CANANEA EN LA HISTORIA (ETAPA
REVOLUCIONARIA 1910-1913).
Que hay algo grave, muy grave, es cosa segura, y
quienes miran con indiferencia la situación actual, cometen imperdonable error y
contraen una seria responsabilidad para ante la historia. Los pequeños
movimientos que se han operado hasta ahora en Cananea, Aguascalientes, Chihuahua
y aún en esta misma capital, precursores de los que se preparan en otros grandes
centros del país, bajo la cuestión obrera, no son más que ensayos de fuerza, de
expansión, de virilidad, para saber con lo que se cuenta y calcular hasta dónde
se puede llegar.
Rafael de Zayas Enríquez (Agosto de 1906) Informe a P. Díaz.
Introducción
En
el capítulo anterior se incluyó la historia durante el Siglo XIX hasta la
muerte de Greene, sin mencionar la etapa revolucionaria que en Cananea ya se
había vislumbrado desde 1909 con personajes que habían participado en la huelga
de 1906 y comulgaban con el maderismo. Durante la revolución, a diferencia de
las guerras de independencia y de reforma, Cananea si tuvo una actuación importante
en la estrategia de los grupos en pugna. En esta tercera entrega de “Cananea en
la Historia”, se hará un recorrido por la etapa revolucionaria de 1910-1913,
hasta la visita de Carranza a Sonora para consolidar su posición política para
aspirar a la presidencia de la república y como primer jefe del Ejército Constitucionalista.
La etapa revolucionaria 1910-1913.
En Cananea y sus alrededores la
semilla de la revolución ya estaba sembrada, ya que algunos de los antiguos participantes
de la huelga de 1906, desde 1909 comulgaban con los preceptos maderista y habían
estado reuniendo armas, y en víspera de las elecciones presidenciales de julio
de 1910, Juan G. Cabral en compañía de Salvador Alvarado Rubio, Pedro F.
Bracamonte y Rafael T. Romero, trataban de encabezar un levantamiento armado en
Cananea, planeado para el 19 de junio de ese año, pero la conspiración fue denunciada
y los tres se vieron obligados a huir cruzando la frontera hacia Tucson y finalmente
se establecieron en el mineral de Ray en Arizona, donde empezaron, de nuevo, a
reunir fondos para adquirir pertrechos de guerra.
Juan
G. Cabral, Salvador Alvarado Rubio y Pedro F. Bracamonte.
Al estallar la revolución el primer núcleo revolucionario
en la zona apareció en el mes de febrero de 1911, comandado por Juan G. Cabral y
Salvador Alvarado, quienes había organizado una sección de 17 hombres en
territorio americano y se internaron a Sonora con la ayuda económica de José María
Maytorena, en donde se les incorporaron nuevos adeptos y se dirigieron a Cuquiárachi,
Fronteras y Bacoachi, y se internan en la Sierra de Los Ajos, sede de la Junta
Revolucionaria Sonorense. Cabral y Alvarado se reúnen con otros grupos, entre
ellos con Antonio Arvizu quien comandaba una partida rebelde en la región.
El 12 de abril Cabral se dirigió a Cananea sin atreverse
a atacarla, mientras que Girón y Rojas luchaban en San Rafael, cerca de Ures,
con la gente de Medina Barrón; quienes se vieron en situación muy comprometida
y se salvaron porque Cabral llegó oportunamente a auxiliarlos y obligó al jefe
federal a retirarse rumbo al norte. Éste tomó la revancha en Bacanuchi derrotando
a Cambetos y Rojas; Girón quien se había dirigido a Cananea y había tomado la
plaza, posteriormente fue obligado a evacuarla, por lo que estuvo muy pocos
días en su poder, por otro lado Ojeda obligó a Cabral y a Juan Antonio García a
remontarse a la Sierra de Los Ajos. Una vez preparados, de nuevo, Cabral y sus
gentes partiendo de Los Ajos se dirigen a Cananea entrando el 13 de mayo de
1911 sin disparar un solo tiro, donde fueron recibidos bulliciosamente por la
población. Allí Cabral nombra presidente municipal a Ignacio L. Pesqueira y
demás funcionarios municipales, además reclutó unos 800 hombres con los que se
integraría de lleno a la lucha armada.
