ESTEBAN BACA CALDERÓN OJEDA: Un profesor que decide convertirse en obrero. Parte I.
Gustavo A. Moreno Martínez moremar@prodigy.net.mx
INTRODUCCIÓN
El Gral. Esteban Baca Calderón, oriundo del Estado de Nayarit, estudio la Escuela Normal en Tepic, donde ejerce como profesor de la Escuela Superior de Tepic. Después se traslada a Mazatlán, Sinaloa donde también ejerce como maestro y toma un curso militar en el cuartel del ejército. Por su dedicación es enviado como director a al mineral de Guadalupe de Los Reyes donde tiene contacto con los mineros y su problemática con la empresa. Decide abandonar el magisterio y se integra como obrero para conocer de primera mano los problemas de los mineros. Decide migrar más al norte y en 1904 se traslada a Sonora, donde se familiarizó con la Guerra del Yaqui y los problemas obreros. Un año más tarde, quizás invitado por Francisco M. Ibarra un compañero del mineral de Los Reyes, se traslada a Cananea donde se convirtió en líder obrero y, junto con Manuel M. Diéguez, fundó la Unión Liberal Humanidad. En la Huelga de Cananea de 1906, se involucran como representantes de los obreros ante la Cananea Consolidated Copper Company. Fue arrestado y enviado a San Juan de Ulúa, con una condena de 15 años de prisión. Fue liberado en 1911, tras el triunfo maderista, y regresó a Cananea, colaborando en el restablecimiento de la Unión Liberal y en la elección de Manuel M. Diéguez como presidente municipal. Estuvo como gobernador interino de Colima durante dos breves periodos. Fue diputado al Congreso Constituyente en 1917 para redactar una nueva constitución. Gobernador provisional de Nayarit durante poco más de un año. Para 1920, y ya con tres años como general de brigada, luchó contra Venustiano Carranza firmando el Plan de Agua Prieta. Ocupó la dirección general de aduanas, las jefaturas de los departamentos de compras de los establecimientos febriles militares y de los ferrocarriles nacionales, fue senador y muere en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
SUS ORÍGENES
Nace el 6 de mayo de 1876 en el Real de Acuitapilco, municipio de Santa María del Oro, una zona minera en el entonces territorio de Nayarit. Su padre fue José María de Jesús Baca Calderón Hernández (1838-1919) hijo de Esteban Baca Calderón (1807-1866) y María Maximiana Hernández (1814-?). Su madre María Estéfana Ojeda Rivas (1845-1829) hija de Vicente Anastasio Ojeda (1802-1879) y María Trinidad Rivas (1821-?).[1]
Su madre era originaria de Jala, Nayarit y su padre de Ixtlán del Río donde contraen matrimonio religiosos el 8 de junio de 1872. Nace en el seno de una familia modesta, pues su padre era carpintero. Sus hermanos fueron Domingo (1873-1874) y Aurelia (1874-?) nacen en Ixtlán, pero para 1876 ya se encontraban en el Real de Acuitapilco, donde nace Esteban.
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Acta de matrimonio religioso de Jesús Baca Calderón y Estéfana Ojeda (Fuente: México, Nayarit, registros parroquiales, 1596-1967, Family Search). |
Preocupados por la educación de su hijo, sus padres se regresan a Ixtlán del Río donde lo inscriben en la escuela oficial del lugar. Siendo ya un joven, Esteban Baca se trasladó a Tepic, una versión dice que primero ingresó a la preparatoria y después ingresó a la Normal; mientras que otra dice que solo tomó el curso de pedagogía en la Escuela Normal Superior, el cual termina pronto. Recién egresado, por méritos académicos, fue designado profesor de la Escuela Superior de esa ciudad, donde se preocupó por la mejora de la educación popular y se interesó en la reforma escolar impulsada por el liberal Gral. Leopoldo Romano que el Profesor Emilio Bravo, Inspector General de Instrucción Pública, pretendía llevar a cabo frente al sistema lancasteriano, el cual era un sistema de enseñanza mutua donde había un solo profesor para todos los grados y los alumnos más avanzados, llamados monitores, impartían lecciones a los más retrasados. Se proponía en su lugar el trabajo en equipo donde el profesor asesoraba el trabajo colectivo de los alumnos, los cuales estaban organizados en pequeños grupos o equipos. Sin embargo, la reforma no obtuvo el éxito deseado debido, en parte, a las costumbres monolíticas de los viejos profesores.
Para 1897, con veintiún años de edad, Baca Calderón tuvo a su cargo el tercer año de enseñanza elemental en la Escuela Superior No. 1 de Tepic. Sin embargo, no duró mucho, pronto se ve obligado a renunciar por negarse a firmar un acta de exámenes finales con calificaciones injustificables que había elaborado el director. Prefirió renunciar a su cargo antes que a sus principios; mostrando carácter enérgico y dignidad, en su renuncia entre otras cosas escribió:[2]
“Vivo en una República donde impera la Ley, al maestro no se le debe tratar como esclavo, el maestro tiene dignidad, y si comete una falta, un solo castigo recibirá. No hay ley que permita se lastime la susceptibilidad del individuo”.
RUMBO AL NORTE
Después de haber renunciado de esa manera, probablemente ya no podía conseguir trabajo en Nayarit, por lo que decide migrar a Mazatlán, Sinaloa donde consigue emplearse en la escuela pública ubicada en el Paseo Olas Altas de esa ciudad, centro educativo que después se llamaría Josefa Ortiz de Domínguez.
Recién iniciado el siglo XX, en todo el país, la Secretaría de Guerra hace una convocatoria para constituir la Segunda Reserva del Ejército Nacional y se abrieron academias militares para dar instrucción a los jóvenes aspirantes. Baca Calderón se inscribe como alumno en la academia establecida en el cuartel Rosales en Mazatlán, Sin., y obtuvo, previo examen, el grado de subteniente. Fueron sus maestros el teniente coronel Francisco Ramírez y el mayor José J. Mora.[3]
Con el empleo en la escuela Olas Altas, Baca Calderón avanzó rápidamente como profesor y lo nombran Director de la Escuela de Varones en Guadalupe de los Reyes, municipio de Cosalá en el mismo estado de Sinaloa, un antiguo pueblo minero fundado a finales del siglo XVI enclavado en la Sierra Madre Occidental, al norte de Mazatlán y muy cerca de los límites con el estado de Durango.
Fue aquí donde Baca Calderón tuvo el primer contacto con las injusticias de las empresas mineras para con los obreros y, de primera mano, conoció el descontento de los mineros por la explotación laboral. Para entonces la inquietud sobre los problemas sociales y escolares empezaba a formar un carácter forjado en el yunque del trabajo intelectual, en la lucha día a día para disipar la ignorancia y el fanatismo. Con el profesor Díaz ya había adquirido la doctrina del civismo, así como las enseñanzas históricas en sentido liberal que permearon el ánimo de ayudar y hacer el bien dentro del grupo de los explotados.
Motivado por sus ideales liberales abandona el magisterio y se lanza a la aventura para conocer más de cerca la problemática social y de esa manera contribuir a la lucha por el cambio de régimen y la dignificación de los pueblos indígenas y de la clase trabajadora, para esto se emplea en la mina de Guadalupe de los Reyes donde conoce a Francisco M. Ibarra un hombre, también de ideas liberales. En Sinaloa estuvo hasta 1904, ya que a mediados de ese año llega al sur de Sonora. Había iniciado un viaje para conocer mejor las condiciones de vida de los obreros y campesinos. Durante su recorrido por el norte de la República fue testigo de la explotación y el despojo a los indios Yaquis, conoce las infames formas de castigo y los procedimientos gubernamentales utilizados por el triunvirato formado por Izábal-Torres-Corral que prevalecía en Sonora desde hacía lustros apoyada por la casta militar, que se enriquecía a costa del erario nacional, ya que la Guerra del Yaqui, como fue bautizada, era un exterminio declarado a una raza que resultaba en un negocio muy redituable por los gastos exagerados que reportaban y por la deportación (venta) de Yaquis insumisos a Valle Nacional, Quintana Roo y Yucatán donde eran esclavizados con todo y familias.
No existe información ni del sitio a donde llegó, ni a que se dedicó mientras estuvo en el Valle del Yaqui; pero probablemente mientras se encontraba en el sur de Sonora tuvo contactos con miembros del Partido Liberal Mexicano (PLM) que constantemente visitaban esa zona y tenían miembros importantes en Guaymas y otros lugares de esa región.
EN CANANEA
Seguramente supo lo que planeaban los magonistas por lo que permaneció poco tiempo en esa parte de Sonora y, sin tener el menor conocimiento del clima de la zona, decide trasladarse más al norte, a la entonces pujante ciudad minera de Cananea donde se extraía principalmente cobre. Respecto de su llegada al mineral, así lo narra:[4]
“Llegué a Cananea en marzo de 1905. Pernoctamos la noche anterior, carreros y pasajeros, en un rancho inmediato al citado mineral. Hacía un frío intensísimo y mi ropa no era apropiada para resistir tan baja temperatura. Un chino humanitario, comerciante al menudeo, establecido en Cananea, me proporcionó su grueso abrigo para que yo pudiera dormir esa noche. Al día siguiente la nieve cubría árboles, llanos y cerros, ofreciendo a la vista un espectáculo maravilloso.”
Probablemente invitado por Francisco M. Ibarra, su compañero en Guadalupe de los Reyes, quien ya se encontraba en el pueblo de Buenavista donde tenía una tienda de abarrotes, es que Baca Calderón llega a Cananea. Dado que había mucha demanda de mano de obra, pronto consigue trabajo en la fundición y de esta manera lo comenta:[5]
“Obtuve trabajo en el piso de carga de la fundición de metales, como carrero. El trabajo consistía en llevar el metal desde los chutes -depósitos- a la plancha metálica que circundaba la boca de los hornos en forma de sepultura abierta. Sueldo: tres pesos. No se implantaba, todavía el sistema de bandas para efectuar automáticamente esta operación. El trabajo era pesadísimo. Cada carro tenía una capacidad de media tonelada o poco más y era manejado por dos hombres que lo llenaban de metal a fuerza de pala. El carbón de piedra -coque- que se empleaba en alimentar los hornos era conducido desde los chutes en carretillas manejadas por un solo hombre. Sueldo: cuatro pesos. El consumo del metal y del carbón en cada horno -total ocho-- era atendido por un cargador y un ayudante que con palas de mango largo y capacidad de veinte kilos o más, arrojaban el metal desde la plancha que circundaba la boca del horno al fondo del mismo. Sueldos: del cargador, ocho pesos; ayudante, seis pesos. Jornada de trabajo, incluyendo carreros y carretilleros, ocho horas, a tres pesos. El trabajo era tan pesado que ningún extranjero lo resistía. Este honor cabía únicamente a los mexicanos.
