Gil Preciado; el comandante de XV Zona Militar, general Alejandro Hernández Bermúdez; el rector de la Universidad de Guadalajara, Dr. Roberto Mendila Orta; los presidentes DEL Supremo Tribunal de Justicia y del Congreso del Estado, Lic. Santiago Camarena y diputado Jesús Ruiz Leos, respectivamente; el hijo del general Adolfo Diéguez y demás autoridades municipales y civiles.
Los funcionarios públicos encargados de hacer la certificación del acto de exhumación, fueron el Lic. Fernando A. Gallo, Secretario del Ayuntamiento de Guadalajara y un notario público. Minutos después de la hora programada, llegaron al panteón el gobernador y todos los que participarían en la ceremonia de exhumación. En pocos minutos se desprendió la lápida y se procedió a realizar el cambio de la urna de madera, inmediatamente se realizó la primera guardia.[112]
Para el traslado y la re-inhumación de los restos del general Diéguez, el 20 de noviembre el gobierno del estado hace una invitación abierta a toda la población de Guadalajara, publicando el programa, donde además de realizar el festejo de aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, se harían los honores al divisionario.
Después de ser velados, el día 20 de noviembre, a las seis de la mañana se iza la bandera de México en todos los edificios públicos con los honores correspondientes. A las 9:30 a.m. se hizo entrega de la urna al subsecretario de la Defensa Nacional y representante del Presidente de la República, Gral. De Div. Juan Flores Torres, quien acompañado del gobernador del estado, autoridades civiles y militares y, por supuesto, de los familiares del general Diéguez, la colocó en un armón militar e inició el transporte de los restos del general. El cortejo militar recorrió la calle de Sarcófago y la Av. del Alcalde hasta llegar a la Plaza de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.[113]
Armón militar conduciendo la urna de bronce con los restos del general Manuel M. Diéguez hacia la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres (Foto: El Informador, Noviembre 21, 1964). |
Ya en la rotonda, se dio lectura al acuerdo del ejecutivo de Jalisco en el que se ordena el traslado de los restos del general Diéguez del Panteón de Belén a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres y que textualmente decía:
“Juan Gil Preciado, Gobernador Constitucional del estado libre y soberano de Jalisco, alos habitantes del mismo, hago saber:
Que en uso de las facultades que me confiere el Artículo IV Transitorio (Reformado), del Decreto No. 5853, expedido por el H. Congreso del Estado, he tenido a bien expedir el siguiente:
Acuerdo:
Único.- En ocasión de que el día 20 del presente mes, se cumple el LIV aniversario de la Revolución Mexicana, del que fue precursor el Ilustr jalisciense general don Manuel M. Diéguez, a quien justificadamente se considera como uno de los principales iniciadores de nuestro movimiento social, por sus méritos revolucionarios y militares y por su entrega a la causa popular iniciada en 1910, por su patriotismo acendrado y por la defensa decisiva que hizo de nuestras instituciones y de la legalidad constitucional, al usurpar el poder Victoriano Huerta, el Ejecutivo de mi cargo, tomando en consideración los méritos indiscutibles de tan egregio revolucionarios y jefe militar, cuyos restos reposan ahora en la Rotonda erigida en el Panteón de Belén, en el lugar destinado a los a los restos de Hombres Ilustres Jaliscienses, dispone que con la mayor solemnidad sean trasladados a la Rotonda erigida en la Plaza de los Jaliscienses Ilustres que circundan las calles de Liceo, Independencia, Alcalde e Hidalgo de esta ciudad, para expresar así el homenaje permanente que el pueblo de Jalisco, rinde a uno de sus hijos esclarecidos, precursor de la Revolución Mexicana.
Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo del Estado, en la ciudad de Guadalajara, a los once días del mes de noviembre de 1964. Juan Gil Preciado.- Lic. Pablo Ascencio Rosales.”[114]
Enseguida tuvo lugar una muy concurrida y lucida ceremonia luctuosa. En este acto el gobernador Gil Preciado, hizo hincapié en que:
“al depositar los restos del Gral. Manuel M. Diéguez en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, rendimos merecido tributo al aguerrido soldado de la patria, que con singular ahínco, aporto su acción y su pensamiento a la lucha del pueblo por alcanzar su emancipación política y social de México.
Estamos aquí frente a los restos mortales de un hombre cuya sola evocación renueva nuestros ideales y nuestras energías para seguir en la lucha que el enarboló tan apasionadamente, y que habrá de conducirnos a estadios superiores de la ida nacional, en esta patria que es obra de todos: de los que supieron de privaciones e infortunios, de los que dejaron su vida en los campos de batalla, y de los que, con cotidiano esfuerzo, realizan en el presente la tarea de forjar un México mejor, recogiendo la obra de sus antecesores para proyectarla a un futuro de paz, de trabajo, de prosperidad y de justicia.”[115]
Después tomaría la palabra el subsecretario de la Defensa Nacional y representante de Adolfo López Mateos, Presidente de la República, refiriéndose al ilustre jalisciense dijo:
“Los actos organizados para enaltecer el ejemplo de su vida honran al pueblo y a sus gobernantes, porque Manuel M. Diéguez cumplió con lealtad sus deberes de mexicano y de patriota.
Devoto de la libertad, combatió la dictadura; defensor del trabajo libre de los hombres, luchó contra la servidumbre y la esclavitud; enemigo de las sombras, trabajó para llevar la luz del alfabeto a todos los mexicanos. En la huelga de Cananea y en las tinajas de San Juan de Ulua, Manuel M. Diéguez siempre estuvo cerca del pueblo.