Como consecuencia inmediata de la firma de los Tratados
de Paz de Cd. Juárez el 21 de mayo de 1911, mediante el cual Diaz renuncia a la
presidencia, también todos los gobernadores de los estados renunciaron y sus
puestos los ocuparon funcionarios interinos. En Sonora durante los breves interinatos
del ingeniero Gayou y del señor Randall, se efectuó el licenciamiento de las fuerzas
anti-reeleccionistas en el Estado, habiendo gratificado a cada soldado
licenciado con la cantidad de cincuenta pesos y una orden de pasaje de
ferrocarril a la estación más cercana a sus hogares, solo en Cananea los
maderistas se opusieron a su licenciamiento manifestando el teniente coronel
Juan N. Medina, que no entregarían las armas mientras no se les suministrara
ropa, sus haberes vencidos y pasajes para regresar a sus lugares de origen,
considerando injusta y falta de equidad Ia gratificación de cincuenta pesos acordada
después de un periodo de varios meses en armas. Para convencerlos tuvo que
acudir a Cananea el Col. Benjamín G. Hill, previamente nombrado prefecto de
Arizpe, quien negoció infructuosamente que aceptaran lo ofrecido.
Al renunciar Porfirio Díaz, el día 25 de
mayo de 1911 León de la Barra asumió, con carácter provisional, el Poder
Ejecutivo, donde permanece hasta el 6 de noviembre de 1911 cuando se lo entrega
a Madero. Uno de los primeros problemas a los que tuvo que enfrentarse el presidente
de la Barra, fue el de los presos políticos que se encontraban recluidos en
las cárceles porfiristas, que quedó resuelto con la expedición de la Ley
General de Amnistía del 27 de mayo de 1911, ley mediante la cual los presos de
la Huelga de Cananea fueron liberados y pudieron regresar a esta ciudad e
integrarse, todos ellos, primero a puestos públicos y después a la lucha
revolucionaria.
Durante la primera semana de julio, el presidente municipal
Ignacio L. Pesqueira, quien había sido nombrado por Juan G. Cabral después de
quitar a Eduard Arnold, manda apresar a las personas que acuden a una reunión
de trabajadores convocada en Cananea, entre ellos estaban varios magonistas y
socialistas procedentes de Arizona y otras regiones de Estados Unidos.
Ya bajo el régimen de la revolución se convoca a
elecciones en Sonora y Cananea, como gobernador sale triunfante José María
Maytorena quien toma posesión del cargo el 1 de septiembre, mientras que como
presidente municipal en Cananea, triunfa José Clemente Venegas asumiendo el
cargo el 16 del mismo mes.
En octubre de 1911, poco antes de asumir la presidencia Francisco
I. Madero, estallaron huelgas en las empresas mineras más importantes de
Sonora. Iniciando por el mineral de Cananea en donde las ofertas de Madero
provocaron esperanzas de mejoría económica y libertad de participación política
entre los obreros, ocasionando así, que surgiera la organización Unión Obrera
de Cananea; la cual le ocasionó problemas a la Cananea Consolidated Copper
Company (la 4C) al estallar un movimiento de huelga que demandaba mejor trato
en el trabajo y un mayor salario, cuentas pendientes desde la huelga de 1906. El
conflicto comenzó en la mina Eureka al declararse en huelga 800 trabajadores,
paro que se extendió a la mina Oversight; cuya petición en común era la
destitución de dos capataces estadounidenses. Para esa época el mineral de
Cananea se había recuperado de la crisis demográfica en que había caído desde
1908 y volvía a ser un dinámico centro poblacional.