En el piso de carga de la fundición de metales el calor era muy intenso, producido por el fogonazo de ocho hornos en plena actividad, y en una noche fría y lluviosa pasé de este piso al exterior, a la intemperie, sin tomar las precauciones indispensables, sin el abrigo, y por esta causa sufrí un ataque de pleuresía que me obligó a tomar un descanso en Buenavista, campo minero situado a media altura de la sierra, donde se hallaba establecido, desde el año anterior, como comerciante de abarrotes, Francisco M. Ibarra, mi compañero en la Negociación Minera de Guadalupe de los Reyes, Sin. Esto ocurría en octubre de 1905.”
Para entonces, desde hacía por lo menos dos años, en Cananea ya se dejaba sentir la inconformidad social y de los obreros con las injusticias y la discriminación laboral de la empresa Cananea Consolidated Copper Company (4C). Clandestinamente eran apoyados por la presencia de miembros de la West Federation of Miners (WFM),[6] una organización sindical gringa muy combativa, cuando se trataba de defender sus derechos, cuyos miembros habían sido contratados por la empresa esencialmente como técnicos especialistas, además en 1903 habían llegado muchos trabajadores mexicanos despedidos de las minas de la región de Clifton-Morenci, Arizona por organizar una gran huelga por la lucha por los derechos laborales y la igualdad racial, por lo que, de alguna forma, ya estaba en formación una conciencia laboral en los obreros de todos los niveles salariales.
Ibarra relaciona a Baca Calderón con Manuel M. Diéguez y otras personas de ideas liberales. Diéguez, quien había empezado a trabajar en la 4C en 1904, al parecer proveniente de las minas del sureste de Arizona; hablaba inglés por lo que fue contratado como ayudante del pagador de la mina Oversight; era un liberal con un buen salario en la empresa. A Baca Calderón le gustó el ambiente y decide cambiarse a esa mina donde obtiene un salario de tres pesos y se le confía el puesto para distribuir la pólvora entre los barreteros de todos los frentes de explotación, explosivos que tomaba de un polvorín construido en un lugar seguro dentro de la propia mina. Después, con el mismo sueldo, se cambió al área de extracción del metal empujando carros con capacidad de más de media tonelada que se movían sobre rieles y los que había que llenar a fuerza de pala. Algo lo impulsaba a tomar trabajos más pesados por el mismo salario, tal vez quería sentir en carne propia lo que sentían los obreros, para entender cómo era la explotación laboral.
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La mina “Oversight” a principios del Siglo XX. (Tomada de: Sosa, 2003). |
Debido a la lectura del periódico Regeneración y al contacto que habían estado teniendo con los magonistas, Baca Calderón y Diéguez, se enteran de lo que están planeando, ya que para el 30 de septiembre de 1905 la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano publica en el periódico “Regeneración” el primer Manifiesto a la Nación tendiente a uniformizar al partido y contener los avances del clericalismo.
Después de la publicación del Manifiesto, Baca Calderón y Francisco Ibarra inician una campaña de reclutamiento y de recaudación de fondos en Cananea y otros lugares como se manifiesta en esta carta fechada en Cananea y enviada a José María Valenzuela, un pariente de Ibarra en el poblado El Porvenir, Sinaloa, la carta dice:[7]
“La Cananea, Son., 1o. de Noviembre de 1905
Señor don José María Valenzuela
El Porvenir
Querido hermano: Un asunto sensacional que afecta vivamente los más puros sentimientos del pueblo mexicano me impulsa a romper el silencio, que hasta hoy había guardado, silencio originado por circunstancias que usted comprenderá, que no necesito explicarle, pero que de ningún modo menoscaban la alta y merecida estimación que siempre le he profesado. Sí, señor mío; se trata nada menos que de secundar con denuedo el paso de redención iniciado por los nuevos campeones de la democracia, hoy presos en San Luis, Mo. Un jefe político mexicano acaba de presentar querella contra ellos, allá, dizque porque hacen esfuerzos para provocar una revolución y por difamación en incidentes que no son para referirse. Tras esa vil calumnia y tras ese asunto de faldas se esconden el dictador y sus funestas camarillas. Vea usted El Colmillo Público, núm. 111, fechado a 22 de octubre del año en curso.
Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia y Enrique Flores Magón, director, jefe de redacción y administrador, respectivamente, del periódico Regeneración, son los presos. Como han consagrado su vida desinteresadamente al servicio de la Patria, carecen de los fondos necesarios para sostener un juicio ruidoso en que intervienen por una parte el patriotismo y por la otra el ruin interés de los magnates mexicanos. Pero sus compañeros libres, también en San Luis, Mo., hacen esfuerzos por salvarlos y piden en una circular, que acabo de ver, la cooperación pecuniaria de todos los buenos liberales mexicanos. Es esta una cuestión de decoro nacional que nos incumbe sostener y que pide nuestra decidida adhesión al Partido Liberal que acaba de reorganizarse, según las bases que usted verá en el periódico que le acompaño. Examine usted sus instrucciones.
Aquí, hay ya muchísimos ciudadanos afiliados a la causa de la libertad; yo soy uno de ellos, yo simpatizo con ese movimiento progresista de las ideas; examino la organización porfirista que pesa sobre el pueblo y también veo que el único medio que existe para combatida es la unión de los elementos sanos o sea la de los hombres liberales o independientes. Simpatizo, pues, con esta causa y quisiera unir en uno solo mis ideales y los de todos mis amigos y personas de estimación. En tal virtud, me entusiasma dirigirme a usted excitándolo a que se apresure a formar una o dos agrupaciones entre ciudadanos de su confianza y, en una palabra, a que se fijen sus cuotas decorosas, reúnan un fondo y lo remitan a San Luis, Mo., sin pérdida de tiempo; pues ésta es la época de prueba, la época de actividad y la Junta Organizadora toma ya nota de los esfuerzos y simpatías de todos y cada uno de los buenos mexicanos.
En conclusión, urge reunir fondos allá, donde tanto se necesitan y Regeneración no morirá. El percance que acaba de sufrir aquilatará su valor, es el de las grandes causas y nos precipitará con más bríos a la lucha. El pueblo, cansado de palabrería, espera resultados sensibles. El pueblo, que está ya impaciente, quisiera sustituir la República gobernada por lacayos impúdicos, por la República de inteligencias. El pueblo que quiere derrumbar ídolos, enaltecer a la virtud y que pide para la soberanía popular, para la justicia y la libertad, su majestuoso asiento. Y el pueblo triunfará; su guía, su estrella es la prensa. La prensa que derrumba tronos, que proclama la igualdad y la fraternidad y que da a las almas el pan eucarístico del saber, de las artes y de la industria. Sí, la chispa lanzada por admirables e indómitos proscriptos adquirirá las proporciones de un incendio que nadie podrá contener.
La llama del patriotismo flamea en millares de corazones a cuya influencia surgirá más bella, más rica y hermosa la joven Patria mexicana. Lucha inevitable, lucha anhelada. La felicidad de la República lo exige y el mundo nos observa.
Adelante, pues; no hay que perder tiempo, nos atrae el supremo y eterno ideal de la humanidad.
¡Progreso! ….
Dirección de Regeneración:
Profesor Librado Rivera, Antonio I. Villarreal,
107 North Chaming Ave.
San Luis, Mo., E.U.A.”
Con esta finalidad durante los últimos meses de 1905 se había estado reuniendo un grupo liderado por Diéguez, para conformar una organización que diera dirección a sus inquietudes sociales en Cananea y estar en concordancia con lo manifestado por el PLM.
De esta manera inicia la conformación de la Unión Liberal Humanidad (ULH) que quedó formalmente constituida el 16 de enero de 1906. En la casa de Cosme Aldana en Buenavista, se constituye esta sociedad secreta, quedando como presidente Diéguez; Francisco M. Ibarra como vicepresidente y Baca Calderón como secretario, quedando integrada por unos 15 miembros.[8]
A partir de la formación de la Unión Liberal el grupo se volvió más activo y el 1 de Marzo de 1906, Regeneración publica el artículo Nuestro Falso Progreso: La Esclavitud del Obrero, atribuido a Baca Calderón y Diéguez, publicación que refería a las condiciones laborales, económicas y sociales que prevalecían en Cananea desde 1898 y se habían agravado a partir de 1902, escrito que entre otras cosas decía:[9]
“Los prostíbulos, los garitos, la insolencia de la compañía Minera y las arbitrariedades de la policía y las autoridades continúan siendo el escándalo de los hombres honrados. La Compañía Minera es la propietaria de todo en Cananea, hasta de la vida de los ciudadanos”.
“Esta tiene en Chivatera una sucursal de Banco y Tienda de Raya, y sus pagos los verifica con boletos y préstamos en el Banco sujetos a un tanto por ciento de interés. Los obreros de la Fundición y de la Concentradora de metales, reciben su sueldo en la matriz, -El Ronquillo- según el sistema de explotación que queda indicado y que se extiende a los campos de la "Elisa" y "Puertecitos" que tienen también una sucursal. De ese modo, todos los trabajadores están obligados a consumir los efectos de la Compañía o a recibir inicuamente menoscabados los jornales y sueldos de que disfrutan. Y no hay manera de eludir la tiranía de la Compañía extranjera. Un empleado de los yankees vigila el camino, que como dijimos, era de la absoluta propiedad de la Compañía, para que ningún comerciante del Ronquillo introduzca la carne a los campos mineros”.
“La Compañía vendía hasta hace poco a un peso el kilo de carne, con lo que robaba á ojos vistos a los consumidores. Ahora, los abasteros del Ronquillo la venden a cuarenta centavos el kilo”.