Como mexicano y militar consagrado a velar por la paz y las instituciones que México ha organizado en uso de su soberanía, vivo plenamente este día, la satisfacción de saber que en Jalisco nos hemos reunido para reconocer que Manuel M. Diéguez fue un revolucionario constructor y honesto; que lo llevamos en nuestra conciencia y que siempre estará cerca de nosotros en la empresa de trabajar por México.”[116]
Después que terminó de hablar el representante del Presidente de la República, la Banda de Guerra del IV Batallón de Infantería ejecutó la Marcha Fúnebre de Chopin. Seguidamente el subsecretario y el gobernador colocaron la urna de bronce en la cripta de la rotonda, haciendo posteriormente una guardia de honor, mientras un corneta de la banda tocaba a Silencio.
El resto de ese mes de noviembre de 1964, después de trasladar los restos del general Diéguez a la rotonda, se siguieron haciendo más homenajes por algunos sectores de la sociedad y por escuelas, estas últimas también habían colaborado haciendo valla a lo largo de las vialidades por donde pasó el cortejo rumbo a la rotonda. Además, ese mes se publicó un libro sobre la biografía del divisionario y se estuvieron difundiendo en los periódicos eventos y experiencias de personas y sectores sobre actuar durante el tiempo que fue gobernador de Jalisco y su participación en la lucha revolucionaria.
JUICIOS Y TESTIMONIOS
Muchos juicios y testimonios se han hecho a lo largo de casi cien años sobre la participación del general Manuel M. Diéguez en diferentes eventos desde 1906 hasta 1924 y que han trascendido en la vida socio-política del país, aquí presentamos dos, que por su contenido retratan, en lo general, el pensamiento y la agitada vida del divisionario.
Adolfo López Mateos:
“La participación del general Diéguez en los movimientos precursores de nuestra Revolución, nos hacen ver con cuanta lucidez, valor y gallardía acometió la tarea de destruir la dictadura y la estructura económica que la sostenía [...] Si en el pasado, el fragor de la violencia no facilitó la comprensión plena por parte de los distinguidos jefes militares acerca de los propósitos finales que los unificaban en sus luchas e hizo surgir desavenencias sangrientas entre ellos, hoy podemos valorar serenamente los esfuerzos de todos, cuya gesta e ideales perviven en la tranquilidad y en el espíritu justiciero que animan a nuestras instituciones y a nuestro pueblo”.[117]
José Parres Arias y José Luis Razo Zaragoza:
“El líder obrero de Cananea que sufriera en las tinajas de San Juan de Ulúa la más injusta y terrible de las condenas; el héroe de mil batallas que diera gloria y horizontes promisorios a la Patria; el jurista que convirtió en preceptos las imágenes más nobles de su pensamiento; el estadista; el hombre que amó entrañablemente a su pueblo, al que consagró las horas de angustia y a quien entregó el tránsito dramático de su vida, había caído como los mártires; con las manos limpias, sin bienes materiales que empañaran la grandeza de su obra y enlutaran la amistad de quienes le fueron leales, legando a la provincia que le vio nacer, el ejemplo [...] Todo había acabado, el vértigo de la Revolución cobraba una vida y la Patria veía nacer al héroe y al mártir de sus mejores ideales: al general Manuel M. Diéguez”.[118]
REFERENCIAS
[1] Arizona Republican, March 01, 1920. El Paso Herald, March 01, 1920. La Prensa, March 02, 1920.
[2] La Prensa, March 02, 1920. The Democratic Banner, March 02, 1920.
[3] El Paso Herald, February 28, 1920
[4] Arizona Republican, February 28, 1920.
[5] El Tucsonense, March 04, 1920.
[6] El Tucsonense, March 04, 1920.
[7] The Daily Morning Oasis, March 03, 1920.
[8] Arizona Republican, March 06, 1920. Bisbee Daily Review, March 06, 1920.
[9] Tucsonense, March 06, 1920.
[10] Tucsonense, March 06, 1920.
[11] La Prensa, March 08, 1920.
[12] El Tucsonense, March 09, 1920.
[13] El Tucsonense, March 20, 1920. The Daily Morning Oasis, March 21, 1920.
[14] El Informador, Marzo 14, 1920.
[15] El Informador, Marzo 26, 1920.
[16] El Tucsonense, March 27, 1920.
[17] La Prensa, March 28, 1920.
[18] El Paso Herald, March 30, 1920. The Daily Morning Oasis, March 30, 1920.
[19] El Tucsonense, April 01, 1920.
[20] El Tucsonense, April 03, 1920.
[21] El Tucsonense, April 08, 1920.
[22] El Tucsonense, April 08, 1920.
[23] El Informador, Abril 09, 1920.
[24] El Informador, Abril 09, 1920.
[25] El Tucsonense, April 10, 1920.
[26] Gobierno del Estado de Sonora.- Historia General de Sonora. Tomo IV, pp 318.
[27] Arizona Republican, April 11, 1920.
[28] The Daily Morning Oasis, April 11, 1920.
[29] El Informador, Abril 12, 1920.
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El Informador, Noviembre 16, 1964.
El Informador, Noviembre 17, 1964.
El Informador, Noviembre 19, 1964.
El Informador, Noviembre 20, 1964.
El Informador, Noviembre 21, 1964.
El Informador, Noviembre 21, 1964.
El Informador, Noviembre 28 1964.
El Informador, Noviembre 29, 1964.
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