Los acontecimientos de finales de 1911, mostraron
anticipadamente el ambiente político que experimentarían las comunidades
mineras y pronosticaron la tensión que viviría la relación entre gobierno
local, empresas mineras y trabajadores. El periodo comprendido entre 1912 y
1915, estuvo marcados por inestabilidad política generalizada en casi todo el
país y Sonora se convirtió en tierra de nadie. En los hechos se anuló el orden
estatal, lo que dio lugar a un paréntesis; tal situación comenzó a sentirse
durante la segunda mitad de 1912, cuando estalló la primera oposición armada
contra Madero, encabezada por el chihuahuense Pascual Orozco. Este conflicto
dio a los mineros la cobertura propicia para poner a prueba los patrones
extranjeros.
Los primeros brotes rebeldes de orientación orozquista
ocurridos en el Sonora se registraron en marzo. En el sur, José Lorenzo Otero
se levantó en armas en el municipio de Huatabampo, tuvo que retirarse rumbo al
norte y semanas después fue derrotado y muerto en Los Hornos, actual municipio
de Cajeme. En el norte Ignacio Romero se sublevó en el municipio de Cananea y
también fue derrotado y muerto por los voluntarios de Arizpe. En el este, Cayetano
Montenegro igualmente fue vencido por el mayor Alvarado en el Cañón de Santa Rosa
y el 5 de abril se rindió ante el prefecto de Sahuaripa, mientras que el cabecilla
Huerta fue derrotado por los voluntarios de El Tigre.
Posteriormente, nuevas incursiones orozquistas se
presentan en el este del estado durante 1912, una columna al mando del Gral.
Antonio Rojas se desprende de Temósachic, Chih. llegando a Dolores, Chih.,
posteriormente pasa a Sahuaripa y otros pueblos de la cuenca alta del Río
Yaqui, decidiendo atacar a Nacozari el 1 de septiembre, plaza defendida por los
capitanes Cosme Herrera y Beltrán Rojas, quienes logran contenerlo; sin
embargo, Maytorena temiendo que la plaza sucumbiera, ordena la movilización de
100 hombres de Cumpas y 200 de Cananea para auxiliar la plaza sitiada. Ante la
movilización de los hombres de Cananea el superintendente de las 4C, considerando
que él y sus empleados tenían derecho de preferencia para gozar de garantías en
sus personas e intereses sobre todos los demás habitantes, inclusive las autoridades
y vecinos de Nacozari, que estaban en peligro inminente. El mismo 1 de
septiembre se dirigió al cónsul mexicano en Bisbee, Arizona, y este transcribió
al gobernador el siguiente telegrama:
"Dr.
L. de Ricketts, Superintendente de Cananea Consolidated Cooper Co., informa que
toda la guarnición de Cananea ha sido retirada y enviada a Naco. En vista de
este hecho Walter Douglas. Superintendente de la Compañía Minera de Nacozari
informa que los rebeldes se han retirado de allí hacia el oeste y que 100
soldados federales de Cumpas han llegado a Nacozari. Por tal motivo que hay más
necesidad de que las fuerzas permanezcan en Cananea y no en Nacozari y bajo
esta circunstancias es mi deber protestar por haber dejado a Cananea sin la adecuada
protección.”
Al día a siguiente se recibió en Cananea la noticia de la
retirada de los atacantes de Nacozari, y el insolente superintendente dirigió otro
telegrama más apremiante al mismo cónsul, que transcribió de nuevo al gobernador,
que dice:
"En
vista del hecho de que todo está quieto en Nacozari y apareciendo, según
informes, que los rebeldes están moviéndose hacia el oeste, urgentemente
suplico que para la protección de los intereses americanos en Cananea, sean
devueltos doscientos federales de los que ahora van en camino entre Naco y Agua
Prieta, sin ninguna demora.”
La insolencia y prepotencia que manifiesta Ricketts en
estos telegramas enviados al cónsul, es la misma que utilizó Greene urgiendo al
gobernador Izabal para que se presentara en Cananea cuando estalla la huelga el
1 de junio de 1906; y al igual que entonces, el gobernador dobla la cerviz y le
responde de la manera siguiente:
''Contesto
sus telegramas de hoy, manifestándole que fuerza salió de Cananea con instrucciones
de atacar rebeldes, procure evitar se dirijan a ese mineral. Sin embargo a fin
dc mantener la confianza en los habitantes de ese mineral, se procura llegada a
el mismo de nuevas fuerzas lo más pronto posible. Gobierno de mi cargo afánese
especialmente en garantizar intereses de extranjeros y tienen confianza en que,
como hasta hoy, no tendrán los ciudadanos americanos a quienes usted representa
motivos de queja contra el Gobierno de Sonora.”