“Bastará con que hablemos de los procedimientos que se siguen acerca de los mexicanos en uno solo de los campos mineros, para que se tenga una idea de lo que sucede en los demás. Veamos lo que sucede en cualquiera, en la Oversight Mine, por ejemplo. Esta mina está en la cima de una quebrada, la del campo Chivatera. Ocupa unos mil trabajadores, de los cuales seiscientos cincuenta son mexicanos y trescientos cincuenta extranjeros. El trabajo se divide en ademadores, barreteros, carreros y rezagadores y los salarios son como sigue: ademadores $4.00 oro diarios; barreteros, $3.50 oro diarios; carreros y rezagadores exclusivamente para los mexicanos, $3.00 moneda mexicana diarios, a pesar de que esos trabajos son los más pesados, incesantes y abrumadores”.
Preocupado por esta publicación, Ricardo Flores Magón con fecha de 3 de marzo, desde San Luis Missouri, USA manda una carta a Esteban B. Calderón y Manuel M. Diéguez en la que lamenta la columna del 1 de marzo, donde, entre otras cosas, les dice: [10]
“Mucho he sentido la publicación, por ustedes, nuestros bravos y leales amigos, pero no hubo manera de impedirla. Si hubiera recibido a tiempo sus apreciables letras, crean que con gusto habría retirado ese artículo.”
"No solamente ustedes pueden salir perjudicados por esa malhadada publicación, sino que también la causa, pues si bien es cierto que Cananea no es el único punto en que los correligionarios se organizan para el fin de obtener la libertad y el bienestar del pueblo, es indudable, por otra parte, que ustedes son necesarísimos en ese punto para los trabajos del Partido Liberal".
Se intuye que una indiscreción podría revelar la identidad de quienes habían sido hasta entonces miembros del PLM en Cananea, porque entre otras cosas, también les dice a Manuel M. Diéguez y Esteban B. Calderón que adopten un seudónimo para evitar ser descubiertos en caso de la intercepción de la correspondencia. Pero en realidad, su preocupación iba más allá: de descubrirse o de adelantarse lo que se fraguaba en Cananea, podía comprometer la Revolución Magonista en el resto del país.
Mientras tanto seguía la comunicación en los liberales de Cananea y con miembros de la Junta Revolucionaria del Partido Liberal Mexicano y el 6 de Abril Esteban Baca Calderón, dirige una carta a Antonio I. Villarreal que entre otras cosas le comentaba que era necesario crear en México la Liga Minera de los Estados Unidos Mexicanos. La carta decía:[11]
“Estimado señor mío:
Por su atenta carta nos hemos informado de la solución que le dieron al asunto Esperón y De la Flor.
Regeneración avanza en el campo de la idea; y ahora que ustedes son perseguidos con más ferocidad, estoy más impaciente y quisiera que acá avanzara también la acción personal. Al efecto acabo de abrir una subscripción extraordinaria de acuerdo con los miembros de la Unión, y próximamente le remitiré la cantidad que se reúna.
Es verdad que ya está preparado el espíritu público, pero no me satisface completamente lo que hemos podido hacer aquí hasta hoy. Quisiera que todos los mineros de aquí se dieran cuenta de una manera más práctica de que la dictadura es su peor enemigo y que sientan a toda hora el justo deseo de derrocarla.
A este respecto me ocurre una idea; próximo ya el 5 de mayo, día en que el pueblo puede reunirse, invitado por los liberales que represento para honrar la memoria de don Ignacio Zaragoza; en esta ocasión creo que será conveniente decir que han sido vanos los sacrificios de los héroes que nos legaron el Código' Supremo; precisamente porque vivimos desunidos; y que los comisionados para hacer uso de la palabra conduzcan al auditorio a la deducción de que urge ya fundar una Unión Minera sin carácter hostil ni político manifiesto, al menos por ahora. Después invitaríamos a. todos los mineros de la República y a sus respectivas Uniones para que todos constituyamos la Liga Minera de los Estados Unidos Mexicanos.
Todas estas Uniones tendrán la obligación de reunir fondos para auxiliar a las de igual clase que la Junta Directiva indique, cuando el caso lo requiera. Estas Uniones, al fin, optarán por adherirse en masa y de modo resuelto al Partido Liberal.
Por otra parte, las Uniones Liberales ya constituidas tendrán ocasión para estar en más contacto con el pueblo para sacar de él, desde luego, todo el partido posible, y las demás seguirán el ejemplo de las más entusiastas.
Favor, pues, de consultar este asunto y darme su aprobación, si la merece.”
Mientras tanto, Enrique Bermúdez y el grupo que había llegado de Douglas a Cananea meses atrás, editaron un semanario llamado "El Centenario" y el primer número vio la luz el 7 de abril de 1906. Para entonces, también el periódico Regeneración llegaba a Cananea y Gabriel A. Rubio era el corresponsal que lo distribuía en Cananea al menos hasta estas fechas, logrando con esto una mayor penetración entre los obreros, que aunque la mayoría no sabía leer, siempre había quien podía hacerlo y lo leía para un determinado grupo.
Durante ese mismo mes de abril, a través de Diéguez, la Unión Liberal recibe una circular por medio de la cual se invita a todas las agrupaciones a enviar sus propuestas para la redacción del Programa del Partido Liberal Mexicano.
El resto mes todo fue preparación para los festejos del 5 de mayo, pero previamente la Unión Liberal se transforma en Junta Patriótica que la preside Manuel M. Diéguez, además, se engrosan las filas con nuevos integrantes. Durante los festejos se manifiestan en contra de las pésimas condiciones de trabajo en las que se encuentran los obreros de Cananea. Como oradores participan Baca Calderón, Enrique Bermúdez, Lázaro Gutiérrez de Lara y Diéguez.
En el mitin, Baca Calderón pronunció un largo discurso que para las autoridades era incendiario, revolucionario, disertación que expresaba:[12]
Señores: en estos momentos solemnes comparezco ante vosotros. Ocupo un recinto sagrado: la tribuna; baluarte indestructible del Derecho trono diamantino de la Libertad que a través de' los siglos lanza sus fulgentes rayos de luz que iluminan la inteligencia de la humanidad. Misión excelsa que no puede cumplir debidamente quien de suyo carece de dones para transmitir las más saludables y sabias enseñanzas, que hacen la felicidad de los pueblos.
Impulsado por un deber estoy aquí, humilde representante de vosotros, y aunque agradezco infinito el honor que inmerecidamente me habéis conferido, imploro desde luego vuestra indulgencia. No esperéis, pues, que mi palabra, desnuda de elocuencia y vigor, son el verbo potente que todo lo subyuga; que todo lo cautiva. Muy pálido es mi lenguaje para manifestar las bellas concepciones del pensamiento; para definir el ideal supremo de los pueblos libres.
El cargo con que me habéis investido y mis sentimientos de mexicano me imponen la ineludible obligación de condensar en pálidas frases el objeto de este hermoso festival y, a la vez, uno a los vuestros mis sentimientos de gratitud hacia los esforzados defensores de la libertad que nos dieron un bello ejemplo al derramar su sangre en aras del saber. Dispuesto estoy a corresponder a la confianza que en mí habéis depositado, por lo que suplico vuestra atención.
Señores: ante la venerada imagen del defensor del pueblo mexicano que impulsado por las fuerzas del honor y del deber contando con escasos elementos se arrojó temerario sobre las formidables huestes invasoras; en el altar de la Patria en que hoy ofrecemos con profundo respeto, como buenos hijos, nuestra sangre, nuestra vida, por conservar siempre puro y limpio el honor de mexicanos; y ante esta digna sociedad que con afán ha demostrado ahora su nunca desmentido patriotismo, no juzgo necesario referir acontecimientos gloriosos, enaltecidos ya por una crítica serena e ilustrada.
Nuestro espíritu queda absorto; nuestra mente anonadada, cuando al examinar los tiempos pasados caemos en la profunda meditación de que muchísima sangre mexicana, y extraña sangre también, ha empapado nuestro suelo desde la iniciación de la Independencia hasta los últimos años del siglo XIX.
Pero esta historia de sangre, luto y desesperación no es únicamente la del pueblo mexicano sino de la humanidad. Desde la época de lamentable y triste salvajismo hasta nuestros días, el hombre fue y es aún esclavo del hombre. Y la fuerza brutal del más fuerte se impone al débil. En estas condiciones indebidamente ostentamos el título de humanos. Por el derecho de conquista, que nada justifica, se invocó el nombre de la civilización, y las razas vencidas han soportado el yugo de la ignominia y de la afrenta.
¿Por qué semejante iniquidad en que el fuerte, inspirado en fines bastar-dos, la codicia, causa la desgracia de los débiles? Nadie tiene derecho so-bre los demás. Los hombres descienden de un mismo origen; son iguales, son hermanos. Fulgurante verdad que aún no ilumina a todos los cerebros y que nos enseña sencillamente que toda tutela es funesta; degradante. El hombre no nació para ser el esclavo del hombre, ni para vivir vejado y perseguido. Dios lo dotó de facultades poderosas para pensar, sentir, querer. Su misión es excelsa y para cumplirla necesita la Libertad.
Hoy que estamos aquí congregados, porque nos une un lazo superior a la amistad y a todos los afectos, cual es el amor a la Patria y el recuerdo a los héroes, corramos un velo sobre esa época de sangrienta evolución de la sociedad mexicana, en que la ambición y la discordia fueron los principales factores en el vasto campo de la ignorancia, y decidme ¿ .cuál es la enseñanza que habéis deducido de tanta' sangre sin piedad derramada? Veamos quiénes fueron los caudillos de esas gigantescas luchas. En nuestra imaginación se levantan dos figuras majestuosas: una es Hidalgo; la otra es Juárez; las dos nimbadas por la gloria; las dos queréis porque participáis de la misma gloria; porque sois mexicanos. El primero nos arrancó las cadenas de la esclavitud; el segundo consumó la obra de emancipación social y nos enseñó a que todos seamos hermanos.
Pero, ¿cuáles son los esfuerzos que hacéis por vuestro bienestar e ilustración que en suma harían la prosperidad de nuestra Patria? Vuestra situación, permitidme que os lo diga, no es halagadora. Examinad vuestra con-ciencia y ella os dirá que de nada os ha servido la sagrada herencia de libertades humanas conquistadas al precio de sangre. Cuando pensáis en vuestros hijos, un vago presentimiento os inspira miedo al porvenir; teméis por ellos, los seres queridos, y comprendéis que es muy doloroso dejarle al hijo por herencia la miseria y el sacrificio. Muchos de vosotros sois de lejanas regiones; habéis abandonado a vuestros padres o hermanos, y quizá a vuestros hijos, y no por ello sois malos. Habéis venido en busca de la libertad y de un refugio contra la miseria, o bien contra el despotismo de los poderosos, los ricos y los gobernantes.
Esta es la historia en general de nuestra infortunada Patria. Y a esto se añade otro mal, peor todavía, y no todos lo han comprendido. Esa paz que dizque disfrutamos, nunca ha existido en la conciencia. Tamaña mentira que sólo seduce a los espíritus apocados os hizo olvidar que descendéis de una raza noble y heroica; que el nombre de mexicano es título de honor y de gloria; y en esa torpe admiración a los audaces que Improvisaron fortuna, muchas de origen misterioso, los individuos se metalizan y todo lo confunden, carecen de nobles ideales, degeneran, y la sentenciosa frase del escritor Vargas Vila, notable por su talento y por sus ideales sublimes de regeneración, se convierte en amarga realidad:
A las generaciones de aquellos hombres que supieron morir han sucedido las generaciones de aquellos hombres que no piden sino vivir.
iSí, vivir; vivir aunque sea a costa de los sagrados intereses, la honra y el decoro de la raza!
¡No, señores mineros! Tiempo es ya de que abramos los ojos a la luz de la razón; dejemos vanas lamentaciones; si la situación es mala, aquí estáis vosotros para remediarla; querer, eso es todo. Los pueblos que se duermen en la timidez, en la indolencia, despiertan a la conquista.
¡Queréis otra situación más oprobiosa! Preferible fuera renunciar a nuestro título de hombres y de mexicanos. Enseñadle al capitalista que no sois bestias de carga; a ese capitalista que en todo y para todo nos ha poster-gado con su legión de hombres blondos y de ojos azules.
Qué vergüenza. Estáis en vuestro propio suelo y los beneficios que produce a vosotros debieran corresponder en primer lugar, enseñadle a vuestros hijos el amor a la dignidad personal con el ejemplo de vuestra conducta de hombres libres; enseñadle a los funcionarios que el derecho de gobernar reside única y esencialmente en vosotros, y que sólo del pueblo pueden dimanar las leyes. Ésa es la República, la inagotable fuente del bienestar para las colectividades.
Así se ama a la patria. ¡Así se honra a los héroes.
No es preciso que lleguéis a ser sabios para dar ese gigantesco paso en la senda del Progreso. Tenéis uso de razón y basta la voluntad.
¿Qué os falta? ¿Necesitáis hombres honrados que dirijan vuestras acciones? Buscadlos y los encontraréis. No perdáis más tiempo; apresuraos, que se acerca la hora de vuestra redención. Unión, será nuestro lema; y que la multitud de seres, débiles por su aislamiento, forme un cuerpo compacto; la más poderosa fuerza.
Tened fe en el triunfo. Esta no es ya una débil utopía. El espíritu público se prepara; a vosotros corresponde precipitar los acontecimientos. Unidos ejerceréis vuestra soberanía. He aquí la idea suprema de los libres que por un constante deseo de justicia y de libertad, desarrolla sus formas bellas para manifestarse, al fin, en toda plenitud de su hermosura y su grandeza.
Adelante, esforzados campeones del trabajo. Tenéis hijos que esperan el fruto de una lucha honrada, leal y enérgica. No vaciléis. Los laureles del triunfo ceñirán vuestra frente. iViva la República!"
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Encabezado del Semanario “El Centenario” del 12 de mayo de 1906 donde se publica el discurso de Baca Calderón secretario de la Junta Patriótica (Imagen: D.P.). |
Según Díaz Cárdenas, Vázquez Barroso se lo envía al Gobernador del Estado quién acusó recibo sin darle mayor importancia, ya que según su opinión solo eran vociferaciones torpes e inútiles.
Aunque William C. Greene, las autoridades locales y estatales ya empezaban a preocuparse de lo que sucedía en Cananea desde meses antes, los eventos del 5 de mayo los puso en alerta y declararon el toque de queda. Después de esto Rafael Izábal, Gobernador de Sonora, tuvo una conferencia con Greene y llegaron al acuerdo de que la 4C debería rebajar cincuenta centavos a los salarios de los mineros mexicanos porque, en primer lugar, estaban muy inquietos y listos para provocar dificultades, y en segundo lugar, porque los braceros agrícolas abandonaban el campo para ir a las minas en busca de mejores jornales y era necesario tomar esa medida para evitarlo.[13] Quizás por eso, desde mediados de mayo se dejaba sentir entre los trabajadores, un ambiente de inquietud al comentarse los propósitos de la Junta Patriótica, Unión de Obreros según otros, de emplazar a la compañía para que diera un tratamiento igual a los mexicanos, tanto en las jornadas de trabajo como en el pago de los salarios, tema recurrente en las reuniones de los liberales y los mítines se hicieron más frecuentes durante los últimos 10 días de mayo.
Carlos N. Durazo, miembro fundador de la Unión Liberal Humanidad, en Calzadíaz Barrera comenta:[14]
“Dada la ninguna confianza que teníamos del telégrafo y correo, tenía yo la misión cuando era necesario de trasladarme a Bisbee, Arizona, para comunicarme con los señores Flores Magón o con Antonio I. Villarreal, con las oficinas de San Luis, Mo. A mediados de mayo, por instrucciones de Manuel M. Diéguez y Esteban Baca Calderón, me trasladé a Bisbee, comunicándome con Ricardo Flores Magón, referente a la huelga que desde el mes de febrero del año de 1906 se venía gestando, solicitando de dicho señor el envío de dos elementos activos y ya con experiencia en asuntos de huelgas…....”
Esteban Baca Calderón, muchos años después de los hechos, cuando ya no afectaba para bien o para mal el sostener que el movimiento huelguístico había sido planeado, afirmó que ninguno de los clubes obreros existentes entonces en Cananea tuvieron como misión la organización de la huelga.[15] ¿Qué pasaba al interior de la ULH? ¿Por qué Carlos N. Durazo, siendo un miembro fundador y activo de la ULH, admite que hubo una planeación desde febrero de la huelga? ¿Sí no tenían planeada la huelga, porque piden apoyo a Flores Magón para organizarla?
En la segunda quincena de mayo, meses después de constituida la Unión Liberal Humanidad, Lázaro Gutiérrez de Lara en El Ronquillo y La Mesa Grande constituye otra agrupación clandestina llamada Club Liberal de Cananea (CLC), agrupación integrada también, en su mayoría, por liberales, desde donde se intenta crear conciencia respecto a la situación laboral y nacional, cuya función era la de ampliar el radio de acción magonista hacia esas zonas. El Club Liberal sesionaba en la Calle del Puente en Cananea Vieja. Este grupo se nutriría por un sector popular; no estaría integrado exclusivamente por trabajadores de la 4C; así mismo, sus bases constitutivas eran muy similares a las de la Unión Liberal Humanidad.
Baca Calderón dice que el Club Liberal se formó con la intención de ampliar el radio de acción de los liberales en Cananea. Diéguez dice que este club se formó a sugerencia de la ULH. Sin embargo, todo parece indicar que después de los festejos del 5 de mayo, algo pasó entre algunos miembros de la Unión Liberal, ya que Durazo dice que el Partido (Club) Liberal de Cananea se formó ‘con unos cuantos despechados de la Unión Liberal Humanidad’.[16]
Para la noche del 26 de mayo, Carlos N. Durazo se traslada a Naco, Ariz. por los comisionados que había enviado Flores Magón, Librado Rivera y Juan Sarabia, llegando a Cananea a media noche y en la madrugada platican con Diéguez, José G. Sada y el propio Durazo en un cuarto del Hotel Sada. Los comisionados, les comentan que Flores Magón solicitaba posponer la huelga hasta el 15 de junio (septiembre?) y coordinarla con mineros de Avalos, Chihuahua; Rosa Morada, Nayarit; Nueva Rosita, Coahuila; Santa Rosalía, B.C.S.; entre otros sitios más, para hacer un movimiento simultáneo. Dice Durazo que Diéguez responde que era imposible debido a que las autoridades los “traían muy cortitos”. Los comisionados insistieron argumentando que habían surgido problemas entre Antonio I. Villarreal y Lázaro Gutiérrez de Lara quienes querían encabezar el movimiento de Cananea, a lo que Diéguez respondió que no necesitaban jefes extraños, que solo habían solicitado que enviaran gente experimentada en huelgas para organizar la de Cananea lo mejor posible, dando por concluida la entrevista. Rivera y Sarabia les recomendaron que tuvieran mucho cuidado con Gutiérrez de Lara porque era una persona con “ansia de figurar y, sobre todo, de dinero, que ellos ya conocían sus aspiraciones”. Ya había amanecido cuando Durazo dejó a los comisionados en Naco para evitar que se dieran cuenta de su estancia en Cananea. Este mismo día por la tarde, llega Gutiérrez de Lara y se reúne con ellos, pero dados los antecedentes comentados por los comisionados lo trataron con todas las reservas.[17]
Según Carlos N. Durazo, con esta misma fecha 27 de mayo, o al día siguiente, Diéguez y Baca Calderón notificaron a la 4C que habían decretado realizar una huelga para el primero de junio, agregando que cerrarían todos los trabajos y minas, excepto la planta de agua y los servicios de luz, causando gran alboroto entre las autoridades y jefes del mineral. Greene, Vázquez Barroso y Pablo Rubio; según su relato, se reían y hacían mofa de sus pretensiones. Muy diferente es lo que narra Baca Calderón, ya que niega que la huelga estuviera planeada y, por el contrario, comenta que fueron sorprendidos cuando les comunica Álvaro L. Diéguez, hermano de Manuel, que había iniciado la huelga en la mina “Oversight”.[18]
El día 28, según Durazo, fueron nombradas las comisiones para la huelga quedando incluidos los siguientes integrantes: Plácido Ríos, Santiago Rivas, José Rioseco, Pablo Quiroga, Ángel Coronado, Alejandro Duhagón, Manuel Rivera, Gregorio Rodríguez, Mario y Abraham Cortés, Dr. Federico Ketchul, Carlos N. Durazo, Antonio Q. Murrieta, Mateo Muñoz, Martiniano Servín, Cesáreo Vázquez, Arturo Vizcarra, Pedro y Macario Bracamonte, Nieves Castro, Francisco Ibarra, Alejandro Otero, Tomás Rico, Alejandro W. Obezo, Ignacio Paco, Manuel Montijo y Pedro Castro. Una de las consignas que se les dio a los trabajadores fue la de tener provisiones para ocho días, porque tenían el temor de que la tienda de raya (Cananea Stores) fuera cerrada y era la principal expendedora de alimentos de la zona. Se comenta que:[19]
“….como no había líderes ni cuotas sindicales, todos los comisionados tenían que hacer los gastos de las comisiones que les tocaban y que lo hacían con gusto.”