De cualquier forma, la coyuntura de la rebelión
orozquista propició la acción directa de parte de los obreros. Manifestándose el
año de 1912 como crítico para la política interna, ya que afloraron tres
situaciones en los minerales: 1) aparece en forma generalizada una posición
nacionalista; 2) vuelven los movimientos de huelga y; 3) las zonas mineras se
convierten en escenario de batalla y continúa la política rebelde de
avituallarse de alimentos y dinero. Los mineros vuelven con todo, en diciembre estallan
huelgas simultáneas en los minerales de Cananea, La Colorada y La Dura; aunque
no se puede comprobar que se trataba de una acción orquestada por los clubes
anarquistas, lo cierto es que manejaban demandas comunes como la destitución de
capataces estadounidenses, la regularización y modificación del sistema de
pago, la petición de una jornada laboral de ocho horas y el mejoramiento en el
servicio de los hospitales.
De los centros mineros en conflicto, el de Cananea fue el
que se vigiló con mayor celo, y algunos de los dirigentes del conflicto que
habían sido protagonistas de la huelga de 1906 fueron encarcelados. Juan José
Ríos, quien era secretario del municipio y había apoyado la huelga, junto con
Esteban Baca Calderón, J. M. Olguín y Pablo Quiroga, fueron a Hermosillo para
abogar por los huelguista, pero el gobernador interino Ismael Padilla ordenó
arrestarlos justificando la medida con el siguiente argumento:
"…había
que parar un socialismo mal entendido que ha traído como resultado los
conflictos que se están lamentando en diversas partes del país entre el capital
y el trabajo."
Bajo esta tensión social y laboral se desenvuelven tantos
los obreros, como los patrones y autoridades estatales, ya que por un lado está
la constante amenaza de huelga de los obreros, y por otro, estaban los grupos
involucrados en el movimiento revolucionario que exigían a las empresas
cantidades fuertes de dinero para financiar la rebelión civil, mientras las
autoridades estatales trataban de mediar entre unos y otros para evitar el
cierre de las empresas y de la frontera por donde entraban todo tipo de avituallamientos
de uso común y para la guerra; mientras que por ellas se exportaban los
minerales beneficiados en el estado, una de las principales o la principal
fuente de entradas económicas para el estado vía impuestos.
Así pues, en este estado de cosas se suscita el asesinato
de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, presidente y vicepresidente de
México, respectivamente, el 22 de febrero de 1913 en el Palacio de Lecumberri
de la ciudad de México, perpetrado por el comandante de las Fuerzas Armadas
Victoriano Huerta quien, tras traicionar a Madero y Pino Suárez, dio un golpe
de Estado al gobierno legal de Madero.
En cuanto se supo la noticia del asesinato de Madero y
Pino Suárez, Manuel M. Diéguez, presidente municipal, citó a los jefes de las
agrupaciones liberales a una reunión secreta en el Palacio Municipal, donde se
acordó el desconocimiento de Huerta, quedando como jefe del movimiento que se
planteaba el propio Diéguez. También se acordó establecer el cuartel de
reclutamiento en Buenavista a cargo de Pablo Quiroga jefe de la Unión Minera.
Al constituirse el cuartel de reclutamiento, la policía de Cananea, por órdenes
de Diéguez, hizo una requisa de caballos, sin que interviniera el Col. José R.
Moreno jefe de la guarnición en Cananea.
El 5 de marzo de 1913, Plutarco Elías Calles estaba al
mando de un pequeño grupo de soldados dispuestos a la lucha, se relacionó con
otros jefes revolucionarios, entre ellos: Manuel M. Diéguez, Pedro F.