Se puede observar que en la lista de los comisionados para llevar a cabo la huelga no aparecen Manuel M. Diéguez ni sus hermanos Álvaro y Crisanto, tampoco aparece Esteban B. Calderón. ¿Como resultado de la reunión con los enviados de Flores Magón habían decidido suspender la huelga? ¿O no participar en ella?
Los últimos días del mes de mayo fueron de contradicciones y desacuerdos entre los liberales de Cananea, pero hubo algunas reuniones presididas por Lázaro Gutiérrez de Lara, entre ellas un mitin en Buenavista el día 30, donde, de manera inexplicable, participa Baca Calderón, se supone, de acuerdo a Durazo, que debían guardar distancia de Gutiérrez de Lara, al menos que para esta fecha todavía se hablaba de revolución o derrocamiento y no de huelga como sucedió solo 36 horas después. En ese mitin Baca Calderón hablaba de derrocamiento, refiriéndose al régimen, y entre otras cosas decía:[20]
“Estad seguros que las autoridades de hoy, serviles lacayos del capitalista, perseguirán irremisiblemente a todos los obreros si ejercitan sus derechos en el terreno económico, porque bien saben que al unirse los obreros con estos fines se unirán también para derrocarlos del poder y exigirles responsabilidades...Fijaos bien lo que vais a hacer. Nos jugamos una carta peligrosa, pero decisiva”.
Algo raro pasaba en el ambiente obrero esos días. Se repartían comisiones para organizar una huelga que la ULH no planeaba; Baca Calderón participaba en un mitin con Gutiérrez de Lara cuando se suponía debían guardar distancia; empezó a circular un panfleto en la que se censuraba fuertemente la actitud del gobierno nacional y del estado por corruptos, exhortando al pueblo a unirse en la lucha por la reivindicación de sus derechos, pero nadie se responsabiliza de su autoría y distribución. Sin embargo, William C. Greene y sus más allegados ya sabían que estallaría la huelga el día 1 de junio y va por armas y personas a Bisbee, pero Baca Calderón y Diéguez siempre sostuvieron que ellos no la planearon.[21]
El día 31, en su pretensión de incorporar a las filas del Partido Liberal a personas más capaces de medir el peligro que entrañaba la continuación del régimen de Porfirio Díaz en el poder, Baca Calderón dirige a su antiguo maestro de entrenamiento militar en Mazatlán, el Teniente Coronel Francisco Ramírez, una carta que decía:[22]
“Cananea, Sonora a 31 de mayo de 1906.
Señor Teniente Coronel Francisco Ramírez
Guadalajara, Jalisco
Mí respetado Jefe:
Hay ejército armado, sí. ¿Contra quién? --contra el pueblo, porque la Sociedad Anónima Explotadora de la Patria así lo necesita-o iQué sarcasmo; de error en error hemos ido al abismo! ¡Enorme vergüenza en pleno siglo XX! Sólo no lo verán quienes no tengan ojos para ver, oídos para oír ni conciencia a que atender. Próximo el día en que se promulgará solemnemente el Programa del Partido Liberal, no serán culpables en verdad los tiempos en que vivimos sino quienes, inspirados en ruines pretextos, aún insisten en mostrarse indiferentes; porque los mexicanos dignos nunca eludirán la misión que hoy quiera imponerles el destino, antes bien la aceptarán como un motivo de inmensa gloria.
Yo no creo que la dictadura abominable sea tan fuerte como se le supone; pero si lo fuera, tampoco nulificaría yo mi actitud de beligerante en lo personal o en el campo de la idea. Esos soldados acuartelados estarían muy contentos en sus hogares y en el trabajo de obreros con la reducción de la jornada de labor y de aumento de salarios. Esto no es quimera, es un fenómeno natural que hará fuerte e ilustrada a nuestra hoy infortunada Patria. Que el pueblo se congregue; que le imponga precio a su trabajo; que ejecute su soberanía; que secunde a sus directores en las uniones, en busca de la justicia y no al desequilibrio; eso es todo: ¡Libertad!
Respecto al reyismo, hasta ocioso me parece decirle a usted que lo juzgo también demasiado débil y, en cuanto a los científicos y clericales ni siquiera merecen mención a pesar de sus millones; porque ninguno de esos grupos tiranos cuenta con el pueblo. Esa tutela que ellos quieren perpetuar sobre el pueblo es una vergüenza; el pueblo no los necesita, y como tiene derecho a la libertad, los desprecia por intrusos, desvergonzados, asesinos y bandidos.
Reyes contará seguro con algunos jefes de alta graduación de los más ambiciosos o más torpes de entendimiento. La oficialidad joven e ilustrada debe ser menos pervertida y, si no llegara a amar de corazón como se necesita que ame los principios liberales, se convertirá cuando menos en indecisa, neutral. Los demás individuos del ejército que hoy sienten algún afecto a su profesión de soldados, se acuerdan todavía de que en la época de la Segunda Reserva muchos dependientes y empleados orondamente recibían galones sin pasar por las filas. En consecuencia muchos partidarios reyistas, como ilustrados, son liberales consumados y la enemistad que a Reyes le ocasionó la Reserva entre individuos humildes del ejército, esa no ha desaparecido. De todo esto se deduce que la causa de la justicia es la que triunfa al fin, aunque le oponga enormes obstáculos la maldad.
Para concluir expondré un hecho claro en favor de la supresión del actual ejército reclutado entre individuos desvalidos, de suerte muy negra, y entre aquellos que por su virilidad se conquistaron el odio de caciques infames y arbitrarios. Sabido es que en este mineral se ha reunido la gente más resuelta de toda la nación; sin embargo, no son malos, son trabajadores pacíficos y el despotismo los hace, como en todas partes, sumisos en apariencia; pero no se registran frecuentes robos y asesinatos; todos disfrutan una situación menos amarga que la de nuestros compatriotas del resto del país: todo porque hay menos miseria.....
Su afmo. subalterno y S.S. E.B Calderón (Firma)
P. D. Nadie sabe que le escribo a usted; pero como ya se aproxima el día en que todos debemos obrar, mucho sentiría yo que usted difiriera para más tarde sus relaciones con los jefes del Partido Liberal. Así pues, me permito hoy comunicarle mi amistad que se digna usted aceptar, al señor Ricardo Flores Magón con el fin de prevenir su ánimo, pues supongo que usted y él no se conocen. En caso dado puede usted indicarle un nombre supuesto para el sobre y la dirección que juzgue más segura.
Este sería uno de los acontecimientos que mi partido celebre con entusiasmo. A mi maestro, señor mayor José J. Mora, no le he escrito y mucho lo siento porque no conozco su dirección. Además no creo que él esté completamente ignorante de lo que ocurre y usted puede de un modo directo o indirecto comunicarle lo que guste. Invito a usted a que desde luego se una a la causa del pueblo y a que trabaje si aún no le ha sido posible todavía en favor de los principios republicanos.
La dirección del señor Ricardo Flores Magón es: señora Antonia Méndez, 4 Whitley St., Toronto, Ontario, Canadá.”
Cuando Baca Calderón envió esta misiva al teniente coronel Francisco Ramírez no sabía que había fallecido. La oficina postal de Guadalajara devolvió la carta a Cananea, y cayó en manos del juez de Primera Instancia, cuando ya, junto con Diéguez e Ibarra, se encontraba en la cárcel.[23]
Ese 31 de mayo, como respuesta a la solicitud de aumento de salario, la Cananea Consolidated Copper Company, a través de dos mayordomos, comunicó a los rezagadores, carreros, barreteros y ademadores de la mina “Oversight” que la extracción del mineral quedaba sujeta a contrato, quedando así, en manos de los mayordomos la reducción de operarios y el incremento de las cargas de trabajo al resto de los obreros. Si ya habían bajado los salarios en $0.50 a los obreros mexicanos, ¿que impulsaba a la empresa imponer una mayor carga de trabajo a los trabajadores? ¿Era una provocación?
Como contra-respuesta, aunque no se sabe quién o quienes lo decidieron, optan por iniciar la huelga y enfrentarse a la empresa minera. Todo parece indicar que los obreros asesorados por la Western Federation of Miners (WFM) de Estados Unidos que laboraban en Cananea decidieron iniciar el paro de actividades. El líder de la WFW declararía un mes más tarde que buscarían organizar a los mineros mexicanos en uniones o sindicatos dependientes de esa federación, aunque en México estaban prohibidos los sindicatos, declararon que los registrarían en Arizona. La WFM era considerada el ala radical de los sindicatos de mineros de metales no ferrosos en el vecino país.
Otra versión, según Durazo, dice que Lázaro Gutiérrez de Lara los traicionó y así lo narra:[24]
‘…con la actividad que le caracterizaba y que en viajes anteriores[25] había formado el Partido -Club- Liberal de Cananea (CLC), con unos cuantos individuos despechados de la "Unión Liberal Humanidades", que era la de Diéguez y Calderón; con este motivo Gutiérrez de Lara, se le metió a Greene y al presidente· Barroso, haciéndoles creer que por su conducto se podía llegar a un acuerdo para solucionar la huelga, como jefe del CLC quien sabe cuántas cosas les prometería (nunca lo supimos); de lo que sí nos dimos cuenta fue de sus entrevistas con dichos jefes y el cambio de su situación económica, así como las atenciones de Greene y las autoridades municipales. Ya había llegado a un acuerdo, basándose en las condiciones de Diéguez y Calderón, expuestas el día primero; pero esperaron la llegada del general Torres, para darle forma y desconocer a Diéguez y Calderón como jefes del movimiento’.
Así pues, todo parece indicar que fue un movimiento que no estaba en los planes del PLM, ni de la ULH, no querían un movimiento local, querían hacer un movimiento para derrocar al porfirismo: una revolución. Como se vería después, esta huelga o paro hizo fracasar los planes revolucionarios de la Junta Organizadora del PLM, al menos en Sonora, donde agentes de Greene y autoridades americanas nulificaron varios movimientos planeados en Arizona para ejecutarse en septiembre, cuyo objetivo era atacar Nogales, Agua Prieta y Cananea. Los planes fueron echados a tierra después de que se confiscaron documentos comprometedores durante los cateos en Cananea.
Tomada la decisión, los del turno saliente de las 11 de la noche, bloquean la entrada para impedir que ningún trabajador entrara a sus labores y se instalan desde de las 3 de la mañana del 1 de Junio.
Unas fuentes mencionan que este día, desde temprano, en la ciudad estuvo circulando un panfleto en la que se censuraba fuertemente la actitud del gobierno nacional y del estado por corrupto y proteger a los trabajadores extranjeros y no a los obreros mexicanos, exhortando al pueblo a unirse en la lucha por la reivindicación de sus derechos. Sin embargo, al parecer ni la Unión Liberal ni el Club Liberal se hicieron responsables de su distribución. El Presidente Municipal Filiberto Vázquez Barroso, comenta el 2 de junio que esta proclama se estuvo distribuyendo desde la mañana del día anterior, y decía:[26]
Obreros Mexicanos:
UN GOBIERNO electo por el pueblo, para que lo guíe y satisfaga sus necesidades en lo que cabe: eso no tiene México.
Por Otra Parte
UN GOBIERNO que se compone de ambiciosos que especulan criminal-mente, fustigando al pueblo, electos por el peor de ellos, para que le ayuden a enriquecerse: Eso no necesita México.
Que el pueblo elija sus gobernantes, para que lo gobiernen, no para que se burlen y lo humillen, es la REPÚBLICA.
PUEBLO: levántate y anda. Aprende lo que parece que olvidaste. Congrégate y discute tus derechos. Exige el respeto que se te debe. Cada mexicano a quien desprecian los extranjeros vale tanto o más que ellos, si se une a sus hermanos y hace valer sus derechos.
EXECRACIÓN sin igual, que un mexicano valga menos que un yankee, que un negro o un chino, en el mismo suelo mexicano. Esto se debe al pésimo gobierno que da las ventajas a los aventureros con menoscabo de los ver-daderos dueños de esta desafortunada tierra.
MEXICANOS, DESPERTAD, UNÁMONOS: La patria y nuestra dignidad lo piden
Cananea Junio de 1906.
La huelga estalla al amanecer del día 1 de junio y ni Diéguez ni Baca Calderón estaban presentes, de hecho fueron a buscarlos a Buenavista y solo se presenta este último. Manuel M. Diéguez declararía durante su juicio que él no estaba enterado de huelga. De hecho Baca Calderón escribiría en su libro lo siguiente:[27]
“A Diéguez le causó contrariedad la intempestiva resolución de los mineros, porque consideró, y con plena razón, que sin una organización general y sin una fuerte suma de dinero para satisfacer las necesidades de los trabajadores durante la suspensión de labores en la mina la huelga estaba condenada al fracaso.”
Yo le manifesté mi resolución de acudir al llamado de los mineros y le expresé también mi opinión en el sentido de que si no obsequiábamos sus deseos quedaríamos descalificados como hombres de acción ante el concepto público.”
Cuando Baca Calderón llega a la mina “Oversight”, Fermín Villa, el jefe de la policía de los campos mineros, apoyado por 10 o 12 policías pretendió detenerlo, pero fue rodeado y amenazado por los obreros con candeleros mineros puntiagudos en forma de alcayata, diciéndole: “A este hombre no lo toca usted.”
Previendo que los obreros agrupados en el exterior de la oficina de la mina “Oversight” se dispersarían, Baca Calderón les habló en representación de los delegados y en nombre propio, agradeciéndoles la confianza que depositaban en ellos y exhortándolos para que:[28]
“…. desde ese momento se constituyeran en agentes del orden público a fin de impedir que elementos malsanos, mal intencionados, cometieran actos de violencia contra las personas, contra la propiedad, dando pretexto a las autoridades para disolver la huelga, acontecimiento inusitado que les infundía alarma.”
Diéguez se integraría horas después cuando los obreros ya habían parado e invitaban a otros departamentos a incorporarse a la huelga y a eso de la nueve de la mañana los obreros caminaban rumbo a la comisaría de El Ronquillo a donde llegan Diéguez y Baca Calderón, este último ya había empezado a elaborar un pliego petitorio, ya que habían acordado junto con Filiberto Vazquez Barroso, Presidente Municipal, junto con una comisión de obreros, reunirse a las diez de la mañana en esa comisaría para interceder por los obreros.
A eso de las 10 de la mañana se presentan los 14 delegados elegidos en la Comisaría (Manuel M. Diéguez, Justo Félix, Enrique Ibáñez, Francisco Méndez, Álvaro L. Diéguez, Juan N. Ríos, Manuel S. Sandoval, Valentín López, Juan C. Bosh, Tiburcio Esquer, Jesús J. Batres, Mariano Mesina, Ignacio Martínez y Esteban Baca Calderón),[29] a donde también llegó Greene y estuvo hablando con ellos pero no quedaron satisfechos y les pidió que presentaran sus demandas por escrito. Los representantes optaron por retirarse a elaborar la propuesta y presentarla en la tarde.
Al no obtener respuesta a sus demandas, la huelga siguió creciendo, los obreros emplearon toda la mañana en recorrer los diversos departamentos de la empresa sacando a todos los trabajadores mexicanos que se unían al grueso de los huelguistas, quienes iban encabezados por un grupo de obreros de mayor categoría.
A eso de las 3 de la tarde, los representantes de los mineros presentaron el pliego petitorio que firmaron los comisionados antes mencionados, quienes entregaron a las autoridades el memorándum. El nuevo documento elaborado por Baca Calderón, probablemente viendo la reticencia de la empresa a mejorar las condiciones, sobre todo salariales, muestra cierta flexibilidad porque ya no exige los 5 pesos diarios, sino un aumento general de un peso sobre el sueldo de cada trabajador. El comunicado firmado por los 14 delegados, entre otras cosas decía:[30]
“Los que suscribimos, delegados designados por los mineros mexicanos para representar ante usted, manifestamos: Que con menoscabo de nuestros intereses y de nuestro decoro personal hemos servido a la compañía que usted preside, porque nunca hemos encontrado estímulo ni bases de equidad en el sueldo asignado a los mexicanos. Con verdadera pena comunicamos a usted que dos mayordomos de Oversight tuvieron en proyecto sacar por contrato la extracción del metal, y, en consecuencia, muchos de nuestros compatriotas hubieran quedado sin trabajo; por tal motivo, los mineros mexicanos han decidido no trabajar más en las condiciones en que hoy han servido………. Deseamos, pues, que se utilice la inteligencia de los mexicanos y se mejore la organización a que han estado sujetos. Desde luego proponemos a usted que a todos los mexicanos en general se les pague un peso más sobre el sueldo que han disfrutado. No debemos omitir otra consideración de orden superior, si a los mineros mexicanos se les otorga justicia en el caso que nos ocupa, ocho horas de trabajo serán suficientes para que el trabajo de todos rinda tantos o más productos”.
Obreros de Cananea frente a la Comisaría de El Ronquillo durante la
entrega de pliego petitorio. Alrededor de las 3 de tarde del 1 de junio 1906
(Foto: D. P.).
Pedro D. Robles fue comisionado por Greene como representante de la compañía para que asistiera a la junta a El Ronquillo con el fin de recibir las peticiones por escrito de los obreros, se reunió con 10 de los 14 representantes y una multitud de trabajadores mineros que estaban frente a la Comisaría, donde tuvo lugar la reunión, presentando los delegados su petición por escrito dirigida al señor Greene. Robles al recibirla, en un franco afán de ganar tiempo para esperar la llegada del Gobernador Izábal, se limitó a contestar que se estudiaría el caso a fin de resolverles en definitiva y se retiró de la Comisaría rumbo a su casa.
Después de entregado el pliego petitorio al representante de la empresa y ver la poca seriedad con que se estaba tomando sus peticiones, los obreros decidieron marchar hacia la maderería de La Mesa, único departamento de la empresa que faltaba por visitar e invitar a los trabajadores mexicanos a unirse a la huelga. Después de las 3 de la tarde empezaron a caminar con ese rumbo, al llegar a la calle del puente del ferrocarril (3ª Oeste), subieron por la cuesta de la Av. Sonora (conocida ahora como Cuesta de la Gruta), siguieron hacia la Avenida Chihuahua (Hoy Avenida Obregón) continuaron hacia el este hasta la Calle 8ª Este, donde se localizaba la maderería (8ª Este entre Sonora y Sinaloa). En correcta formación y con todo orden, se dirigieron con el propósito de suspender las labores de los trabajadores mexicanos que laboraban en la maderería de la empresa, ubicada frente a la Estación del Ferrocarril.
De lo que sucedió después de la reunión con los huelguistas y con los dos principales líderes, también Carlos N. Durazo narra su versión:[31]
“Inmediatamente salieron Diéguez y Calderón de la comisaría; había afuera más de tres mil almas esperando conocer el resultado de las pláticas quienes al conocerlas protestaron enérgicamente, más por la llegada de Izábal, porque ya se figuraban todos que traería rurales para arreglar este movimiento por medio de la fuerza, y para contrarrestarlo y darle a conocer a Greene y a las autoridades con la fuerza que contábamos, se formó una manifestación en dos columnas: una que iría por Cananea Vieja y la otra a rescatar a 22 compañeros que tenían secuestrados en la maderería, cerca de la estación del ferrocarril. Esta primera columna se componía como de 400 hombres que iría invitando a dicha barriada a recibir a Izábal y a estar listos para cualquier incidente que pudiera presentarse. La segunda columna salió media hora después debido a que esperó que se incorporaran los huelguistas de la Demócrata, Chivatera, Puertecito y la Campana, en número de más de mil hombres, y ya organizada la columna salimos por la calle Sonora, directamente a la maderería al rescate de los compañeros. En virtud del temor que teníamos de un atentado contra Diéguez y Calderón, dadas las muchas ‘claridades’ que tuvieron, tanto para Greene como para las autoridades, conseguimos con ellos (Diéguez y Calderón) que se quedaran en Chivatera con una escolta de diez hombres, escogiendo como jefe a Alejandro Otero, con la consigna de que a ninguno se le informara el lugar donde se encontraban, y mucho menos dejar llegar a verlos sin la contraseña: ‘Capote número cuatro’, quedando como elementos de enlace Pancho M. Ibarra y yo, Carlos N. Durazo, por cuyo conducto se les informaría de todo lo que pasara, ya personalmente o por correos.”