Bracamontes y Esteban Baca Calderón, quienes firmaron el Plan de Nacozari el 12
de marzo de ese año, donde se desconocía el gobierno de Huerta.
Recién nombrado gobernador interino en lugar de Maytorena,
Ignacio L. Pesqueira, también desconoce al régimen del usurpador, y en marzo de
ese año nombra a Juan G. Cabral jefe de operaciones militares en la zona norte,
bajo el mando de Álvaro Obregón, colaborando en importantes acciones armadas,
entre ellas, la toma de Cananea entre el 24 y 26 de marzo 1913, donde atacan a
las fuerzas federales con unos 1900 hombres al mando de Juan José Ríos, Francisco
Serrano y Manuel M. Diéguez, este último, al momento del cuartelazo era
presidente municipal de Cananea, y después de dejar la presidencia, al frente
de 400 hombres se une a Álvaro Obregón y atacan desde todos los flancos a la
guarnición federal ubicada en el cuartel militar de la Mesa Sur, que estaba defendido
por 600 hombres con 4 ametralladoras, al mando del Col. José R. Moreno, quien capitula
la tarde del 26 de marzo de 1913 bajo promesa de vida, junto con 15 oficiales y
300 soldados, quienes fueron recluidos en la Penitenciaría de Hermosillo.
Ignacio L. Pesqueira, para asegurar el flujo continuo de
fondos y pertrechos para la guerra provenientes de la frontera con Estados
Unidos, nombró a Roberto Pesqueira agente comercial, quien desde su oficina
establecida en Douglas, Arizona, negoció la compra y exportación de armas a
Sonora. Se apoyó también en la mayoría de los miembros del Congreso Local,
quienes desempeñaron diversas tareas para tramitar préstamos y obtener recursos
materiales para la causa, así mismo, especificó penas por delitos militares y
creó tribunales de competencia.
A principios de abril de 1913, el gobierno de Pesqueira
tuvo fricciones con la 4C, la que amenazó con el paro laboral, por lo que
autorizó al prefecto de Arizpe a negociar con la compañía norteamericana todo tipo
de garantías y que continuara sus actividades laborales. A partir de este hecho
obtuvo la colaboración incondicional de la minera.
Vendría después la siguiente fase revolucionaria,
dirigida ahora por Venustiano Carranza; cuando el mismo día de la toma de Cananea
(26 de marzo), lanza el Plan de Guadalupe desde la hacienda del mismo nombre,
donde desconocía al gobierno de Huerta. A partir de entonces comienza su participación
en la lucha armada y la organización del Ejército Constitucionalista del que nombran
Comandante en Jefe.
Carranza, buscando consolidar su
posición para acceder a la presidencia de la república, visita Sonora en
septiembre, estableciendo los Poderes de la Revolución en Hermosillo, a la que
se adhieren los estados de Sonora, Chihuahua, Durango, Coahuila y Zacatecas. De
esta manera Sonora, a la postre, se convertiría en un bastión del Ejército
Constitucionalista.
El Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y su Estado Mayor en Sonora. (Foto: INEHRM, 1985).
Al adherirse los sonorenses a la causa constitucionalista,
tuvieron que darse a la tarea de integrar un ejército regular y definir formas
para obtener recursos económicos. Para lograr esto último, impulsaron una
política que consistió en un control militar de los molinos harineros, de la
escasa industria textil y de las haciendas ganaderas. Además de la recaudación
de impuestos federales y la creación de la Dirección General de Aduanas para
controlar fiscalmente la entrada y salida de mercancía.
Los grandes minerales quedarían al margen de la
intervención estatal directa, como estaba acordado en el plan emergente; sin
embargo, eran un mercado cautivo para la harina que producían los molinos
intervenidos. En especial la 4C fue un cliente importante para los
revolucionarios sonorenses, pues se convino con ella, después de obtener una
rebaja en el precio, la adquisición de 2,000 cargas de harina con un valor de
41,000 pesos oro, transacción que se realizó en el Bank of Douglas en Arizona y
sirvió para adquirir armamento y parque.