Mientras el paro se salía de control hubo muertos, heridos, represión y ejecuciones extrajudiciales durante los siguientes 5 o 6 días de junio, Baca Calderón, Diéguez e Ibarra permanecían ocultos en Chivatera. El día dos de junio Lázaro Gutiérrez de Lara aparece y fue aprehendido en la estación del ferrocarril por increpar al gobernador acompañado por gringos armados a su llegada a Cananea, pero fue soltado días después y sale de la ciudad.
José N. Acosta, un masón que alcanzó el Grado 32, en sus memorias no publicadas menciona que el día 3 de junio se encontró con Filiberto V. Barroso, el Gran Maestro de la Logia, y le comenta que se había dado la orden de aprehender a Diéguez y Calderón e incomunicarlos con vigilancia especial, que ya había trasmitido estas órdenes al jefe de la policía. También le dice que él tiene que cumplir como Presidente Municipal, que cumpla con el suyo como masón, al respecto sigue comentando:[32]
“A mi regreso al centro de la población y por una mera coincidencia, al pasar frente al lugar donde trabajaba la Sociedad Alianza Hispano Americana me salió al frente el Secretario, quien me buscaba para darme la noticia de la orden de aprehensión de Diéguez y decirme donde se encontraba en esos momentos y, yo como presidente de la agrupación a la que Diéguez también pertenecía, el me llevaba al lugar donde se encontraba; donde luego en mi buggy nos fuimos al lugar y efectivamente allí se encontraba en casa de correligionarios, luego no estaba seguro; después de alegar con él, pues no quería salir de allí, logré convencerlo y amparado en la obscuridad de la noche lo llevé, nada menos que a la casa y botica del Doctor Barroso y en el subterráneo debajo de la Botica lo instalé manifestándole la gravedad de la circunstancias, pero él no quería por nada abandonar a sus compañeros; sin embargo le suplique y casi ordenándole no salir de allí hasta mi regreso. Al momento de salir me recomendó ayudar al Hermano Palomares quien era otro de los implicados en el complot y me dijo donde lo podía ver, suplicándole una vez más no moverse del único lugar seguro. Al salir lo hice por la Botica y le dije al Boticario donde había dejado a Diéguez y que cuando regresara el Doctor decirle el por qué había yo tomado aquella resolución. Me trasladé inmediatamente a donde estaba Palomares en el Cananea Vieja en casa de unas amistades de él y sin pérdida de tiempo lo saqué a un Campo Minero como a cinco kilómetros de Cananea y rumbo al norte, consiguiéndole caballos para que se fuera a Naco, Arizona.
A mi regreso a Cananea cerca de las diez p.m. llegué directamente a la Botica del Dr. quien aún no había venido ni a cenar y que Diéguez hacia como una hora había salido sin atender ninguna razón; luego mi tarea era ahora buscar al Doctor Barroso y en esa gira me encontré con el Jefe de Policía López y me dijo que el Dr. Barroso estaba cenando con el Señor Gobernador y que él quería verlo para darle parte de la aprehensión de Manuel Diéguez; no hubo comentarios, sino que me trasladé a la cárcel para informarme y esto era una lastimosa verdad pero el Alcaide que era reciente en Cananea de apellido Martínez, Masón y que era la primera vez que nos veíamos, se fijó en la solapa de mi saco y al ver mi joya se presentó como hermano, suplicándole desde luego ayudar en lo posible al hermano Diéguez. Hay muchos detalles de este hermano (Diéguez) como el del día cinco de junio que lo llevaron a presencia del Gobernador y el General Torres, donde dio un ejemplo a muchos como Masón y como Hombre…….”
Mientras que el ejército seguía buscando a los supuestos líderes de la huelga y el día 5 de junio son citados por el Gral. Torres para negociar pero son aprehendidos Esteban Baca Calderón y Francisco M. Ibarra a quienes, después de catear sus casas, se les encontraron varios manuscritos que los comprometían.[33] Fueron encerrados en la cárcel de Cananea y finalmente recluidos en el penal de Hermosillo. Ese día 5 además de aprehender a estos tres líderes, se encarcelaron a otras 28 personas, incluido Crisanto L. Diéguez, hermano de Manuel M.
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Varios de los presos durante junio de 1906. Sentados al centro destacan: 1) Manuel M. Diéguez, 2) Esteban B. Calderón, 3) Crisanto L. Diéguez y 4) Francisco M. Ibarra (Foto: AHES). |
Curiosamente los registros de la cárcel de ese mes de junio, muestran que los líderes Diéguez, Baca Calderón e Ibarra, ingresaron a la cárcel el día 10 de junio,[34] 7 y 5 días después de ser apresados, lo que significa que hay un error en la fecha de ingreso o estuvieron presos en otro lado durante varios días, donde probablemente habrían sido presionados para que traicionaran el movimiento magonista. Para entonces ya habían sido cateadas sus casas y las de sus vecinos donde fueron confiscados documentos que los ligaban a los Flores Magón y al PLM. Fueron ingresados a la cárcel bajo los cargos de sedición, asonada o motín, incendio, homicidio y robo con violencia. Las aprehensiones siguieron unos días más del mes de junio y el día 20, entre otros, es remitido a la cárcel Crisanto L. Diéguez, uno de los dos hermanos de Manuel que también participaron en la huelga, quien fue acusado de delitos contra la libertad del comercio y la industria. El informe de aprehendidos del 5 de junio elaborado por Vázquez Barroso menciona que Crisanto fue detenido ese día, lo que indica que estuvo detenido en otro sitio durante 15 días antes de ingresar a la cárcel.
El Resultando 17º de la Resolutiva de fecha 10 de agosto de 1908, dice que el día 5 de junio se dio la orden de detener a Diéguez, Baca Calderón e Ibarra, al comprobarse, según las autoridades, que fueron los principales promotores de la huelga y; el Resultando 26º de la misma, dice que fueron aprehendidos el día 10 y el 13 se declara su formal prisión.
Al respecto de las causas de su captura, Baca Calderón narra:[35]
“Motivo de nuestra captura: cuando los rezagadores y los carreros se amotinaron en la oficina de la mina Oversight, los empleados de la misma, alarmados, forzaron el escritorio de Diéguez en busca de armas y casualmente dieron con la carta del 3 de marzo que nos había dirigido Flores Magón. (….). La carta consabida prueba que éramos desafectos a la dictadura y auxiliares de un partido nacional de oposición, pero en aquellos tiempos se daba al menor asomo de independencia y rebeldía una importancia colosal. A costa de nuestra libertad, los intrusos delatores, hicieron méritos ante los opresores y tiranos.”
Los originales de todos los documentos que se insertan en esta narración obran en el archivo privado del gobernador del estado, en virtud de un cateo practicado en nuestros domicilios y en los de nuestros vecinos.
Con la documentación que confiscaron a Diéguez y Baca Calderón se logró establecer la liga entre los líderes de Cananea y el grupo del PLM en Douglas y San Luis. Además de la persecución que ya ejercían los Pinkerton y Furlong contratados por el porfirismo, Greene con esta información puso vigilancia y se logró infiltrar al grupo de esa frontera de Arizona, y sólo dos meses después logran deshacer un complot para atacar Nogales, Sonora y otras ciudades, dentro de las que estaba Cananea; y solo días más tarde son aprehendidos muchos miembros de ese grupo al allanar su lugar de reunión en Douglas.
Un día después de la detención de los líderes de la ULH, luego de los interrogatorios de rigor, Izábal envía un mensaje a su consejero y protector, el vicepresidente Corral, y le proponía:[36]
“Diligencias practicadas, resultan graves responsabilidades contra algunos de los aprehendidos quienes tendrán necesariamente que resultar sentenciados a la pena capital como asesinos e incendiarios; pero los autores morales de tales crímenes, quienes pusieron en movimiento al pueblo con fines políticos perfectamente esclarecidos, sólo podrían legalmente ser condenados por sediciosos y en tal caso la pena resultaría irrisoria. El general Torres y yo opinamos que convendría ejecutar a esos individuos cuyos nombres son: Manuel M. Diéguez, natural de Jalisco, socialista decidido; Esteban B. Calderón, natural de Tepic, bastante ilustrado e inteligente, que buscó trabajo de minero sin más fin que relacionarse con el pueblo y sublevarlo; Francisco M. Ibarra, comerciante en pequeño natural del Fuerte, Sinaloa. Estos son los que hasta ahora tenemos perfectamente aclarados, con documentos y otras pruebas, que están en correspondencia y combinación con los Flores Magón, a quienes mandaban dinero que reunían a ese fin, y que tenían organizado un club en que celebraban sesiones secretas. Seguro que aparecerán otros; pero a éstos repito, que general Torres y yo creemos conveniente fusilados; pero a la luz del día, para que el ejemplar castigo surta sus efectos."
Fueron consignados al Juzgado de Distrito de Nogales, posteriormente iniciaría su juicio en el que con fecha 9 de julio de 1907 son liberados la mayoría de los encarcelados excepto a quienes consideraban los líderes de la huelga: Manuel M. Diéguez, Esteban Baca Calderón y Francisco M. Ibarra, quienes son acusados de asonada o motín, ataques a la libertad de la industria y el comercio, robo con violencia, incendio, homicidio, sedición e injurias; cargos bajo los cuales fueron sentenciados el 8 de mayo de 1908 a 15 años de prisión, sentencia confirmada mediante ‘Resolutiva dictada por el Primer Ministro Sr. Lic. Seráfico Robles Secretario del Supremo Tribunal de Justicia del estado de Sonora de fecha 10 de agosto de 1908 en la ciudad de Hermosillo, Son.
En este documento se confirma la sentencia dictada a estos tres líderes el 8 de mayo de 1908 por el Juez 2o de Primera Instancia del distrito de Arizpe a los prisioneros de la Huelga de Cananea de 1906, dictamen que textualmente decía:[37]
“Hermosillo, agosto 10 de 1908. = Vista la causa que instruyó el juez segundo de primera instancia del distrito de Arizpe contra Tomas Rico, Pedro Bonillas, Teodoro Miranda, Alejandro Aragón, Cesáreo Flores, Juan Padilla, Telésforo Martínez, Federico Rosas, Felipe Godoy, Lázaro Montalvo, y Blas Valdés por asonada o motín; contra Crisanto L. Diéguez, por ataques a la libertad de la industria y el comercio; contra Antonio Q. Murrieta y Timoteo Padilla por robo con violencia; contra Jesús P. Preciado, Manuel León y Federico Rodríguez por motín y robo; contra José Betancourt por incendio; contra Waldo Molina, Arturo Vizcarra, Nieves Castro, Heliodoro Guzmán, Homobono Albé, Cesáreo Vázquez por asonada, contra la libertad de la industria y comercio, incendio y homicidio; contra Nicómedes Huizar por incendio, sedición e injurias; contra Francisco Zamora, Refugio Cázares, Pedro Castro, Hermenegildo Ríos, Refugio Alcántar, Francisco M. Ibarra, Manuel M. Diéguez y Esteban B. Calderón por todos los delitos anteriores, más el de homicidio; siendo Ibarra 36 años de edad, soltero, natural del Fuerte Sinaloa, de esta vecindad y comerciante; Manuel M. Diéguez de 33 años, soltero, natural de Guadalajara, vecino de esta ciudad y minero y Calderón de 30 años, soltero, originario de Santa María del Oro, Tepic y minero.”
“Visto el auto fecha 9 de julio del año próximo pasado en que se decretó la libertad de los acusados con excepción de los tres últimos, la sentencia promovida en 1ª. instancia y la apelación que de ella interpusieron los penados; la defensa al pedimento fiscal y lo expuesto en la vista.”
Durante los cateos que realizaron en la casa de Manuel M. Diéguez, además de información que lo comprometía, encontraron un rifle Mausser y una pistola colt. Respecto a su participación en la organización de la huelga, en el transcurso del juicio Diéguez declararía que:[38]
“………había tenido noticias de los acontecimientos ocurridos el día 1º. y 2, parte por haberlos presenciado y parte por referencias; que lo presenciado fue lo ocurrido por la mañana del día 1º en la mina “Oversight” en que se reunieran los trabajadores de esa mina con el fin de solicitar de esa compañía un salario de cinco pesos diarios y disminución de las horas de trabajo; que como a las cuatro de la mañana fueron a despertarlo a su casa algunos trabajadores, entre los que acordaba a su hermano Álvaro Diéguez y Juan N. Ríos con objeto de decirle que el pueblo decía que fuera a la mina pues los trabajadores estaban declarados en huelga pidiendo cinco pesos diarios y 8 horas de trabajo, que este llamado supuso que obedecía a que siempre había influido en el arreglo de las dificultades surgidas entre trabajadores y mayordomos, y con ese motivo todos aquellos lo querían; que calculando que esa petición era formulada en un proceder inconveniente, manifestó que no iría, cosa que al fin hizo en virtud de que Esteban B. Calderón lo decidió a que fuera, y llegando a ese lugar el mayordomo Tom Trager le preguntó si él era el organizador de la huelga, a lo que contestó negativamente. A nuevas preguntas manifestó que ni él, ni acompañado de otros individuos, había celebrado reunión alguna con objeto de organizar la huelga pretendiendo únicamente él y Calderón formar una “Unión Minera” con el fin de que los trabajadores se ayudaran mutuamente, y que, al propalar entre los mineros esa idea, propaló asimismo la de conseguir aumento de salarios, que había tenido reuniones con otros individuos, pero con motivo distinto a las de la “Unión Minera” y que esas reuniones las celebraban en una asociación denominada: “Unión Liberal Humanidad”, la cual tenía por objeto propagar entre el pueblo la idea de que tomara parte en las elecciones de aquella municipalidad, diciendo también que sus tendencias eran las de destruir y derrocar al actual gobierno, cosa que le parecía lícita siempre que se hiciera de una manera pacífica. Que sostenía correspondencia con los miembros de la llamada “Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano” que eran los redactores del periódico Regeneración que se publicaba en San Luis Missouri. Con el fin de hacer propaganda con ese periódico “La Unión Liberal Humanidad”, de la cual era presidente, era una sucursal de la que antes se ha dicho trabajaba bajo la dirección de ella y sujeta al mismo programa operando únicamente en Cananea. Que en efecto, Esteban B. Calderón, con conocimiento del exponente, dirigió una correspondencia a ese mismo periódico relativa a los hechos de la negociación, y que por temor de las consecuencias que podían resultarles, escribió a la dirección diciendo que no publicaran esa correspondencia, refiriéndose a estos hechos la carta que les dirigió Ricardo Flores Magón el 3 de marzo; que las cantidades de dinero que se mandaban a este último individuo eran para ayudarles, pues les decían que estaban en la miseria, que no concurrió a todas las sesiones de la “Unión Liberal Humanidad”, y recuerda que, en una de ellas tomó la palabra Calderón para manifestar la necesidad que había de socorrer a los redactores para que pudieran sostenerse y seguir publicando ese periódico. Que regularmente fue presidente de la Junta Patriótica encargada de los festejos del cinco de mayo en Buena Vista, campo minero de la negociación de Cananea, y como tal, intervino en la formación del programa, que hasta la mañana de ese día tuvo conocimiento del discurso de Calderón, y aunque no le aconsejó que no lo publicara, siempre le hizo ver que estaba subido de color y que por último no había tomado ninguna participación en los acontecimientos de los días 1º. y 2 en que se estuvo en su casa.”
Esteban B. Calderón declararía en el mismo sentido:[39]
“…….que como a las tres de la mañana del día 1º, estando durmiendo en su casa, llegaron a ella Álvaro Diéguez y Juan Nepomuceno Ríos con objeto de hablarle para que fuera a la mina Oversight en representación del pueblo que estaba declarado en huelga pidiendo aumento de salario y disminución de trabajo, que una vez levantado se dirigió a casa de Manuel M. Diéguez…….”
Esto mismo escribiría Baca Calderón en su libro de la huelga por lo que es claro que ni la Unión Liberal Humanidad o Junta Patriótica, ni la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano participaron en la organización de la huelga y solo intervinieron a petición de los huelguistas en las negociaciones que se dieron el día 1 de junio hasta las 3:00 p.m. en que se entregó el pliego petitorio a Pedro D. Robles, comisionado por Greene como representante de la 4C para que asistiera a la junta a la comisaría de El Ronquillo. Después de eso no existe evidencia de que hayan acompañado a los huelguistas en su ruta hacia la maderería de La Mesa donde inicia la violencia de parte de los hermanos Metcalf; más bien la información indica que se ocultaron en Chivatera para evitar represalias contra ellos, que como es sabidos, no pudieron evitar.
REFERENCIAS
[1] México, Nayarit, registros parroquiales, 1596-1967", (https://www.familysearch.org/ ark:/61903/ 1:1:D599-3C6Z: Thu Mar 07 19:44:02 UTC 2024), Entry for D Jesus Baca and D Estevan Baca, 8 Jun 1872
[2] Gobierno de Puebla.-Secretaría de Educación. Cartilla Ética Esteban Baca Calderón, pp4.
[3] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp55.
[4] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp22.
[5] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp22-23.
[6] Turner, Ethel Duffy.- Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano, pp189.
[7] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp28-31.
[8] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp 32. Trueba Lara, Jose Luis.- Cananea: 1906, pp33.
[9] Regeneración Marzo 01, 1906.
[10] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp 33-36.
[11] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp 40-41.
[12] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp45-49.
[13] Hernández, Teodoro.- Los precursores de la revolución,pp23.
[14] Calzadíaz Barrera, Alberto.- Hechos Reales de la Revolución, pp19.
[15] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp57, 81 y 121.
[16] Calzadíaz Barrera, Alberto.- Hechos Reales de la Revolución, pp26.
[17] Calzadíaz Barrera, Alberto.- Hechos Reales de la Revolución, pp19-20.
[18] Calzadíaz Barrera, Alberto.- Hechos Reales de la Revolución, pp20.
[19] Calzadíaz Barrera, Alberto.- Hechos Reales de la Revolución, pp20.
[20] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp32.
[21] Fabela, Isidro.- Mis Memorias de la Revolución, pp187.
[22] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp52-55.
[23] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp55.
[24] Calzadíaz Barrera, Alberto.- Hechos Reales de la Revolución, pp26.
[25] Por ese entonces Lázaro Gutiérrez de Lara tenía su residencia en Douglas, Ariz, pero viajaba constante a Cananea para atender clientes e involucrarse con los obreros.
[26] González Ramírez, Manuel.- La Huelga de Cananea, pp19-20.
[27] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp57-58. Silva R., Juan Manuel.- Sentencia a los Prisioneros de la Huelga de Cananea de 1906, pp 140.
[28] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp59.
[29] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp 57-58.
[30] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp 65-66.
[31] Calzadíaz Barrera, Alberto.- Hechos Reales de la Revolución, pp21.
[32] Acosta, Juan N.- Memorias del Hermano José N. Acosta
[33] Silva R., Juan Manuel.- Sentencia a los Prisioneros de la Huelga de Cananea de 1906, pp 135.
[34] Museo de la Lucha Obrera. Libro de Registro de 1906, pp10.
[35] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp 114.
[36] Baca Calderón, Esteban.- Juicio sobre la guerra del Yaqui y génesis de la huelga de Cananea, pp 116.
[37] Silva R., Juan Manuel.- Sentencia a los Prisioneros de la Huelga de Cananea de 1906, pp130.
[38] Silva R., Juan Manuel.- Sentencia a los Prisioneros de la Huelga de Cananea de 1906, pp138-140.
[39] Silva R., Juan Manuel.- Sentencia a los Prisioneros de la Huelga de Cananea de 1906, pp140.
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