La falta de un gobierno fuerte y la crisis política
generalizada que se vivía en la entidad influyeron para que los mineros
presionaran directamente a los empresarios y en algunos casos, como en Cananea,
ejercieran, aunque por poco tiempo, un control absoluto. La población de este
centro minero logró imponer un poder popular aprovechando el desconcierto que
provocó la falta de combustible debido al bloqueo del ferrocarril que venía de
Nacozari. La carencia de combustible hizo que la fundición se paralizara,
además de otros departamentos de la 4C. Debido a esto, la minera desocupó a
muchos obreros, provocando un ambiente de tensión laboral y zozobra política que
aprovecho muy bien la Unión Obrera de Cananea. En una asamblea popular,
realizada por los trabajadores agrupados en la Unión, se culpó a la dirección
de la 4C del recorte de obreros, mostrando su inconformidad a través de un
manifiesto público, a la vez que solicitaron la expulsión del país del gerente general
de la empresa James S. Douglas. Propusieron además, como una estrategia de
sobrevivencia y en un rasgo de solidaridad, que el escaso trabajo se
distribuyera entre toda la población trabajadora, lo cual incluía a los mineros
despedidos. En el mando militar hubo respaldo a su propuesta. Salvador
Alvarado, el comandante que controlaba el mineral, encabezó la manifestación
popular de protesta y ejecutó la petición expulsando al gerente estadounidense,
aunque días después regresa, ya que las frágiles relaciones diplomáticas con
Estados Unidos podían provocar un rompimiento y el cierre de la frontera, lo
que era un golpe para la causa constitucionalista, porque esto significaba el
cierre de la frontera al paso de armas.
En este ambiente de tensión política y laboral, Carranza
visita Cananea meses después de que hubiere sido tomada por Cabral, presentándose
también en Puertecitos y viene acompañado por José María Maytorena, Ignacio L.
Pesqueira, Felipe Ángeles y Adolfo de la Huerta, entre otros. Carranza,
proveniente de Hermosillo, llega el martes 14 de octubre de 1913 y el jueves 16
viaja a Nogales. Se realizó una recepción sin parangón en Cananea, donde durante
semanas se instalaron postes a ambos lados de la Av. Juárez de un extremo de la
Mesa a las oficinas de la compañía 4C en El Ronquillo, con cables eléctricos y sockets
para focos, de manera que la Av. Juárez quedara iluminada de un extremo al otro.
Por donde pasaría la comitiva se instalaron “Arcos de Triunfo”
a todo lo largo de la avenida, construidos por varias organizaciones políticas
y civiles, además de colonias extranjeras. El primer arco estaba cerca de las
oficinas de la empresa, y se construyó por la comisión encargada de la
celebración. En este punto, a Carranza le fueron entregadas las llaves de la
ciudad. El siguiente arco estaba en Calle 5ta Oeste frente a la
oficina de correos y fue erigido por los empleados de esa oficina. Un arco
instalado por la cámara de comercio se
encontraba frente al Banco Mercantil (Banco de Cananea). En la 2da Oeste
se instaló un arco construido conjuntamente por el club Severiano Talamantes y
el sindicato de Carpinteros. La sociedad Aquiles Serdán puso un arco frente al palacio.
El arco de la colonia china estaba a una cuadra al este del ayuntamiento (Calle
5ta Este) y era con mucho, el más ricamente decorado. La colonia
americana, que incluía a todos los demás extranjeros, colocó un arco frente de
la residencia en la que Carranza pernoctó, probablemente en la Calle 6ta
Este, donde terminaba la decoración de la avenida. El Palacio también estaba
decorado con luces eléctricas y pancartas, al igual que otros edificios públicos.
Preparativos
para la visita de Venustiano Carranza. Se observan al menos 4 de los arcos
construidos en la Av. Juárez por organizaciones civiles en octubre de 1913.
Venustiano
Carranza en Puertecitos el 15 de octubre de 1913.
(Foto: UACJ. Fondo
Pictórico. Colecciones Especiales).
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